A cuatro personas sin las cuales…
A Bren Abercrombie, que se fatigó los ojos leyéndola.
A Nick Abercrombie, que se fatigó los oídos oyendo hablar de ella.
A Rob Abercrombie, que se fatigó los dedos pasando sus páginas.
A Lou Abercrombie, que se fatigó los brazos sosteniéndome.
Y también…
A Matthew Amos, por sus buenos consejos en los momentos difíciles.
A Gillian Redfearn, que leyó más allá del principio y me hizo cambiarlo.
A Simon Spanton, que la compró sin haber llegado al final.