Capítulo 25

Gally retrocedió y abrió del todo la puerta.

—Entrad.

Thomas sintió una oleada de culpabilidad al ver los efectos de lo que le había hecho. No tenía ni idea de cómo actuar o qué decir, por lo que sólo le saludó con la cabeza y se obligó a entrar en el apartamento.

Era una habitación oscura pero ordenada, sin muebles, y olía a beicon. Habían cubierto el único ventanal con una manta amarilla, lo que otorgaba a la estancia un toque fantasmagórico.

—Sentaos —dijo Gally.

En lo único que podía pensar Thomas era en cómo el Brazo Derecho había averiguado que estaban en Denver y en qué querían, pero el instinto le dijo que tendría que jugar según sus normas antes de obtener respuestas. Él y sus amigos se sentaron en el suelo uno al lado del otro, de cara a Gally, como si fuera un juez. Su rostro tenía un aspecto horrible bajo aquella luz tenue y su ojo derecho hinchado estaba inyectado en sangre.

—Ya conoces a Minho —dijo Thomas, incómodo, y ambos se saludaron con un movimiento breve de la cabeza—. Estos son Brenda y Jorge. Son de CRUEL, pero…

—Ya sé quiénes son —le interrumpió Gally. No sonó enfadado, tan sólo algo apático—. Esos fucos en CRUEL me devolvieron mi pasado. Sin que yo lo pidiera, debo añadir —clavó la vista en Minho—. Eh, tú fuiste muy amable conmigo en nuestra última Reunión. Gracias —el sarcasmo era evidente.

Thomas se encogió ante el recuerdo de Minho tirando a Gally al suelo para amenazarlo. Ya se le había olvidado por completo.

—Tuve un mal día —respondió Minho con una expresión que hacía imposible saber si lo decía en serio o con el más mínimo arrepentimiento.

—Sí, bueno —repuso Gally—. Olvidemos el pasado, ¿vale? —su risita dejó bien claro que no pretendía hacerlo.

Puede que Minho no se arrepintiera, pero Thomas sí.

—Siento lo que te hice, Gally —mantuvo los ojos fijos en los del chico mientras se disculpaba. Quería que Gally le creyera, que supiera que entendía que CRUEL era el enemigo de ambos.

—¿Que lo sientes? Maté a Chuck. Está muerto. Por mi culpa.

Al oírle decir aquellas palabras, Thomas no sintió alivio, sino tristeza.

—No fue culpa tuya —terció Brenda en un tono tranquilizador.

—Eso es un montón de clonc —replicó Gally con frialdad—. Si hubiera tenido agallas, podría haber impedido que me controlaran. Pero se lo permití porque pensé que iba a matar a Thomas, no a Chuck. Ni en un millón de años habría matado a ese pobre niño.

—Qué generoso por tu parte —dijo Minho.

—¿Así que me querías muerto? —preguntó Thomas, sorprendido por la honestidad del chico.

Gally resopló.

—No te me pongas a lloriquear: te odiaba más que a nadie en toda mi vida. Pero lo que sucedió en el pasado ya no importa. Tenemos que hablar del futuro, del fin del mundo.

—Espera un segundo, muchacho —intervino Jorge—. Primero vas a contarnos lo que pasó desde que te echaron de CRUEL hasta este mismo instante.

—Quiero saber cómo averiguaste que veníamos a esta ciudad —añadió Minho—. Y cuándo. ¿Y quién es ese tío extraño que nos entregó el mensaje?

Gally volvió a soltar una risita, gesto que volvió su rostro aún más aterrador.

—Supongo que no os fiáis mucho de los que han estado en contacto con CRUEL, ¿no?

—Tienen razón —repuso Thomas—, debes contarnos qué pasa. Sobre todo si quieres nuestra ayuda.

—¿Vuestra ayuda? —preguntó Gally—. Yo no lo diría así. Pero estoy seguro de que tenemos el mismo objetivo.

—Escucha —dijo Thomas—, necesitamos un motivo para confiar en ti. Habla.

Tras una larga pausa, Gally empezó:

—El tío que os ha dado la nota se llama Richard. Es miembro de un grupo denominado Brazo Derecho. Tienen gente en todas las ciudades que quedan en este planeta de mierda. Su misión es acabar con nuestros viejos amigos para usar el dinero y la influencia de CRUEL para cosas que realmente importan, pero no tienen los recursos para desestabilizar una organización tan grande y poderosa. Quieren actuar, pero les falta información.

—Hemos oído hablar de ellos —afirmó Brenda—. Pero ¿qué tienes que ver tú en todo esto?

—Tienen un par de espías en el complejo principal de CRUEL y dieron conmigo; me explicaron que si fingía volverme loco, me echarían. Habría hecho cualquier cosa por salir de allí. Total, que el Brazo Derecho quería una persona que estuviera dentro y conociese las funciones del edificio, los sistemas de seguridad, ese tipo de clonc. Así que atacaron al coche que me escoltaba y se me llevaron. Me trajeron aquí. En cuanto a cómo sabía que habíais llegado, nos llegó un mensaje anónimo por la Netblock. Supuse que lo habíais enviado vosotros.

Thomas miró a Brenda en busca de una explicación, pero la chica se limitó a encoger los hombros.

—Es decir, que no fuisteis vosotros —dijo Gally—. Entonces quizá fue alguien del cuartel general, alguien que envió un aviso para convocar cazarrecompensas o lo que sea. La cuestión es que, en cuanto lo supimos, pirateamos el sistema del aeropuerto para ver dónde había aparecido un iceberg.

—¿Y nos has traído aquí para hablar sobre cómo desmontar CRUEL? —preguntó Thomas. Incluso la más remota posibilidad de conseguirlo le llenaba de esperanza.

Gally asintió lenta y deliberadamente antes de hablar.

—Lo dices como si fuera muy fácil. Pero sí, eso es en esencia. Aunque tenemos dos problemones entre manos.

Saltaba a la vista que Brenda sentía impaciencia.

—¿Qué? Suéltalo ya.

—Cierra el pico, chica.

—¿Cuáles son esos problemas? —insistió Thomas.

Gally le lanzó a Brenda una mirada asesina y volvió a centrarse en Thomas.

—Antes que nada, se ha difundido la noticia de que el Destello está proliferando en esta fuca ciudad y que existe todo tipo de corrupción para ocultarlo porque los que están enfermos son unos peces gordos del gobierno. Ocultan el virus con el Éxtasis, que ralentiza el Destello para que la gente que lo tenga pueda convivir con el resto, pero el virus sigue propagándose. Y me imagino que sucede lo mismo en todo el mundo. No hay manera de quitar esa bestia de en medio.

Thomas sintió miedo. La idea de un mundo arrollado por hordas de raros era aterradora; no podía imaginarse lo espantosa que podía llegar a ser semejante situación. Ser inmune no valdría de nada cuando aquello ocurriera.

—¿Cuál es el otro problema? —preguntó Minho—. Como si ese no fuera lo bastante malo.

—La gente como nosotros.

—¿La gente como nosotros? —repitió Brenda, con una mirada de confusión en su rostro—. ¿Te refieres a los inmunes?

—Sí —Gally se inclinó hacia delante—. Están desapareciendo. Los secuestran o huyen, se desvanecen en el aire, nadie lo sabe. Un pajarito me ha dicho que los están reuniendo para venderlos a CRUEL y que así puedan continuar las Pruebas. Empezar de nuevo si fuera necesario. Sea cierto o no, la población inmune de esta ciudad y de otras se ha reducido a la mitad en los últimos seis meses, y la mayoría está desapareciendo sin dejar rastro. Eso está causando muchos dolores de cabeza. La ciudad los necesita más de lo que la gente se da cuenta.

La ansiedad de Thomas aumentó.

—¿No odia casi todo el mundo a los munes? ¿No es así como nos llaman? A lo mejor los han matado o algo así —no soportaba la otra posibilidad que se le había ocurrido: que CRUEL estuviera secuestrándolos y haciéndoles pasar por lo mismo que ellos habían vivido.

—Lo dudo —dijo Gally—. Mi pajarito es una fuente de confianza y esto apesta a CRUEL. Esos problemas no combinan muy bien. El Destello está por toda la ciudad aunque el gobierno afirme lo contrario. Y los inmunes están desapareciendo. Sea lo que sea lo que pasa, al final no va a quedar nadie en Denver. Quién sabe en otras ciudades.

—¿Y qué tiene que ver esto con nosotros? —replicó Jorge.

Gally parecía sorprendido.

—¿Qué, no te importa que la civilización se extinga? Las ciudades se desmoronan. Pronto el mundo estará lleno de psicópatas que quieren tomarte de cena.

—¡Por supuesto que nos importa! —exclamó Thomas—. Pero ¿qué quieres que hagamos nosotros?

—Eh, lo único que sé es que CRUEL tiene una sola directriz: encontrar una cura. Y es bastante obvio que no lo van a conseguir nunca. Si tuviéramos su dinero, sus recursos, podríamos usarlos para ayudar de verdad, para proteger a los sanos. Creí que os gustaría eso.

A Thomas le gustaba, desde luego. Con desesperación.

Gally se encogió de hombros cuando vio que nadie respondía.

—No tenemos mucho que perder. Podríamos intentar hacer algo.

—Gally —dijo Thomas—, ¿sabes algo de Teresa y el grupo de gente que también escapó hoy?

Gally asintió.

—Sí, también los encontramos y les dimos el mismo mensaje que os estoy comunicando a vosotros. ¿Quién crees que era mi pajarito?

—Teresa —susurró Thomas.

Un destello de esperanza brotó en su interior. La chica debió de recordar todo lo de CRUEL cuando le quitaron el Golpe. ¿Acaso la operación le había hecho cambiar de idea? ¿Su insistencia en que CRUEL era buena formaba ya parte del pasado?

—Exacto. Me dijo que no podía aceptar que volvieran a comenzar el programa. También dijo que esperaba encontrarte. Pero hay una cosa más.

Thomas gruñó.

—Eso no suena tan bien.

Gally se encogió de hombros.

—Ahora mismo todo suena mal. Uno de los nuestros que os estaba buscando oyó un extraño rumor. Dijo que tenía algo que ver con toda la gente que había huido del cuartel general de CRUEL. No estoy seguro de si os pueden seguir o no la pista, pero parece bastante probable que hayan supuesto que veníais a Denver.

—¿Por qué? —inquirió Thomas—. ¿Cuál es el rumor?

—Hay una gran recompensa por un tío llamado Hans que antes trabajaba para ellos y que ahora vive aquí. CRUEL cree que vinisteis a buscarlo y lo quieren muerto.