LOS HIJOS DE LA LUZ
EMBLEMA DE LOS HIJOS DE LA LUZ
El Sol Dorado; el Sol Llameante.
ESTANDARTE
Un llameante sol dorado en campo blanco, orlado en oro.
La organización de los Hijos de la Luz fue fundada por Lothair Mantelar en 1021 AL, durante la Guerra de los Cien Años, como una orden clerical dedicada a hacer proselitismo contra los Amigos Siniestros. Durante el turbulento siglo que siguió, el grupo evolucionó y sus miembros pasaron de ser predicadores a guerreros. Al principio luchaban sólo cuando era necesario para defenderse mientras predicaban, pero a medida que el caos de la guerra crecía con el paso de los años, ocurrió otro tanto con el concepto de la necesidad de intervención militar contra los Amigos Siniestros. Los Hijos pasaron de forma gradual de predicar contra los Amigos Siniestros a combatirlos, hasta que alrededor del 1111 AL, los Hijos de la Luz era una organización militar con todas las de la ley consagrada a derrotar al Oscuro y a la destrucción de los Amigos Siniestros. Apenas se ha conservado información de aquellos primeros años de su fundación que explique cómo unos mansos predicadores se convirtieron en los implacables paladines de la actualidad.
También llamados por el despectivo mote "Capas Blancas" a causa de dicha prenda, que es su sello característico, los Hijos de la Luz creen que han sido elegidos por la Luz para batallar contra la Sombra. Estos hombres mantienen unas creencias ascéticas muy estrictas y por lo general dan la impresión de que sólo ellos se hallan en posesión de la verdad y siguen el buen camino. Parecen decididos a imponer su versión de la Verdad a cualquiera que no esté de acuerdo con su filosofía y sus métodos.
Aunque se ofenderían al oírlo, la organización de los Hijos tiene ciertas similitudes con la de las Aes Sedai. Ambas están controladas por una persona de alto rango, ni una ni otra le debe lealtad a ninguna nación, y, por ende, no está limitada a un reino o región. El cuartel general de los Hijos, la Fortaleza de la Luz, se encuentra en Amador, la capital de Amadicia, pero sólo un pequeño porcentaje de su número total está presente a la vez en la Fortaleza. Por lo general la mayoría se halla dispersa por nuestras tierras, viajando constantemente a la busca de Amigos Siniestros.
A diferencia de las Aes Sedai, los Hijos no tienen juramentos que les impidan hacer daño o acabar con la vida de gente corriente. Aunque están comprometidos a combatir sólo contra Amigos Siniestros y criaturas de la Sombra, es decisión de cada capitán o mando establecer la diferencia entre un Amigos Siniestro y un inocente, así como determinar la culpabilidad y castigo del primero. Conforme a la definición de los Capas Blancas, todas las Aes Sedai son Amigas Siniestras o, al menos, malvadas, como lo son sus simpatizantes. Su afirmación se basa en la creencia de que fueron las Aes Sedai y el Poder Único los que destruyeron el mundo durante el Desmembramiento. No cabe duda de que los Hijos y su postura son responsables de la intolerancia hacia las Aes Sedai en Amadicia. Cualquiera que tenga la habilidad de encauzar es declarado fuera de la ley en ese reino. De acuerdo con la ley, cualquier encauzador debe ser encarcelado o exiliado, pero en realidad la mayoría muere "mientras presentaba resistencia al arresto".
Los Hijos no gobiernan abiertamente determinada ciudad o provincia. Mientras que ninguna Sede Amyrlin ha negado jamás que dirige Tar Valon y su territorio, los Hijos de la Luz reiteran que Amadicia es una nación soberana que sólo rinde cuentas a su rey o reina. No obstante, el monarca gobierna el país sólo de nombre, y son los Hijos y su Capitán General quienes realmente lo dirigen merced a su poderío militar y político.
La Fortaleza de la Luz, en Amador, es el centro político y burocrático de los Hijos. Allí, en la gran sala bajo la Cúpula de la Verdad, es donde los mandos se reúnen para decidir la política de la organización. Bajo la dorada cúpula, alumbrada por un millar de lámparas colgantes, o en su sala de audiencias privada (que tiene el símbolo del sol dorado incrustado en el suelo de madera), el cabeza de los Capas Blancas, el capitán general, preside el Consejo de los Ungidos, que lo componen alrededor de una docena de los capitanes de mayor rango y más selectos, así como el Inquisidor Supremo.
Los Hijos de la Luz, o Capas Blancas, siempre llevan una capa o tabardo de un blanco puro sobre ropas y armadura, En el pecho, a la izquierda, aparece un sol llameante, él símbolo de la Luz cuyo camino han jurado seguir, Los tabardos y capas de los oficiales también lucen el adorno de rayos plateados para los de menor grado, y estrellas doradas y nudos cuyo número aumenta dependiendo del rango para los altos oficiales, Cada Hijo va protegido con un yelmo cónico y peto liso, Es cuestión de orgullo para todos ellos mantener la blanca capa impoluta y la armadura brillante, Todos los Hijos portan espada, si bien nunca en la sala de audiencia del capitán general o en Cúpula de la Verdad.
Los miembros de la orden de la Mano de la Luz llevan el mismo tabardo o capa blanca, pero estos "Interrogadores" lucen una vara de pastor de color rojo sangre estampada debajo del sol llameante, El Inquisidor Supremo sólo luce el cayado rojo, sin el sol llameante, como para sugerir que su posición le permite situarse fuera de los Hijos.
El Inquisidor Supremo —actualmente Rhadam Asunawa— tiene un rango sólo ligeramente inferior al capitán general. Aunque las disposiciones para asuntos militares salen del consejo, únicamente él da las órdenes a la investigadora Mano de la Luz.
La mayoría de los Hijos, desde los capitanes al último soldado o recluta, son guerreros dedicados a luchar por la Luz. Afrontan la muerte como parte de su deber. Sin embargo, los miembros de la Mano de la Luz rara vez —si es que lo hacen alguna— arriesgan la vida en combate. En cambio actúan como interrogadores o fuerzas de ocupación. El hecho de que apenas participen en la lucha, junto con sus aires de engreída moralidad, con frecuencia les reporta el resentimiento de las tropas regulares.
Se autodenominan la Mano que arranca la Verdad, pero para el resto son los interrogadores, si bien rara vez se los llama así a la cara. A menudo actúan como si fueran una organización aparte, por lo general sólo rinden cuentas al Inquisidor Supremo. Los rangos en la Mano de la Luz son bastante similares a los de la orden regular, con excepción de los Inquisidores, que igualan en rango a los capitanes.
El cometido declarado de la Mano de la Luz es descubrir la verdad en controversia y desenmascarar a los Amigos Siniestros. Pocas reglas ponen coto a su trabajo, y utilizan exhaustivamente la tortura en casi todos los interrogatorios. Según sus detractores (anónimos), nunca han tenido un sujeto inocente. En la mayoría de los casos saben la verdad con antelación, y todo se limita a que los interrogadores obliguen a su víctima a confesarla. Sus métodos, así como el hecho de que cualquiera puede ser sometido a interrogatorio, incluso otros Hijos de la Luz, han hecho que sean muy temidos, dentro y fuera de la organización.
El cuerpo de inteligencia de los Hijos consiste en "ojos y oídos" repartidos por todos los reinos y provincias. La información reunida la controla y difunde un jefe de espías. No obstante, al más puro estilo de espionaje, el jefe de espías "oficial" y el hombre que realmente tiene confiada la delicada tarea de mantener al capitán general bien informado no son la misma persona. No es de sorprender en una organización tan controvertida como los Hijos que crean que incluso la verdadera identidad del jefe de inteligencia debe mantenerse en secreto. Por supuesto, el capitán general no es el único Hijo con acceso a información de espionaje. Según Fuentes fidedignas, muchos de los capitanes cuentan con su propia red de "ojos y oídos".
Los Hijos de la Luz siempre actúan como caballería, generalmente en grupo de unos cien hombres, y se desplazan con suma rapidez cuando es necesario. El rango más alto en las tropas es el de capitán. Habitualmente un capitán manda una legión, que se compone oficialmente de dos mil hombres, si bien una legión puede ser más numerosa y a menudo es más reducida. Por debajo del capitán, los rangos oficiales son, de mayor a menor, primer teniente, teniente y subteniente. Por debajo del subteniente está el centurio, alguien que en teoría tiene cien hombres a su mando. En la práctica, ese número varía mucho.
El número de legiones de los Hijos es variable. No todas las unidades están organizadas en legiones, y no todas tienen al mando a un capitán. Algunas de las unidades más pequeñas pueden estar dirigidas por un teniente o incluso un subteniente; excepto cuando el centurio y sus hombres actúan solos, por lo general el de teniente es el rango inferior que ocupa una posición de mando, aunque habitualmente actúan como oficiales de apoyo de rangos superiores. Un centurio está por debajo de los oficiales, pero por encima de los soldados rasos, y normalmente es uno de éstos que ha sido ascendido. Cuando el capitán manda una unidad o legión, al teniente elegido como segundo al mando se le otorga temporalmente el rango de segundo capitán para distinguirlo de otros tenientes que haya en la unidad.
Por debajo de oficiales y centurios están los rangos de alférez (o portaestandarte), alférez segundo, brigada y sargento. A continuación están los jefes de fila y los soldados rasos. En la organización de los Hijos las asignaciones personales son tan flexibles como el tamaño de las unidades, y cambian a menudo para estar acorde con el objetivo. Ha habido incluso ocasiones, aunque rara vez, en que se han "prestado" miembros de la tropa a los Interrogadores. Si bien estos últimos están entrenados para la lucha, es dudoso que a ellos se los "preste" nunca como tropas regulares.