Era peor.
Ellerton nos fue pasando las fotografías, nítidas copias brillantes en blanco y negro que me recordaron las de Weegee y Diane Arbus. Bobbi Jill emitió un gritito ahogado y apartó la vista. Deke gruñó en voz baja, como si le hubieran pegado un golpe. La señorita Ellie las fue pasando estoicamente, pero, salvo por los dos círculos encarnados que llameaban en sus pómulos, perdió el color de la cara.
En las dos primeras, la mejilla de Sadie colgaba en raídos jirones. Eso yo lo había visto el miércoles por la noche y estaba preparado. Para lo que no estaba preparado era para la boca torcida como la de un hemipléjico y el pliegue de carne flácida bajo el ojo izquierdo.
Le conferían una apariencia de payasa que me provocaba ganas de darme cabezazos contra la mesa de la pequeña sala de juntas que el médico se había apropiado para nuestra reunión. O tal vez —eso sería mejor— de bajar corriendo al depósito de cadáveres donde yacía Johnny Clayton para poder golpearlo otro poco.
—Cuando lleguen los padres de esta joven, esta tarde —dijo Ellerton—, tendré tacto y me mostraré esperanzado, porque los padres merecen tacto y esperanza. —Arrugó la frente—. Aunque contaba con que llegaría antes, dada la gravedad del estado de la señora Clayton…
—¡Señorita Dunhill! —corrigió Ellie con tranquila fiereza—. Estaba legalmente divorciada de ese monstruo.
—Sí, claro, rectifico. En cualquier caso, ustedes son sus amigos y creo que merecen menos tacto y más verdad. —Miró con desapasionamiento una de las fotografías y dio unos golpecitos con una uña corta y limpia en la mejilla rasgada de Sadie—. Esto puede mejorarse, pero nunca arreglarse. No con las técnicas que tengo a mi disposición. A lo mejor dentro de un año, cuando el tejido se haya sellado del todo, tal vez pueda reparar las peores asimetrías.
Empezaron a correr lágrimas por los carrillos de Bobbi Jill, que cogió a Mike de la mano.
—El daño permanente a su apariencia es grande —dijo Ellerton—, pero además hay otros problemas. El nervio facial ha sido cercenado. Tendrá problemas para comer con el lado izquierdo de la boca. Ese ojo medio cerrado que ven en estas fotografías seguirá así durante el resto de su vida, y su conducto lagrimal está parcialmente cortado. Aun así, es posible que la vista no se resienta. Confiaremos en que no.
Suspiró y extendió las manos.
—Los avances en campos tan maravillosos como la microcirugía y la regeneración nerviosa prometen que quizá podamos hacer más con casos como este dentro de veinte o treinta años. De momento, lo único que puedo decir es que haré todo lo que esté en mi mano por reparar los daños que sean reparables.
Mike habló por primera vez. Su tono era amargo.
—Es una pena que no vivamos en 1990, ¿eh?