Encontré la dirección de George de Mohrenschildt en el listín de Dallas y lo seguí dos veces. Tenía curiosidad por saber con quién quedaba, aunque si hubiera sido con un hombre de la CIA, un esbirro de la mafia de Lansky u otro posible conspirador, dudo que lo hubiese reconocido. Lo único que puedo decir es que no se vio con nadie que me pareciera sospechoso. Iba a trabajar; iba al Club de Campo de Dallas, donde jugaba al tenis o nadaba con su mujer; fueron a un par de locales de striptease. No molestaba a las bailarinas, pero tenía tendencia a sobar los pechos y el trasero de su mujer en público. A ella no parecía importarle.
En dos ocasiones se encontró con Lee. Una vez fue en su club de striptease favorito. Lee parecía incómodo en ese ambiente, y no se quedaron mucho tiempo. La segunda vez comieron en una cafetería de Browder Street. Estuvieron hasta las dos de la tarde, hablando entre un sinfín de tazas de café. Lee hizo un amago de levantarse, pareció meditarlo y pidió alguna cosa. La camarera le llevó un trozo de tarta, y él le entregó algo que ella se metió en el bolsillo del delantal tras una mirada rápida. En vez de seguirles cuando partieron, abordé a la camarera y le pregunté si podía ver lo que el joven le había dado.
—Te lo puedes quedar —dijo ella, y me dio una hoja de papel amarillo encabezada con letras negras de panfleto sensacionalista: ¡CUBA NO SE TOCA! Instaba a «las personas interesadas» a unirse a la sucursal de Dallas-Fort Worth de esa noble organización, ¡NO DEJÉIS QUE EL TÍO SAM OS EMBAUQUE! ESCRIBID AL APARTADO DE CORREOS 1919 SI QUERÉIS INFORMAROS SOBRE FUTURAS REUNIONES.
—¿De qué han hablado? —pregunté.
—¿Eres poli?
—No, doy mejor propina que los polis —dije, y le pasé un billete de cinco dólares.
—De esos rollos —respondió ella, y señaló el panfleto que Oswald sin duda había imprimido en su nuevo lugar de trabajo—. Cuba. Como si eso me importase.
Pero en la noche del 22 de octubre, menos de una semana más tarde, el presidente Kennedy también estaba hablando de Cuba. Y entonces a todo el mundo le importó.