Diez dedos en pies y manos, y demás órganos sanos. Podía sentir y escuchar. Pero ¿normal? No, ni hablar. Éste engendro antinatura, este cáncer indecente, era la imagen viviente de toda su desventura.
Diez dedos en pies y manos,
y demás órganos sanos.
Podía sentir y escuchar.
Pero ¿normal? No, ni hablar.
Éste engendro antinatura,
este cáncer indecente,
era la imagen viviente
de toda su desventura.