4

A medianoche, la banda tocó «Auld Lang Syne» —una versión diferente de la del año anterior, pero la misma dulce canción— y los globos bajaron flotando. A nuestro alrededor todas las parejas se besaban y abrazaban. Hicimos lo mismo.

—Feliz Año Nuevo, G… —Se apartó de mí, con la frente arrugada—. ¿Qué pasa?

Me había venido a traición una imagen del Depósito de Libros Escolares de Texas, un feo cubo de ladrillo con ventanas como ojos. Ése era el año en que se convertiría en un icono estadounidense.

No lo será. Nunca te dejaré llegar tan lejos, Lee. Nunca estarás ante esa ventana del sexto piso. Ésa es mi promesa.

—¿George?

—Me ha dado un escalofrío —dije—. Feliz Año Nuevo.

Me dispuse a besarla, pero ella me contuvo un momento.

—Ya casi está aquí, ¿verdad? Lo que has venido a hacer.

—Sí —respondí—. Pero no es esta noche. Esta noche, de momento, solo contamos tú y yo. Así que bésame, cariño. Y baila conmigo.