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Me mudé a la casa de estilo español de Deke en Sam Houston Road. Por lo menos de cara a la galería. En la práctica, me instalé con Sadie en el 135 de Bee Tree Lane. Me daba miedo lo que pudiéramos encontrarnos al ayudarla a entrar la primera vez, y creo que a Sadie también, drogada o no. Pero la señorita Ellie y Jo Peet, del departamento de economía doméstica, habían reclutado a un pelotón de estudiantes que se habían pasado un día entero, antes de la llegada de Sadie, limpiando, fregando y restregando hasta el último rastro de la porquería de Clayton de las paredes. Habían levantado y sustituido la moqueta del salón. La nueva era de un gris industrial, un color que no emocionaba pero que probablemente fuera una opción inteligente; las cosas grises conservan muy pocos recuerdos. Habían tirado y reemplazado por prendas nuevas toda su ropa rasgada.

Sadie nunca dijo una palabra sobre la nueva moqueta y la ropa cambiada. Ni siquiera estoy seguro de que reparase en ello.