CAPITULO
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EL PODER ÚNICO Y LA FUENTE VERDADERA

LA Fuente Verdadera está formada por dos partes complementarias: el Saidin, la mitad masculina, y el Saidar, la mitad femenina. Cada cual tiene distintas propiedades y afinidades, y actúan al mismo tiempo en cooperación y oposición. Sólo las mujeres pueden tocar el Saidar, mientras que sólo los hombres pueden hacer lo propio con el Saidin. Ni unos ni otros son capaces de percibir la otra mitad de la Fuente, excepto como una ausencia o "negatividad". Incluso los métodos empleados por hombres y mujeres para utilizar el Poder Único que emana de la Fuente Verdadera son tan distintos que ninguna mujer puede enseñar a un hombre a usar el Poder, y viceversa.

En algunas Eras, como la llamada Era de Leyenda, hombres y mujeres trabajaban en equipo con las dos mitades complementarias y opuestas del Poder para llevar a cabo grandes hazañas que ninguno de los dos grupos podía alcanzar por separado. Una parte del Poder, la mitad masculina, está contaminada en la era actual, lo que hace que cualquier varón que encauce el Saidin acabe volviéndose loco y desatando la destrucción por el Poder a menos que lo maten lo amansen.

La mayoría de la gente no puede percibir ni tocar la Fuente Verdadera, ni siquiera aunque su energía se esté manifestando en derredor. Sólo una pequeña porción de la población, en torno a un 2 o 3 %, posee la habilidad, —tras recibir adiestramiento—, de tocar y absorber el Poder Único, y hoy en día muchas de esas personas no pueden utilizarlo de un modo eficaz. El acto de absorber y controlar el flujo del Poder Único de la Fuente Verdadera se conoce como "encauzar".

Al encauzar se absorben flujos del Poder Único que se utilizan por separado o en combinación en un tejido diseñado para llevar a cabo la tarea acometida en particular. Hay cinco flujos distintos de Poder Único, que se conocen como los Cinco Poderes. Se los denomina de acuerdo con los elementos manipulados a través de su energía: Tierra, Aire (llamado a veces Viento), Fuego, Agua, y Energía. En muchos casos sólo se requiere uno de los Poderes para llevar a cabo una tarea. Un tejido de Fuego encenderá una vela o controlará un fuego. Sin embargo ciertas tareas precisan el tejido de flujos de más de un Poder. Por ejemplo, alguien que quiera influir en el estado del tiempo debe tejer un flujo combinando de Aire, Agua, y Energía.

Por lo general, cualquier persona que puede encauzar posee más fuerza en uno o dos Poderes al menos, si bien existe la posibilidad de que tenga poca o ninguna aptitud en alguno de los otros Poderes. Por ejemplo, alguien fuerte en Aire podría ser incapaz de tejer Fuego, o ser débil en Tierra pero igualmente fuerte en Energía y Aire. Se ha sabido de algunas personas, muy pocas, que son m+uy fuertes en tres Poderes y, aun en menos casos, hasta en cuatro. No obstante, desde la Era de Leyenda nadie ha tenido mucha fuerza en los cinco, e incluso entonces, tales personas eran contadas.

Los niveles de fuerza relativa también varían mucho de un encauzador a otro, y de hombres a mujeres. Basándose en los documentos recogidos de la Era de Leyenda (los datos actuales tiene poca información útil respecto al uso del Saidin), es posible establecer ciertos factores sobre la fuerza y la distribución de la habilidad en aquellos hombres y mujeres encauzadores. En general, los hombres eran más fuertes que las mujeres en el uso del Poder —es decir, en lo que es puramente el volumen de Poder que podían manejar— aunque, por supuesto, había mujeres que poseían una gran fuerza y algunos hombres que eran relativamente débiles. De igual modo, aunque algunos varones poseían mucha destreza en los tejidos, por lo general las mujeres los superaban en este aspecto. Por lo común los hombres poseían más habilidad con Tierra y Fuego mientras que las mujeres destacaban en el uso de Agua y Aire. El número de hombres y mujeres fuertes en Energía era equilibrado. Había, naturalmente, excepciones, pero eran casos tan contados como para que Tierra y Fuego se juzgasen como poderes masculinos, mientras que Aire y Agua se consideraban poderes femeninos. Aun hoy en día, las mujeres dan muestra de mayor fuerza en Aire o Agua, o en ambos. Probablemente esto fue lo que dio lugar al dicho entre las encauzadoras: "No existe roca cuya dureza no puedan desgastar el viento y el agua, ni fuego tan vigoroso el agua y el viento no sean capaces de apagar". Si entre los encauzadores varones había un dicho similar, se ha olvidado.

En el mínimo porcentaje de población con potencial para encauzar en mayor o menor medida, sólo un pequeño número posee la habilidad innata. Habitualmente se manifiesta en la adolescencia o al comienzo de la edad adulta, aunque por lo general las mujeres demuestran la habilidad a una edad más temprana que los varones, a menudo bastante antes. Estas contadas personas nacidas con el don acabarán encauzando el Poder antes o después, con o sin instrucción, tanto si quieren como si no. En muchos casos ni siquiera son conscientes de lo que hacen. Para esta gente, tocar y absorber Poder de la Fuente Verdadera es completamente natural, y potencialmente letal.

Que se sepa, el Poder Único no está vivo, sino que es una energía natural cuyo único límite es la potencia del encauzador y el grado de su control. Ha de hacerse hincapié en una advertencia: su uso es extremamente adictivo. Alguien desconocedor del peligro inherente podría caer en la tentación de absorber más de lo que puede manejar, o absorberlo con excesiva frecuencia. Esta errónea manipulación de semejante poder se cobra un precio terrible en el cuerpo y en la mente.

Absorber Saidar y encauzar sin un tutelaje o entrenamiento tiene como resultado la muerte de cuatro de cada cinco mujeres nacidas con el don. A menudo la muerte se presenta como una enfermedad que consume la energía vital de la persona hasta agotarla. Aquellos que tocan el Poder por primera vez de manera involuntaria, generalmente no notan nada anormal en ese momento, pero sufren una violenta reacción al cabo de diez como mucho. Dicha reacción rara vez dura más de unas pocas horas. Dolores de cabeza, escalofríos, fiebre, excitación, aturdimiento, mareo, y falta de coordinación son sólo algunos de los síntomas más habituales y que a menudo se dan de forma simultánea o en una rápida sucesión. Estos efectos se repiten después de cada contacto con la Fuente. El momento de la reacción se va acortando respecto del instante en que se entra en contacto con el Poder, hasta que ambos acontecen casi simultáneamente. En esta etapa las reacciones visibles cesan, pero a menos que se haya aprendido a controlar el Poder la muerte es segura. Unas mujeres perecen antes de un año y otras sobreviven hasta cinco; aun así, sin el control, que es casi imposible de aprender sin recibir instrucción, todas mueren. En general, sus últimos días se caracterizan por violentas convulsiones y espantosos gritos de agonía. Una vez que se ha entrado en las últimas fases, no se conoce cura, ni siquiera con el uso del Poder Único.

Estas mujeres —a menudo llamadas "espontáneas"— que se las ingenian para sobrevivir e instruirse por sí mismas en el uso del Poder, normalmente desarrollan una barrera mental, probablemente como un mecanismo de supervivencia, que les dificulta el alcanzar todo su potencial. Hay quien piensa que estos bloqueos los causa en parte el estigma social a menudo asociado con el uso del Poder, así como por el rechazo de la persona a considerar o reconocer el hecho de que puede encauzar. Aunque no resulta fácil, dichas barreras mentales pueden romperse a veces con la ayuda de quienes han recibido el adiestramiento adecuado. Si las barreras se rompen, con frecuencia las espontaneas se encuentran entre las encauzadoras más fuertes. Muchas de las que han recibido adiestramiento siguiendo paso a paso lo que se considera la progresión correcta, menosprecian a las autodidactas y utilizan la expresión "espontánea" como un término peyorativo que indica lo imprevisible de un talento desarrollado sin control, comparable a la ferocidad de un animal salvaje.

Hasta las que han sido entrenadas arriesgan mucho cada vez que encauzan. Si una mujer absorbe demasiado Saidar, o lo hace con excesiva frecuencia, puede consumirse o sobrecargarse, perdiendo así la capacidad de encauzar o, lo que es peor, la vida. Si teje poderes que no controla, puede provocar su propia muerte y causar daño a los que están a su alrededor.

Desde el Desmembramiento hasta hace muy poco, todos los varones nacidos con la habilidad eran "espontáneos" por definición, ya que no había nadie para instruirlos en su uso. Incluso en la actualidad, desde la creación de la Torre Negra, si sobreviven a su contacto inicial con el Saidin, están condenados a acabar locos. Por esta razón —asegurarse de que los horrores del Desmembramiento del Mundo nunca se repitan—, las Aes Sedai del Ajah Rojo se han dedicado a hallar y amansar a todos los varones con la habilidad de encauzar.

Antes del Desmembramiento del Mundo, los varones afrontaban los mismos riesgos que las mujeres cuando nacían con el don de encauzar. Eso cambió después de que la Perforación fuera sellada. En los compases finales de la batalla, el Oscuro se las ingenió para descargar un último contraataque que contaminó la mitad masculina del Poder Único. A Partir la Época de la Locura que siguió, ningún hombre ha sido capaz de encauzar Saidin sin acabar volviéndose total y espantosamente loco. Hasta los que se las ingenian para aprender a tener cierto control, mueren a causa de una lenta enfermedad que los consume y que hace que se pudran en vida. En cualquier caso, el peligro que corren quienes se encuentran cerca de un varón que encauza es enorme. Los que consiguen vivir el tiempo suficiente para volverse locos, habitualmente acaban haciendo cosas horribles con el Poder del contaminado Saidin, a menudo destruyendo todo y a todos los que se encuentran a su alrededor. Durante el Desmembramiento del Mundo fueron esos hombres quienes arrasaron el mundo la civilización conocida. Este peligro es por lo que a los varones no sólo no se les alienta a aprender a encauzar, sino que a los que aprenden o incluso lo intentan se los persigue y se les incapacita a fin de hacerlos inofensivos o se los mata.

En la Era de Leyenda, el proceso por el que se incapacitaba a un hombre o a una mujer para encauzar se llamaba "seccionar", es decir, cortarle el contacto con la Fuente Verdadera como si se le seccionase un miembro. En la actualidad se da otro nombre al proceso, dependiendo de si se le realiza a un hombre o a una mujer.

Seccionar el contacto de un hombre con la Fuente Verdadera se conoce como "amansar". El hombre todavía puede sentir el Poder, pero es incapaz de tocar el Saidin. En consecuencia es inofensivo para quienes le rodean; es decir, queda "amansado". Si se le amansa pronto, también se frena —aunque no se cura— el proceso de la locura y la enfermedad corrompedora, y la muerte por demencia o putrefacción se evita. Por desgracia, la mayoría de los que son amansados pierden el deseo de vivir cuando se les corta el contacto con la Fuente Verdadera. Caen en una profunda depresión y a menudo se suicidan al poco tiempo si no se les impide. Los que no se quitan la vida por lo general mueren de todos modos al cabo de un año o dos, ya que sin el deseo de vivir el cuerpo acaba debilitándose.

En el caso de las mujeres, la eliminación deliberada del don se llama "neutralizar". Si el don se pierde de forma accidental el proceso se conoce como "consunción", aunque a veces el término "neutralizar" se utiliza también para eso, una deplorable perdida de precisión en el lenguaje desde que al Antigua Lengua cayó en desuso. En cualquier caso, los resultados de ser neutralizada o de consumirse son prácticamente los mismos. La mujer neutralizada, al igual que el hombre amansado, queda aislada de la Fuente Verdadera, siempre tentada por la percepción del Saidar y, sin embargo, incapacitada para tocarlo o encauzarlo. La mujer que se consume no puede encauzar ni percibir el Poder. Habitualmente la neutralización se lleva a cabo como castigo por un delito, mientras que la consunción se produce por una sobrecarga de Poder o un mal uso del mismo, o es el resultado de perder frente a un poder superior mientras se encauza. Se da por sentado que los varones también pueden ser víctimas de la consunción.

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Al igual que los hombres amansados, las mujeres neutralizadas pierden el deseo de vivir. De hecho, se sabe menos de ellas que de los hombres amansados, a quienes se retiene prisioneros hasta que mueren. Normalmente, las mujeres a las que se ha neutralizado o se han consumido huyen lo más lejos posible de las mujeres que conservan la aptitud que ellas han perdido. Por su parte, las que pueden encauzar rara vez hacen el menor esfuerzo para encontrar a las mujeres neutralizadas o consumidas; su explicación es que no se las debe zaherir, hurgando en las heridas, con la presencia de mujeres que siguen estando "enteras", si bien debería tenerse en cuenta que a menudo las encauzadoras muestran desasosiego e incluso se sienten indispuestas sólo de pensar en la suerte corrida por esas mujeres, una suerte que también ellas podrían correr. Se cree que las mujeres neutralizadas solo siguen vivas si logran encontrar algo que llene el vacío dejado por la ausencia del Poder Único. Son pocas las que consiguen dar con un sustituto equiparable.

Todos los documentos hacen hincapié en que el amansamiento y la neutralización no tienen cura, pero hay rumores sobre casos de una curación limitada utilizando los cinco flujos del Poder. Históricamente, sin embargo, la pérdida de la capacidad de encauzar ha sido irreversible. Desde luego, en la Era de Leyenda, cuando era corriente realizar hazañas que escapan a la comprensión en la actualidad, el hecho de seccionar se consideraba irremisible, sin posibilidad de curación.

Una de las formas de reducir los riesgos de consumirse de manera fortuita es utilizar angreal y sa’angreal, unos objetos creados durante la Era de Leyenda o tal vez incluso antes, y que aumentan la capacidad del encauzador de absorber y enfocar el Poder Único. Un angreal permite al encauzador controlar sin peligro una cantidad mayor de Poder del que habría podido absorber sin ayuda. Los sa’angreal son similares, pero más poderosos. Hay bastantes grados de potencia en los angreal y los sa’angreal, mas en general puede decirse que la diferencia en la cantidad de Poder Único que se maneja con un sa’angreal y la que permite encauzar un angreal es equiparable a la que media entre hacerlo a través de un angreal o encauzar sin ayuda. Tanto los angreal como los sa’angreal se adecuaron durante su confección para uso exclusivo de hombres o de mujeres. Una mujer no puede utilizar uno hecho para un varón y viceversa. Corren rumores sobre la existencia de angreal y sa’angreal aptos para ambos sexos, pero tal posibilidad sigue sin constatarse.

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Son relativamente pocos los angreal que han perdurado desde la Era de Leyenda, y quedan aún menos, sólo un puñado, de los más poderosos sa’angreal. La destreza y el conocimiento requeridos para su creación se perdieron durante el Desmembramiento del Mundo.

Los sa’angreal más poderosos que jamás se han creado son dos estatuas gigantescas, una que representa a un hombre, y la otra a una mujer. Se crearon durante la Guerra del Poder para usarlas juntas por un equipo formado por un varón y una mujer, algo habitual en aquel tiempo, como armas contra la Sombra, pero nunca llegaron a utilizarse antes de que se las escondiera. Se cree que cada una de ellas es más ponderosa por separado que cualquier otro sa’angreal conocido, y que usadas conjuntamente permiten que un hombre y una mujer encaucen suficiente Poder como para destruir el mundo más allá de toda reconstrucción. El sa’angreal femenino es la estatua de una mujer ataviada con ropajes ondeantes y que sostiene una esfera de cristal en una mano. Actualmente está enterrada en Tremalking. Su equivalente esculpido a semejanza de un hombre, también viste ropas ondeantes y sostiene en alto la esfera de cristal. La estatua masculina se encontró hace poco cerca de Cairhien y actualmente se la está desenterrando.

Estas dos estatuas también son inusuales por el hecho de estar asociadas a unas replicas idénticas en miniatura, las cuales se cree que funcionan exclusivamente como conexiones entre los encauzadores y los sa’angreal. Al parecer esta medida fue necesaria debido al tamaño colosal de los sa’angreal, a fin de que los encauzadores tuviesen acceso a ellos sin necesidad de trasladarse al lugar de su ubicación o, lo que sería más difícil aún, transportar las gigantescas estatuas.

Otro modo de acrecentar la capacidad de encauzar sin ayuda de objetos es el proceso de coligarse varios encauzadores. En la era actual, absorber y encauzar el flujo del Poder Único es habitualmente un acto individual, pero la coligación, una técnica corriente en la Era de Leyenda, permite que varios flujos se combinen, incrementando así la potencia y la precisión del flujo coligado. Un grupo coligado se denomina "círculo", aun en el caso de que sólo sean dos personas. La ventaja principal del círculo es su capacidad de centrar múltiples energías en un único foco. Resulta imposible enfocar dos o más flujos individuales en la misma tarea por muy diestros que sean los encauzadores; sin embargo, al coligarse, la persona que dirige el círculo puede enfocar y encauzar los flujos combinados con la misma precisión milimétrica que si estuviese dirigiendo un único flujo.

Estos flujos combinados manejan más Poder que cualquier miembro del círculo podría encauzar solo, y con mayor que varios flujos separados, pero el flujo coligado no es tan fuerte como si se sumasen cada una de las fuerzas individuales. En otras palabras, la coligación no combina flujos en un sentido aditivo. Dos mujeres coligadas pueden manejar más que cada una de ellas por separado, y con un control muy superior que con flujos múltiples —ya que se trata de un único flujo—, pero no pueden manejar tanto como la suma de ambas. Esto impide posibles dominaciones, por amplio que sea el círculo. Es la precisión lo que hace tan poderosos a los círculos. El impacto preciso de un cincel puede partir una piedra que resistiría infinidad de golpes de un martillo.

La coligación también tiene limitaciones basadas en el sexo debido a las diferencias inherentes del Saidin y el Saidar. Los hombres tiene una mayor fuerza en general con el Poder, pero las mujeres son esenciales para la coligación. Ellas pueden iniciar una coligación; los varones, no, aunque pueden formar parte del círculo e incluso dirigirlo en determinadas circunstancias.

Cualquier mujer que encauce puede aprender a coligarse, y si una no sabe cómo hacerlo, alguien que sepa la puede incluir en el círculo. Dirigir un círculo, sin embargo, depende tanto de la fuerza como de la destreza, que son cosas distintas. Cuanto mayor sea la combinación de fuerza y destreza, más grande será el círculo que la mujer, o el hombre, puede dirigir.

Que una persona cree la coligación no significa que haya de ser ella la que la dirija. El control se puede pasar voluntariamente, y en algunos casos de círculos formados por los dos sexos tiene que pasarse a fin de tejer los flujos.

El número de encauzadoras que pueden coligarse y formar un círculo sin que sea necesaria la presencia de un varón llega hasta trece. Si se incorpora un hombre a la coligación de trece mujeres, entonces pueden incluir en el círculo a otras trece mujeres más, es decir, un total de veintiséis mujeres y un hombre. Si son dos los varones, el círculo el círculo se incrementa a treinta y cuatro mujeres. El siguiente total sería de cuarenta y cinco, compuesto por tres hombres y cuarenta y dos mujeres; a continuación, llegarían a cincuenta y cuatro (cuatro hombres y cincuenta mujeres); seguidamente sesenta y tres (cinco hombres y cincuenta y ocho mujeres), y por último setenta y dos (seis hombres y sesenta y seis mujeres). Este último círculo de setenta y dos personas es la coligación máxima posible.

También pueden hacerse otras combinaciones en una coalición. El número de hombres en un círculo está limitado sólo por el hecho de que siempre tiene que haber al menos una mujer más que la suma de los varones, con las excepciones de la coligación de un hombre y una mujer o de dos hombres y una mujer (y, por supuesto, de dos hombres y dos mujeres). En consecuencia, tres varones necesitarán que haya al menos cuatro mujeres para formar un círculo; cuatro necesitarán a cinco, y así sucesivamente. También puede haber círculos menores de trece, ya estén formados sólo por mujeres o por mujeres y hombres.

La fuerza acumulativa de un círculo depende de su tamaño, de la fuerza de los individuos coligados, tanto si utilizan angreal o sa’angreal como si no, y del equilibrio entre los miembros masculinos y femeninos del círculo. Aunque los hombres son más Fuertes que las mujeres, los círculos de coligación más poderosos son aquellos que constan de un número casi igual de varones y féminas. Un círculo menor, con un equilibrio más próximo entre ambos sexos, puede ser más fuerte que otro mayor pero desequilibrado.

El círculo potencialmente más poderoso, dependiendo de la fuerza y las dotes de los coligados, sería el que constase de treinta y cinco varones y treinta y siete mujeres, al alcanzar así el mayor tamaño posible de setenta y dos miembros, a la vez que el equilibrio mayor posible entre ambos sexos.

En la mayoría de los casos el control de la coligación —acto al que se denomina dirigir, enfocar o guiar—, puede realizarlo un hombre o una mujer, pero en el caso de un círculo de setenta y dos, en el de sólo un hombre y una mujer, o en la mayoría de los círculos de hasta trece en los que haya más de un hombre, es un varón el que debe dirigirlo. Salvo estos casos, así como en otros círculos de trece o menos en los que el número de hombres presentes sea el porcentaje mínimo requerido, debe dirigirlos una mujer.

Ciertos fragmentos de manuscritos, largo tiempo olvidados, contienen sugestivas alusiones que apuntan la naturaleza y el uso de los círculos en la Era de Leyenda, pero por desgracia sólo son indicios. Según el propósito que se quería alcanzar con el círculo, se reclutaba a sus miembros dependiendo de su fuerza en los Cinco Poderes, mientras que el que lo dirigía era elegido por su mayor destreza. También parece que era mejor para determinadas tareas guardar uno u otro equilibrio entre los sexos, y lo mismo ocurría con el tamaño del círculo. Un círculo de setenta y dos podría ser la combinación mayor y más poderosa, pero no era siempre la mejor para alcanzar los resultados deseados. Algunas tareas se realizaban mejor mediante un círculo de un hombre y una mujer, a despecho de su limitada fuerza, mientras que otras se llevaban a cabo de manera más eficaz con un número mayor de miembros. Los detalles siguen perdidos en las ruinas de la Era de Leyenda, aunque es posible que exista información escondida en la biblioteca de la toree blanca.