¡Oh, bebedor de vino! ¿No te avergüenzas de beber algo que Dios ha prohibido?

¡Déjalo y no hagas tal cosa, pues en ella, realmente, hay un castigo de Dios!

»Otro poeta ha dicho en este mismo sentido:

Bebí vino hasta que perdí la razón; ¡qué mala bebida es la que suprime la razón!

»Entre los beneficios del vino está el que disuelve los cálculos renales, refuerza los intestinos, disipa las preocupaciones, incita a la generosidad, preserva la salud, ayuda a la digestión, devuelve la salud del cuerpo, hace desaparecer las enfermedades de las articulaciones, expulsa del cuerpo los malos humores, incita a la alegría y a la satisfacción, despierta el instinto, fortifica la vejiga, refuerza el hígado, elimina las obstrucciones, sonroja la cara, elimina las cosas superfluas de la cabeza y del cerebro, retrasa la fecha de aparición de las canas y si Dios (¡todopoderoso y excelso!) no lo hubiera prohibido, nada habría en la superficie de la tierra que pudiese ocupar su puesto. En cambio el juego del maysir es un verdadero juego de azar.» «¿Qué clase de vino es el mejor?» «El que ha fermentado ochenta o más días y que se ha obtenido a partir de uvas blancas que no recuerdan él agua: no hay nada comparable sobre la faz de la tierra.» «¿Qué dices de las sangrías?» «Deben aplicarse al que tiene un exceso de sangre y no a aquel que le falte. Quien quiere sangrarse debe hacerlo con luna en cuarto menguante; en un día sin nubes ni viento ni lluvia, o sea él diecisiete del mes; si coincide con un martes su efecto será más sensible. Para el cerebro, para los ojos y para despejar la cabeza no hay cosa más conveniente que la sangría.»

Sahrazad se dio cuenta de que amanecía e interrumpió el relato para el cual le habían dado permiso.

Cuando llegó la noche cuatrocientas cincuenta y tres, refirió:

—Me he enterado, ¡oh rey feliz!, de que [el médico prosiguió:] «Háblame de las mejores aplicaciones de la sangría.» «Lo más conveniente es aplicarla en ayunas, pues entonces aumentan el entendimiento y la memoria. Se refiere del Profeta (¡Dios le bendiga y le salve!) que cada vez que alguien se le quejaba de dolor de cabeza o de pies le decía: “¡Sángrate!” Cuando él iba a sangrarse no comía nada salado para que no le produjese sarna ni comía después cosas ácidas.» «¿Qué días son los que no son aptos para aplicar las sangrías?» «Los sábados y los miércoles. Quien se sangra en ellos debe censurarse a sí mismo; hay que evitar el hacerlo cuando hace mucho calor o mucho frío. Los días más convenientes son los de la primavera.» «¡Háblame del coito!» Al oír estas palabras la muchacha se inclinó, bajó la cabeza y se avergonzó por respeto al Emir de los creyentes. A continuación añadió: «¡Emir de los creyentes! No soy incapaz de contestar, pero me avergüenza el tener que hacerlo a pesar de que tengo la respuesta en la punta de la lengua». El Califa le ordenó: «¡Muchacha! ¡Habla!» Ella dijo: «En el coito hay numerosas virtudes y cualidades agradables, entre ellas: que aligera el cuerpo repleto de atrabilis, que calma la pasión del amor, engendra él afecto, tranquiliza el corazón y elimina el nerviosismo. En verano y en otoño es más perjudicial que en invierno y primavera». «Explícame sus ventajas.» «Hace desaparecer las preocupaciones y las tentaciones, calma la pasión y la cólera y alivia las úlceras; todo esto en los individuos de temperamento frío y seco. El abusar de él debilita la vista, engendra dolores en las piernas, en la cabeza y en la espalda. ¡Evita el coito con una mujer vieja! Tiene consecuencias mortales. El imán Alí (¡Dios ennoblezca su rostro!) dijo: “Hay cuatro cosas que matan y aniquilan el cuerpo: entrar en el baño cuando se está harto; comer guisos salados; cohabitar cuando se acaba de comer y con mujer enferma. Estas cosas debilitarán tus fuerzas, y harán enfermar tu cuerpo. La vieja constituye un veneno mortal”. Una autoridad ha dicho: “Evita el casarte con una vieja, aunque fuese más rica que Qarun”[201].» «¿Cuál es el mejor coito?» «El que tiene lugar con una mujer joven, de hermoso talle, de preciosa mejilla, de noble estirpe y de seno opulento: aumentará tus fuerzas, la salud de tu cuerpo y será tal como ha dicho uno de sus descriptores:

Cualquier mirada le hace saber, por revelación, lo que tú deseas, sin necesidad de gestos ni explicaciones.

Cuando tú miras el prodigio de sus bellezas te parece que éstas constituyen un jardín.»

«Háblame del momento más conveniente para realizar el coito.» «Cuando es de noche, después de haber digerido la cena; cuando es de día, después del almuerzo.» «Dime cuáles son los frutos mejores.» «La granada y el limón.» «¿Cuál es la mejor verdura?» «La escarola.» «Dime cómo se forma la esperma en el hombre.» «El hombre tiene una vena que irriga a las otras y a la que afluye el líquido de trescientas sesenta venas. A continuación la sangre arterial se introduce en el testículo izquierdo en el cual se cuece al calor del temperamento de los hijos de Adán transformándolo en un humor espeso, blanco, con un olor semejante al de la savia de la palma.» «Perfectamente. Dime ahora cuál es el pájaro que emite esperma y menstrua.» «El murciélago, o sea el panique.» «Dime cuál es la cosa que vive mientras está prisionera y muere en cuanto respira el aire.» «El pez.» «¿Cuál es la serpiente que pone huevos?» «El dragón.»

El médico era ya incapaz de hacer más preguntas y se calló. La joven dijo: «¡Emir de los creyentes! Me ha interrogado mientras ha podido. Yo le voy a hacer una sola pregunta: si no la contesta me será lícito arrebatarle su traje».

Sahrazad se dio cuenta de que amanecía e interrumpió el relato para el cual le habían dado permiso.

Cuando llegó la noche cuatrocientas cincuenta y cuatro, refirió:

—Me he enterado, ¡oh rey feliz!, de que el Califa dijo: «¡Pregúntale!»

La joven le interrogó: «¿Qué me dices de una cosa que se parece a la tierra por su redondez? Sus vértebras y su punto de apoyo están ocultos a los ojos; cuesta poco, es poco apreciado, tiene el pecho estrecho y el cuello aherrojado a pesar de que no sea un esclavo fugitivo en los grillos ni un ladrón detenido; ha sido vencido pero no en la guerra, ha sido derrotado pero no en él combate. El tiempo devora su vigor y el agua bebe su mayor parte; a veces le golpean sin culpa y le utilizan con exceso. Se reúne después de la separación, es humilde pero no por adulación; está embarazado sin llevar un hijo en su seno, se inclina sin necesidad de apoyo, se ensucia y se purifica, reza y se transforma; copula sin miembro, lucha sin timón, da reposo y se reposa; le muerden y no grita. Es el más complaciente de los comensales y está alejado cuando hace calor; se separa de la mujer por la noche y la abraza de día. Su morada son los ángulos en las casas de los nobles». El médico permaneció callado y no contestó nada; se quedó perplejo ante lo que le sucedía, permaneció con la cabeza gacha un rato y no abrió la boca. La joven le dijo: «¡Médico! ¡Habla o te quito el vestido!» Se puso de pie y dijo: «¡Emir de los creyentes! Doy fe de que esta joven sabe más medicina que yo o que cualquier otra persona. Nada puedo contra ella». Se quitó el traje que llevaba encima y salió corriendo. El Emir de los creyentes le dijo: «¡Acláranos qué es lo que has dicho!» «¡Emir de los creyentes! Se trata del botón y del ojal.»

He aquí lo que le ocurrió con él astrólogo. La joven dijo: «Que se ponga de pie aquel de vosotros que sea astrólogo». Éste se acercó hacia ella y se sentó delante. Al verlo rompió a reír y le dijo: «¿Tú eres el astrólogo, el contable, él escriba?» «Sí.» «Pregunta lo que quieras, pues Dios es quien concede el éxito.» «Háblame del Sol, de su orto y de su ocaso.» «Sabe que el Sol sale por determinados puntos y se pone por otros. Los puntos del orto se encuentran hacia oriente y los del ocaso hacia occidente. Cada uno de ambos hemisferios mide ciento ochenta grados. Dios (¡ensalzado sea!) ha dicho: “¡Juro por el Señor de los orientes y de los occidentes!”[202] y “Él es Quien colocó al Sol como claridad y a la Luna como luz, y dispuso las mansiones de ésta a fin de conocer el número de los años y el cómputo”[203]. La Luna, pues, es el sultán de la noche y el Sol el sultán del día; y ambos giran en el transcurso del tiempo. Dios (¡ensalzado sea!) ha dicho: “No es conveniente ni que el Sol alcance a la Luna ni que la noche adelante al día. Cada uno navega en una esfera”[204].» «Dime: cuando llega la noche ¿qué se hace del día?; cuando llega el día ¿qué se hace de la noche?» «Dios engarza el día en la noche y engarza la noche en el día[205].» «Cita las mansiones de la Luna.» «Son veintiocho: al-Sartan, al-Butayn, al-Turayya, al-Dabaran, al-Haqa, al-Hana, al-Dira, al-Natra, al-Tarf, al-Chabha, al-Zubra, al-Sarfa, al-Awwa, al-Simak, al-Gafar, al-Zubani, al-Iklil, al-Qalb, al-Sawla, al-Naaim, al-Balda, Saad al-Dabih, Saad al-Bula, Saad al-Suud, Saad al-Ajbiyya, al-Farg al-Muqaddam, al-Farg al-Muajar y al-Risa. Estas mansiones han sido enumeradas según el orden del alfabeto hawwar y encierran en sí un secreto tenebroso que sólo conoce Dios (¡gloriado y ensalzado sea!) y las personas muy doctas. Su correlación con los doce signos del Zodíaco es la siguiente: a cada signo le corresponden dos mansiones y un tercio, así: al-Sartan, al-Butayn y un tercio de al-Turayya pertenecen al Carnero; dos tercios de al-Turayya, al-Dabaran y dos tercios de al-Haqa pertenecen al Toro; un tercio de al-Haqa, al-Hana y al-Dira pertenecen a los Gemelos; al-Natra, al-Tarf y un tercio de al-Chabha pertenecen al Cangrejo; dos tercios de ésta, al-Zubra, y los dos tercios de al-Sarfa pertenecen al León; un tercio de ésta, al-Awwa y al-Simak pertenecen a la Virgen; al-Gafar, al-Zubani y un tercio de al-Iklil pertenecen a la Balanza; dos tercios de al-Iklil, al-Qalb y los dos tercios de al-Sawla pertenecen al Escorpión; un tercio de ésta, al-Naaim y al-Balda pertenecen a Sagitario; Saad al-Dabih, Saad al-Bula y un tercio de Saad al-Suud pertenecen a Capricornio; dos tercios de Saad al-Suud, Saad al-Ajbiyya y dos tercios de al-Farg al-Muqaddam pertenecen a Acuario; un tercio de ésta, al-Farg al-Muajar y al-Risa pertenecen a los Peces.»

Sahrazad se dio cuenta de que amanecía e interrumpió el relato para el cual le habían dado permiso.

Cuando llegó la noche cuatrocientas cincuenta y cinco, refirió:

—Me he enterado, ¡oh rey feliz!, de que el astrólogo le dijo: «¡Magnífico! Háblame de los planetas, de su naturaleza, él tiempo que permanecen en los signos del Zodíaco; sus buenos y malos influjos; en qué signos tienen su domicilio, su exaltación y en qué otros tiene lugar su caída». La joven replicó: «La sesión es muy breve pero te lo mencionaré: los siete planetas son: el Sol, la Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. El Sol es cálido, seco, maléfico en la conjunción y benéfico en la oposición. Permanece treinta días en cada signo; la Luna es fría y benéfica y permanece dos días y un tercio en cada signo; Mercurio es maleable: benéfico cuando está relacionado con los benéficos y maléfico cuando está relacionado con los maléficos, permanece en cada signo diecisiete días y medio; Venus es temperado y benéfico, permanece en cada signo veinticinco días; Marte es maléfico y permanece diez meses en cada signo; Júpiter es benéfico, permanece en cada signo un año; Saturno es frío, seco y maléfico y permanece en cada signo treinta meses. El Sol tiene su domicilio en el León, su exaltación en el Carnero y su caída en Acuario; la Luna tiene su domicilio en el Cangrejo, su exaltación en el Toro y su caída en el Escorpión y su exilio en Capricornio; Saturno tiene su domicilio en Capricornio y Acuario, su exaltación en la Balanza y su caída en el Carnero y su exilio en el Cangrejo y el León; Júpiter tiene su domicilio en los Peces y en Sagitario, su exaltación en el Cangrejo, su caída en Capricornio y su exilio en los Gemelos y en él León; Venus tiene su domicilio en el Toro, su exaltación en los Peces, su caída en la Balanza y su exilio en el Carnero y el Escorpión; Mercurio tiene su domicilio en los Gemelos y la Virgen, su exaltación en la Virgen, su caída en los Peces y su exilio en el Toro; Marte tiene su domicilio en el Carnero y en el Escorpión, su exaltación en Capricornio, su caída en él Cangrejo y su exilio en la Balanza». El astrólogo, al darse cuenta de su habilidad, de su sabiduría, de la elocuencia de sus palabras y de su inteligencia intentó encontrar una argucia para avergonzarla delante del Emir de los creyentes. Le dijo: «¡Esclava! ¿Lloverá este mes?» La joven bajó la cabeza y permaneció meditando durante un largo rato hasta el punto de que el Emir de los creyentes creyó que era incapaz de responder. El astrólogo le preguntó: «¿Por qué no me contestas?» «No te contestaré a menos de que el Emir de los creyentes me conceda permiso para hacerlo.» Éste dijo: «¿Y por qué ha de ser así?» «Porque quiero que me des una espada para cortar el cuello a este mazdeo». El Califa y todos los que estaban con él rompieron a reír. La joven siguió: «¡Astrólogo! Existen cinco cosas que sólo las conoce Dios (¡ensalzado sea!)».

A continuación recitó el versículo del Corán: «Al lado de Dios está la Ciencia de la Hora. Él hace descender la lluvia torrencial. Sabe lo que hay en las matrices, mientras que ninguna persona sabe lo que tendrá mañana ni sabe en qué tierra morirá. Dios es omnisciente, está bien informado»[206]. «¡Perfectamente! Yo sólo quería ponerte a prueba.» «Sabe que los autores de los calendarios poseen indicios y signos que hacen referencia a los astros en relación con su posición en el momento de principiar el año y hay gentes que tienen conocimientos empíricos sobre esta materia.» «¿Cuáles son?» «Cada día de la semana está bajo la influencia de un planeta. Si el primer día del año es un domingo, éste depende del Sol y esto indica —pero Dios es más sabio— opresión por parte de los reyes, de los sultanes y de los gobernadores; malos pastos y escasez de lluvias. Entre las gentes tendrán lugar graves sublevaciones y las cosechas de cereales serán buenas excepción hecha de la de lentejas que será mala. La uva se perderá, el lino será caro y el trigo barato desde el principio del mes de Tuba hasta el fin de Barmahat; habrá numerosas guerras entre los reyes y bienes muy abundantes. Pero Dios es más sabio.» «Háblame del lunes.» «Depende de la Luna y es indicio de que los asuntos se desarrollarán bien, de que los gobernadores serán íntegros; el año tendrá muchas lluvias, los anales serán buenos pero la simiente del lino se perderá; el trigo será barato en el mes de Kiyahk, habrá numerosas epidemias y morirán la mitad de las ovejas y de las cabras; las uvas serán numerosas, la miel escasa y el algodón barato. Pero Dios es más sabio.»

Sahrazad se dio cuenta de que amanecía e interrumpió el relato para el cual le habían dado permiso.

Cuando llegó la noche cuatrocientas cincuenta y seis, refirió:

—Me he enterado, ¡oh rey feliz!, de que [el astrólogo prosiguió:] «Háblame del martes.» «Depende de Marte, lo cual indica que en ese año morirán grandes personajes, que habrá destrucciones importantes, mucha pérdida de sangre y que los granos serán caros; que las lluvias serán escasas, el pescado, raro: unos días habrá más y otros menos; la miel y las lentejas serán baratas; la semilla de lino, cara. En ese año habrá buena cosecha de maíz pero no de los demás cereales. Habrá numerosas guerras entre los reyes, las muertes violentas abundarán y morirán numerosos asnos. ¡Pero Dios es el más sabio!» «¡Háblame del miércoles!» «Depende de Mercurio, lo cual indica que en ese año habrá grandes reyertas entre la gente; nacerán numerosas enemistades; las lluvias serán suficientes; algunos sembrados se estropearán y las defunciones de animales domésticos y niños serán numerosas. Habrá muchas batallas navales y el trigo será caro desde Barmuda hasta Misra[207]; los demás granos serán baratos; habrá muchos truenos y relámpagos, la miel será cara; las palmeras darán fruto abundante, el lino y el algodón darán buenas cosechas, pero él rábano y la cebolla serán caros. ¡Pero Dios es más sabio!» «¡Háblame del jueves!» «Depende de Júpiter e indica que los visires serán justos, que los jueces serán íntegros y que los pobres y los religiosos recibirán numerosos bienes; las lluvias, los frutos, los árboles y los cereales serán abundantes; el lino, el algodón, la miel y la uva serán baratos y los peces abundarán. ¡Pero Dios es más sabio!» «Háblame del viernes.» «Depende de Venus y esto indica tiranía por parte de los genios más poderosos, conversaciones con falsía y calumnias. El rocío será abundante; el otoño agradable en el país; los precios serán asequibles en una región pero no en otra; en mar y en tierra habrá grandes desgracias; la semilla de lino será cara y él precio del trigo, en el mes de Hatur será alto y bajo en el mes de Amsir[208]. La miel será cara, la uva y los melones se perderán. ¡Pero Dios es el más sabio!» «¡Háblame del sábado!» «Depende de Saturno e indica la influencia de los esclavos, de los griegos y de aquellas personas que no tienen en sí nada de bueno en ellas ni en quien las rodea; habrá carestía y sequía, abundantes nubes; morirán muchos hombres y ¡guay de los habitantes de Egipto y de Siria que padecerán la injusticia del Sultán! Los sembrados apenas serán bendecidos y los cereales se perderán. ¡Pero Dios es más sabio!» El astrólogo se inclinó y bajó la cabeza. La joven le dijo: «¡Astrólogo! Yo te haré una sola pregunta y si no me la contestas te quitaré el traje». «¡Pregunta!» «¿Dónde se encuentra la morada de Saturno?» «¡En el séptimo cielo!» «¿Y la de Júpiter?» «¡En el sexto!» «¿Y la de Marte?» «¡En el quinto!» «¿Y la del Sol?» «¡En el cuarto!» «¿Y la de Venus?» «¡En el tercero!» «¿Y la de Mercurio?» «¡En el segundo!» «¿Y la de la Luna?» «¡En el primero!» «¡Perfectamente! Te falta una sola pregunta.» «¡Interroga!» «¡Dime en cuántas partes se dividen los astros!» El astrólogo permaneció callado sin encontrar respuesta. La joven le dijo: «¡Quítate el vestido!» Se lo quitó y ella lo cogió. El Emir de los creyentes le dijo: «¡Expónnos la contestación a tu pregunta!» «¡Emir de los creyentes! Se dividen en tres casos: unos que están colgados del cielo de este mundo como si fuesen candiles e iluminan la tierra; otros que se arrojan a los demonios cuando intentan oír a hurtadillas. Dios (¡ensalzado sea!) dice: “Hemos adornado el cielo del mundo con candilejas haciendo de ellas meteoritos para lanzarlos contra los demonios”[209]. La tercera clase cuelga del aire para iluminar los mares y lo que éstos contienen.» El astrólogo intervino: «Nos falta hacerle una pregunta. Si la contesta me declararé vencido». «¡Pregunta!», replicó la muchacha.

Sahrazad se dio cuenta de que amanecía e interrumpió el relato para el cual le habían dado permiso.

Cuando llegó la noche cuatrocientas cincuenta y siete, refirió:

—Me he enterado, ¡oh rey feliz!, de que el astrólogo dijo: «Dime cuatro cosas contrarias dispuestas según otras cuatro cosas contrarias». «El calor y el frío, la humedad y la sequedad. A partir del calor Dios ha creado el fuego cuya naturaleza es cálida y seca; a partir de la sequedad ha creado la tierra cuya naturaleza es fría y seca; a partir del frío ha creado el agua cuya naturaleza es fría y húmeda; a partir de la humedad ha creado el aire cuya naturaleza es cálida y húmeda. Después Dios creó los doce signos del Zodíaco que son: El Carnero, el Toro, los Gemelos, el Cangrejo, el León, la Virgen, la Balanza, el Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario y los Peces, y los dispuso según sus cuatro naturalezas: tres son signos de fuego; otros tres, de tierra; tres de aire y tres de agua. El Carnero, el León y Sagitario son signos de fuego; el Toro, la Virgen y Capricornio, de tierra; los Gemelos, la Balanza y Acuario, de aire y el Cangrejo, el Escorpión y los Peces, de agua.» El astrólogo se puso de pie y exclamó: «¡Dad testimonio de que ella sabe más que yo!», y se marchó derrotado.

A continuación el Emir de los creyentes dijo: «¿Dónde está el filósofo?» Un hombre se acercó a él y preguntó: «Explícame qué es el tiempo en sí mismo, cuáles son sus días y qué cosas guardan relación con él». «Tiempo es el nombre que se da a las horas de la noche y del día; ambas son medida del curso del Sol y de la Luna en sus respectivas esferas tal y como dice el Ensalzado: “Tienen una aleya en la noche, de la que separamos el día, cuando los humanos están en tinieblas. El Sol corre hacia un domicilio que le pertenece. Ése es el decreto del Poderoso, del Omnisciente”[210].» «Háblame de cómo el hijo de Adán se hizo incrédulo.» «Se refiere que el Enviado de Dios (¡Él le bendiga y le salve!) dijo: “La incredulidad circula en el hijo de Adán del mismo modo que la sangre en las venas, cuando él vitupera al mundo, al destino, a la noche y a las horas”. También ha dicho: “Que ninguno de vosotros vitupere al destino porque el destino es Dios; que ninguno de vosotros vitupere al mundo”, y añade: “¡Que Dios no auxilie a quien me vitupere! Ninguno de vosotros debe vituperar la Hora, pues ‘No cabe duda de que la Hora viene’[211]. Ninguno de vosotros debe vituperar la tierra pues Dios (¡ensalzado sea!) dice: ‘Os creamos de la tierra, a ella os devolveremos y de ella os sacaremos otra vez’[212]”.» «Dime cuáles son los cinco seres que comieron, bebieron y no salieron ni del riñón ni del vientre de sus progenitores.» «Son Adán, Simón, la camella del Profeta Salé, la cabra de Ismael y el pájaro que Abu Bakr el Verídico vio en la caverna.» «Dime quiénes son los cinco seres que se encuentran en el Paraíso sin ser hombres ni genios ni ángeles.» «El lobo de Jacob, el perro de los moradores de la caverna, el asno de Esdras, la camella de Salé y Duldul y el mulo del Profeta (¡Él le bendiga y le salve!).» «Dime qué hombre rezó la oración sin estar ni en el cielo ni en la tierra.» «Salomón, cuando rezó en la estera que se había llevado el viento.» «Dime quién es el que al rezar la oración de la mañana vio a una esclava que le estaba vedada; que al llegar al mediodía ya le era lícita; que mediada la tarde volvía a estarle vedada; que a la puesta del sol le volvía a ser lícita, que al fin del crepúsculo le era de nuevo vedada y que al día siguiente por la mañana le era lícita.» «Ese hombre vio por la mañana una esclava de otro y por tanto le era ilícita; al mediodía la había comprado y le era lícita; mediada la tarde la libertó y pasó a ser ilícita; a la puesta del sol, se casó con ella y volvió a serle lícita; al fin del crepúsculo la repudió y le quedó vedada y a la mañana siguiente revocó el divorcio y le fue lícita de nuevo.» «Háblame de una tumba que andaba con su ocupante.» «El pez de Jonás después de haber engullido a éste.» «Dícese una región en la cual el sol salió una sola vez y no volverá a aparecer hasta el día del juicio.» «Es el fondo del mar cuando Moisés lo golpeó con su bastón y se abrió en doce partes, según el número de tribus; el Sol lo iluminó entonces, pero no reaparecerá de nuevo hasta el día del juicio.»

Sahrazad se dio cuenta de que amanecía e interrumpió el relato para el cual le habían dado permiso.

Cuando llegó la noche cuatrocientas cincuenta y ocho, refirió:

—Me he enterado, ¡oh rey feliz!, de que [el filósofo prosiguió:] «Dime cuál fue el primer faldón que se arrastró sobre la faz de la tierra.» «El de Agar, cuando quedó avergonzada ante Sara; por ello se ha transformado en una costumbre de los árabes[213].» «Dime cuál es la cosa que respira sin tener vida.» «Dios (¡ensalzado sea!) dice: “¡Por el alba cuando respira!”[214]» «Escucha bien; un grupo de palomas volando llega a un árbol alto; unas se posan en la copa y otras al pie del árbol. Las que están encima del árbol dicen a las que están debajo: “Si una de vosotras sube, seréis el tercio de todo el grupo y si baja una de nosotras, los dos grupos seremos iguales”. ¿Cuántas palomas había?» «Eran doce en total: siete se posaron en la copa y cinco al pie. Si subía una, las que estaban en la copa llegaban a ser dos veces más que las que quedaban abajo; si bajaba una el número de las de abajo pasaba a ser igual al de las de arriba. Pero Dios es más sabio.» El filósofo se quitó los vestidos y escapó disparado.

He aquí su discusión con al-Nazzam: La joven se volvió hacia los sabios allí presentes y preguntó: «¿Cuál de vosotros es capaz de discutir en todas las artes y en todas las ciencias?» Al-Nazzam se acercó a ella y le dijo: «No creas que soy igual que los demás». «Estoy convencida de que serás el derrotado ya que tú te vanaglorias y Dios me ayudará en contra de ti para que pueda despojarte de tus vestidos. Sería mejor que enviases a alguien para que te trajese otros de repuesto.» «¡Por Dios! ¡He de vencerte! Haré en ti un escarmiento del que hablarán las gentes generación tras generación.» «¡Tendrás que expiar con penitencia tu juramento!» Al-Nazzam preguntó: «Dime las cinco cosas que Dios formó antes de la creación de las criaturas.» «El agua, la tierra, la luz, las tinieblas y los frutos.» «Dime qué es lo que Dios ha creado con su mano omnipotente.» «El Trono, el árbol Tuba, Adán y el jardín del Edén: estas cosas Dios las creó con su mano omnipotente; a los restantes seres les dijo: “¡Sed!”, y fueron.» «Dime quién fue tu padre en el Islam.» «Mahoma, al que Dios bendiga y salve.» «¿Quién fue el padre de Mahoma?» «¡Abraham, el amigo de Dios!» «¿Cuál es la fe del Islam?» «Dar testimonio de que no hay dios sino el Dios y que Mahoma es el Enviado de Dios.» «Dime ¿cuál es tu principio y cuál es tu fin?» «Mi origen fue una gota de esperma sucio y mi fin un cadáver repugnante; mi principio fue el polvo y el polvo será mi término como dice el poeta:

Fui creado del polvo y me transformé en una persona elocuente al preguntar y al responder.

Volveré al polvo y formaré parte de él como si nunca hubiese sido creado de él.»

«Dime cuál es la cosa que empezó siendo madera y terminó siendo un ser vivo.» «El bastón de Moisés cuando éste le arrojó al valle y se transformó en una serpiente rastrera con el permiso de Dios (¡ensalzado sea!).» «¿Qué opinas de las palabras de Dios (¡ensalzado sea!): “en él tengo otras ventajas”[215]?» «Moisés plantaba su bastón en el suelo y florecía, daba frutos, arrojaba una sombra que le resguardaba del calor y del frío; le llevaba cuando estaba cansado, y cuando dormía protegía el ganado de las fieras.» «Dime quién fue la mujer nacida de un hombre sólo y el hombre nacido exclusivamente de la mujer.» «Eva salió de Adán y Jesús nació de María.» «Háblame de cuatro fuegos: el que come y bebe, él que come y no bebe; el que bebe y no come y el que ni come ni bebe.» «El fuego que come y no bebe es el de este mundo; el fuego que come y bebe es él del infierno; el fuego que bebe y no come es el del Sol, y el fuego que ni come ni bebe es él fuego de la Luna.» «Dime qué es lo que está abierto y qué es lo que está cerrado.» «¡Al-Nazzam! Abierto es aquello que permite la zuna y cerrado es lo que dispone el Corán.» «Explícame estos versos del poeta:

El habitante de la tumba[216] tiene el alimento junto a la cabeza; cuando prueba dicha comida, habla.

Se pone de pie y anda hablando o callado pero después vuelve a la tumba de la que se le había hecho levantar.

En vida no merece honores; muerto, no hay quien le llore.»

«Se trata de la pluma.» «Explícame estos versos del poeta:

Tiene dos bolsillos casi completos, la sangre fluye fácilmente; las orejas son encamadas; la boca está abierta.

Se parece al gallo cuando se pica en el vientre y vale, cuando se le pone precio, medio dirhem.»

«Es la tinta.» «Explícame estos versos del poeta:

Di a los científicos, a las personas inteligentes y cultas; a todo jurista experto, de rango:

Decidme: «¿cuál es el pájaro que veréis en tierra de árabes y extranjeros,

que no tiene carne ni sangre; que no tiene ni plumaje ni plumas?

Se come cocido o frío; se come asado cuando se le saca del fuego.

Tiene dos colores: uno como la plata y otro, gracioso, con el cual el oro no puede compararse.

No se ve ni vivo ni muerto. ¿Es que no me dirás quién constituye este prodigio?»

La joven le replicó: «¡Cuanta palabrería para preguntarme por el huevo que vale cuatro cuartos!» «Dime: ¿cuántas palabras pronunció Dios a Moisés?» «Se refiere, atribuyéndolo al Enviado de Dios (¡Él le bendiga y le salve!), que dijo: “Dios dijo a Moisés mil quinientas quince palabras”.» «Dime quiénes fueron los catorce que hablaron al Señor de los mundos.» «Los siete cielos y las siete tierras cuando dijeron: “Venimos obedientes”[217]

Sahrazad se dio cuenta de que amanecía e interrumpió el relato para el cual le habían dado permiso.

Cuando llegó la noche cuatrocientas cincuenta y nueve, refirió:

—Me he enterado, ¡oh rey feliz!, de que [al-Nazzam prosiguió:] «Háblame de Adán y cómo fue creado.» «Dios creó a Adán de barro y al barro de espuma; a la espuma, del mar; al mar de las tinieblas; a las tinieblas de la luz; a la luz, de un pez; al pez, de una roca; a la roca de un jacinto; al jacinto, del agua; y al agua de su omnipotencia según el Altísimo ha dicho: “Cuando quiere una cosa, su Orden consiste en decir ‘¡Sé!’ y es”[218].» Al-Nazzam preguntó: «Explícame estas palabras del poeta:

Lo come sin tener ni boca ni vientre; los árboles y los animales constituyen su alimento.

Si lo alimentas toma fuerzas y vive, pero si le das de beber agua, muere.»

«Es el fuego.» «Dime a qué aludió el poeta:

Son dos amigos que se abstienen de todas las dulzuras: pasan todo lo largo de la noche abrazados.

Protegen a la familia de cualquier desgracia y en el momento del orto del Sol se separan.»

«Las dos hojas de la puerta.» «Háblame de las puertas del infierno.» «Son siete y a ellas se alude en este pareado:

Chahannam, Laza y al-Hatim; cuenta además al-Sair y también Saqar,

después de éstas Hachim y Hawiya; éstas son las puertas en pocas palabras.»

«Dime a qué alude él poeta:

Tiene largas trenzas por detrás mientras va y viene;

Tiene un ojo que no prueba él sueño, que no llora ni derrama una lágrima.

Jamás en su vida se puso un traje, pero puso toda clase de vestidos a la gente.»

«Es la aguja.» «Háblame del Sirat[219]: ¿qué es?, ¿qué longitud y qué anchura tiene?» «Tiene una longitud de tres mil años: mil bajando, mil subiendo y mil por terreno llano; es más estrecho que el filo de la espada y más fino que un cabello.»

Sahrazad se dio cuenta de que amanecía e interrumpió el relato para el cual le habían dado permiso.

Cuando llegó la noche cuatrocientas sesenta, refirió:

—Me he enterado, ¡oh rey feliz!, de que [al-Nazzam prosiguió:] «Dime ¿cuántas veces puede interceder nuestro Profeta (¡Dios le bendiga y le salve!) ante el Señor?» «Tres veces.» «¿Abu Bakr fue el primero en convertirse al Islam?» «Sí.» «¡No! Alí se convirtió antes que Abu Bakr.» «Alí trató al Profeta (¡Dios le bendiga y le salve!) desde la edad de siete años y Dios le concedió el don de la fe, a pesar de su tierna edad, sin que antes jamás se hubiese postrado ante un ídolo.» «Dime quién fue mejor, ¿Alí o al-Abbas?», preguntó al-Nazzam. La joven se dio cuenta de que esto constituía una treta, pues si respondía que Alí había sido mejor que al-Abbas, no tendría perdón ante el Emir de los creyentes. Bajó la cabeza un rato: unas veces se sonrojaba y otras palidecía. Al fin respondió: «Tú me interrogas sobre dos personas virtuosas; cada una de ellas ha tenido sus méritos. Volvamos a la conversación de antes». El Califa Harún al-Rasid, al oírla, se puso de pie y le dijo: «¡Magnífico, por el Señor de la Kaaba, Tawaddud!» Ibrahim al-Nazzam le preguntó: «Explícame estos versos del poeta:

Esbelta; dulce al gusto; remeda a las lanzas, pero no tiene punta.

Todos los hombres sacan beneficios de ella y se come, después del crepúsculo vespertino, en Ramadán.»

Replicó: «Es la caña de azúcar». «Contéstame a una serie de preguntas.» «¿Cuáles son?» «¿Qué cosa es más dulce que la miel? ¿Qué es más afilado que la espada? ¿Qué es más rápido que el veneno? ¿Cuál es la delicia de un instante? ¿Cuál es la alegría que dura tres días? ¿Cuál es el día más dulce? ¿Cuál es la felicidad que dura una semana? ¿Cuál es la verdad a la cual da crédito incluso quien anda errado? ¿Cuál es la prisión de la tumba? ¿Cuál es la felicidad del corazón? ¿Cuál es el engaño del alma? ¿Cuál es la muerte de la vida? ¿Cuál es la enfermedad que no tiene cura? ¿Cuál es la vergüenza que no tiene remedio? ¿Cuál es el animal que no vive en los lugares habitados, que ocupa las ruinas y odia al hijo de Adán? Fue creado con la naturaleza de siete seres tiránicos.» «Escucha la respuesta a tus preguntas y despójate de tus vestidos, si quieres que te lo explique.» El Emir de los creyentes le dijo: «Habla primero y después se quitará el traje». La joven dijo: «Lo que es más dulce que la miel es el amor que tienen los hijos cariñosos a sus padres; lo que es más afilado que la espada es la lengua; lo que es más rápido que el veneno es el ojo del aojador; la delicia de un instante es el coito; la alegría que dura tres días, es el depilatorio de las mujeres; el día más dulce es aquel en que se obtiene un beneficio en el negocio; la felicidad que dura una semana, es la esposa; la verdad a la que da crédito incluso quien anda errado, es la muerte; la prisión de la tumba, la constituye el mal hijo; la felicidad del corazón, la de la mujer que obedece al marido, pero también se dice que es la carne cuando desciende al corazón, el cual recibe con ello regocijo; el engaño del alma es el esclavo rebelde; la muerte de la vida la constituye la pobreza; la enfermedad que no tiene cura es el mal carácter; la vergüenza que no tiene remedio es la hija perversa; el animal que no vive en los lugares habitados, que ocupa las ruinas, odia al hijo de Adán y que fue creado con siete naturalezas tiránicas es la langosta: su cabeza se parece a la del caballo; su cuello, al del toro; sus alas, a las del águila; sus patas, a las del camello; su cola, a la de la serpiente; su vientre, al del escorpión y sus cuernos, a los de la gacela.»

El Califa Harún al-Rasid se quedó boquiabierto ante su agudeza e inteligencia. Dijo a al-Nazzam: «¡Quítate tu traje!» El sabio exclamó: «Sed, todos los presentes, testimonios de que doy fe de que esta muchacha sabe más que yo y que cualquier otro sabio». Se quitó el traje, se lo entregó y dijo: «¡Tómalo y que Dios no te lo bendiga!»

El Emir de los creyentes mandó que le entregaran otros vestidos para que se cubriera. A continuación el Califa dijo: «¡Tawaddud! Te falta aún cumplir algo que has prometido: jugar al ajedrez». Mandó llamar al maestro de ajedrez, al de cartas y al de chaquete. Acudió y se sentó enfrente de ella; las piezas fueron alineadas. Él abrió la partida, jugó y cada uno de sus movimientos fue rápidamente contrarrestado por la joven…

Sahrazad se dio cuenta de que amanecía e interrumpió el relato para el cual le habían dado permiso.

Cuando llegó la noche cuatrocientas sesenta y una, refirió:

—Me he enterado, ¡oh rey feliz!, de que [el maestro fue contrarrestado por la joven] que terminó ganándole. El maestro al ver el jaque mate exclamó: «Yo he querido darte ventaja para que creyeras que eras experta. Pero vuelve a alinear las fichas y te haré ver.» Alinearon las piezas por segunda vez. El maestro se decía: «Abre bien tus ojos, pues de lo contrario te va a vencer». Jugó moviendo las piezas con previo cálculo y no paró de jugar hasta que la joven le dijo: «¡Jaque mate!» Al verlo quedó admirado de su maestría y de su inteligencia. Tawaddud rompió a reír y le dijo: «¡Maestro! En la tercera partida jugaré sin reina, sin la torre de la derecha y sin el caballo de la izquierda. Si me vences te quedarás con mi traje, pero si yo te gano te arrebataré el tuyo». «Acepto la condición.» Alinearon las fichas y la joven retiró la reina, la torre y el caballo y le dijo: «¡Empieza, maestro!» Movió una pieza y pensó: «¡Con tal ventaja le ganaré en esta partida!» Ella, avanzaba lentamente hasta que consiguió hacerse con una reina; después le embotelló con sus piezas y con sus peones, lo distrajo, le ofreció una pieza para que la comiese; la comió y Tawaddud exclamó: «La medida está llena y la carga a punto. ¡Come hasta hartarte! ¡Te matará la gula, hijo de Adán! ¿Es que no te has dado cuenta de que te la entregaba para engañarte? Éste es el jaque mate». A continuación añadió: «¡Quítate el vestido!» El maestro replicó: «Déjame cuando menos los zaragüelles y Dios te lo recompensará». A continuación juró que no volvería a jugar al ajedrez con nadie mientras Tawaddud estuviese en el reino de Bagdad. Se quitó el vestido, se lo entregó y se marchó.

Se acercó luego el jugador de chaquete. Ella le dijo: «Si te venzo hoy ¿qué me darás?» «Diez vestidos de brocado de Constantinopla bordados en oro; diez vestidos de terciopelo y mil dinares. Si te gano sólo te pido que des testimonio escrito de que te he vencido.» «¡Juguemos ahora mismo!» Jugó el maestro, perdió y se marchó balbuciendo en lengua franca: «¡Por los bienes del Emir de los creyentes! ¡En ningún país se encuentra otra muchacha igual!»

El Emir de los creyentes hizo que acudieran los principales músicos. Se presentaron. Le preguntó: «¿Sabes algo de música?» «Sí.» El Emir de los creyentes mandó que le entregasen un laúd, gastado y usado, que debía de haber pertenecido a algún amante consumido por la separación. De él había dicho el poeta:

Riegue Dios la tierra en la que ha brotado la leña que constituye el laúd de un músico; en ella crecieron ramas y las raíces arraigaron.

Cuando el árbol era verde cantaron en él los pájaros y una vez seco cantan con él las doncellas.

Le llevaron un laúd que estaba guardado en una funda de raso rojo con borlas de seda amarilla. Quitó la funda, sacó el laúd; encima del instrumento estaba grabado:

Una rama hermosa se ha transformado en el laúd de una joven que canta a sus apreciados contertulios.

Ella canta y el laúd la acompaña como si la inspirase para expresar la melodía de los ruiseñores.

La joven lo tomó en su seno, lo apoyó en el pecho y se inclinó encima de él como la madre que va a amamantar a su hijo; tocó doce melodías que impresionaron a todos los presentes; a continuación entonó:

¡Dejad de huir! ¡Abandonad vuestro desprecio! ¡Por vuestra razón! Mi corazón no se consuela lejos de vosotros.

Apiadaros de quien está triste, llora, sufre y está enamorado y aprisionado por vuestro amor.

El Emir de los creyentes, emocionado, exclamó: «¡Que Dios te bendiga y tenga misericordia del que ha sido tu maestro!» La joven se levantó y besó el suelo ante él. El Emir de los creyentes mandó que le llevasen el dinero y pagó a su dueño cien mil dinares. A la joven le dijo: «¡Tawaddud! ¡Pídeme lo que quieras!» «Te ruego que me devuelvas a mi dueño, a aquel que me ha vendido.» «¡Conforme!», y la devolvió; además le entregó cinco mil dinares; y nombró al joven su comensal perpetuo.

Sahrazad se dio cuenta de que amanecía e interrumpió el relato para el cual le habían dado permiso.

Cuando llegó la noche cuatrocientas sesenta y dos, refirió:

—Me he enterado, ¡oh rey feliz!, de que [el Califa nombró al joven su comensal] atribuyéndole una renta de mil dinares mensuales. El joven vivió con su esclava Tawaddud la vida más deliciosa.

¡Oh rey! Lo que admira en esta muchacha es la elocuencia, la profundidad de sus conocimientos, su gran inteligencia y el dominio perfecto que tenía de todas las ciencias. Fíjate en la hombría del Emir de los creyentes, Harún al-Rasid, que le llevó a hacer un regalo tan importante a su dueño y aún le dijo: «¡Pídeme un deseo!», y el que ella solicitase el ser devuelta a su señor. El Emir de los creyentes no sólo la devolvió sino que le regaló cinco mil dinares y nombró comensal a su dueño. Después de los califas abbasíes (¡que Dios, ensalzado sea, tenga misericordia para con todos!) ¿dónde se encuentra tal generosidad?