Chico Momia

Con la piel hueca y vacía

y sin un gramo de grasa

el niño momia yacía

silencioso en su carcasa.

«Deje, doctor, sus prebendas

y diga por qué en un día

se volvió nuestra alegría

un amasijo de vendas».

El doctor dio su opinión:

«La desventura de su hijo

tiene por nombre —les dijo—

“maldición del faraón”.»