Y por esa puerta entrarán,
y en esa casa habitarán, donde no habrá nube ni sol,
oscuridad ni deslumbramiento,
sino una luz igual, ruido ni silencio, sino una música igual,
temores ni esperanzas, sino una posesión igual,
amigos ni enemigos, sino una comunión e identidad iguales,
finales ni comienzos, sino una eternidad igual.
John Donne, Sermons, XXVI