Agradecimientos

Éste es un pequeño himno a unas mujeres excelsas.

R’lene Dahlberg atizó las ascuas. Lisa Schwarzbaum leyó las primeras páginas y me animó. Mary Breasted Smyth, que también es novelista y muy elegante, leyó el primer tercio del libro y lo hizo llegar a Molly Friedrich, que se convirtió en mi agente y que opinó que Nan Graham, editora jefe de la editorial Scribner, sería la persona ideal para poner en marcha el libro. Y Molly tenía razón.

Mi hija Maggie me ha enseñado que la vida puede ser una gran aventura, y los momentos exquisitos con mi nieta Chiara me han ayudado a recordar el sentimiento de asombro de un niño pequeño. Mi esposa, Ellen, escuchó mi lectura del libro y me animó hasta la última página.

Me siento bendito entre los hombres.