A Fernando Escribano, que me descubrió los túneles de Turín, y siempre está de «guardia» cuando sus amigos le necesitamos.
Con Gian Maria Nicastro también tengo una deuda de gratitud porque me guió a través de los secretos de Turín, su ciudad; ha sido mis ojos en la ciudad, además de suministrarme, con generosidad y rapidez, cuanta información le he pedido.
Carmen Fernández de Blas y David Trías apostaron por la novela. Gracias.
Y también a Olga, la voz amable de Random House Mondadori.