Yo quería regresar a Kossuth Street. Sabía que la policía podría estar vigilando la casa de los Dunning por si alguien mostraba un interés inusual en la familia, pero aun así el deseo era muy fuerte. No se trataba de Harry; quería ver a la hermana pequeña. Tenía cosas que decirle.
Que debería salir en Halloween al truco o trato aunque se sintiera triste por su padre.
Que sería la princesa india más bonita, más mágica, que cualquiera hubiera visto jamás, y que llegaría a casa con una montaña de caramelos.
Que tenía por delante al menos cincuenta y tres largos y ajetreados años, y probablemente muchos más.
Por encima de todo, que algún día su hermano Harry iba a querer enfundarse el uniforme y se alistaría en el ejército y que ella debía poner todo, todo, todo su empeño en disuadirle.
Salvo que los niños olvidan. Todo profesor lo sabe.
Y piensan que van a vivir para siempre.