1 DE ENERO DE 2012
STOWE, VERMONT
De madrugada, Paul estaba sentado con Allison junto a la chimenea de un chalet de montaña. Heather y Chris se habían retirado a su dormitorio tras celebrar la llegada del Año Nuevo, dejándolos a ellos dos tomando cerveza en silencio, aunque era un silencio cómodo.
Estaban sentados en el suelo. Allison miraba a Paul con una expresión inescrutable en su bonita cara.
—¿Te acuerdas de nuestra primera vez?
Él dio tal brinco que la cerveza casi le salió despedida de la boca.
—¿Qué? —preguntó tosiendo—. ¿Por qué me preguntas eso?
Ella apartó la vista, avergonzada.
—Sólo me preguntaba si en alguna ocasión pensabas en ello. Lo siento. No he debido sacar el tema.
Paul empezó a arrancar la etiqueta de la botella, mientras esperaba que el corazón le volviera a latir.
—¿Y tú piensas mucho en ello? ¿En nuestra primera vez? —Paul quería mucho a Ali y no deseaba que se sintiera mal. No quería que se sintiera avergonzada de lo que habían compartido. Él, desde luego, no lo estaba.
—Hum, ¿tú no?
—Te recuerdo que fuiste tú la que rompió la relación. ¿Adónde vas con estas preguntas?
—Me preguntaba si en alguna ocasión piensas en mí… de esa manera.
—Por supuesto. Pero ¿qué pretendes? ¿Torturarme? Tuve que esforzarme para dejar de pensar en ti de esa manera, porque si no… —Apartó la vista, incómodo.
—Lo siento. —Allison se abrazó las piernas y apoyó la cara en las rodillas.
Sus miradas se cruzaron a la luz del fuego. Parecía tan perdida, tan triste.
Paul volvió la cabeza y clavó la vista en las llamas.
—¿En qué piensas? —le preguntó él, pasados unos minutos.
—En tu olor. En tu voz cuando me susurras al oído. En cómo me mirabas cuando… —Ali sonrió con timidez—. Ya nunca me miras así. Lo comprendo. Fue culpa mía y tengo que apechugar con las consecuencias.
—Tal vez no. Las cosas pasan por algo. —Paul mantuvo la mirada fija en el fuego.
—Tal vez. Pero ojalá pudiera dar marcha atrás. Ojalá no hubiera sido tan idiota.
—La relación a distancia era muy dura. Nos pasábamos el día discutiendo.
—Eran discusiones absurdas.
—Sí, lo eran.
—Lo siento.
Paul se volvió hacia ella.
—Deja de disculparte, ¿vale? Hiciste lo que pensabas que tenías que hacer. Lo superé. Fin de la historia.
—Eso es lo que más me duele —susurró ella.
—¿El qué?
—Que lo hayas superado.
Sus miradas volvieron a encontrarse y a Paul le pareció que ella tenía lágrimas en los ojos.
Allison se los secó rápidamente.
—No me malinterpretes —siguió diciendo—. Guardo buenos recuerdos de aquella época. Recuerdos felices. Pero después de que rompiéramos y de que yo empezara a salir con otro, no podía dejar de pensar en ti.
—Saliste con un tipo llamado Dave, ¿no?
—Sí, trabajábamos juntos, pero ya no. Se mudó a Montpelier.
—No salisteis mucho tiempo.
Ella volvió a apoyar la cara en las rodillas.
—Era un tipo agradable, pero no tanto como tú.
—¿Te hizo daño? —preguntó Paul con cautela.
—No. Pero cuando nos acostábamos nunca me miraba. Siempre tenía los ojos cerrados. Yo no tenía la sensación de que estuviera realmente allí, conmigo. Me sentía como si fuera una chica que hubiera conocido esa noche, no su novia.
—Ali, yo…
Ella lo interrumpió:
—No podía evitar compararlo contigo. Por eso he sacado el tema de nuestra primera vez. Recuerdo tu insistencia en que nos conociéramos bien antes de acostarnos. Recuerdo la habitación de hotel que reservaste para la ocasión —dijo melancólica—. Siempre me hiciste sentir especial, incluso antes de que me dijeras que me querías.
—Eres especial.
Allison lo miró fijamente.
—¿Crees que podríamos retomar las cosas donde las dejamos?
—No.
Ella se encogió.
Paul le cogió la mano.
—Todavía siento algo por ti, pero no estoy listo para embarcarme en una relación. Además, aunque lo estuviera, no podríamos retomar las cosas como si no hubiera pasado nada. Somos personas distintas.
—No pareces tan distinto.
—Lo soy, confía en mí.
Allison le apretó la mano.
—Nunca he confiado en nadie como confío en ti. —Hizo una pausa—. Antes estaba celosa de esa Julia. De cómo pronunciabas su nombre. Porque era la manera en que solías pronunciar el mío. Pero sé que fui yo la que rompió la relación, así que no puedo quejarme de que te enamoraras de otra persona. No habría abierto la boca si las cosas hubieran salido bien entre vosotros. Pero no ha sido así.
Paul bebió un sorbo de cerveza y negó con la cabeza.
***
El 2 de enero, Paul se marchó para asistir a la convención anual de la Asociación de Idiomas Modernos que se celebraba en Seattle. Todas las entrevistas que había concertado tendrían lugar durante el encuentro.
Allison lo llevó en coche al aeropuerto de Burlington. Antes de que se bajara del coche, le dio un paquete.
—Son unas galletas de chocolate que te he preparado. Y puede que también haya un libro.
Él le dio las gracias con una sonrisa.
—¿Qué libro es?
—Sentido y sensibilidad.
Paul la miró extrañado.
—¿Por qué me regalas este libro?
—Pensé que era adecuado.
—Gracias. Supongo.
—De nada. Te echaré a faltar.
—Yo también. Ven aquí.
Le dio un cálido abrazo.
Ella se apartó un poco para darle un suave pero insistente beso en los labios. Se quedó sorprendida pero encantada al ver que él no sólo no se apartaba, sino que profundizaba su conexión.
—Pronto estaré de vuelta —dijo Paul, cuando finalmente dejaron de besarse.
Ella le dirigió una sonrisa esperanzada, saludándolo con la mano hasta que desapareció en la terminal.