CAPITULO
29

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CAIRHIEN

"Toma lo que quieras, y paga por ello."

—Máxima de Cairhien

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EMBLEMA

Un radiante sol naciente; el Sol Naciente.

ESTANDARTE

Un sol dorado radiante saliendo sobre campo azul.

CAPITAL

Cairhien.

Entre sus símbolos está el Trono del Sol.

HISTORIA

Cairhien se convirtió en nación independiente tras acabar l Guerra de los Cien Años. Por aquel entones, sus dirigentes reclamaron una franja de tierra que se extendía desde Shienar hasta el río Erinin y la Columna Vertebral del Mundo. En la actualidad el territorio que controla no cubre ni la mitad de esa área.

En 566 NE, los Aiel concedieron a los mercaderes cairhieninos el derecho en exclusive de viajar por la Ruta de la Seda, desde el paso de Jangai a través del Yermo de Aiel. Al mismo tiempo regalaron Avendoraldera a su rey, el único retoño conocido del desaparecido Árbol de la Vida. La nación se enriqueció con el comercio de productos de allende el Yermo, pero su suerte no duró mucho. La Guerra de Aiel, del 976 al 978 NE, acarreó la destrucción de la capital y del resto de la nación. Los Aiel incendiaron la ciudad, a excepción de las bibliotecas, y retiraron a Cairhien el derecho de utilizar la Ruta de la Seda.

Antes de la Guerra de Aiel, la dinastía Damodred de Cairhien poseía una de las pocas espadas forjadas con el Poder y la marca de la Garza, a pesar de que pocos de sus reyes —si es que hubo alguno— fueron maestros espadachines. Con gemas engastadas en la empuñadura y la vaina sobrecargada de piedras preciosas, la espada resultaba tan chillona que más parecía una joya de exposición para usar en ceremonias que la magnífica arma que en realidad era. El ultimo Damodred, Laman, la empuñó en la Guerra de Aiel, pero la espada no se encontró con el cadáver. Hace muy poco se ha sabido que los Aiel se la llevaron, a despecho de su desagrado por este tipo de armas, como prueba de su muerte; es más fácil transportar una espada que una cabeza. El arma volvió a Cairhien durante la Guerra Shaido. Sin la enjoyada vaina ni accesorios, de la mano del salvador de Cairhien, el Dragón Renacido.

La producción de las fértiles tierras de labranza había sido más que suficiente para alimentar a la población, pero tras la guerra los granjeros y refugiados del territorio próximo a la Pared del Dragón acudieron en masa a las principales ciudades buscando protección tras las murallas y dejaron abandonadas sus tierras. Con los labrantíos en barbecho, el rey se vio obligado a depender de la buena voluntad de sus vecinos y de sus cargamentos de grano para poder alimentar a la población.

En 998 NE el incendio de los graneros y el asesinato del rey Galldrain fueron el anuncio de una guerra de sucesión; y de la hambruna, ya que el envío de cereales se interrumpió. Poco más de una año después, los Aiel volvieron a salir del Yermo y uno de los clanes atacó Cairhien en que ya se conoce como la Guerra Shaido. La ciudad y la nación consiguieron salvarse gracias a la ayuda del Dragón Renacido y sus aliados. Al final del conflicto, el Trono del Sol siguió sin ocuparse y Cairhien tuvo que someterse a la custodia de un regente extranjero. Ninguna otra nación ha pasado de cotas tan altas a caer tan bajo y sin embargo ha sobrevivido conservando su identidad y orgullo nacional.

EL JUEGO DE LAS CASAS

La clave para comprender la inestable historia de Cairhien está en la forma de ser de sus gentes. En conjunto, son severos e inflexibles, prefiriendo que su entorno se ajuste a una estética estrictamente ordenada en lugar del caos natural. Sin embargo, les encantan las complejidades de la sutil intriga política, y se valen del arte de la simulación y segundas intenciones para obtener poder y posición social. Para un cairhienino, nada es lo que parece; todo tiene un significado más profundo, un motivo oculto. Fue la nobleza de Cairhien la que adoptó el estilo de intriga creado por la Torre Blanca, le dio su propio giro y lo convirtió en lo que ahora se conoce como Daes Dae’mar, el peligroso y a menudo mortal Juego de las Casas. El Gran Juego se ha ido extendiendo —en mayor o menor grado— por todas las naciones meridionales.

Se cree que el Daes Dae’mar es responsable de la mayoría de los desastres de Cairhien. Ahora se ha sabido que la Primera Guerra Aiel, como la llaman los cairhieninos, fue consecuencia directa de un movimiento del rey Laman Damodred en el Gran Juego. Destruyó el regalo de los Aiel para ganar posición social al construir con el árbol un trono que sería único en el mundo, sin imaginar en ningún momento que ello acabaría costándole la vida.

Después de la Primera Guerra Aiel, al último rey de Cairhien, Galldrain su Riatin Rie, le pareció más fácil aplacar la cólera de los refugiados y comprar grano que enfrentarse al problema y posiblemente correr el riesgo de perder prestigio en el Gran Juego. Algunos dicen que Galldrain perdió la vida porque para él el Gran Juego tenía más importancia que el bienestar de su pueblo. Lo que sí se sabe con certeza es que su asesinato y el incendio de los graneros sumieron a la nación en una lucha por el poder y también por la supervivencia. No cabe la menor duda de que todo es consecuencia del Daes Dae’mar.

Todos los miembros de las casas nobles se ven inmersos en el Gran Juego desde su nacimiento, y tienen que aprender el arte de la simulación y la sutileza. En consecuencia, cada aspecto del atuendo, del comportamiento e incluso de la arquitectura está minuciosamente ordenado. En la nobleza cairhienina no hay nada de espontáneo.

LA FIESTA DE LAS LUCES

La única ocasión en que la reserve de los cairhieninos se rompe es durante la celebración de la Fiesta de las Luces, Durante dos días todo lo convencional queda relegado, al igual que las barreras sociales entre nobles y plebeyos, y los cairhieninos parecen querer compensar todo un año de estricta etiqueta con dos días de desenfreno, Uno de los principios de la fiesta es que cualquier hombre puede besar a cualquier mujer y viceversa, En consecuencia, es normal ver a nobles y plebeyos retozando más o menos desnudos, Las calles resuenan con música y baile, A menudo se ven mujeres nobles con sus peinados de moños altos y desnudas hasta la cintura bajo las capas; las plebeyas incluso suelen tapar su torso desnudo simplemente con el cabello.

Al finalizar la Fiesta de las Luces, todo el mundo vuelve a ocupar el puesto que le corresponde y vuelve a adoptar la máscara de reserva, sin que nada de lo que pueda haber ocurrido tenga repercusiones.

LA CIUDAD DE CAIRHIEN

En claro contraste con las retorcidas maniobras de su Gran Juego, las clases altas de mercaderes prefieren un total control y un orden perfecto en su entorno. En ningún sitio esta diferencia resulta más obvia que en la capital, Cairhien. La ciudad se construyó en el emplazamiento de la Antigua urbe de Al’cair’rahienallen, o Colina del Alba Dorada, pero de ella sólo queda el sol naciente en los estandartes, y únicamente los Ogier recuerdan lo que representaba. Al’cair’rahienallen tenía una gran arboleda Ogier justo en sus aledaños, pero se dejó de atenderla tras la Guerra de los Trollocs y los Grandes Árboles desaparecieron; ahora sólo queda un bosque donde se corta leña.

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El trazado de la ciudad moderna es una cuadrícula precisa dentro del perfecto rectángulo formado por la gris muralla. El río Alguenya fluye a lo largo de uno de los lados, pero la inflexible precisión geométrica de la muralla burla las líneas ondulantes de colinas y río, tal vez porque los arquitectos quisieron obligar a la naturaleza a doblegarse a su rígido control. Entre los lienzos de las murallas se abren varias puertas cuadradas y bien guardadas. Tras las murallas se alzan las famosas Torres Infinitas de Cairhien con su precisión simétrica, cubiertas de andamios hasta la línea irregular de las inacabadas partes altas. Antes de la Guerra de Aiel, esas torres eran renombradas como una de las maravillas del mundo que, según se decía, llegaban casi a las nubes, pero durante la Guerra de Aiel se incendiaron y se desplomaron. Volvieron a sufrir daños en la Guerra Shaido.

Por toda la ciudad se extienden avenidas anchas y tan rectas como fleches a despecho de cualquier curvatura que pueda tener el terreno, y confluyen con todas las vías transversales en perfectos ángulos rectos. Palanquines cerrados o carruajes con cortinas recorren la ciudad entre los viandantes ocupándose de sus propios asuntos de manera ostentosa. Todos los edificios y las terrazas escalonadas están hechos con piedra y decorados únicamente con líneas y ángulos rectos. En el caso de las colinas, están tan escalonadas con terrazas que parecen artificiales.

La mayoría de las construcciones han sufrido algún daño en las guerras, salvo la imponente mole de la Biblioteca Real de Cairhien. Los Aiel no la tocaron a propósito para no dañar o destruir ningún libro. Sus muros albergan uno de los depósitos del saber más grandes del mundo, superado sólo por el de Tar Valon. Aunque la mayoría de los cairhieninos lo ignoran, la Biblioteca Real es probablemente el mayor tesoro de su nación.

Recientemente, bajo la regencia, Cairhien ha tenido una mejora con la creación de una academia en la antigua mansión del difunto lord Barthanes para proporcionar a aquellos interesados en la ciencia y el pensamiento, inventores y filósofos, un lugar donde desarrollar sus ideas. En ella se han elaborado ya algunos trabajos sorprendentes.

CÓDIGO DE LA INDUMENTARIA CAIRHIENINA

La indumentaria de la clase alta de Cairhien refleja su deseo de orden y control. Los cairhieninos son más bajos y de piel más pálida que los andoreños, aunque de pelo más oscuro, y su preferencia por las ropas oscuras resalta aun más su tez clara, Hombres y mujeres visten de negro, azul oscuro o verde botella, Unas franjas estrechas y horizontales de color que se ven en las cuchilladas de las pecheras, faldones o faldas alivian la lobreguez de las telas, así como los puños y cuellos de encaje en tono crudo. El número de las cuchilladas indica el rango de la persona, en tanto que el color de las franjas señala la casa a la que pertenece, Un lord o dama de rango muy alto puede lucir franjas desde el cuello hasta el dobladillo de la chaqueta o el vestido, mientras que un noble de rango más bajo lucirá sólo unas pocas franjas en la pechera.

Las damas llevan el cabello recogido en complejos moños altos de bucles colocados cuidadosamente para ser un peinado exclusive de quien lo luce, Los hombres llevan el cabello largo, con gorros de terciopelo, de forma plana o acampanada, Las ropas de etiqueta son muy semejantes, también oscuras, excepto que las faldas de las damas son sumamente amplias, los pliegues descansan sobre armazones de aros, y están confeccionados con telas más finas, Incluso los uniformes de los sirvientes sólo llevan un toque de color en las pocas listas de los puños y la insignia de la casa bordada en la pechera de la chaqueta o del vestido, Algunos uniformes tienen los colores de la casa en cuellos y mangas, pero rara vez en toda la chaqueta o en todo el vestido, Los criados de más categoría lucen más colores en sus uniformes que los de categoría inferior.

Las clases bajas están comparativamente libres de las limitaciones del Gran Juego y pueden vestir como quieran, A menudo rozan lo llamativo, algo que evitan las clases altas, Sus ropas estarán astrosas y no serán de su talla, pero tienen colorido, Es muy poco corriente ver faldas y camisas de colores vivos con chaquetas y chales de tonos igualmente chillones, aunque abigarrados.

La indumentaria militar sigue la pauta de colores oscuros como los nobles, pero con algunos adornos, Los oficiales llevan franjas de rango en las chaquetas acuchilladas, también a semejanza de los nobles, pero se afeitan la parte delantera de la cabeza y a menudo se la empolvan, dejando el resto del cabello suelto y largo, Los oficiales de rango alto lucen corazas decoradas con dorados, así como largas plumas blancas en los yelmos acampanados, y guanteletes ornamentados, Las armaduras de los suboficiales y los soldados son mucho más sencillas, Los soldados rasos llevan cortado el pelo en forma de tazón, Hasta la Guerra Shaido, los nobles que al mando de tropas no se afeitaban la cabeza, dejando eso a los plebeyos, pero después del conflicto muchos nobles que habían "visto al lobo" —como dicen los cairhieninos de quienes han entrado en acción— adoptaron dicha práctica.

Los oficiales también llevan pequeños estandartes llamados "con" en cortas astas sujetas a la espalda, Esto facilita localizar a oficiales o asistentes personales de un noble en particular.

EL PALACIO DEL SOL

En el mismo centro de la ciudad y sobre la colina más alta se alza la mole cuadrada del Palacio de Cairhien, Coronado por torres escalonadas y situadas con precisión para formar cuadrados concéntricos de creciente altura. Ventanas estrechas y altas y galerías con columnas realzan su aspecto severo e imponente. Dentro de sus muros hay muchos jardines, pero hasta las plantas, los macizos de flores y los árboles están podados con rigurosa exactitud o colocados en arriates cuadrados o rectangulares.

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En el corazón del palacio se halla el Gran Salón de Sol, una inmensa sala del trono con enormes columnas cuadradas de mármol de vetas azules y un gran mosaico dorado del Sol Naciente engastado en las baldosas de color azul profundo. Al fondo del salón, sobre un ancho estrado descansa el alma del palacio: el Trono del Sol. El pesado solio, prototipo de la circunspección cairhienina, es de líneas sobrias y rectas a despecho de la seda de oro y la Madera dorada. Las únicas curvas se hallan en el irradiante sol que aparece en la parte alta del respaldo, como par que brille por encima de la cabeza del ocupante.

Hasta los objetos decorativos expuestos en los sombríos y severos corredores de palacio se han elegido por sus líneas rectas y ángulos agudos. Los tapices contienen las únicas concentraciones de colores, pero incluso en ellos es patente la necesidad cairhienina de control por la rígida organización en grupos de los temas que representan.

Fuera de las rectas murallas de piedra, el río suele estar lleno de barcos que a menudo transportan grano. En tiempos de la Ruta de la Seda, Cairhien se convirtió en un gran centro de comercio y el río en la vía principal para el transporte de importaciones y exportaciones. La orilla opuesta solía estar plagada de altos graneros, pero en la actualidad sólo hay unos pocos que se están reconstruyendo de las cenizas de la guerra civil y de la Guerra Shaido.

EXTRAMUROS

Antes de la llegada de los Shaido, había una ciudad secundaria fuera de las murallas. Conocida como "extramuros", esa maraña de desvencijados edificios de madera y calles embarradas y zigzagueantes comenzó como mercados separados para cada puerta de la ciudad, pero con los años se fue convirtiendo en un vasto amasijo de construcciones destartaladas. Tras la Guerra de Aiel, cuando los granjeros refugiados del este se instalaron en Extramuros, el entonces rey Galldrain les procuró grano para alimentarse y todo tipo de festejos y desfiles para quitarles cualquier idea de sublevación. Como consecuencia, Extramuros es un lugar de desmesurado jolgorio, con fuegos de artificios proporcionados muchas noches por la Corporación de Iluminadores, carreras de caballos junto al río, juglares y músicos en todas las tabernas y en todas las esquinas, y una lamentable pobreza subyacente tras todo ello.

Cuanto lo Shaido atacaron Cairhien, Extramuros ardió como una tea, y faltó poco para que el incendio no acabara con la ciudad. También se destruyeron muchas aldeas y pueblos distantes. Tain, una villa situada en el lado Aiel del paso de Jangai, vestigio de cuando se usaba la Ruta de la Seda y que había sobrevivido a la Guerra de Aiel y al cierre del paso, sucumbió a los Shaido. Selean, una ciudad similar aunque más grande en el lado cairhienino del paso, sufrió la misma suerte. Los pocos granjeros de la zona que no habían huido a la capital acabaron muertos o hechos prisioneros. No cabe duda de que los Shaido habrían destruido toda la nación si Cairhien no hubiera recibido ayuda para rechazarlos. Aunque sólo sea esa lección, los cairhieninos han aprendido que su Gran Juego no es útil como arma contra los Aiel.