IV

La señorita Annie miró el periódico de la mañana y enrojeció. Se había estado preguntando por qué habría tanto silencio en casa de los Reilly aquella mañana. En fin, aquello era la última gota. Ahora, el barrio adquiriría mala fama. No podía soportarlo. Aquella gente tenía que irse. Conseguiría que los vecinos firmaran una petición.