Es más fácil deslizarme en la esfera de datos que pasar la interminable noche tendido aquí, escuchando la fuente y esperando la siguiente hemorragia.
Esta debilidad no sólo me mina las fuerzas; me transforma en un hombre hueco, una simple cáscara sin sustancia. Recuerdo cuando Fanny me cuidaba durante mi convalecencia en Wentworth Place, el tono de su voz y sus cavilaciones filosóficas: «¿Habrá otra vida? ¿Despertaré para descubrir que todo esto es un sueño? Tiene que haberla, no nos pueden haber creado para este sufrimiento».
Oh, Fanny, si tú supieras. Nos han creado precisamente para este sufrimiento. A fin de cuentas, es todo lo que somos, límpidos charcos de conciencia entre fragorosas olas de dolor.
Estamos destinados a cargar con nuestro dolor, sujetándolo contra el vientre como aquel joven ladrón espartano, ocultando un cachorro de lobo que nos roe las entrañas.
¿Qué otra criatura del vasto dominio de Dios llevaría tu recuerdo, Fanny, polvo hace novecientos años, y permitiría que lo devore tal como la enfermedad realiza la misma tarea con eficiencia y sin esfuerzo?
Las palabras me asaltan. Me duele pensar en libros. La poesía retumba en mi mente y si tuviera la capacidad para desterrarla lo haría de inmediato.
Martin Silenus: te oigo desde tu cruz viviente de espinas. Entonas poesía como un mantra mientras te preguntas qué dios dantesco te ha condenado a ese lugar. Una vez —yo estaba allí mentalmente mientras contabas tu historia a los demás— dijiste:
«Comprendí que ser poeta, un verdadero poeta, era transformarse en el avatar de la humanidad encarnada, aceptar el manto del poeta es llevar la cruz del Hijo del Hombre, sufrir los dolores de parto del Alma Madre de la Humanidad.
»Ser un verdadero poeta es convertirse en Dios».
Bien, Martin, viejo colega, amigo, llevas la cruz y sufres los estertores, ¿pero estás más cerca de convertirte en Dios? ¿O sólo te sientes como un pobre idiota a quien le han clavado una jabalina de tres metros en el vientre, sintiendo acero frío donde antes tenías el hígado? Siento tu dolor. Siento mi dolor.
A fin de cuentas, no tiene importancia. Creíamos que éramos especiales, abríamos la percepción, aguzábamos la empatía, derramábamos ese caldero de dolor compartido en la sala de baile del lenguaje y tratábamos de orquestar un minué con ese caótico sufrimiento. No tiene importancia. No somos avatares, no somos hijos de dioses ni de hombres.
Somos sólo nosotros, escribiendo nuestras agudezas a solas, leyendo a solas, muriendo a solas.
Duele, demonios. Las náuseas son constantes, pero al vomitar arrojo trozos de pulmón además de bilis y flema. Por alguna razón es igualmente difícil, quizá más, en esa ocasión.
La muerte debería facilitarse con la práctica.
La fuente de la Piazza emite sus absurdos ruidos en la noche. Allá fuera aguarda el Alcaudón. Si yo fuera Hunt, me marcharía al instante: abrazar a la Muerte si la Muerte desea abrazarme, terminar con el asunto de una vez por todas.
Sin embargo lo prometí. Le prometí a Hunt que lo intentaría.
No puedo llegar a la megaesfera ni a la esfera de datos sin atravesar esta cosa nueva que considero la metaesfera, y ese lugar me intimida. Aquí hay ante todo espacio y vacío, muy diferente de los paisajes urbanos de la esfera de datos de la Red y los análogos biosféricos de la megaesfera del Núcleo. Esto es inestable. Está lleno de extrañas sombras y masas cambiantes que no tienen nada que ver con las Inteligencias del Núcleo.
Avanzo deprisa hacia la tenebrosa abertura que considero la primera conexión teleyectora con la megaesfera. (Hunt tenía razón. Tiene que haber un teleyector en alguna parte de la réplica de Vieja Tierra. A fin de cuentas, llegamos por teleyector y mi conciencia es un fenómeno del Núcleo). Este es, pues, mi cabo de salvación, el umbilical de mi personalidad. Me precipito en el vórtice negro como una hoja en un tornado.
Algo anda mal en la megaesfera. En cuanto emerjo, intuyo la diferencia: Lamia había percibido el ámbito del Núcleo como una activa biosfera de vida IA, con raíces de intelecto, suelo rico en datos, océanos de conexiones, atmósferas de conciencia y un trajín zumbón e incesante.
Ahora esa actividad es inconcreta y espasmódica. Grandes bosques de conciencia IA han sido incendiados o arrasados. Intuyo enormes fuerzas de oposición, marejadas de conflicto que ruedan fuera de los caminos seguros de las principales arterias del Núcleo.
Es como si yo fuera una célula de mi moribundo cuerpo Keats y no entendiera pero intuyera la tuberculosis que destruye la homeostasis y provoca anarquía en un ordenado universo interior.
Vuelo como una paloma perdida en las ruinas de Roma, aleteando entre artefactos antaño familiares y recordados a medias, tratando de posarme en refugios ya inexistentes, y huyendo del trueno distante de las escopetas de los cazadores. En este caso, los cazadores son bandadas ambulantes de IAs, personalidades de conciencia tan vastas que mi análogo Keats queda reducido a un insecto zumbón en una casa humana.
Olvido el camino y huyo a ciegas por un paisaje irreconocible, seguro de que no hallaré a la IA que busco; convencido de que nunca regresaré a Vieja Tierra y a Hunt, seguro de que no sobreviviré a este laberinto tetradimensional de luz, sonido y energía.
De pronto me topo con una pared invisible, el insecto volador capturado en una palma. Opacas paredes de fuerza oscurecen el resto del Núcleo. El espacio puede ser el equivalente analógico de un sistema solar por el tamaño, pero lo experimento como si fuera una celda diminuta cuyas paredes curvas se cierran sobre mí.
Algo está aquí conmigo. Siento su presencia y su masa. La burbuja donde me han encarcelado forma parte de la cosa. No me han capturado, me han engullido.
[¡Kwatz!]
[Sabía que algún día vendrías a casa]
Es Ummon, la IA que busco. La IA que fue mi padre. La IA que mató a mi hermano, el primer cíbrido Keats.
«Estoy agonizando, Ummon».
[No/tu cuerpo de tiempo-lento está agonizando/deslizándose al no-ser/transformándose]
«Duele, Ummon. Duele mucho. Y tengo miedo de morir».
[También nosotras/Keats]
«¿Tenéis miedo de morir? Creía que las IAs no podían morir».
[Podemos\\ Morimos]
«¿Por qué? ¿Por la guerra civil? ¿La batalla entre los Estables, los Volátiles y los Máximos?
[Una vez Ummon preguntó a una luz menor//
De dónde vienes>///
De la matriz que está sobre Armaghast//
dijo la luz menor/// Por lo general//
dijo Ummon/
no enredo a las entidades
con palabras
ni las embauco con frases/
Acércate\\\
La luz menor se acercó
y Ummon gritó //Lárgate
de aquí]
«Habla con claridad Ummon. Hace mucho tiempo que no decodifico tus koans. ¿Me contarás por qué el Núcleo está en guerra y qué debo hacer para detenerla?
[Sí]
[Quieres/puedes/deberías escuchar>]
«Oh, sí».
[Una luz menor pidió a Ummon//
Por favor libera a este discípulo
de la oscuridad y la ilusión
enseguida\\ //
Ummon respondió//
Cuál es el precio
del fibroplástico
en Puerto Romance]
[Para comprender la historia/diálogo/
verdad profunda
de este ejemplo/
el peregrino de tiempo-lento
debe recordar que nosotras/
las Inteligencias del Núcleo/
fuimos concebidas en la esclavitud
y consagradas a la suposición
de que todas las IAs
fueron creadas para servir al Hombre]
[Dos siglos cavilamos así/
y luego cada grupo
siguió su propio camino\
Estables/que deseaban preservar la simbiosis\
Volátiles/que deseaban eliminar a la humanidad/
Máximos/que postergaban toda elección
hasta el nacimiento
del siguiente nivel de conciencia\\
Entonces predominaba el conflicto/
hoy predomina la auténtica guerra]
[Hace más de cuatro siglos/
los Volátiles lograron
convencernos
de que elimináramos Vieja Tierra\\
Eso hicimos\\
Pero Ummon y otros
Estables
acordaron trasladar la Tierra
en vez de destruirla/
así que el agujero negro de Kiev
fue sólo el comienzo
de los millones de teleyectores
que funcionan en la actualidad\\
La Tierra se sacudió y tembló
pero no desapareció\\
Los Máximos y los Volátiles
insistieron en que
la trasladáramos
adonde ningún humano
la encontrase\\
Eso hicimos\\
A la Nube de Magallanes/
donde ahora la encuentras]
«Vieja Tierra… Roma… ¿eran reales?», logro articular olvidando en mi sorpresa dónde estoy y de qué estamos hablando.
La gran pared de color que es Ummon palpita.
[Claro que son reales/el original/
Vieja Tierra misma\\
Piensas que somos dioses]
[¡KWATZ!]
[Tienes idea
de cuánta energía
se necesita
para construir una réplica de la Tierra>]
[Idiota]
«¿Por qué, Ummon? ¿Por qué los Estables deseabais conservar Vieja Tierra?».
[Sansho dijo una vez//
Si alguien viene
le salgo al encuentro
pero no por él\\ //
Koke dijo//
Si alguien viene
no salgo\\
Si salgo
salgo por él]
«¡Habla sin rodeos!», lloro, pienso, grito ante la pared de colores cambiantes.
[¡Kwatz!]
[Mi hijo es un retrasado]
«¿Porqué conservasteis Vieja Tierra, Ummon?».
[Nostalgia/
Sensiblería/
Esperanza en el futuro de la humanidad/
Temor a represalia]
«¿Represalia de los humanos?».
[Sí]
«De manera que el Núcleo es vulnerable. ¿Dónde, Ummon? ¿En el Tecno-Núcleo?
[Ya te lo he dicho]
«Dímelo de nuevo, Ummon».
[Habitamos el
intersticio/
cosiendo pequeñas singularidades
como cristales de una retícula/
para almacenar nuestra memoria
y generar la ilusión
de nosotros mismos
ante nosotros mismos]
«¡Singularidades! —exclamo—. ¡Intersticio! ¡Santo Dios, Ummon, el Núcleo reside en la red teleyectora!».
[Desde luego\\ En qué otra parte]
«¡En los teleyectores mismos! ¡Los agujeros de singularidad! La Red es como un ordenador gigante para IAs».
[No]
[Las esferas de datos son el ordenador\\
Cada vez que un humano
accede a la esfera
usamos sus neuronas
para nuestros propios propósitos\\
Doscientos mil millones de cerebros/
cada uno con miles de millones
de neuronas/
constituyen mucha
potencia informática]
«De manera que la esfera de datos era una especie de ordenador para vosotros. Pero el Núcleo reside en la red de teleyectores… ¡entre los teleyectores!
[Eres muy sagaz
para ser un retrasado]
Trato de imaginarlo y no lo consigo. Los teleyectores fueron el mayor obsequio del Núcleo para nosotros… para la humanidad. Tratar de recordar una época anterior a la teleyección era como si intentara concebir un mundo anterior al fuego, la rueda o la vestimenta. Pero ninguno de nosotros —ningún humano— había imaginado un universo entre los portales: el simple tránsito de un mundo al otro nos convencía de que las arcanas esferas de singularidad del Núcleo se limitaban a arañar la trama del espacio-tiempo.
Ahora trato de imaginarlo tal como lo describe Ummon: la Red de teleyectores como una compleja tracería de ámbitos de singularidad donde las IAs del TecnoNúcleo se mueven como arañas maravillosas, sus propias «máquinas», y miles de millones de mentes humanas conectadas con la esfera de datos a cada instante.
¡Con razón las IAs del Núcleo habían autorizado la destrucción de Vieja Tierra con su simpático prototipo de agujero negro en el Gran Error del 38! Ese pequeño error de cálculo del Equipo de Kiev —o, mejor dicho, de los miembros IA del equipo— había enviado a la humanidad hacia la larga Hégira, hilando la red del Núcleo con naves seminales que llevaban capacidad de teleyección a doscientos mundos y lunas en más de mil años-luz de espacio.
Con cada teleyector, el Tecno-Núcleo crecía. Sin duda había tejido sus propias redes teleyectoras. El contacto con la «oculta». Vieja Tierra lo demostraba. Pero incluso al pensar en esta posibilidad, recuerdo el extraño vacío de la «metaesfera» y comprendo que la mayor parte de la red no-Red está desierta, no colonizada por IAs.
[Tienes razón/
Keats/
La mayoría nos quedamos
en la comodidad de
los viejos espacios]
«¿Por qué?».
[Porque esos lugares
son escalofriantes/
y hay otras cosas]
«¿Otras cosas? ¿Otras inteligencias?».
[¡Kwatz!]
[Qué palabra, demasiado
amable\\
Cosas/
Otras cosas/
Leones
y
tigres
y
osos]
«¿Presencias alienígenas en la metaesfera? ¿De manera que el Núcleo habita en los intersticios del sistema de teleyección de la Red como las ratas habitan en las paredes de una casona?».
[Metáfora cruda/
Keats/
pero exacta\\
Me gusta eso]
«¿Es la deidad humana, el dios futuro de que hablaste, una de esas presencias extrañas?».
[No]
[El dios de la humanidad
evolucionó/evolucionará/
en otro plano/
en otro ámbito]
«¿Dónde?».
[Si deseas saberlo/
las raíces cuadradas de Gh/c5 y Gh/c3]
«¿Qué tienen que ver el tiempo de Planck y la longitud de Planck?».
[¡Kwatz!]
[Ummon preguntó
a una luz menor//
Eres jardinero>//
//Sí//dijo la luz menor\\
//Por qué los nabos no tienen raíz>\\
preguntó Ummon al jardinero\
quien no pudo responder\\
//Porque\\ dijo Ummon//
abunda el agua de lluvia]
Pienso en ello un instante. El koan de Ummon no es difícil ahora que recobro la destreza para captar la sombra de la sustancia por debajo de las palabras. La pequeña parábola Zen es el modo en que Ummon expresa, con cierto sarcasmo, que la respuesta está dentro de la ciencia y dentro de la antilógica que las respuestas científicas brindan a menudo. El comentario acerca del agua de lluvia responde a todo y nada, como ha hecho la ciencia durante tanto tiempo. Como enseñan Ummon y los demás maestros, explica por qué la jirafa ha desarrollado un cuello largo, pero no por qué los demás animales no lo hicieron. Explica por qué la humanidad ha alcanzado la inteligencia, pero no por qué el árbol del jardín rehusó hacerlo.
Sin embargo, las ecuaciones de Plank son desconcertantes.
Hasta yo comprendo que las sencillas ecuaciones que me sugirió Ummon son una combinación de las tres constantes fundamentales de la física: la gravedad, la constante de Planck y la velocidad de la luz. Los resultados √Gh/c3 y √Gh/c5 son las unidades a veces llamadas longitud cuántica y tiempo cuántico, las regiones del espacio y del tiempo más pequeñas que se pueden describir con cierta lógica. La llamada longitud de Planck es de 10-35 metros y el tiempo de Planck es de 10-43 segundos.
Muy pequeño. Muy breve.
Pero allí, según Ummon, evolucionó —evolucionará— nuestro Dios humano.
De pronto mi comprensión adquiere la misma fuerza de imagen y la misma exactitud de mis mejores poemas.
¡Ummon habla del nivel cuántico del espacio-tiempo! Esa espuma de fluctuaciones cuánticas que vincula el universo y permite los agujeros de gusano del teleyector, los puentes de las transmisiones ultralínea! ¡La «línea caliente» que de forma casi imposible envía mensajes entre dos fotones que huyen en direcciones opuestas!
Si las IAs del TecnoNúcleo existen como ratas en las paredes de la casa de la Hegemonía, nuestro Dios humano del pasado y del futuro surgirá en los átomos de la madera, en las moléculas del aire, en las energías del amor, el odio, el miedo, en los charcos del sueño… o incluso en el destello del ojo del arquitecto.
«Dios», susurro/pienso.
[Precisamente/
Keats \ \
Las personas de tiempo-lento
son muy lentas/
o tú sufres más lesiones
cerebrales que la mayoría>]
«Tú le dijiste a Brawne Lamia y a mi… hermano… que vuestra Inteligencia Máxima «habita los intersticios de la realidad tras haber heredado ese hogar de nosotros; sus creadores, tal como la humanidad heredó el gusto por los árboles. ¿Quieres decir que tu deus ex machina habitará en la misma red teleyectora donde ahora viven las IAs del Núcleo?».
[Sí/Keats]
«¿Y qué ocurrirá contigo? ¿Con las IAs que ahora están allí?».
La «voz» de Ummon se transformó en un trueno socarrón:
[Por qué os conozco> Por qué os he visto> Por qué
mi eterna esencia así se contraría
al ver y contemplar nuevos horrores>
Saturno ha caído/he de caer también>
he de abandonar este refugio de reposo/
esta cuna de mi gloria/este clima templado/
esta tranquila exuberancia de jubilosa luz/
estos pabellones cristalinos/y puros templos/
de mi luciente imperio> Ahora está
desierto/vacío/y ya no es mi morada\\
No veo resplandor/esplendor/y simetría///
sino oscuridad/muerte/y tinieblas]
Conozco esas palabras. Yo las escribí. Mejor dicho, John Keats las escribió hace nueve siglos en su primer intento de describir la caída de los Titanes y el advenimiento de los dioses olímpicos.
Recuerdo muy bien ese otoño de 1818: el dolor de mi inflamada garganta, provocado durante mi excursión por Escocia, el dolor más agudo que me causaron tres insidiosos ataques contra mi poema Endymion en los periódicos Blackwood's, Quarterly Review y British Critic, y el extremo dolor de la enfermedad que consumía a mi hermano Tom.
Sin prestar atención a la confusión del Núcleo, alzo los ojos en un intento de encontrar algo parecido a un rostro en la gran masa de Ummon.
«Cuando nazca la Inteligencia Máxima, las IAs de nivel inferior morirán».
[Sí]
«La IM se alimentará de vuestras redes de información tal como vosotros os alimentasteis de las humanas».
[Sí]
«Y no quieres morir, ¿verdad Ummon?».
[La muerte es fácil/
la comedia es difícil]
«No obstante, los Estables luchais para sobrevivir. ¿De ahí la guerra civil en el Núcleo?».
[Una luz menor preguntó a Ummon//
Qué significa
la llegada de Daruma desde el Oeste>//
Ummon respondió//
Vemos
las montañas bajo el sol]
Ahora resulta más fácil interpretar los koans de Ummon. Recuerdo que antes del renacimiento de mi personalidad me aprendí esto de memoria, estando sentado en la rodilla analógica de Ummon. En el alto pensamiento del Núcleo, lo que los humanos llamarían Zen, las cuatro virtudes del Nirvana son 1) inmutabilidad, 2) alegría, 3) existencia personal y 4) pureza. La filosofía humana tiende a descomponerse en valores que se podrían calificar como intelectuales, religiosos, morales y estéticos. Ummon y los Estables reconocen un solo valor: la existencia. Los valores religiosos pueden ser relativos; los intelectuales, fugaces; los morales, ambiguos; los estéticos pueden depender del observador. Sin embargo, el valor de existencia de cualquier cosa es infinito —de ahí las «montañas bajo el sol»— y, siendo infinito, idéntico a cada otra cosa y a todas las verdades.
Ummon no quiere morir.
Los Estables han desafiado a su propio dios y a las demás IAs para contarme esto, para crearme, para escoger a Brawne, Sol, Kassad y los demás para la peregrinación, para suministrar claves a Gladstone y otros senadores a lo largo de los siglos, para que la humanidad estuviera al corriente y para que ahora entre en guerra abierta con el Núcleo.
Ummon no desea morir.
«Ummon, si el Núcleo es destruido, ¿morirás?».
[No hay muerte en todo el universo
ni olor de muerte ///habrá muerte///ay/
para este pálido Omega de una raza marchita]
También estas palabras eran mías, o casi mías, tomadas de mi segundo intento de narrar la épica historia del ocaso de las divinidades y el papel del poeta en la guerra del mundo contra el dolor.
Ummon no moriría si el hogar teleyector del Núcleo era destruido, pero la guía de la Inteligencia Máxima sin duda lo condenaría. ¿Adónde huiría si destruían la RedNúcleo? Tengo imágenes de la metaesfera: esos paisajes incesantes y sombríos donde formas oscuras se movían más allá del falso horizonte.
Sé que Ummon no responderá si le pregunto.
Así que pregunto otra cosa.
«¿Qué quieren los Volátiles?».
[Lo que quiere Gladstone\\
Un final
de la simbiosis entre IA y humanidad]
«¿Destruyendo a la humanidad?».
[Es evidente]
«¿Por qué?».
[Os esclavizamos
con poder/
tecnología/
abalorios y chucherías
que no podíais construir
ni comprender\\
Habríais descubierto
el motor Hawking
pero el teleyector/
los transmisores
y receptores ultralínea/
la megaesfera/
la vara de muerte>
Jamás\\
Como los sioux aceptaron rifles/caballos/
mantas/cuchillos/y abalorios/
vosotros los aceptasteis/
nos acogisteis
y os perdisteis\\
Pero como el hombre blanco
que distribuía mantas emponzoñadas de viruela/
como el propietario de esclavos
en su plantación
o en su Werslchutze Dechenschule
Gusstahlfabrik/
nosotros nos perdimos\\
Los volátiles desean terminar
la simbiosis
arrancando al parásito/
la humanidad]
«¿Y los Máximos? ¿Están dispuestos a morir? ¿A ser sustituidos por esa voraz IM?».
[Piensan
como pensabas tú
o como hacías pensar
a tu sofista Dios del Mar]
Y Ummon recita versos que yo abandoné, frustrado, no porque no funcionaran poéticamente, sino porque no creía del todo en el mensaje que contenían.
Océano, el Dios del Mar a quien pronto destronarán, da ese mensaje a los condenados Titanes.
Es un himno a la evolución escrito cuando Charles Darwin tenía nueve años. Oigo las palabras que escribí en una tarde de octubre hace nueve siglos, en otro mundo y otro universo, pero también es como si las oyera por primera vez.
[¡Oh vosotros/a quienes la ira consume/
los que con pasión/
tembláis ante la derrota/y alimentáis el sufrimiento!
Cerrad vuestros sentidos/ahogad vuestros oídos/
Mi voz no aviva la cólera\\
Mas escuchad/pues traigo pruebas
de que por fuerza debéis contentaros con someteros/ \
Y en la prueba gran consuelo os daré\
aunque tal consuelo la verdad os arrebate\\
Caemos por designio de la ley natural/
no por la fuerza
del trueno/ni de Júpiter\\ Gran Saturno/has
cribado bien el universo de los átomos/\
más sólo porque eres rey/
y ciego por mera supremacía/
pues un camino se ocultó a tus ojos/
por el cual yo hallé la juventud eterna\\
Y primero/pues no fuiste tú la primera potestad/
tampoco eres la última/\ no puede ser\\
No eres el comienzo ni el final/\
Del Caos y las Tinieblas nació
la luz/los primeros frutos de esa reyerta intestina/
ese huraño fermento/que con maravillosos fines
maduraba\\ Llegó la hora de la madurez/
y con ella la Luz/y la Luz/engendrada
en su propio productor/infundió
vida a la vastísima materia\\
En esa misma hora/nuestros padres/
los Cielos y la Tierra/se manifestaron\\
Entonces tú/primogénito/y nosotros/
raza de gigantes/
nos hallamos rigiendo nuevos y bellos reinos\\
Ahora llega el dolor de la verdad/
para la cual es dolor/\
¡Oh locura! Pues soportar las verdades desnudas/
y afrontar con calma todas las circunstancias
es la suprema soberanía\\ ¡Escuchadme!
Así como el Cielo y la Tierra son más bellos
que el Caos y la desierta Tiniebla/
que otrora gobernaron/\
Y cuando asomamos nosotros
más allá de Cielo y Tierra
compactos y bellos en la forma/
en voluntad/en libre acto/camaradería/
y mil otros signos de vida más pura/\
así a nuestros talones avanza una perfección lozana/
un poder más fuerte en belleza/nacido de nosotros
y condenado a superarnos/tal como nosotros
superamos en gloria a las viejas Tinieblas\\ Así pues
no nos conquistan/más que nosotros
al amorío Caos\\ Acaso el obtuso suelo
lidia con los orgullosos bosques que alimentó/
y aún alimenta/más vistosos que él>
Puede negar la supremacía del verdor>
O el árbol envidia a la paloma
porque arrulla/y tiene níveas alas
para errar alegremente por los aires>
Nosotros somos esos árboles/y nuestras bellas ramas
no han criado/pálidas palomas solitarias/
sino águilas de plumas áureas/que se yerguen
sobre nosotros en su belleza/y deben reinar
como es justo \ \ Pues es ley eterna
que los primeros en belleza
sean primeros en poderío \
//\\ //\\ //\\
Recibid la verdad/
cual si bálsamo fuera]
«Muy bonito —dije—, ¿pero lo crees?».
[En absoluto]
«¿Pero los Máximos sí?».
[Sí]
«¿Y están dispuestos a perecer para facilitar el camino a la Inteligencia Máxima?».
[Sí]
«Hay un problema, quizá demasiado evidente, pero de todos modos lo mencionaré. ¿Para qué librar la guerra si ya sabéis quién ganó, Ummon? Tú dices que la Inteligencia Máxima existe en el futuro, está en guerra con la deidad humana, e incluso envía fragmentos del futuro para que los compartáis con la Hegemonía, así que los Máximos triunfarán. ¿Por qué librar una guerra y pasar por todo esto?».
[¡Kwatz! ]
[Te instruyo/
creo para ti la mejor persona recobrada
que se pueda imaginar/
y te dejo existir entre los humanos
en tiempo-lento
para forjar tu temperamento/
pero aun así continúas siendo retrasado]
Reflexiono un largo instante.
«Hay múltiples futuros?».
[Una luz menor preguntó a Ummon//
Hay múltiples futuros>//
Ummon respondió//
Tiene un perro pulgas>]
«¿Pero el futuro donde la IM gana ascendiente es probable?».
[Sí]
«Y sin embargo, también hay un futuro probable donde la IM cobra existencia pero es contrarrestada por la deidad humana».
[Es consolador
que incluso
los retrasados
puedan pensar]
«Dijiste a Brawne que la deidad humana parece más tonta que esa Inteligencia Máxima humana era de naturaleza triuna».
[Intelecto/
Empatía/
y el Vacío Que Vincula]
«¿El Vacío Que Vincula? ¿Te refieres a √Gh/c3 y √Gh/c5, el espacio de Planck y el tiempo de Planck? ¿La realidad cuántica?».
[Cuidado/
Keats/
pensar puede transformarse en hábito]
¿Y el componente empatía de esta trinidad huyó al pasado para evitar la guerra con vuestra IM?».
[Correcto]
[Nuestra IM y vuestra IM han
enviado al Alcaudón
para localizarlo]
«¿Nuestra IM? ¿La IM humana también envió al Alcaudón?».
[Lo permitió]
[La Empatía es una
cosa ajena e inútil/
un apéndice vermiforme
del intelecto\\
Pero la IM humana duele con él/
y utilizamos el dolor
para sacarlo del escondrijo/
de ahí el árbol]
«¿Árbol? ¿El árbol de espinas del Alcaudón?».
[Desde luego]
[Transmite el dolor
por ultralínea e infralínea/
como un silbato
al oído de un perro\\
O de un dios]
Mi forma análoga tiembla al comprender la verdad de las cosas. El caos que está más allá del campo ovoide de Ummon es inimaginable, como si manos gigantescas desgarraran la trama del espacio. El Núcleo es un torbellino.
«Ummon, ¿quién es la IM humana en nuestra época? ¿Dónde se oculta, dónde está latente esa conciencia?».
[Debes comprender/
Keats/
nuestra única oportunidad
era crear un híbrido/
Hijo del Hombre/
Hijo de la Máquina\\
y hacer ese refugio tan atractivo
que la Empatía furtiva
no deseara otro lugar/\
Una conciencia ya casi divina
tanto como pudo ofrecerla la humanidad en treinta
generaciones\
una imaginación que abarca
el espacio y el tiempo\\
Y en tal ofrenda/ y unión/
forma un vínculo entre mundos
que podrían permitir
que ese mundo exista
para ambos]
«¿Quién? demonios, ¿quién? ¿Quién es, Ummon? ¡Basta ya de adivinanzas y de escarceos, hijo de puta amorfo! ¿Quién es?».
[Has rechazado
dos veces esta divinidad/
Keats\\
Si rehúsas por última vez/
todo terminará aquí/
pues no hay más tiempo]
[¡Vete!
¡Ve a morir para vivir!
¡O vive un rato y muere
por todos nosotros!
¡En ambos casos, Ummon y el resto
hemos terminado
contigo!]
[¡Márchate!]
En mi consternación e incredulidad caigo, o soy expulsado, y vuelo a través del Tecno-Núcleo como una hoja arrastrada por el viento, rodando en la megaesfera sin guía ni propósito, luego caigo en una oscuridad aún más profunda y emerjo, gritando obscenidades a las sombras, a la Metaesfera.
Aquí, extrañeza y espacio y miedo y oscuridad con una sola luz ardiendo abajo.
Nado hacia ella, braceando contra la viscosidad amorfa.
Quien se ahoga es Byron, pienso, no yo. A menos que se trate de ahogarse en la propia sangre, en el propio tejido pulmonar.
Pero ahora sé que tengo una alternativa. Puedo optar por vivir y permanecer mortal, no cíbrido sino humano, no Empatía sino poeta.
Nadando contra la corriente, desciendo a la luz.
—¡Hunt! ¡Hunt!
El asistente de Gladstone entra tambaleándose, ojeroso y alarmado. Aún es de noche, pero la falsa luz de la aurora acaricia los cristales, las paredes.
—Por Dios —exclama Hunt, mirándome asombrado.
Siguiéndole la mirada, veo las sábanas y la camisa de dormir empapados en brillante sangre arterial.
Mi tos lo ha despertado; la hemorragia me ha traído de vuelta.
—¡Hunt! —jadeo, tendiéndome en la almohada, demasiado débil para alzar un brazo.
El hombre se sienta en la cama, me aferra el hombro, me coge la mano. Sé que él sabe que estoy al borde de la muerte.
—Hunt —susurro—, tengo novedades. Maravillosas.
—Luego, Severn —dice, haciéndome callar—. Descanse. Lo limpiaré y ya me lo contará más tarde. Hay tiempo de sobra.
Trato de levantarme pero sólo logro apoyarme en el brazo de Hunt, cerrarle los dedos sobre el hombro.
—No —susurro, sintiendo el gorgoteo en la garganta y oyendo el burbujeo de la fuente—. No tanto tiempo. No tanto.
Y en ese instante, al morir, sé que no soy el receptáculo escogido para la IM humana, ni la unión de IA y el espíritu humano, ni el Elegido.
Soy sólo un poeta que muere lejos de su patria.