CAPITULO
17

Imagen

LOS SEANCHAN

"En las altas esferas, todos los caminos están pavimentados con dagas".

Antiguo proverbio seanchan

A la luz de recientes acontecimientos y aunque su tierra está mucho más lejos de las nuestras que la de Shara —casi tres mil leguas a través del Océano Aricio— a los seanchan hay que tomarlos en serio. Para entenderlos, antes hay que comprender su historia, así como la parte que nuestros antepasados tuvieron en ella. Del mismo modo que Artur Hawkwing es en gran parteresponsable de las costumbres de muchas de nuestras naciones actuales, lo es, y en mayor grado, su hijo Luthair Paendrag de las de Seanchan. En mayor grado porque, a diferencia de lo ocurrido con su padre, el legado de Luthair se conserva entero y fuerte en su honor.

Imagen

Antes de que Hawkwing enviara a su hijo y a sus ejércitos a través del océano, Seanchan era un mosaico cambiante de naciones de diversos tamaños, la mayoría gobernadas por Aes Sedai. Si un cartógrafo intentara plasma en un mapa la historia de Seanchan se volvería loco, ya que las fronteras cambiaban con las frecuentes guerras en las que países quedaban divididos o asimilados por completo, y las rebeliones escindían partes de otros que a veces se convertían en naciones y a veces eran anexionados.

Las Aes Sedai, que hacían uso de su poder sin limitaciones, formaban alianzas temporales entre sí, como cuando seguían a una de ellas que había conquistado un trono, pero en realidad cada una miraba por sus intereses, todas intrigando y maquinando para mejorar su posición. En realidad, así actuaba todo el mundo en Seanchan, no sólo las Aes Sedai. A los pocos que eran fieles a su palabra se los consideraba unos necios. El asesinato era la causa de muerte más corriente entre las Aes Sedai y entre todos los que tenían poder.

Desde poco después del Desmembramiento, las intrigas y las guerras casi continuas habían estado presentes en Seanchan. Las alianzas eran siempre temporales, durando por lo general lo que duraba una guerra y a menudo ni siquiera eso. No era infrecuente que una nación aliada de un bando al principio de una guerra fuera aliada del otro al final, y hubo no pocas naciones que cambiaron de aliado más de una vez en el transcurso de una guerra. Ningún país confiaba en otro.

Esa división, auspiciada por la desconfianza y las maquinaciones, fue la principal razón de que Luthair Paendrag y sus descendientes consiguieran conquistar todo el continente. Algunas naciones se aliaban con él en contra de otras, pero ninguna se mantuvo fiel al acuerdo. Finalmente Luthair Paendrag, a quien los seanchan habían empezado a llamar el Martillo, dejó de confiar en cualquier nativo, y lo mismo hicieron sus descendientes y los descendientes de sus soldados y ayudantes. Al llegar a Seanchan, Luthair ya abrigaba un profundo recelo hacia todo lo relacionado con las Aes Sedai a causa de los problemas de su padre, y cuando descubrió el fondo cruel y traicionero de las mujeres que gobernaban Seanchan, ese recelo se convirtió en odio.

UNA SOLA NACIÓN

El Emblema Imperial Seanchan es un halcón dorado en vuelo que aferra tres rayos en sus garras. El Estandarte Imperial es una ancha guarda azul real bordeando un cuadrado blanco en el que aparece un halcón dorado en vuelo aferrando tres rayos en las garras. Si la emperatriz (o el emperador) está presente, va orlado en dorado; si está presente el heredero al trono, va orlado en azul.

Éste es el mismo emblema que el hijo de Hawkwing, Luthair Paendrag, llevaba en su conquista de Seanchan. Ha permanecido invariable desde su victoria.

Finalmente, quienes se aliaron con los descendientes de Luthair sí cumplieron el acuerdo de modo permanente porque para entonces era obvio que la dinastía de Luthair era el principal poder en Seanchan. La primera nobleza del imperio estuvo compuesta en su totalidad por descendientes de los seguidores de Luthair, y tuvieron que pasar siglos antes de que otros empezaran a ser ascendidos a "la Sangre".

Sin embargo, la conquista, también denominada la Consolidación, requirió casi trescientos años, y pasaron dos siglos más antes de que toda Resistencia fuera suprimida y los descendientes de Luthair reinaran en una tierra en paz. Hasta donde puede haber paz en cualquier imperio, se entiende.

El Segundo factor que permitió a Luthair Paendrag conquistar un territorio tan vasto y en el que había Aes Sedai indomeñables fue el descubrimiento del a’dam, que le permitió obligar a las Aes Sedai capturadas a servirlo, y más tarde el descubrimiento de las sul’dam, lo que significaba que ya no necesitaba aliadas Aes Sedai. No cabe la menor duda de que el poder actual de la familia imperial en un continente entero está relacionado directamente con la subyugación y el control de todas las Aes Sedai seanchan. Es casi seguro que al principio Luthair sabía que las sul’dam eran mujeres a las que se podía instruir en el uso del Poder Único, pero debido a su aversión a las Aes Sedai lo más probable es que esta información se ocultara. Que se ignoraba tal dato al cabo de cien años es indiscutible.

EL PODER ATADO A LA CORREA

En el Seanchan actual, se somete a jóvenes a una prueba para descubrir la habilidad de encauzar o la de llevar el brazalete año tras año hasta que han sobrepasado la edad en que esa capacidad se manifiesta. Las que poseen la habilidad innata se convierten en damane e irremediablemente se les ciñe la correa y entran al servicio. Sus nombres desaparecen de todos los registros familiares y de los censos, ya que no se las considera seres humanos. Al ser esclavas muy valiosas, rara vez se mata a una damane, ni siquiera por infracciones que significarían la muerte para cualquier otro esclavo de categoría inferior. A veces se las mutila de forma horrible, como castigo, ya que pueden seguir encauzando sin manos, pies o lengua.

Las jóvenes que manifiestan la habilidad de utilizar los a’dam pero que no pueden encauzar se convierten en sul’dam, o "Asidoras de la Correa"; gozan de gran reputación por su don y a menudo sus familias también ganan en prestigio. Se las instruye en el cuidado y manejo de las damane del mismo modo que se entrena a un cazador para controlar a sus sabuesos, salvo que el vínculo es mucho más personal. Las sul’dam, reconocibles por las franjas rojas con rayos plateados en la pechera y los costados de sus vestidos de color azul oscuro, son responsables de las acciones de la damane que tienen a cargo. En la evolución de la naturaleza siempre hay muchas más sul’dam que damane, de manera que no es inusitado que una damane tenga muchas sul’dam a lo largo de su vida. A las damane no sólo se las utiliza como armas, sino que también ayudan en la construcción de grandes puentes o cualquier tipo de estructura que sería difícil o imposible realizar sin el Poder Único. Las pocas damane que son fuertes en Tierra (un Talento predominantemente masculino) localizan y refinan minerales y filones metalíferos poco frecuentes, y se las tiene muy valoradas. Algunas damane también se utilizan para sanar enfermos y heridos, aunque sólo a los ricos o pertenecientes a la clase más alta. Sin embargo, con frecuencia se rechaza su utilidad sanadora por la creencia de que las encauzadoras no son humanas, lo que sería algo así como dejar que un perro fuera su sanador. Ésta puede ser la razón de que ese Talento sea poco frecuente. Las habilidades demostradas por las damane difieren mucho de las que manifiestan las Aes Sedai. A los varones que pueden encauzar se los ejecuta y se les suprime en todos los registros.

Imagen

El a’dam es un ter’angreal —se cree que exclusivo de Seanchan— utilizado para controlar a una mujer que puede encauza. El más habitual tiene forma de collar metálico plateado unido a un brazalete por una correa del mismo metal. El a’dam sólo puede manejarlo una mujer que al menos tenga potencial para encauzar. El ter’angreal crea un vínculo entre las dos mujeres, de manera que la portadora del brazalete puede imponer sus deseos a la que ciñe el collar. Si a un hombre que encauza se le vincula a una mujer mediante un a’dam, en resultado normalmente es una muerte muy dolorosa para ambos. El simple hecho de tocar un a’dam ocasiona dolor a un hombre que encauza cuando el a’dam lo lleva una mujer encauzadora.

El primer a’dam lo hizo una Aes Sedai, Deain, que se lo presentó a Luthair Paendrag en un intento de ganarse su favor. Sabía que no tenía Aes Sedai en sus ejércitos y que en general las Aes Sedai lo odiaban. Deain creía que Luthair acabaría alzándose con la victoria e imaginaba que sería recompensada con largueza por llevarle un regalo que ponía en sus manos el Poder de las Aes Sedai, quisieran estas o no. Varios años después, se descubrieron las primeras sul’dam, unas mujeres que podían aprender a encauzar y tenían la chispa, pero que eran incapaces de encauzar sin el entrenamiento oportuno. A estas mujeres se las consideró controladoras ideales de las damane, o "las Atadas con Correa". Por su servicio, a Deain se la recompensó sometiéndola con su propia creación; después de todo era Aes Sedai y, por tanto, alguien en quien no se podía confiar. Se dice que sus gritos "hicieron temblar las Torres de Medianoche".

Una vez que el a’dam se utilizó asiduamente, el título Aes Sedai desapareció en Seanchan, y a las que podían encauzar se las llamó marath’damane, "Las que Deben Atarse con Correa".

LA ESTRUCTURA SOCIAL

Desde la conquista de Luthair, Seanchan ha evolucionado hasta ser una nación estratificada y con poco intercambio de clases. Ello no quiere decir que no existan luchas por el poder, sólo que casi todas se dan entre miembros de la misma clase. La sociedad se basa en el concepto de que cada cual tiene un lugar en el que servir y que todo el mundo debe ocupar su lugar.

En Seanchan la clase más baja es generalmente la de los da’covale, "los que son propiedad", o simplemente covale, "propiedad". A buen seguro Luthair se sorprendió ante una cultura que permitía que se vendieran y compraran personas junto con animales o artículos de la casa, pero si los conquistadores trataron en algún momento de erradicar esa costumbre, fracasaron. En realidad, gran parte de la cultura subyacente y las costumbres seanchan parece haber sobrevivido intacta a la invasión. Podría decirse que Seanchan asimiló a sus invasores.

Paradójicamente, y quizá debido a la esclavitud generalizada, el honor y el poder seanchan no se equiparan necesariamente con la libertad, como ocurre en casi todo el resto del mundo. Plebeyos y mercaderes forman la clase inmediatamente superior a los esclavos de categoría baja, pero muchos esclavos de clase alta, como los so’jhin, los sirvientes principales heredados de la Sangre, están por encima de hombres y mujeres libres. Algunos de los miembros más honorables y poderosos de la sociedad seanchan son propiedad de la familia imperial. Es un raro honor para un plebeyo libre de nacimiento ser elegido como sirviente de alto rango, pero es un honor que se busca alcanzar ya que es uno de los pocos modos de avanzar más allá de la posición de nacimiento. La pérdida de libertad, aun para futuras generaciones, se considera un precio bajo por semejante progresión.

La posición más alta de la sociedad seanchan la ocupa sin lugar a dudas la nobleza, limitada a aquellos que son de la Sangre. Aunque originalmente sólo eran descendientes de Luthair Paendrag o de miembros de su ejército, la nobleza ha cambiado con el paso de los años. Hoy en día es posible, aunque poco habitual, que cualquier soldado plebeyo sea ascendido a la Sangre como recompensa. Los hijos y la descendencia de ese soldado también serán miembros de la Sangre.

Actualmente el imperio lo rige la emperatriz desde la Corte de las Nueve Lunas, donde gobierna el legendario Trono de Cristal. Tenida por descendiente directa de Luthair Paendrag, es monarca absoluta de todos los seanchan y se la considera la encarnación del imperio.

A diferencia de muchos otros reinos, la sucesión no la dicta el sexo o la primogenitura, sino que la emperatriz elige a su sucesor entre los familiares más cercanos de la casa real. Como se puede imaginar, los miembros de la familia compiten ferozmente por el favor de la emperatriz. No sólo se espera que haya intrigas entre los contendientes, sino que se alientan. Los seanchan creen que tal conducta, cuando tiene éxito, demuestra fortaleza y dotes de liderazgo, al menos de la clase que valoran los seanchan. En cierto modo, todas las luchas por el poder entre países rivales y gobernantes en la Seanchan pre-Paendrag se dan actualmente entre rivales de la clase dirigente.

La etiqueta y la apariencia son sumamente importantes para los seanchan, y las manifestaciones físicas de rango esenciales, Las formas en que los seanchan se afeitan la cabeza ilustra ese punto.

Los miembros de la Sangre se afeitan ambos lados de la cabeza y dejan una cresta de cabello en el centro que a menudo cae en un mechón por la espalda, Una Voz de la Sangre lleva afeitado el lado izquierdo y el derecho con el cabello trenzado, Una Voz del Trono tiene el lado derecho afeitado y la trenza en el izquierdo, Los miembros de la familia imperial llevan la cabeza completamente afeitada, Los plebeyos no se afeitan ninguna parte de la cabeza, Entre los seanchan nadie exhibe en público la calvicie natural, Los hombres calvos generalmente llevan peluca, o al menos se cubren la cabeza con una gorra.

Las uñas largas y lacadas es otro de esos signos visible de rango, Cuantas más uñas estén pintadas, más alto es el rango del noble, Toda la nobleza, empezando por el escalón más bajo, lleva las uñas exageradamente largas, y lacadas al menos las de los meñiques, Los Augustos Señores y Augustas Señoras también se pintan las de los anulares, Los miembros de la familia real llevan pintadas tres de las largas uñas, las del meñique, el anular y el corazón, dejando sólo las de índice y el pulgar sin lacar, El dirigente lleva las cinco uñas pintadas con los colores indicativos de su casa.

EL CONTROL IMPERIAL

La familia imperial conserva su poder mediante la intimidación así como la manipulación. El Trono de Cristal es un ter’angreal que hace que cualquiera que se acerque a él se sienta invadido por una inmensa sensación de sobrecogimiento y maravilla. Por supuesto, sólo se le permite utilizarlo al monarca reinante.

Los miembros de la familia imperial y de la Sangre rara vez hablan directamente con alguien de rango inferior al suyo, salvo para concederle un inmenso honor. La mayor parte de la comunicación se lleva a cabo a través de una "Voz", un sirviente, por lo general hereditario, que habla en nombre de su amo o ama. La Voz recibe instrucciones de su amo mediante una serie de gestos sutiles. Está prohibido que una persona de rango inferior mire a los ojos a otra de rango superior. Incluso la Voz nunca debe mirar directamente a los ojos de su amo mientras observa si le imparte alguna orden con señales.

EL HONOR SEANCHAN

A pesar de las maquinaciones políticas en la vida seanchan, para ellos el honor es sumamente importante. Practican una forma de honorabilidad idealizada que se basa en el valor de su palabra. Para ellos, la palabra de honor, una vez dada, se considera incuestionable, y esto es válido para todos, hombres y mujeres, esclavos o nobles.

El honor y la posición están vinculados con la posibilidad de mirar a alguien a los ojos. El término sei’taer significa literalmente "ojos altos" o "mirar de frente" en la Antigua Lengua. Entre los seanchan decir que alguien "tienen sei’taer" o "es sei’taer" significa que posee prestigio u honor. El prestigio puede ganarse o reducirse. También puede perderse. Los seanchan dicen que alguien "es sei’mosiev" o "se ha vuelto sei’mosiev" para indicar que ha perdido prestigio. En la Antigua Lengua sei’mosiev significa literalmente "ojos bajos" o "bajar la vista". Uno puede volverse sei’mosiev ya sea por las propias acciones u omisiones o por las acciones u omisiones de otro.

LA SEGURIDAD IMPERIAL

Las espadas de guerreros y nobles seanchan tienen la hoja curva y gruesa, con un contrafilo a un cuarto o un tercio de la longitud de la hoja, empuñadura para asir a dos manos, y guarniciones en forma de C o luna creciente. El puño va rematado por un pomo; en el caso de los nobles generalmente tiene forma de cabeza de animal, y la empuñadura en sí a veces tiene forma de, por ejemplo, una mujer o de una criatura imaginaria, y tanto la espada como la vaina van ornamentadas con oro y gemas.

Los guerreros seanchan también utilizan lanzas, que van adornadas con borlas de los colores de la casa, y escudos, que son lacados —con los colores de la casa, asimismo— a excepción de los Guardias de la Muerte, que tanto en lanzas como en escudos lucen el color negro.

Entre los sirvientes imperiales más honrados se encuentran los Guardias de la Muerte, la guardia personal de la familia imperial. Se los conoce por su buena disposición tanto para matar como para morir, cualquiera de las dos cosas que sea necesaria, y se los reconoce fácilmente por sus lanzas adornadas con borlas negras y los escudos lacados en el mismo color. Aunque la guardia es propiedad de la Personalidad Imperial, a menudo se presta a otros como señal de favor imperial. La sección más selecta de la Guardia de la Muerte, tiene a su cargo la protección de la emperatriz y de su familia más cercana, y esos guardias nunca se prestan. Y tampoco son todos humanos. Los Ogier forman parte de la Guardia de la Muerte, si bien son los únicos que son propiedad, y se los tiene por increíblemente fieros y más mortíferos que sus iguales humanos. Los Ogier de la Guardia de la Muerte son de aspecto y porte severos comparados con sus parientes del otro lado del océano.

También están al cargo de la seguridad imperial los Buscadores de la Verdad, una organización policial y de espionaje perteneciente al trono. Los amplios poderes dados a los Buscadores los hacen muy respetados y aun más temidos. Elegidos entre todos los estratos de la sociedad, aunque generalmente no de la Sangre, los Buscadores tienen poderes casi ilimitados. Ser escogido como Buscador es un gran honor y un camino a una posición superior. Si bien son propiedad, pueden arrestar a cualquiera que no responda a sus preguntas o coopere con ellos. Ni siquiera la Sangre es una excepción. No cooperar con los Buscadores es traición, y son ellos quienes definen el nivel de cooperación requerido, sólo sujeto a modificación por la emperatriz.

Los Buscadores de la Verdad persiguen a los Amigos Siniestros y actúan como policía secreta. La utilización de Buscadores ha permitido que la captura de Amigos Siniestros esté más organizada que en cualquier otro reino, y sin embargo la proporción de éstos no parece haber disminuido desde que los Buscadores se encargan de darles caza. Como policía secreta, investigan comportamientos de supuesta traición y a menudo también actúan como torturadores.

En su mayoría, a los prisioneros de los Buscadores se los retiene en la intimidatoria Torre de los Cuervos, la prisión central imperial. Muchos de los retenidos en ella son de la Sangre. Puesto que nadie puede derramar una gota de sangre de cualquiera que pertenezca a esta clase, los torturadores se han visto obligados a desarrollar métodos que no causan heridas, pero que son terriblemente dolorosos, para quebrantar al sujeto sin derramar sangre. Casi todos los prisioneros que saben que van a llevarles a la Torre de los Cuervos intentan suicidarse.

Tanto la Torre de los Cuervos como la Corte de las Nueve Lunas están en Seandar, la capital imperial, situada al nordeste del continente Seanchan, Seandar es la ciudad más grande del imperio, Las otras urbes importantes, en orden descendente por extensión, son: Kirendad, Noren M’Shar, Asinbayar, Qirat, Imfaral (lugar de emplazamiento de las Torres de Medianoche), Sohima, T’zura, Anangore, Shon Kifar, y Rampore.

EL RETORNO

En los comienzos de la conquista, Luthair Paendrag no ocultó el hecho de que planeaba anexionar Seanchan al imperio de su padre del otro lado del océano. Cuando llegó la noticia de la muerte de Hawkwing, sin que le siguiera ningún otro mensaje, Luthair llegó a la conclusión obvia: algo le había ocurrido a aquel imperio. La meta de Luthair cambió de anexionar Seanchan al imperio de Hawkwing a utilizar Seanchan para consolidar el poderío del mismo y, si era necesario, recuperarlo y vengar la muerte de su padre. Seanchan empezó a prepararse para el Corenne, el Retorno.

Fue mucho después de la muerte de Luthair cuando los primeros barcos estuvieron listos para surcar el Océano Aricio hacia Falme. Los seanchan que iban a bordo de los más de quinientos barcos de todos los tamaños se llamaron a sí mismos Hailene, o "los Que Llegan Antes" o "los Precursores", en la Antigua Lengua. Eran la avanzadilla de las fuerzas invasoras seanchan. Si encontraban intacto el imperio, debían disfrutar de la bienvenida que merecían y enviar noticas. Se encontraban —como así fue— muchos cambios desde los tiempos de Hawkwing debían preparar el camino para el Retorno, con invasión militar si era preciso.

La fuerza invasora, constituida por varias flotas y todo tipo de embarcaciones, desde los Grandes Barcos para abajo, lleva agrupada muchos años en todos los puertos y radas del litoral oriental de Seanchan. La componen miles de barcos y cientos de miles de personas. La flota invasora del Corenne ha estado planeando el movimiento durante más de un siglo, esperando sólo la orden de la emperatriz de zarpar y surcar el Océano Aricio para recobrar la patria del primer emperador seanchan.