El comandante surgió por la trampilla como Lázaro de entre los muertos. Pese a sus ropas empapadas, caminaba a paso ligero. Se dirigió hacia Nodo 3, hacia Susan. Hacia su futuro.
La planta de Criptografía volvía a estar bañada por la luz. El freón fluía hacia Transltr como sangre oxigenada. Strathmore sabía que el refrigerante tardaría unos cuantos minutos en llegar al fondo de la vasija, pero finalmente lo haría e impediría que los procesadores inferiores se quemaran; estaba seguro de haber intervenido a tiempo. Exhaló un suspiro de victoria, sin sospechar la verdad: ya era demasiado tarde.
Soy un superviviente, pensó. Ignorando el hueco abierto en la pared de Nodo 3, se encaminó hacia las puertas electrónicas. Se abrieron con un siseo. Entró.
Susan estaba de pie ante él, húmeda y con el pelo revuelto, envuelta en su chaqueta. Parecía una alumna novata sorprendida por la lluvia. El se sentía como el alumno veterano que le había prestado su jersey de la universidad. Por primera vez en años se sintió joven. Su sueño se estaba convirtiendo en realidad.
Pero cuando Strathmore se acercó experimentó la sensación de estar mirando a los ojos de una mujer que no reconocía. La mirada de Susan era glacial. La ternura había desaparecido. La criptógrafa estaba rígida, como una estatua. El único movimiento perceptible era el de las lágrimas que se agolpaban en sus ojos.
—¿Susan?
Una lágrima solitaria se deslizó por su mejilla temblorosa.
—¿Qué pasa? —preguntó el comandante en tono suplicante.
El charco de sangre que había debajo del cadáver de Hale se había extendido sobre la alfombra como una mancha de aceite. Strathmore dirigió una mirada inquieta al cuerpo y después volvió a mirar a Susan. ¿Es posible que lo sepa? No. Strathmore sabía que había eliminado todas las pistas.
—Susan —dijo, y avanzó un paso—. ¿Qué sucede?
Ella no se movió.
—¿Estás preocupada por David?
Percibió un levísimo temblor en el labio superior.
Strathmore se acercó más. Iba a tocarla, pero vaciló. Al parecer, oír el nombre de David había abierto el grifo del dolor. Al principio, con lentitud, un temblor. Después dio la impresión de que una oleada de desdicha recorría sus venas. Sin apenas poder controlar sus labios temblorosos, Susan abrió la boca para hablar. No se oyó ningún sonido.
Sin apartar su mirada glacial del comandante Strathmore, sacó la mano del bolsillo de la chaqueta. Sostenía un objeto. Se lo ofreció temblorosa.
Él casi había esperado ver la Beretta apuntada a su estómago. Pero la pistola seguía en el suelo, en la mano de Hale. El objeto que Susan sostenía era más pequeño. Strathmore lo miró, y un instante después comprendió.
Al contemplar Strathmore el objeto, la realidad irrumpió de forma inexorable y el tiempo se enlenteció. Pudo oír los latidos de su corazón. El hombre que había triunfado sobre gigantes durante tantos años había sido vencido en un instante. Asesinado por el amor, por su propia estupidez. Por simple caballerosidad, había dado a Susan su chaqueta. Y junto con ella le había entregado su buscapersonas SkyPager.
Ahora que Strathmore se había quedado de piedra, la mano de Susan empezó a temblar. El buscapersonas cayó a los pies de Hale. Con una mirada de estupefacción e indignación que Strathmore nunca olvidaría, Susan Fletcher salió corriendo de Nodo 3.
El comandante la dejó marcharse. Se agachó muy despacio y recuperó el SkyPager. No había mensajes nuevos. Susan los había leído todos. Strathmore leyó, desesperado, la lista.
ASUNTO: ENSEI TANKADO, ELIMINADO
ASUNTO: PIERRE CLOUCHARDE, ELIMINADO
ASUNTO: HANS HUBER, ELIMINADO
ASUNTO: ROCÍO EVA GRANADA, ELIMINADA
La lista seguía. Strathmore sintió una oleada de horror. ¡Puedo explicarlo! ¡Ella lo entenderá! ¡Honor! ¡Patria! Pero había un mensaje que él aún no había visto, un mensaje que nunca podría explicar. Temblando, se desplazó por la pantalla hasta el mensaje final.
ASUNTO: DAVID BECKER, ELIMINADO
Strathmore inclinó la cabeza. Su sueño había terminado.