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En la sala de profesores de la planta baja había un casillero para el correo y los anuncios de la escuela. El martes por la mañana, durante mi hora libre, encontré un pequeño sobre sellado en mi compartimiento.

Querido George:

Si todavía quieres llevarme a cenar esta noche, tendrá que ser a eso de las cinco, porque esta semana y la siguiente tendré que levantarme temprano para preparar la Subasta Otoñal de Libros. A lo mejor podríamos ir a mi casa para el postre.

Tengo bizcocho, por si te apetece un trozo.

Sadie

—¿De qué te ríes, Amberson? —preguntó Danny Laverty, que se encontraba corrigiendo deberes con una ojerosa intensidad que sugería resaca—. Cuéntame, me vendría bien echarme unas risas.

—Nada —respondí—. Es un chiste privado. No lo pillarías.