Brenda sonrió y se acercó a Thomas, luego se tropezó con algo y dio un traspié. Se aferró a la cama con la mano derecha, pero cayó de tal manera que la jeringuilla se clavó en el antebrazo del guardia que agarraba la muñeca del chico. Al instante, presionó la cánula con el pulgar, que soltó un rápido y fuerte silbido, antes de que el hombre se apartara.
—¿Qué demonios…? —gritó el guardia, pero ya tenía los ojos vidriosos.
Thomas reaccionó al instante. Ahora que se había librado de aquellos puños de hierro, se incorporó en la cama y balanceó las piernas en arco hacia la guardia, que había vuelto en sí tras unos segundos de quedarse estupefacta. Un pie le dio a su lanzagranadas y el otro a su hombro. Soltó un alarido al que lo siguió un crujido cuando su cabeza golpeó el suelo.
Thomas cogió el lanzagranadas antes de que se alejara de su alcance y apuntó a la mujer, que se sujetaba la cabeza con las manos. Brenda había rodeado la cama corriendo para coger el arma del hombre y la apuntaba en dirección al cuerpo inerte.
Thomas respiraba con dificultad y su pecho subía y bajaba mientras la adrenalina bombeaba por su cuerpo. No se había sentido tan bien en semanas.
—Sabía que tú…
Antes de que pudiera terminar, Brenda disparó el lanzagranadas.
Un sonido agudo atravesó el aire y aumentó de volumen durante una fracción de segundo antes de que la pistola descargara y diera un culatazo, que hizo que Brenda saliera disparada hacia atrás. Salió una de las brillantes granadas, le dio a la mujer en el pecho y explotó, enviando curvilíneos hilos de luz por todo su cuerpo. Comenzó a retorcerse sin control.
Thomas se quedó mirando, atónito, lo que le había hecho el lanzagranadas a una persona y sorprendido de que Brenda lo hubiera disparado sin vacilación. Si hubiera necesitado más pruebas de que la chica no estaba comprometida con CRUEL, acababa de comprobarlo. La contempló.
Ella le devolvió la mirada con una leve sonrisa.
—Llevaba mucho tiempo queriendo hacer algo parecido. Menos mal que he convencido a Janson de que me encargara a mí tu procedimiento —se agachó, cogió la tarjeta del hombre inconsciente y se la metió en el bolsillo—. Esto nos permitirá entrar en cualquier sitio.
Thomas tuvo que resistirse a la ganas de darle un abrazo.
—Vamos —dijo—, tenemos que ir a por Newt y Minho. Y luego a por los demás.
Doblaron un par de esquinas corriendo por los pasillos, con Brenda a la cabeza. Thomas se acordó de cuando la chica le guio por los túneles subterráneos de la Quemadura. Le metió prisa, puesto que sabía que había más guardias que podían aparecer en cualquier momento.
Llegaron a una puerta y Brenda pasó la tarjeta para abrirla. Sonó un breve silbido y el bloque de metal se deslizó. Thomas irrumpió en la sala con Brenda pegada a sus talones.
El Hombre Rata estaba sentado en una silla, pero se levantó de un salto y su expresión enseguida se convirtió en una mueca de horror.
—¿Qué diablos estáis haciendo?
Para entonces, Brenda ya había disparado dos granadas a los guardias, un hombre y una mujer que cayeron al suelo, convulsionándose en una nube de humo y rayos diminutos. Newt y Minho se enfrentaron al tercer guardia; Minho le arrebató el arma.
Thomas apuntó a Janson con el lanzagranadas y puso el dedo en el gatillo.
—Dame tu tarjeta y tírate al suelo, con las manos en la cabeza —ordenó con voz firme, pese a que el corazón le latía a toda velocidad.
—Esto es una locura —murmuró Janson, aunque le dio la tarjeta. Hablaba con calma y parecía extremadamente tranquilo a pesar de las circunstancias—. No tenéis ninguna posibilidad de salir de este complejo. Hay más guardias en camino.
Thomas sabía que no tenían muchas posibilidades, pero era lo único que les quedaba.
—Después de lo que hemos pasado, esto no es nada —sonrió al darse cuenta de que era cierto—. Gracias por el entrenamiento. Bueno, di una palabra más y experimentarás… ¿Cómo dijiste? ¿«Los cinco peores minutos de tu vida»?
—¿Cómo puedes…?
Thomas apretó el gatillo. El sonido agudo inundó la habitación, seguido del lanzamiento de la granada. Le dio al hombre en el pecho y explotó en un brillante despliegue de electricidad. Gritó al caer al suelo entre espasmos; el humo le salió del pelo y de la ropa. La sala se llenó de un terrible olor, un hedor que a Thomas le recordó cuando a Minho le alcanzó un rayo en la Quemadura.
—Eso no puede sentar bien —dijo a sus amigos. Sonaba tan tranquilo a sus propios oídos que se inquietó. Mientras contemplaba el daño que habían hecho, casi se sintió avergonzado por no sentirse culpable. Casi.
—Se supone que no le matará —dijo Brenda.
—Qué lástima —respondió Minho, que se levantó después de atar al guardia ileso con su cinturón—. El mundo estaría mejor sin él.
Thomas volvió su atención al hombre que se retorcía a sus pies.
—Nos vamos ya.
—Brindaré por eso —dijo Newt.
—Me has leído el pensamiento —añadió Minho.
Todos se volvieron hacia Brenda. Ella levantó el lanzagranadas en sus brazos y asintió. Parecía preparada para luchar.
—Odio a esta gente tanto como vosotros —afirmó—. Estoy de vuestra parte.
Por segunda vez en los últimos días, a Thomas le inundó aquella extraña sensación de felicidad. Brenda había vuelto. Miró a Janson. El chisporroteo eléctrico empezaba a apagarse; los ojos del hombre estaban cerrados y gradualmente dejó de moverse, pero seguía respirando.
—No sé cuánto tiempo dura una explosión de esto —dijo Brenda— y se va a despertar muy enfadado. Será mejor que nos marchemos de aquí.
—¿Cuál es el plan? —preguntó Newt.
Thomas no tenía ni idea.
—Lo decidiremos sobre la marcha.
—Jorge es piloto —observó Brenda—. Si conseguimos llegar de algún modo al hangar, a su iceberg…
Antes de que nadie pudiera responder, unos gritos y pasos sonaron por el pasillo.
—Ya vienen —dijo Thomas. La realidad de la situación en que se encontraban volvió a golpearle con fuerza: no iban a poder salir sin más del edificio. A saber cuántos guardias había.
Minho corrió hacia la puerta y se colocó firme junto a ella.
—Van a tener que pasar todos por aquí.
Los sonidos que provenían del pasillo cada vez eran más fuertes. Los guardias estaban cerca.
—Newt —dijo Thomas—, ponte al otro lado de la puerta. Brenda y yo dispararemos al primer par que entre. Vosotros dos, coged al resto por los laterales y después salid al pasillo. Iremos detrás de vosotros.
Tomaron posiciones.