Segunda Parte

¿A qué clase de lugar había ido a parar,

y entre qué clase de gente?

¿En qué especie de sombría aventura me había embarcado?

Empecé a frotarme los ojos y me pellizqué

para comprobar que estaba despierto.

Todo se me antojaba una horrible pesadilla,

y esperaba que despertaría de repente y me encontraría en casa,

mientras la aurora se filtraba lentamente por las ventanas,

tal como me había sentido una y otra vez por las mañanas

después de uno o dos días de trabajo excesivo.

Pero mi carne respondió a la prueba del pellizco,

y mis ojos no podían engañarse.

Estaba despierto en los Cárpatos.

Lo único que podía hacer ahora era tener paciencia

y esperar la llegada del amanecer.

Bram Stoker, Drácula, 1897