Mientras salíamos de aquella triste imitación de local de copas, un póster pegado a la ventana me llamó la atención. En la parte de arriba:
¡VEA EL COMBATE DEL SIGLO EN TV DE CIRCUITO CERRADO!
¡EN DIRECTO DESDE EL MADISON SQUARE GARDEN!
¡NUESTRO TOM «MARTILLO» CASE, DE DALLAS,
CONTRA DICK TIGER!
AUDITORIO DE DALLAS
JUEVES, 29 DE AGOSTO
VENTA DE ENTRADAS ANTICIPADAS AQUÍ
Debajo había dos fotos de sendos forzudos con el pecho desnudo y los puños enguantados y alzados en la pose de rigor. Uno era joven y no tenía marcas. El otro parecía mucho mayor y se diría que le habían roto la nariz unas cuantas veces. Sin embargo, lo que me llamó la atención fueron los nombres. Me sonaban de algo.
—Ni se te ocurra —dijo Deke, sacudiendo la cabeza—. Tendría más emoción una pelea entre un pitbull y un cocker spaniel. Un cocker spaniel viejo.
—¿De verdad?
—Tommy Case siempre tuvo mucho corazón, pero ahora es un corazón cuarentón en un cuerpo cuarentón. Tiene barriguita y apenas puede moverse. Tiger es joven y rápido. Será campeón dentro de un par de años si los promotores no hacen el tonto. Entretanto, le echan sacos de entrenamiento andantes, como Case, para mantenerlo en forma.
Me sonaba como Rocky Balboa contra Apollo Creed, pero ¿por qué no? A veces la vida imita al arte.
—Pagar para ver la tele en un auditorio —dijo Deke—. Hay que ver, ¿qué será lo siguiente?
—La ola del futuro, supongo —comenté.
—Y es probable que llenen, por lo menos en Dallas, pero eso no quita para que Tom Case sea la ola del pasado. Tiger lo dejará para el arrastre. ¿Seguro que te parece bien este asunto de la Alquería, George?
—Sin duda.