—Como sabes —empezó Kitiara—, Soth fue un noble y leal Caballero de Solamnia. Pero también fue un hombre apasionado, carente de disciplina, y ésa fue la causa de su declive.
»Soth se enamoró de una bella doncella elfa, discípula del Príncipe de los Sacerdotes de Istar. Estaba entonces desposado, pero su mujer se desvaneció de sus pensamientos en cuanto contempló la hermosura de la muchacha. Rompiendo sus sagrados votos de esposo y caballero se abandonó por completo a su pasión para, valiéndose del engaño, seducir a su amada y traerla al alcázar de Dargaard con encendidas promesas de matrimonio. Su cónyuge desapareció en circunstancias siniestra.
». Si son ciertas las estrofas de la canción, la muchacha elfa permaneció fiel al caballero incluso después de descubrir su terrible felonía. Suplicó a la diosa Mishakal que concediera a su amado la oportunidad de redimirse y, al parecer, sus oraciones tuvieron respuesta. Se concedió al caballero Soth el poder de evitar el Cataclismo, aunque al hacerlo debía sacrificar su propia vida.
»Fortalecido por el tierno afecto de la muchacha que había subyugado, Soth partió hacia Istar con la intención de detener al Príncipe de los Sacerdotes y rehabilitar su maltrecho honor.
»Pero el caballero fue interceptado en el camino por unas mujeres elfas, todas ellas discípulas del mandatario de Istar que, sabedoras de su crimen, amenazaron con arruinarle. Para debilitar los efectos del amor de su hermana de raza lo convencieron de que le había sido infiel durante su ausencia.
»Las pasiones de Soth se adueñaron por completo de él, destruyendo su cordura. Presa de unos feroces celos regresó al alcázar de Dargaard e, irrumpiendo en el vestíbulo, acusó a la muchacha inocente de haberlo traicionado. En aquel momento se produjo el Cataclismo. La gran lámpara del techo se precipitó desde su suporte y consumió en incontrolables llamas tanto a la joven elfa como a su pequeño hijo. Antes de morir, la que fuera leal amante envolvió al caballero en una maldición por la que lo condenaba a una vida eterna y pavorosa. Soth y sus seguidores perecieron también en el incendio para renacer más tarde en la espectral forma que ahora presentan».
—Así que eso es lo que rememora —susurró Ariakas aguzando el oído.
Cántico de las elfas espectrales
Y en el clima de los sueños,
cuando la recuerdes, cuando se propague el universo onírico
y la luz parpadee,
cuando te acerques al confín del sol y la bondad…
Nosotras avivaremos tu memoria,
te haremos experimentar todo aquello de nuevo,
a través de la eterna negación de tu cuerpo.
Porque al principio fuiste oscuro en el seno vacuo de la luz
y te extendiste como una mancha, como una úlcera.
Porque fuiste el tiburón que en el agua remansada
comienza a moverse.
Porque fuiste la escamosa cabeza de una serpiente,
sintiendo para siempre el calor y la forma.
Porque fuiste la muerte inexplicable en la cuna,
la traición hecha hombre.
Y aún más terrible que todo esto fuiste,
pues atravesaste un callejón de visiones
incólume, inmutable.
Cuando aullaron las mujeres desgarrando el silencio,
partiendo la puerta del mundo
para dar paso franco a indecibles monstruos…
Cuando un niño abrió sus entrañas en parábolas de fuego,
en las fronteras
de dos reinos ardientes…
El mundo se dividió, deseoso de engullirte,
deseoso de entregarlo todo
para extraviarte en la noche.
Todo lo atravesaste incólume, inmutable,
pero ahora los ves
engarzados por nuestras palabras, en tu renacimiento
al pasar de la noche a la consciencia de tu existencia en la noche,
y sabes que el odio es la paz del filósofo,
que su castigo es imperecedero,
que te arrastra entre meteoros,
entre la transfixión del invierno,
entre rosas marchitas,
entre las aguas del tiburón,
entre la negra compresión de los océanos,
entre rocas, entre el magma…
hasta ti mismo, un absceso intangible
que reconoces como la nada,
la nada que volverá una y otra vez
bajo las mismas reglas.