Prefacio

Este libro narra la historia de los cinco días de una crisis científica americana de primera magnitud.

Como en la mayoría de crisis, los acontecimientos que rodearon la que suscitó el microbio «Andrómeda», fueron un compuesto de previsión y tontería, inocencia e ignorancia. Casi todos los personajes del drama tuvieron momentos de gran brillantez y momentos de estupidez inenarrable. Por ello es imposible referirse a tales acontecimientos sin ofender a algunos de los participantes.

Sin embargo, considero importante que se narre esta historia. Esta nación (Estados Unidos) sostiene el establecimiento científico mayor de toda la historia de la humanidad. A todas horas se realizan nuevos descubrimientos, muchos de los cuales nacen teñidos de matices políticos o sociales importantes. En el futuro próximo, podemos esperar más crisis al estilo de la del «Andrómeda». Así, pues, considero útil darle cuenta al público de cómo surgen las crisis científicas y de cómo se las afronta.

Al indagar y recontar la historia del microbio «Andrómeda», he recibido la ayuda generosa de muchas personas que compartían mi parecer, y que me alentaron a explicar lo sucedido con toda fidelidad y detalle.

Debo dar gracias muy particularmente al mayor general Willis A. Haverford, del ejército de Estados Unidos; al teniente Everett J. Sloane, del ejército de Estados Unidos (retirado); al capitán L. S. Waterhouse, de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos (División de Proyectos Especiales de Vandenberg); al coronel Henley Jackson y al coronel Stanley Friedrich, ambos de Wright Patterson, y a Murray Charles, de la División de Prensa del Pentágono.

Por su ayuda en elucidar el trasfondo del Proyecto Wildfire, debo dar las gracias a: Roger White, de la National Aeronautics and Space Administration (Houston MSC); John Roble, NASA Kennedy Complex 13; Peter J. Mason, NASA Intelligence (Arlington Hall); doctor Francis Martin, Universidad de California (Berkeley) y presidente del Science Advisory Council; doctor Max Byrd, USIA; Kenneth Vorhees, del Cuerpo de Prensa de la Casa Blanca; y al profesor Jonathan Percy, de la Universidad de Chicago (Departamento de Genética).

Por la revisión que efectuaron de los capítulos pertinentes del original y por sus correcciones y sugerencias de carácter técnico, deseo dar las gracias a Christian P. Lewis, del Goddard Space Flight Center (Centro Goddard de Vuelos Espaciales); Herbert Stanch, de Avco, Inc.; James P. Baker, Jet Propulsion Laboratory; Carlos N. Sandos, del Instituto de Tecnología de California; doctor Brian Stack, de la Universidad de Michigan; Edgar Blalock, del Hudson Institute; profesor Linus Kjelling, de la RAND Corporation; doctor Eldredge Benson, de los National Institutes of Health (Institutos Nacionales de Sanidad).

Finalmente, deseo dar las gracias a los participantes en el Proyecto Wildfire y en la investigación del llamado microbio «Andrómeda». Todos consintieron en verme y con varios de ellos celebré entrevistas que se reanudaron durante varios días. Más todavía, pude echar mano de las transcripciones de las instrucciones que recibieron, que se guardan en Arlington Hall (Subestación Siete) y que ascendían a más de quince mil páginas de original mecanografiado. Este material, almacenado en veinte volúmenes, representa la historia completa de los acontecimientos de Flatrock (Nevada), según los narró cada uno de los que tomaron parte en los mismos, con lo cual pude utilizar sus puntos de vista particularmente en la preparación de un relato conjunto.

Este relato tiene un carácter más bien técnico, enfocado sobre problemas científicos complejos. Siempre que me ha sido posible, he explicado las cuestiones, las técnicas y los problemas científicos. Evité la tentación de simplificar así los casos como las soluciones, y si el lector tiene que salvar de vez en cuando un pasaje árido, lleno de detalles técnicos, pido perdón por ello.

He tratado, asimismo, de conservar la tensión y el interés de los acontecimientos de aquellos cinco días, porque el caso del «Andrómeda», encierra un dramatismo innegable, y si constituye una crónica de errores estúpidos, letales, es al mismo tiempo un canto de heroísmo e inteligencia.

M. C.

Cambridge (Massachusetts)

Enero de 1969