CANTO XXIX

CIELO IX: COROS ANGÉLICOS

Creación de las inteligencias. Los ángeles rebeldes. Facultades humanas y angélicas. Contra los falsos predicadores.

Del punto en que los hijos de Latona,

debajo del Carnero y de la Libra,

3hacen del horizonte juntos zona,

y entonces el cénit los equilibra,

hasta que de aquel cinto que han ceñido

6el cambio de hemisferio a ambos los libra;[430]

tanto tiempo, con rostro complacido,

calló Beatriz, sin pestañear mirando

9hacia el punto que habíame vencido.

Luego empezó: «Yo digo, y no demando

lo que quieres oír, porque lo he visto

12do apunta todo donde y todo cuando.[431]

No por ser de algún bien nuevo provisto,

que absurdo es, mas porque su esplendor

15resplandeciese al pronunciar “Subsisto”,

solo en su eternidad y a su sabor,

sin tiempo, y como él sólo comprendía,

18se abrió en nuevos amores el Amor.[432]

Inerte en el principio no yacía;

pues que Dios estas aguas recorriera

21con antes ni después no procedía.

Sin un fallo en su ser, salieron fuera

forma y materia pura juntamente,

24cual flechas que tricorde arco[433] expeliera.

Y como en ámbar o en cristal luciente

esplende el rayo, y no hay de su venida

27a su ser intervalo que se cuente,

así al triforme efecto dio salida

su señor, e irradió pleno y unido,

30sin que fuese exordiada su partida.[434]

Fue el orden concreado y construido

con las sustancias; y ellas fueron cima

33de aquel mundo en el que acto puro han sido,[435]

pura potencia a lo inferior anima;

potencia y acto en medio, en lazo estrecho

36atados, porque nunca se dirima.[436]

Jerónimo escribió que largo trecho

de centurias los ángeles creados

39fueron antes que el mundo fuese hecho;

mas lo cierto está escrito en muchos lados,

si bien miras, según declaró el Santo

42Espíritu en escritos inspirados;

y aun la misma razón lo alcanza un tanto,

pues no puede admitir que los motores

45sin perfección se hallasen entretanto.[437]

Sabe, pues, dónde y cuándo estos amores,

y cómo, se crearon; y apagando

48irás de tu deseo tres ardores.

Al veinte no podrás llegar contando

tan pronto, como de ellos una parte

51los elementos se encontró turbando.[438]

La otra quedóse, y comenzó este arte

que disciernes, con tanta complacencia

54que en sus giros se encuentra y nunca parte.

Ocasión de caer fue la demencia

soberbia del que viste a los molestos

57pesos del mundo hacer de confluencia.[439]

Los que estás viendo fueron más modestos

al darle gracias a la gran bondad

60que a tan alto entender los hizo prestos;

y a su vista infundió tal acuidad

su mérito, y la gracia de concierto,

63que tienen firme y plena voluntad.

Mas no quiero que dudes: ten por cierto

que recibir la gracia es meritorio

66según el propio afecto le es abierto.

Ya en torno puedes de este consistorio

contemplar claramente, si se enciende

69en ti mi explicación, sin adjutorio.

Mas porque en vuestras aulas se pretende

y se lee que la angélica natura

72es tal que quiere, recuerda y entiende,[440]

más te diré, para que veas pura

la verdad allá abajo involucrada,

75que equivoca al hacer dicha lectura.

Cada sustancia, cuando fue alegrada

por el rostro de Dios, dejar no quiso

78de mirar a quien no se oculta nada:

así es que su mirar no es interciso

por nuevo objeto, y no será adecuado

81rememorar por concepto diviso;[441]

y abajo, sin dormir, mucho han soñado

creyendo o no decir lo verdadero,

84y en esto hay más vergüenza y más pecado.

Allá abajo no vais por un sendero

filosofando, ¡tanto allí os transporta

87el razonar de la apariencia huero!

Y aun ello en esta altura se soporta

con un desdén menor que si es pospuesta

90la Escritura, o su letra mal se aporta.

No allá se piensa cuánta sangre cuesta

sembrarla por el mundo, y cuánto place

93quien a leer con humildad se apresta.

Cada cual por brillar se ingenia y hace

sus inventos, que se andan predicando

96mientras callado el Evangelio yace.

Que retrechó la luna andan contando

en la pasión de Cristo y colocóse

99contra el sol, sus fulgores eclipsando;

y mienten, que la luz por sí escondióse;

que a los indios también, y a los hispanos,

102igual que a los judíos, ocultóse.[442]

Tantos Lapos y Bindos[443] no hay toscanos

cuantas se inventan fábulas por año,

105que gritan tantos pergaminos vanos;

y es para las ovejas un engaño,

pues tornan de pastar hartas de viento,

108y no es excusa no haber visto el daño.

No dijo Cristo a su primer convento:

“Andad a predicarle al mundo chanzas”,

111pues les dio la verdad por fundamento.

Y tanto ésta sonó en sus enseñanzas

que el Evangelio, porque la fe ardiera,

114les proveyó de escudos y de lanzas.

Mas hoy se usan el chiste y la friolera

al predicar: con tal de que se ría,

117se hincha el capucho[444], y nada más se espera.

Pero en su punta tal pájaro pía

que si el vulgo lo viese, adivinara

120en qué perdón, oyéndole, confía;

y tanto aumenta allá la gente ignara

que, sin que un testimonio haga de prueba,

123hacia cualquier promesa se dispara.

De San Antonio al puerco así se ceba,

y a otros que son más puercos y glotones,

126cuya moneda el buen cuño no lleva.

Mas porque basten ya las digresiones,

vuelve los ojos a la recta estrada

129y acortemos el tiempo y las razones.

Tan alto esta natura está engradada

en número, que no fue por locuela

132ni concepto mortal nunca contada;

y si miras aquello que revela

Daniel, advertirás que en sus millares

135determinado número se cela.[445]

La prima luz, que llueve luz a mares,

de tantos modos ésta en sí recibe

138cuantos ella empareja luminares.[446]

De donde, igual que al acto que concibe

sigue el afecto, cambia la terneza

141de amar, según lo entibie o reavive.

Ve, pues, la excelsitud y la largueza

del eterno valor, que en tal manera

144entre tantos espejos se despieza,

uno quedando en sí, como antes era».[447]