La oscuridad del pasado de la humanidad amenaza con eclipsar la luminosidad de su futuro.
VORIAN ATREIDES, Momentos decisivos de la historia
El Viajero onírico recorría de nuevo la ruta de los Planetas Sincronizados, cargado con diversas actualizaciones de Omnius. Todo había vuelto a la normalidad, la rutina habitual. Mientras la nave negra y plateada parecía la de siempre, Vor había cambiado.
—¿Cómo es posible que no te interese practicar nuestros habituales juegos militares, Vorian Atreides? —preguntó Seurat—. Ni siquiera te has molestado en insultarme por mis chistes. ¿Te encuentras mal?
—Gozo de una salud excepcional, puesto que mi padre me sometió a un tratamiento prolongador de la vida.
Vor miró las estrellas por la ventanilla.
—Estás obsesionado con esa esclava —dijo por fin el capitán robot—. Te encuentro mucho menos interesante cuando estás enamorado.
Vor frunció el ceño y se sentó ante una pantalla ovalada de la base de datos.
—Por fin has dicho algo divertido, vieja Mentemetálica. Una máquina hablándome de amor.
—No es difícil comprender el impulso reproductor básico de una especie. Subestimas mis capacidades analíticas.
—El amor es una fuerza indescriptible. Ni siquiera la máquina pensante más sofisticada puede sentirlo. No vale la pena que lo intentes.
—En tal caso, ¿te gustaría distraerte con otro desafío competitivo?
Vor miró la pantalla, donde repasaba con frecuencia las memorias de Agamenón. Pero contenía mucha más información que no se había molestado en examinar.
—Ahora no. Quiero investigar en algunas bases de datos. ¿Me autorizas a entrar en los archivos?
—Por supuesto. Agamenón me pidió que te facilitara tus investigaciones siempre que fuera posible, sobre todo en lo relativo a la planificación militar. Al fin y al cabo, nos salvaste cuando nuestra nave fue atacada en Giedi Prime.
—Exacto. Me interesa ver los registros de Omnius de la caída del Imperio Antiguo, la Era de los Titanes y las Rebeliones Hrethgir, no solo las memorias de mi padre.
—Ah, una exhibición de ambición interesante.
—¿Tienes miedo de que te gane demasiado si aprendo más?
Vor echó un vistazo a la lista de archivos y se alegró de tener tanto tiempo disponible durante el largo viaje.
—No tengo nada que temer de un simple humano.
Vor estuvo sentado durante horas ante la consola, asimilando información. No había estudiado mucho desde los días de la escuela para humanos de confianza. Con su mente sensibilizada por las ideas de Serena, Vor esperaba encontrar algunas discrepancias de escasa importancia en los registros históricos, comparados con los recuerdos de Agamenón. Hasta un cimek tenía derecho a embellecer sus hazañas bélicas. Pero Vor se llevó una gran sorpresa al descubrir que existían diferencias sustanciales entre los registros objetivos de la supermente y lo que Agamenón describía.
Examinó febrilmente los registros de Salusa Secundus, la Era de los Titanes y el Imperio Antiguo, asombrado por lo que averiguaba. Vorian nunca se había tomado la molestia de mirar antes, pero tenía la información delante de sus ojos.
¡Mi padre me mintió! Deformó los acontecimientos, se atribuyó los méritos, ocultó el grado de brutalidad y sufrimiento… Hasta Omnius lo sabía.
Serena, en cambio, le había dicho la verdad.
Por primera vez en su vida sintió rabia contra sus amos mecánicos y su propio padre, y un ápice de compasión por la raza humana. ¡Con qué valentía había luchado!
Desde el punto de vista físico, soy humano. Pero ¿qué significa eso?
Agamenón había provocado horrendas matanzas y devastación durante la Era de los Titanes, contra gente que solo intentaba proteger su libertad. Juno y él eran responsables de la muerte de miles de millones de personas y de la esclavitud de los supervivientes. Los humanos no se lo merecían, solo habían intentado defenderse.
No es de extrañar que Serena me odie, si soy el hijo de un asesino tan horrible.
Vor continuó leyendo. Toda la historia estaba a su disposición, un registro desapasionado acumulado por máquinas eficientes, y no podía dudar de ella. Las máquinas nunca maquillarían sus registros. Los datos eran sagrados. La información debía ser exacta. El engaño deliberado era anatema para ellas.
Se necesitaba una mente humana para deformar la información…, o una mente humana en un cuerpo cimek. La voz de Seurat le sobresaltó.
—¿Qué estás investigando? Llevas horas estudiando.
—Estoy aprendiendo más sobre mí —admitió Vor.
—Para eso no hace falta estudiar tanto —dijo Seurat en un intento de ser ingenioso—. ¿Por qué te tomas molestias innecesarias?
—A veces, es necesario afrontar la verdad.
Vor cerró la base de datos y apagó el monitor.
El capitán robot volvió a la consola central y se conectó con los sistemas de la nave, a fin de iniciar las maniobras de aproximación al planeta.
—Ven, hemos llegado a Corrin. Es hora de entregar nuestra siguiente actualización.