CANTO XI

PASO DE LA RIBA DE PEDRUSCOS

Anastasio II. Virgilio explica la disposición del Infierno.

Y por la extremidad de una alta riba

circular, de pedruscos quebrantados,

3fuimos a dar en más cruel estiba;

y allí, por los vapores redoblados

del hedor del abismo, tras tremenda

6losa un poco estuvimos refugiados;

en ella pude ver esta leyenda:

«Guardo al papa Anastasio, al que Fotino

9hizo apartarse de la buena senda».[86]

«Para que al triste olor un paulatino

hábito vaya haciendo que olvidemos,

12bueno es bajar despacio este camino.»

Así el maestro; y dije: «Compensemos

como te plazca el tiempo, y que no sea

15perdido»; y él: «Pensaba en qué hablaremos.

Hijo, este roto pedregal rodea

tres círculos que están escalonados:

18por los que has visto ya, te haces idea.

Todos llenos están de condenados,

mas para que después baste tu vista,

21sabe cómo y por qué son obligados.[87]

Toda maldad, que el odio se conquista

del cielo, está a la injuria encaminada:

24con fuerza o fraude a los demás contrista.

Mas siendo el fraude cosa más odiada

por Dios, por eso están los fraudulentos

27más abajo, con pena redoblada.

El círculo primero es de violentos;

mas como a tres violencia puede hacerse,

30tres recintos sostiene sus cimientos.

Dios, uno mismo, u otro, puede verse

forzado, ya en sí mismo, ya en sus cosas,

33como, en buena razón, puede exponerse.

Muerte violenta, heridas dolorosas,

al prójimo se causan; destrucciones

36e incendios, y rapiñas muy dañosas;

y por ello a homicidas y ladrones,

y a incendiarios de bienes atormenta

39el recinto primero, y a sayones.

Puede el hombre poner mano violenta

en sus bienes o en sí, y en el segundo

42recinto es justo, pues, que se arrepienta

todo el que se privó de vuestro mundo,

jugóse o disipó su propiedad

45o lloró donde ser debió jocundo.

También puede hacer fuerza a la deidad,

negándola en su pecho o blasfemando

48o burlando a natura y su bondad:

el recinto menor va señalando

a Cahors[88] con su signo, y a Sodoma,

51 y a los que hablan a Dios menospreciando.

Se puede el fraude usar —que donde asoma

muerde a toda conciencia— en el que fía

54y en quien fiducia que embolsar no toma.

Que destruye este modo se diría

el vínculo de amor que ata natura;

57y el círculo segundo a hipocresía

aloja, y al que adula y al que augura,

simoníacos, rufianes y tramposos,

60rapiña y falsedad, y tal basura.

Hace el otro olvidar los amorosos

vínculos de natura, y al que, junto

63con ellos, crea lazos amistosos;

y al círculo menor, donde está el punto

del universo, y es de Dite sede,

66va todo el que traiciona a ser consunto».

Y yo: «Maestro, con rigor procede

tu razón, y del pueblo que este foso

69encierra, claramente hablarme puede.

Mas dime: aquellos del paular fangoso,

los que el viento se lleva, los que enoja

72la lluvia y chocan con hablar furioso,

¿por qué no están aquí, en la ciudad roja,

castigados, si a Dios causaron ira?,

75¿y si no, por qué sufren tal congoja?».

Me respondió: «¿Por qué tanto delira

tu ingenio, de este modo desusado?

78¿O es que tu mente hacia otra parte mira?

¿Las palabras quizás has olvidado

con que tu misma Ética[89] tratara

81los tres genios que el cielo ha rechazado:

malicia, incontinencia, y aun la ignara

bestialidad? ¿Y cómo incontinencia,

84que odia Dios menos, menos mal depara?

Si miras con cuidado esta sentencia

y quiénes son preguntas a tu mente

87los que allá arriba sufren penitencia,

verás por qué de esta malvada gente

son apartados, y algo más templada

90la divina justicia allí se siente».

«Oh sol que sanas la visión turbada

de tal modo contentas respondiendo

93que, tanto cual saber, dudar me agrada.

Un poco más atrás vete volviendo:

donde has dicho que usura a Dios ofende,

96—le dije—, y esta duda ve absolviendo.»

«Filosofía —dijo—, a quien la entiende,

advierte, y no tan sólo en una parte,

99cómo natura en su discurso atiende

al divino intelecto y a su arte;

y tras no muchas hojas repasar

102de tu Física[90], cuenta habrás de darte

de que vuestro arte estriba en imitar

a aquél, como al maestro su dicente,

105y por nieto de Dios puede pasar.

Con los dos, si ahora pones en tu mente,

desde el principio, el Génesis, conviene

108regir su vida y progresar la gente;

y porque el usurero otro arte tiene,

a natura y al arte que asesora

111desprecia y en estima no las tiene.

Pero quiero avanzar, sígueme ahora;

que ya en el horizonte a Piscis veo

114y el Carro sobre el Coro está a esta hora,[91]

y allí acaba la riba, según creo.»