TERCERA PARTE

LA LLEGADA DE LOS PSICOPOMPOS

—Los poetas hablan del amor —dijo Máquina, pasando la navaja barbera una y otra vez por el suavizador de cuero con un ritmo constante, hipnótico—, y eso está bien. El amor existe. Los políticos hablan del deber y eso también está bien. El deber existe. Eric Hoffer habla del postmodernismo, Hugh Hefner habla de sexo, Hunter Thompson habla de drogas y Jimmy Swaggart habla de Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Todas esas cosas existen y están muy bien. ¿Entiendes a qué me refiero, Jack?

—Sí, supongo que sí —dijo Jack Rangely. En realidad no lo sabía, no tenía la más remota idea, pero cuando Máquina estaba de aquel humor, solo un chiflado discutiría con él.

Máquina dirigió el filo de la navaja barbera hacia abajo y, de un golpe, segó en dos el suavizador. Un largo fragmento de este cayó al suelo de la sala de billares como una lengua cortada.

—Pero de lo que estoy hablando es de la muerte —añadió—. Porque, al final, lo único que cuenta es la muerte.

GEORGE STARK,

Camino de Babilonia