PRIMERA PARTE

COSAS DE LOCOS

Máquina tomó entre sus dedos largos y fuertes un clip y lo extendió lenta y cuidadosamente.

—Sujétale la cabeza, Jack —dijo al hombre situado detrás de Halstead—. Sujétala con fuerza, por favor.

Halstead comprendió lo que Máquina se proponía hacer y empezó a gritar mientras Jack Rangely apretaba sus manazas contra los costados de su cabeza, inmovilizándola. Los gritos resonaron con un eco en el almacén abandonado, cuyo inmenso espacio vacío actuó como un amplificador natural. Halstead parecía un cantante de ópera practicando en una noche de estreno.

—He vuelto —dijo Máquina. Halstead cerró los ojos con fuerza, pero no sirvió de nada. La pequeña varilla metálica atravesó sin esfuerzo el párpado izquierdo y pinchó el globo ocular, que emitió un leve sonido al reventar. Un fluido viscoso, gelatinoso, empezó a rezumar de él—. He vuelto de entre los muertos y no pareces nada contento de verme, ingrato hijo de puta.

GEORGE STARK,

Camino de Babilonia