El 24 de abril le dije a Deke que tenía algo que hacer en Dallas y le pedí que fuese a casa de Sadie hasta que yo volviera, sobre las nueve. Accedió de buena gana y, a las cinco de la tarde, me sentaba al otro lado de la calle de la terminal de autobuses Greyhound de Polk Sur Street, cerca del cruce de la Autopista 77 con la flamante autopista de cuatro carriles I-20. Estaba leyendo (o fingiendo leer) el último James Bond, La espía que me amó.
Al cabo de mediodía, una ranchera entró en el aparcamiento vecino a la terminal. Conducía Ruth Paine. Lee bajó, fue a la parte de atrás y abrió la puerta. Marina, con June en brazos, salió del asiento trasero. Ruth Paine se quedó al volante.
Lee solo llevaba dos bultos: un macuto verde oliva y una funda acolchada para armas, de las que tienen asas. Cargó con ellos hasta un autobús Scenicruiser con el motor encendido. El conductor cogió la bolsa y el fusil y los metió en la bodega abierta tras un vistazo rápido al billete de Lee.
Oswald fue a la puerta del autobús y después se volvió y abrazó a su mujer, a la que besó en las dos mejillas y luego en la boca. Cogió a la niña en brazos y la acarició debajo de la barbilla. June se rio y Lee se rio con ella, pero vi lágrimas en sus ojos. Besó a June en la frente, le dio un abrazo, luego otro a Marina y subió corriendo los escalones del autobús sin mirar atrás.
Marina volvió a la ranchera, donde Ruth Paine la esperaba de pie. June tendió los brazos a la mujer mayor, que la acogió con una sonrisa. Esperaron durante un rato, mirando cómo embarcaban los pasajeros, y luego se fueron.
Yo me quedé donde estaba hasta que el autobús arrancó a las seis, puntual. El sol, que ya se ponía sanguinolento por el oeste, se reflejó en la ventana donde se anunciaba el destino del autobús y ocultó por un momento lo que había escrito. Después pude leerlo de nuevo, tres palabras que significaban que Lee Harvey Oswald salía de mi vida, al menos por el momento:
EXPRESO NUEVA ORLEANS
Lo vi subir por la rampa de entrada a la I-20 Este, recorrí a pie las dos manzanas hasta donde había aparcado el coche y volví a Jodie.