LA ERA DE LEYENDA
HUBO un tiempo, antes del Desmembramiento, en el que hombres y mueres manejaban el Poder Único colaborando entre sí sin temor, ya que el Saidin no estaba contaminado. En aquella época no existían las guerras —incluso el término "guerra" solo era conocido por los eruditos— y toda suerte de maravillas era cosa cotidiana. Han transcurrido más de tres mil años desde su fin, y su origen se pierde en la noche de los tiempos. Lo poco que se sabe sobre ese período se ha deducido de los escasos fragmentos de informes que se conservan y que han de encajarse como piezas de un rompecabezas para llegar a una interpretación parcial de aquella era.
De lo que no cabe la menor duda es de que fué una larga época de prosperidad en la historia del mundo. Urbes inmensas, tales como Paaran Disen, M’Jin, Comelle, Mar Ruois y Adanza, se alzaban cual descollantes joyas tecnológicas entre la exuberante vegetación y los fértiles campos de cultivo que las rodeaban. A la gran universidad de investigación de Collam Daan, localizada en V’saine, con su magnífica esfera flotante, acudían buscadores de conocimiento procedentes de todos los rincones del mundo para estudiar y descubrir nuevas maravillas de la ciencia y del Poder Único. Los volaplanos llenaban el cielo y los autocarros surcaban veloces el suelo dejando apenas huella de su paso mientras transportaban gente y carga de una ciudad a otra. El delito era casi desconocido, y la rehabilitación, rápida y segura Fue un tiempo de paz idílica, con todas las posibilidades y maravillas del universo esperando a ser descubiertas.
Hacía mucho que las gentes de esa era habían dejado de interesarse por la riqueza material como una meta en sí misma. La categoría social y el honor eran de fundamental importancia y solo podían ganarse mediante el servicio a la comunidad. Todo el mundo esperaba que se le permitiera servir conforme a sus aptitudes y que se le considerase digno de dicho servicio. En varias fuentes se menciona el hecho de que incluso los nombres reflejaban la categoría social y el honor de la persona. Todos tenían dos nombres al nacer y podían ganar un tercero sólo a través de la consecución de un logro, algo aparentemente posible en muchos campos.
Las personas que gozaban de la categoría social más alta, aunque todavía tuvieran que ganarse su tercer nombre merced a grandes obras individuales, eran aquellas cuyas dotes las capacitaban para prestar el mayor servicio: las que podían encauzar el Poder Único. Estos hombres y mujeres se llamaban Aes Sedai, que significa "siervo (o servidor) de todos" en la Antigua Lengua. Estos hombres y mujeres dedicados a utilizar su don en todo su alcance para el mejoramiento del mundo. Su símbolo era un círculo, mitad blanco y mitad negro, con los colores separados por una línea sinuosa, representando el equilibrio entre igualdad y oposición del Saidin y el Saidar que integra las dos partes de la Fuente Verdadera.
Puesto que el don de encauzar era una característica genética recesiva, es decir, heredada pero no manifiesta en todas las generaciones, sólo el dos o el tres por ciento de la población tenía esa capacidad. En su mayoría eran bastante débiles, pero los pocos con un potencial fuerte eran capaces de llevar a cabo hazañas que ahora parecen portentosas. El talento se dividía por igual entre hombres y mujeres, siendo en general ellos mucho más fuertes en el uso del Poder, aunque la fuerza individual no importaba mucho, ya que la mayoría de los Aes Sedai trabajaban en equipo.
Curiosamente, parece —por los fragmentos de informes referentes a los Aes Sedai— que muchos seguían vocaciones que poco o nada tenían que ver con el Poder Único o con su condición de Aes Sedai. Cuando era necesario formar un círculo para realizar alguna tarea, la Antecámara de los Siervos los emplazaba para que ayudasen con su fuerza y aptitudes particulares, abandonando temporalmente sus otras ocupaciones.
Algunas profesiones estaban dominadas principalmente por Aes Sedai. Todos los que se dedicaban a curar, llamados Regeneradores, eran encauzadores, ya que podían hacer mucho más curando con el Poder Único que lo que se lograba sólo con la medicina. Ningún remedio de hierbas ni cirugía podía igualar al Regenerador en rapidez y eficacia. Ninguna enfermedad o herida, salvo la muerte, estaba fuera del alcance de la capacidad del Poder para sanar. Muertes por causas distintas a la vejez ocurrían únicamente cuando no había un Regenerador Aes Sedai que pudiese llegar hasta la víctima.
La explotación minera se llevaba a cabo con Aes Sedai que fueran Fuertes en Tierra. Eran capaces de hallar y extraer minerales sin causar daños a la estructura o la ecología de la zona. Incluso podían utilizar el Poder para hacer aleaciones mucho más resistentes que cualquiera construidas por otros medios, aunque esas aleaciones ya eran escasas y muy valoradas aun por aquel entonces. Tales aleaciones podían trabajarse utilizando métodos convencionales.
Las tierras de cultivo tenían un rendimiento óptimo con el uso del Poder Único. Los Ogier (una raza aparte de seres dotados con la habilidad de ayudar y mejorar el crecimiento de las cosas), los Nym y las Da’shain Aiel trabajaban en equipo en un método llamado "el canto de la simiente", enfocando el Poder Único para asegurar el perfecto crecimiento en cada campo al que cantaban. Los cultivos cantados eran inmunes al añublo e invulnerables al ataque de los insectos. En consecuencia, la mayoría de las cosechas alcanzaban su máximo desarrollo y el más alto contenido nutritivo. Los Aes Sedai también manipulaban el tiempo para tener las mejores condiciones atmosféricas. Las sequías, las inundaciones y otros desastres naturales eran, al parecer, desconocidos.
La mayor parte de la investigación y del desarrollo tecnológico la llevaban a cabo Aes Sedai. Ramas enteras de la ciencia deben su existencia al uso del Poder Único.
Un fragmento particularmente interesante documenta la participación de los Aes Sedai en un campo de investigación que condujo a la creación de criaturas dotadas con el Poder Único o con capacidad para utilizarlo. Unas de estas criaturas eran los árboles sora. Sus grandes hojas trifoliadas irradiaban un halo de paz y bienestar a cualquiera que pasara bajo ellos. Los Nym, otras criaturas de éstas, eran seres sensibles con habilidad de utilizar el Poder Único en beneficio de plantas y de cosas que crecieran. Como escribió un amanuense anónimo en Paaran Disen: "Allí donde toca un Nym, medra todo tipo de vegetación y cosas que crecen".
Con el paso de los siglos, a los árboles sora se les ha conocido más por leyendas que por experiencia, ya que son contados los "constructos" de este tipo que sobrevivieron al Desmembramiento y sus secuelas. También conocidos por el nombre Aiel Avendesora, esta especie es extraordinariamente rara y muy valorada. Que se sepa, sólo ha habido un sora, Avendoraldera, fuera del Yermo de Aiel desde la época del Desmembramiento. Avendoraldera ya no existe, pues lo cortó el rey Laman de Cairhien. La destrucción del árbol desencadenó la Guerra de Aiel y tuvo como desenlace la muerte de Laman.
Entre otros campos en los que los Aes Sedai trabajan con empeño se incluía el diseño y a creación de angreal, sa’angreal y ter’angreal. Los angreal y sa’angreal, como se ha mencionado anteriormente, incrementaban la capacidad de encauzar. Sin embargo, los ter’angreal eran herramientas hechas para realizar una función específica. Algunos había que activarlos con el Poder Único, sólo podían utilizarlos Aes Sedai, mientras que otros podía usarlos cualquier persona.
Algunos de estos objetos han perdurado hasta la actualidad, pero el propósito original de los mismos sigue ignorándose. La investigación en este campo ha sido limitada por la naturaleza peligrosa de muchos ter’angreal. Algunas encauzadoras han muerto o han sufrido la consunción mientras intentaban trabajar con estos objetos.
De los ter’angreal que han subsistido, unos de los más inusuales son umbrales o arcos de acceso. No se sabe dónde, cuándo o cómo transportan a la persona que entra en ellos, pero mientras el visitante se encuentra dentro de su influencia todo tiene la textura de realidad.
El ter’angreal de tres arcos que hay en el corazón de la Torre Blanca requiere la intervención de encauzadoras para activarlo, y ayuda a hacerle la prueba a una novicia que espera ser ascender al rango de aceptada. Los arcos construidos de material plateado y con la altura justa para pasar bajo ellos, hacen que la iniciada se enfrente a sus peores temores, el primero por lo que fue, le segundo por lo que es y el tercero por lo que será. Hay un ter’angreal similar en la Aiel de Rhuidean, y se cree que muestra sus posibles futuras a las sabias que lo utilizan. Nadie puede determinar si el uso actual que se les da tiene algo que ver con su propósito original.
Quizá los ter’angreal más extraños de todos los que se conocen son los dos altos umbrales de piedra roja, similares aunque diferentes entre sí tanto por la forma como por su función, y que no requieren que el usuario sea encauzador. Ambos se sostienen sin apoyo alguno, y se retuercen de forma extraña, de manera que el contorno de su forma parece escabullirse de la vista, que no puede seguirlo. Uno de ellos, decorado con tres líneas sinuosas que van del extremo superior al inferior de las dos piezas verticales, se encuentra en la Ciudadela de Tear. Cualquiera que lo cruza entra en un mundo extraño donde puede hacer tres preguntas y recibir tres respuestas veraces. Conforme a un antiguo pacto con los habitantes del otro lado, no se pueden pasar lámparas, antorchas, objetos hechos con hierro ni instrumentos musicales.
El otro umbral, hallado en Rhuidean, también está hecho con piedra roja y con las esquinas retorcidas, pero la decoración son hileras de triángulos invertidos que se suceden a todo lo largo de las piezas verticales. Al igual que ocurre con su equivalente, no se permite entrar en él con objetos que proporcionen luz o que sean de hierro, ni instrumentos musicales. A diferencia del umbral de Tear, dentro de éste se conceden tres peticiones, aunque a cambio de un precio. Los pocos que se han aventurado en él han descubierto que ese precio puede ser muy alto.
No se sabe casi nada de los mundos existentes al otro lado de los dos umbrales, salvo que las respuestas recibidas son invariablemente veraces, aunque no siempre fáciles de entender, y las peticiones se conceden indefectiblemente, si bien no siempre del modo que deseaba el peticionario. Varias leyendas antiguas parecen hacer referencia a los habitantes del otro lado de estos ter’angreal, y apuntan que el trato con ellos es delicado y peligroso. Una propiedad que al parecer tienen en común tanto los arcos como los umbrales es que sólo se pueden utilizar una vez por la misma persona, a diferencia de la mayoría de los demás ter’angreal, que pueden usarse las veces que sea necesario
Según todas las Fuentes, los Aes Sedai de la Era de Leyenda tenían un tipo de organización muy flexible. Se ignora hasta qué punto esa organización formaba parte del gobierno del mundo; obviamente, los Aes Sedai eran muy influyentes y, al menos en ocasiones, su poder era considerable, pero es igualmente obvio que no constituían la totalidad del gobierno ni que forzosamente lo dominaran. Tenían su propia estructura gubernativa a través de la Antecámara de los Siervos, el núcleo de la hermandad que controlaba y reglamentaba a quienes encauzaban. Esta hermandad tenía delegaciones en todas las poblaciones, grandes o pequeñas, que albergaban Aes Sedai. En villas y pueblos, la hermandad solía reunirse en la casa de algún miembro que estaba dedicada temporalmente a tal propósito. La principal Antecámara de los Siervos, ubicada en la capital de Paaran Disen, se describe en un fragmento holográfico como que tenía "colosales entradas con columnatas, enormes accesos ornamentados y pulidos suelos de reluciente alabastro blanco".
La Antecámara de los Siervos reglamentaba a los Aes Sedai, estableciendo y haciendo cumplir las reglas concernientes a los encauzadores. Puesto que los Aes Sedai de aquel tiempo a menudo trabajaban en equipo, era esencial que la hermandad tuviera reglas precisas de actuación y procedimiento. Todas las leyes y castigos para los Aes Sedai se gestionaban en el seno de la hermandad. Apenas se conservan documentos que detallen su burocracia, salvo que a la persona Aes Sedai elegida para dirigirla se la dio en llamar Primero —o Primera— entre los Siervos y se sentaba en la Sede Suprema. Existen informes de que hacia el final de la Era, Lews Therin Telamon, por entonces Primero entre los Siervos, llevaba el anillo de Tamyrlin y convocaba a los nueve Cetros de Dominio. La descripción del anillo y la naturaleza exacta de esos nueve cetros o varas se ha perdido, pero parece evidente que los Aes Sedai, a través de la Antecámara de los Siervos, ejercían un gran poder y le les otorgaba un alto nivel de prestigio y respeto.
Algunos historiadores, bien que no todos, creen que la Vara Juratoria de las Aes Sedai podría ser uno de esos Nueve Cetros del Dominio originales que se mencionan en los antiguos textos. Actualmente la Vara Juratoria se encuentra en poder de las Aes Sedai de la Torre Blanca, y se utiliza para que las Aceptadas pronuncien los juramentos que forman parte de la ceremonia en la que se las asciende a Aes Sedai. La Vara Juratoria, un ter’angreal, hace vinculante —"arraigada en la sangre"— la promesa de quien la sostiene, de modo que un juramento hecho no puede romperse a menos que se neutralice a la persona que lo ha prestado.
Al parecer, a los "sirvientes de todos" les servían los Da’shain Aiel. Estas personas estaban ligadas por juramento a un pacto que las comprometía a servir a los Aes Sedai y a seguir y defender la "Filosofía de la Hoja", un código de honor pacifista. Los detalles precisos y la historia de este pacto se han perdido, pero se puede deducir que cada Aiel se comprometía bajo promesa a servir a un Aes Sedai en particular, aunque no era inusitado que a un Aes Sedai lo sirviera más de un Aiel. Su lealtad al compromiso y a su servicio hizo que los Da’shain gozasen de un nivel de respeto que sólo era superado por el concedido a los Aes Sedai.
Los Da’shain Aiel tenían un modo de vestir que los diferenciaba de los ciudadanos normales. Y llevaban el cabello corto, salvo un mechón en la parte posterior de la cabeza. Su indumentaria habitual era chaqueta y pantalones lisos, y botas de cuero flexible, atadas con cordones, generalmente en tonos marrones o grises. Las fuentes no precisan con claridad si los Da’shain Aiel podían encauzar o no, aunque sí coinciden en que a menudo reforzaban el encauzamiento, como cuando sumaban sus voces al canto de la simiente de los Ogier.
Con tan pocas personas capacitadas para encauzar, el Poder tenía que utilizarse de forma selectiva. Por ejemplo, no se esperaba de los Aes Sedai que mantuviesen o activasen máquinas, sino que concentrasen su esfuerzo en diseñar y crear la tecnología para las mismas. Entonces técnicos y otras personas cualificadas que no fuesen encauzadores podían encargarse de la construcción y las reparaciones, y posteriormente cualquiera podía hacerlas funcionar. El proceso que posibilitaba que el gran Sharom —o esfera flotante de Collam Daan— se mantuviese suspendido en el aire por encima de la Universidad, se descubrió y se perfeccionó mediante el uso del Poder Único, pero la esfera la construyó gente normal y flotaba merced a los campos magnéticos y gravitatorios del propio mundo.
Una ventaja mencionada a menudo respecto de la tecnología basada en el Poder era un medio ambiente muy limpio y estéticamente agradable. La contaminación, producto de refinerías, transportes e industrias, era desconocida ya que los residuos de derivados se desintegraban a nivel submolecular. Esta tecnología libre de residuos, combinada con la necesidad cultural de un medio ambiente armónico siempre que fuera posible, llevaba a un estilo de vida centrado en la belleza y la comodidad, tanto como en una eficacia utilitaria. Este maridaje de estética y funcionalidad resultaba patente sobre todo en las ciudades principales de la época y que eran —relacionadas por orden de número de habitantes e importancia— Paaran Disen, M’Jinn, Comelle, Adanza, Mar Ruois, V’saine, Jalanda, Emar Dal, Paral, Halidar, Kemali, Tsomo Nasalle, Devaille, y Tzora. Cada una de estas grandes áreas metropolitanas era en sí misma una obra de arte.
V’saine, entre las principales urbes, era más conocida como el lugar de emplazamiento de Collam Daan. Las cúpulas plateadas y azules de la gran Universidad sólo eran superadas por el Sharom, una colosal esfera blanca de trescientos metros de diámetro que flotaba, estable e inmóvil, sobre ellas. En conjunto Collam Daan y el Sharom constituían el centro de investigación y desarrollo más importante del mundo.
El Sharom era uno de los ejemplos clásicos de belleza funcional. Podría parecer poco práctico tener un edificio suspendido en el aire, en especial una instalación de investigación científica a la que los visitantes tenían que acceder usando un transporte aéreo o el Poder Único, pero los proyectistas de Collam Daan lo diseñaron así por la sencilla razón de que podían hacerlo y porque el Sharom era una perla colgada del cielo que ensalzaba el triunfo de su arte.
La ciudad costera de Comelle, la tercera más grande del mundo, se asomaba al mar con imponente esplendor desde la ladera de la montaña. Sus inmensas construcciones de cristal y metal se aferraban a la rocosa escarpadura como una brillante flor que surgía, pujante entre las piedras. De Adanza se decía que "crecía en belleza con una vitalidad sólo igualada por la de sus habitantes". Hasta Tzora, la más pequeña de las grandes urbes, era famosa por sus torres de cristal de múltiples tonalidades y una amplia variedad de formas geométricas que resplandecían como joyas al sol.
Paaran Disen, sede del gobierno central y la joya de la corona, no sólo albergaba maravillas gel genio arquitectónico entre sus esbeltas torres y chapiteles, sino también la Antecámara de los Siervos, con sus columnatas y brillante alabastro.
En todas las ciudades, fuesen grandes o pequeñas, el uso selectivo del Poder Único permitía tal libertad en el diseño y construcción arquitectónicos que casi cualquier capricho podía satisfacerse. Se favorecía la variedad en formas geométricas y orgánicas, con jardines, árboles y fuentes libremente entretejidos con las estructuras urbanas. Torres plateadas, tan altas que parecían tocar el cielo, se intercalaban a menudo con cúpulas y arcos que relucían cual arco iris con los cristales de colores incrustados. Monorraíles y pasarelas, semejantes a cintas, colgaban suspendidos en el aire entre las estructuras como queriendo entrelazarlas.
En todas las ciudades, los altos sora trifoliados flanqueaban el liso pavimento de calles y paseos, proporcionando sombra y su exclusive halo de bienestar. Por entonces existía el dicho de que una ciudad sin árboles sora parecería tan inhóspita como un paraje deshabitado. Muchos del los edificios estaban rodeados por jardines en los que probablemente crecían las flores llamadas calmas, de corolas rojas y blancas, y los lirios llamados daras, cuyas flores se abrían por la noche.
Quizás a causa de la naturaleza agradable del ambiente, la mayoría de la gente prefería ir a pie de un sitio a otro salvo cuando la distancia era demasiado grande o la carga demasiado pesada. O cuando, como en el caso del Sharom, las entradas se hallaban a cierta altura del suelo y hacía falta un transporte especial. Para estas ocasiones, la gente utilizaba una amplia variedad de vehículos.
Casi todo el transporte colectivo de distancias cortas se realizaba con vehículos multipasajeros que utilizaban un tipo de tecnología antigravitatoria. Los autocarros, los brincadores y los deslizadores tenían una capacidad de viajeros y carga mucho menor. Los autocarros tenían un eficaz diseño de cuatro ruedas, y en la versión flotante, un tipo de tecnología gravitacional autodeslizadora. Tanto los brincadores como los deslizadores podían flotar en el aire a distintas alturas. Las calzadas lisas y bien pavimentadas hacían los viajes —tanto en vehículo como a pie— más eficientes.
El transporte de largas distancias dependía primordialmente de los volaplanos, unos vehículos aéreos disponibles en varios tipos y tamaños. Los volaplanos podían realizar vuelos de corta y larga distancia, a veces a gran velocidad. Todos los viajes ultramar y a otros países se realizaban en volaplano. Los diseños de los volaplanos derivaban de un modelo básico de ala delta, que variaba en función de las necesidades de cada propósito. Algunos eran muy grandes, capaces de transportar cientos de pasajeros, y otros eran muy pequeños, para uso personal.
Para los Aes Sedai, y a veces para quienes los servían, el transporte mecánico no era necesario. Muchas personas capaces de encauzar también podían Viajar, un proceso que usaba el Poder Único para abrir un acceso que permitía pasar de una ubicación a otra a cualquier distancia, sin atravesar el espacio intermedio. Cualquiera podía cruzar la abertura si se había hecho lo bastante grande, pero sólo un Aes Sedai era capaz de crear y mantener un acceso. Era un modo muy conveniente para trasladarse de un lugar a otro, pero poco o nada práctico para el uso del público en general. Los menos expertos usaban de vez en cuando el Rasar, un proceso similar a Viajar. Este método implicaba el uso de plataformas o peldaños en el vacío existente fuera del Entramado para transportar al viajero de un punto a otro.
"Viajar", o utilizar el Poder Único para trasladarse de un lugar a otro es un Talento redescubierto hace poco. Como la mayoría de las cosas relacionadas con el Poder, funciona de modo distinto para hombres y mujeres. Un hombre tiene que usar el poder para abrir un agujero a través del Entramado, desde su ubicación al lugar donde quiere ir. Sin embargo, una mujer crea una similitud en el Entramado desde su ubicación al lugar de destino. Cuando ambos sitios han alcanzado suficiente similitud en cierto punto, se vuelven uno y la mujer cruza simplemente la abertura resultante. Tanto para varones como para féminas, intentar usar el método del sexo opuesto suele tener resultados trágicos.
Existen documentos que hablan de personas de esa era transportadas a otros mundos, tanto a través de las estrellas como a otras dimensiones. Los Portales de Piedra, activados por el Poder Único, permitían a quienes los utilizaban y a sus acompañantes viajar a otras dimensiones y mundos dentro del universo de la Rueda. No es probable que los Portales de Piedra se usaran a menudo por otras personas que no fuesen Aes Sedai, ya que era necesario poseer destreza y fuerza en el Poder para activarlos.
Se han descubierto ruinas de Portales de Piedra en varias partes del mundo. Son columnas de piedra gris de tres espanes de altura aproximadamente (más de cuatro metros y medio) y de un paso de diámetro (alrededor de noventa centímetros), y están cubiertos con cientos de símbolos y signos gráficos cincelados profundamente. Se dice que los Portales de Piedra son accesos a realidades alternativas dentro del Entramado. Se ha perdido el conocimiento de su uso, pero se cree que los Aes Sedai de la Era de Leyenda los utilizaban sin restricción. Hay indicios de que datan de antes de la Era de Leyenda.
Si se da crédito a los fragmentos de información que se han conservado a lo largo de los siglos, hasta la gente corriente tenía acceso a una amplia variedad de maravillas tecnológicas que parecían rivalizar con el propio Poder. Era posible "vivir" relatos en la propia casa a través de algún medio ahora desconocido, y el entretenimiento llegaba directamente a las casas a través de un proceso de imágenes tridimensionales. Programas en directo o grabados asumían apariencia de realidad ante el espectador. Las comunicaciones también hacían uso de este proceso. Con un código era posible ponerse en contacto con cualquiera que tuviese acceso a una unidad de llamada o "conectador", y entonces se veía a esa persona —o su logo, si esta quería mantener la intimidad— como una pequeña proyección tridimensional. Este proceso creaba la ilusión de estar hablando cara a cara, se estuviera a la distancia que se estuviese.
Ingenios llamados termorreguladores mantenían el ambiente de interiores a una temperatura constante, hiciese frío o calor. Los globos radiantes proporcionaban luz sin necesitar recargarse ni tener que recambiarlos. La energía para propulsar los vehículos y hacer funcionar aparatos se distribuía a través de un proceso difusor que la hacía accesible a cualquiera que tuviese el equipo receptor correspondiente. La conservación de artefactos o productos perecederos era viable gracias a la cámara estática. Una vez que uno de estos artefactos se activaba, el tiempo no afectaba a los objetos guardados en su interior.
En tanto la composición principal de muchas telas eran fibras naturales, las de algunos tejidos, como la camalina y el pañovivo, eran totalmente artificiales. La camalina era un material brillante, blanco por lo general, que cambiaba de color y la opacidad de la textura para acomodarse al estado de ánimo del portador. El pañovivo creaba un efecto de camuflaje capaz de duplicar el entorno con tal fidelidad que su portador parecía invisible. Ambos se utilizaban para prendas de alta costura. Estos tejidos existen en la actualidad, pero son muy escasos, y al menos al pañovivo se le da usos mucho más prácticos.
Las capavivas, hechas con pañovivo, son uno de los mejores ejemplos del sentido práctico actual derivado de una moda antigua. Diseñadas para cubrir al usuario de la cabeza a los pies, estas capas crean un camuflaje casi perfecto. Debido a la dificultad de obtener pañovivo en la actualidad, este tejido se reserva para uso exclusivo de los Guardianes de las Aes Sedai. Se cree que se elabora en la Torre Blanca, utilizando un ter’angreal.
Un fragmento de texto, en muy malas condiciones de conservación y que se cree que data de esta época, contiene algunos datos interesantes sobre la salud y la Curación. Debido al empleo del Poder Único para la asistencia sanitaria, la mayoría de la gente no tenía que temer la muerte por enfermedad o heridas. El promedio de esperanza de vida se situaba entre los ciento cincuenta y los doscientos años, aunque para los Aes Sedai era considerablemente más largo ya que el uso del Poder Único incrementaba la juventud y durabilidad del cuerpo del encauzador, alargando enormemente su vida. Existe documentación sobre algunos Aes Sedai a los que se consideraba apenas de mediana edad con trescientos años, y es posible que algunos encauzadores vivieran setecientos años o más. Puesto que la larga expectativa de vida y la excelente asistencia sanitaria hacían viable una población muy numerosa, era una suerte que los métodos de control de natalidad fuesen extremadamente fiables y sin efectos secundarios.
La sociedad estaba respaldada por una economía estable a nivel mundial; no parece posible que la gente de esa era hubiese podido alcanzar un nivel de progreso tan alto sin ella. La economía capitalista global daba las mayores retribuciones a los servicios de mayor utilidad, y aunque los Aes Sedai se ocupaban de muchas funciones importantes, representaban un porcentaje tan pequeño de la comunidad que la mayoría de los trabajos estaban a disposición de personas que no encauzaban. No era difícil conseguir ingresos económicos, pero ello significaba poco en un mundo donde casi todas las cosas materiales abundaban. Una persona era retribuida de acuerdo con su trabajo y el valor del mismo para la sociedad, pero hasta los que tenían la retribución más baja ganaban suficiente dinero para disfrutar de una buena calidad de vida. La pobreza no existía. Cualquiera que quisiera tenía un puesto donde prestar servicio.
A despecho del armonioso equilibrio general dentro de la sociedad, el delito, incluido el crimen violento y el pasional, no era algo desconocido. La sociedad no era partidaria de ningún tipo de privación de libertad a menos que fuera absolutamente necesario. Cuando se capturaba al autor de un acto violento no se le enviaba a prisión; más bien se le compelía —mediante un método no entendido aún del todo— a no reincidir en el delito. Esta constricción hacía que al transgresor le fuera imposible incurrir de Nuevo en su crimen y, por ende, los actos delictivos de cualquier tipo eran muy contados.
El sistema de gobierno de esa época era a la par firme y receptivo. Por desgracia, se dispone de muy pocos detalles sobre este gobierno o de cómo se relacionaba con la población en general y con los Aes Sedai. Los escasos fragmentos que se han conservado hacen referencia a un parlamento mundial o "consejo" de dirigentes elegidos democráticamente. También mencionan que dentro del gobierno la capacidad de encauzar proporcionaba respeto y prestigio, pero no garantizaba la preeminencia. Por ello puede deducirse que a los Aes Sedai se los elegía a menudo para el consejo y que tenían influencia, pero no que tal cosa implicara que estuvieran al mando.
Es fácil de entender la razón de que no existieran conflictos graves entre los pueblos o las clases sociales en la Era de Leyenda. La mayoría de los motives para desencadenar un conflicto habían sido eliminados: la estabilidad económica mundial estaba establecida al haberse acabado con la pobreza y una exagerada desigualdad pecuniaria. El alto nivel tecnológico y el uso del Poder Único favorecían las cosechas y su reparto, eliminando el hambre y lasprivaciones.
La posición social era más importante que la retribución económica, acabando así con casi todo tipo de codicia, aunque no de envidia. Además, el grupo más poderoso, los Aes Sedai, rara vez se dejaba tentar a usar sus habilidades para beneficio propio exclusivamente, ya que sabían que el servicio a otros les reportaría más retribuciones y una mayor posición social que cualquier manipulación política o financiera.
Sin motivaciones económicas ni de supervivencia, los conflictos rara vez llegaban más allá de la discusión y generalmente se resolvían a través de la mediación. En consecuencia, el concepto de guerra no existía. Al menos no existió hasta el final de la era.
Se consideraba un gran honor ser elegido para adiestrarse y server como Aes Sedai, pero sólo el 2 o 3 % de la población tenía esa capacidad de aprender a encauzar y podía engrosar las filas de elite de los "Siervos de Todos". Para encontrar a esas personas dotadas, los Aes Sedai hacían pruebas a jóvenes con bastante frecuencia, buscando la "chispa" indicativa de que podían convertirse en Aes Sedai.
La prueba no era obligatoria, aunque pocos dejaban pasar la oportunidad, y no requería preparación ni estudios especiales. Como todo relacionado con el Poder y sus mitades separadas, las facultades masculinas y femeninas funcionaban de modo distinto y se manifestaban a diferentes edades.
En general, las mujeres desarrollaban la facultad de encauzar o de aprender a hacerlo a una edad mucho más temprana que sus equivalentes masculinos. Para una fémina, esta capacidad se manifestaba a cualquier edad desde la pubertad, es decir, aproximadamente entre los doce o trece años hasta los veintiuno. Si se la sometía a la prueba con veintiún años y la chispa no estaba aún presente, nunca lo estaría. Un varón generalmente no manifestaba capacidad de aprendizaje hasta alcanzar al menos los dieciséis años, pero conservaba el potencial de revelarse con el don innato de encauzar hasta más o menos los veinticinco. En ambos sexos la capacidad de aprender —a diferencia de la chispa innata— permanecía aletargada hasta ser descubierta, fuera a la edad que fuese.
Aunque eran pocos los que se hacían la prueba después de cumplir los veintitantos años, algunos la superaban satisfactoriamente a edades bastante superiores. Por lo general eran personas a las que no se les había hecho la prueba cuando eran jóvenes o que habían renunciado después de uno o dos fracasos.
Debido a que la capacidad de aprender aparecía en cualquier momento durante un periodo de casi diez años, a los candidatos se les animaba a hacer la prueba en más de una ocasión, aunque pocos lo hacían. Para aquellos nacidos con el don de encauzar, la decisión de renunciar a una nueva prueba no cambiaba nada, pues al final acababan encauzando aun sin someterse a ella. Sin embargo, los que tenían capacidad de aprender pero no poseían la chispa innata quizá nunca llegaban a descubrir su habilidad si dejaban de hacer la prueba antes de que la capacidad se manifestara por sí misma. Para que una persona así consiguiera llegar a encauzar, los instructores Aes Sedai tenían que extraer y pulir cuidadosamente la chispa de la habilidad.
Para realizar la prueba se requería la presencia de un Aes Sedai instruido en ese proceso. Debido a la naturaleza del Saidin y del Saidar, a las chicas tenían que probarlas mujeres Aes Sedai, y a los chicos, Aes Sedai varones. Ni una mujer podía verificar la habilidad en un hombre ni a la inversa salvo a través de sus obras.
Un varón con capacidad de aprender emitía una resonancia cuando se encauzaba Saidin cerca de él. Esta resonancia sólo podía percibirla otro hombre, y únicamente si era él quien asía el Poder. Una persona que no encauzara o un encauzador que no estuviese tocando el Saidin en ese momento no notaba nada. A menudo el propio candidato no lo percibía. El Aes Sedai que hacía la prueba por lo general encauzaba una llama minúscula mientras esperaba sentir la resonancia correspondiente en el candidato. Si notaba "eco", sabía que el otro hombre tenía la chispa que significaba que estaba capacitado para recibir adiestramiento. Normalmente este proceso solía tardar de diez a quince minutes si el candidato estaba enfocado en la llama, o alargarse a media hora si no era así. Incluso si el candidato presentaba resistencia, la resonancia se produciría, aunque a veces podría tardarse hasta una hora.
Para los varones, este paso era meramente el principio. Con él se establecía únicamente su posibilidad de tocar la Fuente Verdadera. Era imposible saber qué capacidad potencial poseía cada individuo. Sólo mediante entrenamiento y experiencia llegaba a saberse la fuerza y las limitaciones de un hombre, ya que con la guía adecuada la habilidad de un varón seguía creciendo hasta llegar a ese límite.
Para las mujeres el proceso de la prueba no era tan difícil. Una Aes Sedai podía percibir el don innato y la fuerza relativa de otra fémina capaz de encauzar que se encontrara a una distancia entre metro y medio y tres metros. No hacía falta que ninguna abrazara el Poder para sentir esa "alma gemela".
Para descubrir a las que todavía no podían encauzar pero que tenían capacidad para aprender, era necesario realizar una resonancia. Al igual que sus iguales masculinos, las Aes Sedai absorbían Poder para encauzar una llamita, sólo que entonces dependía de la candidata tratar de percibir el flujo del Poder que la Aes Sedai estaba encauzando. Llegado ese punto, la encauzadora también podía percibir a la candidata y establecer al momento su fuerza potencial. A veces, a la mujer sometida a la prueba se la inducía inconscientemente a encauzar el flujo, aunque sólo brevemente; eso era un indicio de gran potencial para un rápido aprendizaje.
En ambos casos, el encauzador que realizaba la prueba debía tener mucho cuidado y usar sólo un mínimo de Poder a fin de evitar daños o la consunción del candidato o la candidata.
A los hombres y mujeres que pasaban la prueba se les mandaba a una escuela especial para ser adiestrados como Aes Sedai. La educación incluía así aquellos que reunían las condiciones necesarias.