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Guardé mi vida como George Amberson en el maletero de mi Chevrolet con alas de gaviota, dejé clavada en la puerta una nota para la fisioterapeuta y arranqué el coche con pesar y añoranza. Sadie salió de Jodie más temprano incluso de lo que yo pensaba: antes de que amaneciese. Partí de Eden Fallows a las nueve. Ella aparcó su Escarabajo a las nueve y cuarto, leyó la nota que cancelaba mi sesión de fisioterapia y entró con la llave que le había dado. Apoyado en el rodillo de la máquina de escribir había un sobre a su nombre. Lo abrió, leyó la carta, se sentó en el sofá delante del televisor apagado y lloró. Seguía llorando cuando apareció la fisioterapeuta…, pero había quemado la nota, como yo le había pedido.