Madrid, 18 de mayo de 1911.
Pr. D. Luis Segalá y Estalella.
Mi estimado amigo:
La bondad de usted sabrá perdonarme que por mis muchas ocupaciones que me quitan el tiempo para lo que me sería más grato, no haya dado a usted las gracias por el precioso obsequio de sus dos últimas versiones de los grandes poetas helénicos, aunque privadamente he tenido ocasión de expresar mi modesto pero entusiasta dictamen, hablando con discípulos de usted que mucho prometen, y con otras personas aficionadas a los estudios clásicos. La traducción de la Odisea todavía me parece superior a la de la Ilíada, acaso porque mi particular predilección (y creo que la de muchos lectores modernos) se inclina más al primero de estos poemas que al segundo, aun reconociendo su mayor unidad y grandeza. Las dificultades que ha tenido usted que vencer en la Odisea no han sido menores y el éxito enteramente satisfactorio, tanto en lo que toca a la inteligencia del texto como en la pureza y elegancia de la dicción castellana.
Pero todavía conceptúo que es mayor esfuerzo por la índole mitológica y arqueológica del poema, y porque en él hay mucho de exótico que todavía no ha entrado en la vulgar cultura, y muchas dificultades y oscuridades en el texto mismo, la versión de la Teogonía, que bien puede llamarse la primera en nuestra lengua, puesto que la que hizo Conde en verso a fines del siglo XVIII (y está todavía inédita) no puede satisfacer las exigencias de la erudición de nuestros días.
Ruego a usted que me tenga al corriente de todas sus publicaciones y de las de sus discípulos, pues aunque a veces tarde en escribirle, soy siempre estimador fervoroso de su trabajo literiario, y amigo afectísimo q.b.s.m.
M. Menéndez y Pelayo