Capítulo 25

El final

Por fin, después de noventa y nueve años, mi vida termina. Los secretos que han rondado persistentemente en mi cabeza, y que con el paso del tiempo comenzaron a clamar, a golpear en mi mente ansiosos por salir a la luz, se han apaciguado. La última hebra que me sujeta se ha soltado y el viento del norte me lleva lejos de aquí. Me desvanezco hasta convertirme en nada.

Todavía puedo oírlos. Percibo vagamente que están aquí. Ruth me toma de la mano. Marcus está tendido a los pies de mi cama, siento su tibieza en los pies.

Hay alguien más en la ventana. Finalmente avanza, sale de las sombras, y veo un hermoso rostro: es el de mi madre, y el de Hannah, pero al mismo tiempo ninguno de los dos.

Sonríe, tendiéndome la mano. Es todo piedad, perdón y paz.

Agarro su mano.

Estoy junto a la ventana. Veo mi cuerpo, viejo, frágil y pálido, en la cama. Los dedos se crispan, los labios se mueven pero no pueden pronunciar las palabras. El pecho sube y baja.

Se oye un gemido.

Ruth contiene el aliento. Marcus me mira.

Pero ya no estoy allí.

Doy media vuelta y no miro hacia atrás.

Mi final ha venido a buscarme, y no me importa en absoluto.