La tarde fluyó bajo el signo de un llanto general. Comenzó a causa del elixir de belleza. El elixir, y más concretamente la crema, llamada feenglanc, y en la Antigua Lengua glamarye, usada con propiedad era capaz de acrecentar la belleza de forma asombrosa. Las señoras hospedadas en el castillo apremiaron a Triss Merigold y ésta preparó una gran cantidad de glamarye, después de lo cual las señoras se aprestaron al uso de los cosméticos. De las puertas cerradas de una habitación salían los sollozos de Cirilla, Mona, Eithne y Lola, a las que se había prohibido usar el glamarye; el honor de usarlo recaería solamente en la dríada mayor, Morenn. La que más gritaba era Lola.
Un piso más abajo gritaba Lily, la hija de Dainty Biberveldt, porque resultaba que el glamarye, como la mayor parte de los hechizos, no hacía efecto sobre los medianos. En el jardín, entre las endrinas, lloriqueaba la médium de género femenino, que no había sabido que el glamarye produce una sobriedad repentina y los fenómenos que la acompañan; entre otros, una profunda melancolía.
En el ala occidental del castillo gritaba Anica, la hija del alcalde Caldemeyn, que no había sabido que el glamarye hay que ponérselo bajo los ojos, comió su parte y le entró cagalera. Ciri aceptó su porción de glamarye y frotó con ella a Kelpa.
Lloraron también las sacerdotisas Iola y Eurneid, puesto que Yennefer decididamente rechazó ponerse el vestido de boda blanco que habían cosido. No ayudó la intervención de Nenneke. Yennefer maldijo, lanzó aparatos y hechizos, repitiendo que de blanco tenía el aspecto de una puta virgen. Nenneke, nerviosa, comenzó también a gritar, acusando a la hechicera de comportarse peor que tres putas vírgenes a la vez. En respuesta, Yennefer hizo aparecer un rayo globular y destrozó el tejado de la torre de la esquina, lo que al fin y al cabo tuvo su lado bueno: el estruendo fue tan terrible que a la hija de Caldemeyn le dio un shock y se le pasó la cagalera.
De nuevo se vio a Triss Merigold y al brujo Eskel de Kaer Morhen, tiernamente abrazados, perderse a hurtadillas en el cenador del parque. Esta vez no hubo dudas de que eran ellos en persona, puesto que el doppler Tellico bebía cerveza en compañía de Jaskier, Dainty Biberveldt y el dragón Villentretenmerth.
Pese a los denodados esfuerzos realizados, no se encontró al gnomo que decía llamarse Schuttenbach.