CAPITULO
8

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EL DESMEMBRAMIENTO DEL MUNDO

AUNQUE la campaña de Lews Therin para sellar la Perforación fue técnicamente un éxito, también auspició un desastre mayor que cualquiera de los acontecimientos de la Guerra de la Sombra, puesto que en el mismo momento de cerrar el acceso del Oscuro al mundo, una reacción de contragolpe contaminó el Saidin mientras los Compañeros lo absorbían. Si fue un acto deliberado del Oscuro o una consecuencia de sus esfuerzos por frenar el cierre de la Perforación tal vez nunca se sepa. En cualquier caso, esta reacción acarreó el mayor cataclismo en los anales de la historia: el Desmembramiento del Mundo.

Lews Therin y los sesenta y ocho supervivientes de los Cien Compañeros se volvieron locos al instante, quizá sin ser conscientes siquiera de que su intento de sellar la Perforación había tenido éxito. En cuestión de días, estos poderosos Aes Sedai, armadas con el Poder Único y completamente descontrolados, empezaron a desatar su fuerza devastadora sobre cualquier persona o cosa que se cruzase en su camino o incluso que atrajese su atención, dejando tras de sí un rastro de muerte y destrucción. Así dio comiendo la Época de Locura.

Jamás se había utilizado el Poder Único de semejante forma. La infección había atrapado las mentes de los Compañeros supervivientes en tortuosos sueños de locura, mientras que el Saidin les daba el poder de hacer realidad esos sueños en el acto. Es imposible saber las acciones violentas individuales de cada Compañero; la única certeza es que fueron a una escala desconocida hasta entonces. Sin embargo, sí quedó constancia de lo que hizo Lews Therin y esa información sobrevivió al Desmembramiento para perdurar en leyenda, pues no sólo desató una devastación enorme sobre el mundo, sino que mató a todo aquel que era pariente suyo, en mayor o menor grado, así como a todos sus seres queridos. Ésta es la razón de que se lo haya llamado "Verdugo de la Humanidad" incluso posteriormente. Es probable que los otros Compañeros actuaran de manera similar en pleno paroxismo de locura, pero fue Lews Therin, el mejor de ellos y su cabecilla, el único que pasó a la historia, y su nombre, el único de infausta memoria. Aun en la actualidad, se dice de que quienes ponen en peligro o son una amenaza para los que lo rodean o son allegados que están "poseídos por el Dragón" o "presa del Dragón". Por desgracia los Compañeros no fueron los únicos afectados por la reacción de contragolpe. Otros varones Aes Sedai estaban en contacto continuo con la Fuente Verdadera por otros motives, pero aunque notaron la infección de inmediato, ninguno entendió qué era; a pesar de que cubría todo el Saidin como una capa de aceite rancio, no impedía ni alteraba el uso del Poder Único. A diferencia de los Compañeros, la mayoría de Aes Sedai varones no quedaron afectados de forma inmediata. Pasó algún tiempo antes de que otros hombres empezaran a volverse locos, y aun más hasta que alguien se diera cuenta de la causa. Mientras que algunas fuentes fechaban el Desmembramiento a partir de la gran destrucción ocasionada por Lews Therin y los supervivientes de los Cien Compañeros, otros datan el comienzo nada menos que diez años después, cuando eran tantos los Aes Sedai que habían sucumbido a la infección, añadiendo sus pesadillas a la destrucción, que ya no había posibilidad de pararlo. Si es que la hubo en algún momento.

La civilización mantuvo cierta cohesión durante muchos años después del ataque a Shayol Ghul, por supuesto, aunque el declive hacia la barbarie era inevitable. No obstante, en cierto sentido los Juramentados de la Sombra representaban una amenaza más apremiante que los dementes varones Aes Sedai. Privados de sus líderes y con la pérdida de la influencia del Oscuro, los restantes Juramentados de la Sombra se enzarzaron en una lucha por el poder. Ni que decir tiene que la guerra continuo, con ejércitos de trollocs, Myrddraal y todo, pero esos ejércitos luchaban entre sí tanto como contra las fuerzas de la Luz cada vez con mayor frecuencia. Era mucho más fácil vérselas con estas fuerzas divididas que con los anteriores ejércitos de la Sombra, pero seguían siendo lo bastante fuertes como para hacer presa de una civilización progresivamente devastada por el creciente número de Aes Sedai dementes. Desaparecido Lews Therin, Latra Posae, la antigua cabecilla de la Concordia Fatídica, ocupó un lugar preeminente y se ganó el apelativo de Shadar Nor, cuya mejor traducción sería "Cercenadora de la Sombra" o quizá "Tajadora de la Sombra", por su valerosa lucha contra los Juramentados de la Sombra. Murió en algún momento del Desmembramiento, pero se desconoce la fecha exacta y las circunstancias.

Al final, fue el Desmembramiento el que puso fin a la guerra. La creciente devastación obligó tanto a los Juramentados de la Sombra como a los seguidores de la Luz a concentrarse en la tarea de sobrevivir. Más y más varones Aes Sedai sucumbían a la locura, poniendo el mundo al revés antes de morir, y a medida que aumentaba su número el caos crecía y la civilización menguaba. Cuando la situación alcanzó su peor momento, esos hombres, capaces de manejar el Poder Único a un nivel ahora desconocido, hicieron que hasta el tiempo se rebelara, y el mundo presenció tormentas de inimaginable violencia. Los volcanes entraron en erupción y arrojaron a la atmósfera surtidores de ceniza mientras grandes terremotos sacudían la tierra. Atrapados en su delirio, los Aes Sedai arrasaron cordilleras, hicieron surgir otras nuevas, elevaron altiplanicies donde antes había mares, y anegaron con océanos lo que había sido tierra firme. Las ciudades se desmoronaron y los habitantes que sobrevivieron se desperdigaron por el mundo buscando la salvación en un mundo que reflejaba la locura desatada.

Finalmente todos lo Aes Sedai varones se volvieron terriblemente locos y aquella demencia cambió la faz de la tierra. Muchas partes del mundo quedaron despobladas, y las naciones se dispersaron por los ocho puntos cardinales. El caos gobernó hasta que el último hombre capaz de encauzar murió.

Diversos documentos fragmentados sitúan la duración del Desmembramiento —es decir, las alteraciones geológicas y climáticas más graves— en cualquier punto entre los doscientos treinta y nueve y los trescientos cuarenta y cuatro años. Habida cuenta de que estas Fuentes datan de los años comprendidos entre el Desmembramiento y la fundación del Pacto de las Diez Naciones, cabe suponer que algunos de esos escritores tuvieran acceso a fuentes más tempranas, pero ninguna fecha puede tomarse como definitiva.

Es difícil imaginar el horror de aquellos años, sobre todo para los hombres capaces de encauzar que sabían que afrontaban una sentencia de muerte y que estaban destinados a aumentar la carnicería. Cada vez que tocaban la Fuente Verdadera, lo hacían a través de la rancia infección y daban un paso más hacia la locura. Una vez que la contaminación se enseñoreaba de la víctima, ésta empezaba a pudrirse lentamente; el cuerpo del hombre se iba descomponiendo, la mente le fallaba y la destructiva pesadilla acababa devorándolo… y a otros muchos con él. En algunos casos el deterioro de cuerpo y mente era muy rápido, y en otros, angustiosamente lento. Hay indicios de que muchas víctimas sabían lo que estaba ocurriendo, pero no podían hacer nada para impedirlo. Muchos se quitaron la vida antes de que les sobreviniera la locura para no arrostrar la suerte que les aguardaba.

Empero, otros trataron de evitar la infección del Saidin, si bien sólo había tres formas de hacerlo. La primera era simplemente no tocar la Fuente Verdadera, pero aunque pareciese la solución más sencilla en realidad era casi imposible de realizar. Una vez adiestrado en el uso del Poder, para un hombre intentar no tocarlo era tanto como pedirle que dejase de respirar. La segunda solución era ser seccionado de la Fuente Verdadera, y muy pocos varones estaban dispuestos a tomar una solución tan drástica, sobre todo teniendo en cuenta que las víctimas de la sección, condenadas a percibir el Poder aunque incapacitadas para tocarlo definitivamente, por lo general morían al poco tiempo.

La tercera solución era ocultarse en algún lugar donde el Poder Único no estuviese a su alcance, donde no se percibiera la Fuente Verdadera. Los únicos sitios en los que el Poder no funcionaba y la Fuente Verdadera no se percibía eran los steddings Ogier. Allí donde los Ogier construían sus hogares, los Aes Sedai quedaban completamente aislados de la Fuente Verdadera, pero sin la irreversibilidad de la sección ni la tentadora presencia de la Fuente. Dentro de los steddings era como si un Aes Sedai nunca hubiese tenido la capacidad de encauzar; en consecuencia, la locura no podía alcanzar a ningún hombre que estuviese en uno de ellos.

Los varones Aes Sedai empezaron a recluirse en steddings a los pocos años de descubrirse la infección y sus efectos. Al principio lo hacían mientras trataban de discurrir un modo de burlar o eliminar la infección, y después simplemente intentando evitar volverse locos. Su número aumentó cuando empezó la destrucción sistemática a fin de no contribuir a ella, pero aun estando protegidos de la percepción de la Fuente Verdadera, la sensación de pérdida en quienes habían esgrimido el Poder crecía a medida que transcurría el tiempo hasta que los impelía a volver de nuevo al peligro. Algunos se marchaban con la esperanza de que la infección se hubiese atenuado, o eso decían; otros admitían que no soportaban más, no ya la imposibilidad de encauzar, sino incluso sentir la Fuente. Hacia el final del Desmembramiento, todos los varones Aes Sedai que habían buscado refugio en steddings se habían marchado, y todos fueron presa de la infección. Algunos estudiosos creen que la reaparición de esos hombres podría haber prolongado e intensificado el Desmembramiento, mientras que otros piensan que el apartarse de la devastación inicial quizá redujo la rapidez del desastre al prolongar la destrucción.

El Desmembramiento acabó con muchos steddings, ya que a pesar de que impedían que se usase o se percibiese el Poder Único eran vulnerable a las alteraciones geológicas de su entorno. Cuando un stedding sufría esos cambios, incluso lo Ogier se veían forzados a huir. Durante los años del Desmembramiento no existía ningún lugar seguro y, en consecuencia, tampoco había poblaciones estables. Todos se convirtieron en refugiados con el único propósito de sobrevivir un día más. Daba igual lo seguro que pareciera un lugar donde hacer un alto, pues no había garantía de que la sólida roca no se fundiera bajo los pies al antojo de los enloquecidos Aes Sedai.

Las grandes ciudades estaban destruidas o habían sido borradas de la faz del mundo, los mares se habían desplazado o se habían evaporado, la población mundial se había reducido a una mínima parte, las más grandes obras de la humanidad habían desaparecido, y la humanidad se vio abocada a una existencia primitiva. Muchos murieron porque no pudieron soportar unas condiciones de steddings de un modo que todavía se ignora, y ya no sabían dónde estaban. Mientras buscaron a lo largo del Exilio, el vínculo se volvió más fuerte, y la añoranza hizo presa es ellos. Fueron muchos los que murieron de esa extraña enfermedad antes de que pudieran encontrar de nuevo los steddings, y muchos más antes de que se encontraran los suficientes para albergar a los supervivientes de lo que antaño fuera un raza casi tan numerosa como la humana.

En medio del caos los Aes Sedai supervivientes desperdigaron los siete sellos de cuendillar que cerraban la Perforación, por si acaso uno de los Aes Sedai enajenados o incluso uno de los Juramentados de la Sombra los encontraba sin protección. Sólo unas pocas personas sabían dónde se habían ocultado. Más adelante, durante la Guerra de los Trollocs, quienes sabían esa información desaparecieron, y con ellos la ubicación de los sellos.