UN COMENTARIO SOBRE LA MAGIA RÚNICA
DE LOS SARTÁN
De vez en cuando, uno puede sentirse intrigado por el enfoque místico y retrógrado de las runas de los sartán. Tales runas, una vez despojadas de su ingenua parafernalia pseudorreligiosa, funcionan de modo muy parecido al de nuestras propias estructuras rúnicas.
Con todo, entre los sartán y nosotros existe una diferencia fundamental —y peligrosa— en el enfoque de la magia: nosotros empleamos un razonamiento inductivo, en contraposición con el método deductivo que utilizan nuestros enemigos.
En la magia rúnica, los patryn profundizamos en la esencia del objeto individual y de él inducimos y extraemos los principios generales del universo que nos rodea. Así, alteramos el equilibrio de un objeto individual y luego permitimos que el reequilibrio afecte a los principios generales que, al principio, sostenían al objeto.
Los sartán, por el contrario, intentan alterar los principios generales de la existencia para conseguir resultados concretos. Este peligroso razonamiento se podría comparar a cambiar las leyes universales de la genética para conseguir un mejor almuerzo para uno mismo un día determinado.
Nuestra magia funciona desde el caso específico hacia lo más general (inducción), mientras que la magia de los sartán actúa desde los principios generales de la existencia hacia una solución específica (deducción). Ambos enfoques son poderosos. La guerra de Admigon —la última gran contienda antes de la Captura de Beybon y la Separación del Tiempo—, librada entre nosotros y los sartán, tuvo amargas consecuencias. El laberinto que nos rodea y que aprisionó a nuestro pueblo con ocasión de la Separación es el principal ejemplo del poder de los sartán y de su empleo irresponsable e imprudente del mismo. Hoy, toda la creación busca un estado que devuelva el conjunto en nuevo equilibrio y una nueva armonía.
El tiempo del Nuevo Equilibrio —de nuestro orden— ha llegado.