Notas

[1] Cada efa —medida de capacidad para sólidos— era equivalente a poco más de 43 kilos. (Nota del mayor) Volver

[2] Nos encontrábamos en plena recogida de la cebada —lo que denominaban la primera siega— y el heno, en consecuencia, debía ser de excelente calidad. Es decir, compuesto de leguminosas, gramíneas, rosáceas con flores y hojas de olor agradable y labiadas. En suma, un heno dulce y verde. (N. del m.) Volver

[3] El término badawi (beduino, en singular) deriva del árabe (badu), aunque los auténticos «habitantes del desierto» se autodefinen como a'rab (árabes, en plural). Esta expresión —a'rab— era la comúnmente utilizada en los tiempos de Jesús para designar a los beduinos en general. (N. del m.) Volver

[4] Este tipo de adornos —conocido como khamsa— encerraba para los badu un especial valor mágico. Tanto las manos, como las piedras azules, ojos, triángulos, etc., servían fundamentalmente para conjurar el temido mal de ojo. Una de las supersticiones más extendidas en aquel tiempo y en aquellas tierras y a la que también se enfrentó el gran rabí de Galilea. (N. del m.) Volver

[5] Conforme fuimos avanzando en la exploración comprobamos que, en efecto, los clanes o tribus mencionados por Camar se hallaban distribuidos por buena parte de la Perea, mar Muerto (en especial en las regiones del este), desierto del Neguev, la Decápolis y, por supuesto, la Galilea. A estos grupos de a 'rab había que sumar otros centenares de familias y subclanes. (N. del m.) Volver

[6] El término munayyil (teñido con nileh) procedía de una vieja costumbre de los a'rab. El hombre cobarde que, por ejemplo, huía en la batalla, al regresar al campamento recibía en pleno rostro un baño de nileh (índigo). El ritual, generalmente, corría a cargo de una mujer de la tribu. De esta forma, el munavyil, con la cara teñida de azul, era el hazmerreír de su gente, siendo despreciado por todos. (N. del m.) Volver

[7] Entre los badu, el honor y la hospitalidad son dos principios sagrados. Faltar a la palabra o traicionar a los suyos es considerado una de las peores afrentas. De hecho, entre ellos, es expresión habitual el mantener la «blancura de la cara», refiriéndose a la preservación de dicho honor personal o del clan. (N. del m.) Volver

[8] Los badu, a quienes llegamos a conocer en las sucesivas exploraciones, aparecían divididos en infinidad de clanes. Uno de estos grupos —los sararat— debía en parte su pésima fama a una remota y dudosa leyenda. Según la tradición, Sarar, el ancestro de dicha tribu, asesinó a su madre al nacer, y el padre, como castigo, obligó a una perra a que lo amamantase. De ahí el calificativo de «perros del desierto». (N. del m.) Volver

[9] Amplia información en Caballo de Troya 5, pp. 430 y ss. (Nota del autor.) Volver

[10] En el libro segundo de los Reyes (2, 11) puede leerse: «Iban caminando (Elías y Eliseo) mientras hablaban, cuando un carro de fuego con caballos de fuego se interpuso entre ellos; y Elías subió al cielo en el torbellino». Por su parte, el referido Salmo 110 asegura: «Oráculo de Yavé a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que yo haga de tus enemigos el estrado de tus pies». (N. del m.) Volver

[11] Aunque no existe todavía una documentación histórica que lo acredite, todos los indicios apuntan a que Marcos pudo emprender la redacción de su evangelio poco después de la muerte de Pedro y Pablo. Es decir, hacia el año 68 de nuestra era. Probablemente —como señala el mayor—, Marcos elaboró el texto de acuerdo a sus propios recuerdos y a las indicaciones de Pedro. Puede, incluso, que el contacto con Pablo le llevara a nuevas modificaciones. Lo cierto es que, entre la muerte de Jesús de Nazaret (año 30) y la confección de los escritos de Marcos, bien pudieron transcurrir esos casi cuarenta años. Un periodo de tiempo excesivamente largo como para recordar con precisión los hechos y, sobre todo, las palabras del Galileo. (N. del a.) Volver

[12] No es mi intención juzgar a nadie, y menos a Pablo, pero estoy convencido de que el «invento» de la iglesia debe mucho al fabricante de tiendas de Tarso. Como espero poder exponer, el mensaje clave del Maestro —«el hombre es un hijo de Dios»— fue lamentablemente modificado y Pablo tuvo mucho que ver en ese nefasto cambio de rumbo. (N. del m.) Volver

[13] Según informaciones obtenidas «al margen de la misión oficial», Lucas, el médico pagano que terminaría convirtiéndose en un seguidor de Pablo, escribió sus textos hacia el año 80, en la provincia romana de Acaya, al sur de Grecia. Aunque, efectivamente, consultó a muchos de los testigos de la vida del Maestro, su principal inspiración fue el inevitable Pablo de Tarso. Al parecer, conoció los escritos de Marcos y parte de las «memorias» de Mateo Leví. Cuando falleció, en el año 90, preparaba ya un tercer libro sobre el Galileo. (N. del m.) Volver

[14] Amplia información en Caballo de Troya 3, pp. 358 y ss. (N. del a.) Volver

[15] Cada una de estas unidades, de 29,3 centímetros de diámetro, llevaba adherida al dorso una película de cobre, con la posibilidad de ser fijada a un estribo del hierro, en disposición azimutal biaxial, el sistema permitía que toda la radiación reflejada incidiese en un solo punto. Ello era posible merced a la fórmula especular asimétrica y al desplazamiento del eje de giro horizontal en el centro de la Curvatura de la imagen. (N. del m.) Volver

[16] En una docena de ampolletas de barro fueron incluidos, entre otros, los siguientes fármacos: analgésicos antitérmicos, antibióticos de amplio espectro (tetraciclina, cotrimoxazol y amoxicilina), antidiarreicos (loperamina), antiácidos (trisilicato de magnesia e hidróxido de aluminio), antihistamínicos, antibióticos para uso tópico (neomicina y bacitramina), cloroquina (importantísima como antipalúdico), un amebicida (tinidazol o metronidazol), una mezcla especial para rehidratación por vía oral, sueros antiponzoñosos polivalentes y soluciones antifúngidos (clotrimazol). (N. del m.) Volver

[17] Berseba, en aquel tiempo, era una próspera y notable ciudad del sur del país, en la ruta hacia Egipto y en los arranques del desierto del Neguev. Al parecer, el nombre procedía de uno de los pozos (beer) practicado por el mítico patriarca Abraham. En cuanto a «Barsaba», el apodo, en arameo, significaba «Hijo del sábado». Lucas, en Hechos (1, 23), lo traduce por «Justo», saltando así su condición de hombre observante de la ley. (N. del m.) Volver

[18] En esas fechas, el pueblo de Israel celebraba una de sus tres fiestas anuales más solemnes: la «Hasartha» o «Concentración», también conocida como «Shavuot» (Semanas) porque tenía lugar siete semanas después del ofrecimiento del omer en el segundo día de la Pascua o «Pesaj». Antiguamente consistía en una celebración eminentemente agrícola, ya que marcaba el tiempo de la cosecha del trigo (mes de sivan). Después se añadió el recuerdo de la entrega de la Ley o Torá en el Sinaí. Según los sabios, dicha entrega pudo ocurrir alrededor del día seis del referido mes de sivan (mayo-junio). Como las célebres tablas fueron dictadas a Moisés cincuenta días después de la salida de Egipto, la festividad del «Shavuot» sólo podía conmemorarse en el mencionado mes de sivan. Este número —cincuenta— fue el que, posteriormente, sirvió a los griegos para designar la conocida fiesta de «Pentecostés». El doble motivo —agradecimiento a Yavé Por la Ley y las obligadas primicias a presentar en el Templo— hacía que la Ciudad Santa se convirtiera en esos días en un hervidero de gentes, procedentes de todo el mundo conocido. (N. del m.) Volver

[19] El arameo, idioma nativo de los íntimos del Maestro, penetro en Palestina y regiones vecinas hacia los siglos X y VIII a. J.C. Procedía, según todos los indicios, de Siria y de las tribus del Este. Al evolucionar dio lugar a diferentes dialectos. Entre los más sobresalientes se hallaban el hoy llamado «occidental» —que abarcaba el arameo palestino, el de los tárgumes judíos y el samaritano, entre otros— y el «oriental», que los expertos subdividen en arameo del Tal-Tud de Babilonia, de los libros mandeanos y siriaco. Este último nació en Edesa (hoy Urfa, en Turquía). Todavía puede escucharse en el Líbano y en Urmia. (N. del m.) Volver

[20] El texto que menciona el mayor dice así: «Entonces se volvieron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que dista poco de Jerusalén, el espacio de un camino sabático. Y cuando llegaron subieron a la estancia superior, donde vivían, Pedro, Juan, Santiago y Andrés; Felipe y Tomás; Bartolomé y Mateo; Santiago de Alfeo. Simón el Zelotes y Judas de Santiago. Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos». (N. del a.) Volver

[21] El discurso citado por Lucas es el siguiente: «Hermanos, era preciso que se cumpliera la Escritura en la que el Espíritu Santo, por boca de David, había hablado ya acerca de Judas, el que fue guía de los que prendieron a Jesús. Porque él era uno de los nuestros y obtuvo un puesto en este ministerio. Éste, pues, compró un campo con el precio de su iniquidad, y cayendo de cabeza, se reventó por medio y se derramaron todas sus entrañas. Y esto fue conocido por todos los habitantes de Jerusalén de forma que el campo se llamó en su lengua haqueldamá, es decir, "Campo de sangre". Pues en el libro de los Salmos está escrito: "Quede su majada desierta, y no haya quien habite en ella." Y también: "Que otro reciba su cargo." Conviene, pues, que de entre los hombres que anduvieron con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús convivió con nosotros, a partir del bautismo de Juan hasta el día en que nos fue llevado, uno de ellos sea constituido testigo con nosotros de su resurrección». (N. del m.) Volver

[22] Amplia información en Caballo de Troya 1, pp. 488 y ss. (N. del a.) Volver

[23] El párrafo en cuestión dice así: «Presentaron a dos: a José, llamado Barsabás, por sobrenombre Justo, y a Matías. Entonces oraron así: "Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muéstranos a cuál de estos dos has elegido para ocupar en el ministerio del apostolado el puesto del que Judas desertó para irse adonde le correspondía." Echaron suertes y la suerte cayó sobre Matías, que fue agregado al número de los doce apóstoles». (N. del m.) Volver

[24] Hechos (2, 4-14) dice textualmente: «… quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. Había en Jerusalén hombres piadosos, que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo. Al producirse aquel ruido la gente se congregó y se llenó de estupor al oírles hablar cada uno en su propia lengua. Estupefactos y admirados decían: "¿Es que no son galileos todos estos que están hablando? Pues ¿cómo cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa? Partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto, Lidia, Frigia, Panfilia, Egipto, la parte de Libia fronteriza con Cirene, forasteros romanos, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos les oímos hablar en nuestra lengua las maravillas de Dios." Todos estaban estupefactos y perplejos y se decían unos a otros: "¿Qué significa esto? Otros, en cambio, decían riéndose: "¡Están llenos de mosto!"» (N. del m.) Volver

[25] Según Lucas, el discurso de Pedro fue el siguiente: «Entonces Pedro, presentándose con los Once, levantó la voz y les dijo: "Judíos y habitantes todos de Jerusalén: Que os quede esto bien claro y prestad atención a mis palabras: No están éstos borrachos, como vosotros suponéis, pues es la hora tercia del día, sino que es lo que dijo el profeta: "Sucederá en los últimos días, dice Dios: Derramaré mi Espíritu sobre toda carne y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños. Y yo sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu. Haré prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la Tierra. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes de que llegue el Día grande del Señor. Y todo el que invoque el nombre del Señor se salvará".

"Israelitas, escuchad estas palabras: A Jesús, el Nazareno, hombre acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, a éste, que fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros lo matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos; a éste, pues, Dios le resucitó librándole de los dolores del Hades, pues no era posible que quedase bajo su dominio; porque dice de él David: Veía constantemente al Señor delante de mí, puesto que está a mi derecha, para que no vacile. Por eso se ha alegrado mi corazón y se ha alborozado mi lengua, y hasta mi carne reposará en la esperanza de que no abandonarás mi alma en el Hades ni permitirás que tu santo experimente la corrupción. Me has hecho conocer caminos de vida, me llenarás de gozo con tu rostro.

«"Hermanos, permitidme que os diga con toda libertad cómo el patriarca David murió y fue sepultado y su tumba permanece entre nosotros hasta el presente. Pero como él era profeta y sabía que Dios le había asegurado con juramento que se sentaría en su trono un descendiente de su sangre, vio a lo lejos y habló de la resurrección de Cristo, que ni fue abandonado en el Hades ni su carne experimentó la corrupción. A este Jesús Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros somos testigos. Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís. Pues David no subió a los cielos y sin embargo dice: 'Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies.' Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado."» (N. del m.) Volver

[26] Aunque, de momento, no me siento con fuerzas para revelar la espléndida «fuente» en la que he bebido, puedo redondear la información del mayor con lo siguiente: las memorias de Mateo, al parecer, fueron terminadas hacia el año 40. Más tarde, tras el cerco de Jerusalén por Tito en el 70, Isador, uno de los discípulos de Mateo, se decidió a emprender la definitiva redacción del primitivo diario. Aquel creyente conservaba una de las múltiples copias de lo escrito por el recaudador de impuestos de la Galilea, así como parte de lo redactado por Juan Marcos tras la muerte de Pedro. (N. del m.) Volver

[27] Amplia información en Caballo de Troya 5. pp. 146 y ss. (N. del a.) Volver

[28] Amplia información sobre la mencionada despedida de Jesús en Caballo de Troya 2, pp. 161 y ss. (N. del a.) Volver

[29] Al parecer, según mis «fuentes», Tomás Dídimo fue apresado por Roma y ejecutado en la isla de Malta. Allí, en alguna parte, se encuentran sus restos. Es posible que llegara a escribir también su propio evangelio. (N. del m.) Volver

[30] Esas mismas y especialísimas «fuentes» indican que el Zelota cumplió su palabra. Recuperado el ánimo viajó a Egipto, predicando la buena nueva. Llegó a las fuentes del Nilo y allí murió. África conoció de primera mano el mensaje de Jesús de Nazaret. Quizá, algún día, este investigador se decida a cumplir un viejo sueño: buscar la tumba de Simón el Zelota. Pero eso, como todo, depende de la voluntad del Padre… (N. del m.) Volver

[31] Amplia información sobre estas nueve apariciones en Caballo de Troya 2, pp. 258 y ss., 272 y ss., 315 y ss., 396 y ss., 310 y ss., 326 y ss., 336 y ss., 333 y ss. y 344 y ss., respectivamente. (N. del a.) Volver

[32] Amplia información en Caballo de Troya 2, pp. 442 y ss. (N. del a.) Volver

[33] Con el fin de no agotar al hipotético lector de este diario, he optado por suprimir mis propias vivencias con el Resucitado, registradas desde las 4 horas de la madrugada. La información, además, aparece en páginas anteriores. (N. del m.) Volver

[34] La muerte de Santiago, al parecer, se produjo treinta y dos años más tarde. Es decir, en el 62 de nuestra era. (N. del m.) Volver

[35] Santiago de Zebedeo moriría en el año 44. (N. del m.) Volver

[36] Amplia información en Caballo de Troya 3, pp. 329 y ss. (N. del a.) Volver

[37] Amplia información en Caballo de Troya 2, pp. 373 y ss. (N. del a.) Volver

[38] Amplia información en Caballo de Troya 5, pp. 163 y ss. (N. del a.) Volver

[39] Amplia información en Caballo de Troya 5, pp. 427 y ss. (N. del a.) Volver

[40] Es casi seguro que estas cifras fueron sencillamente superiores. Como ya indiqué, en una de las apariciones en el yam, muchos de los más de quinientos testigos eran gentiles que vivían en las poblaciones cercanas a Saidan. (N. del m.) Volver

[41] Los ger (prosélito), más numerosos que los halalim o hijos ilegítimos de los sacerdotes, se dividían en dos grandes grupos: los «prosélitos de la justicia» y los «temerosos de Dios». Los primeros, al convertirse a la religión judía, eran circuncidados, sometiéndose al baño ritual y a la ofrenda del sacrificio. Los segundos, en cambio, considerados como paganos, sólo aceptaban a Yavé, así como la observancia de algunos preceptos. (N. del m.) Volver

[42] Aunque parezca increíble, Yavé, en el Deuteronomio, señala que egipcios y edomitas no podían pertenecer a la casa de Israel hasta la tercera generación (una vez convertidos al judaísmo) La norma siguió viva poco después del año 90 de nuestra era, con la oposición de algunos (entre éstos, el célebre Gamaliel). (N. del m.) Volver

[43] El mencionado versículo del Levítico dice así: «No tomarás por esposa a una mujer prostituta ni profanada, ni tampoco una mujer repudiada por su marido; pues el sacerdote está consagrado a su Dios». (N. del a.) Volver

[44] La gravísima situación de los prosélitos daba lugar a injusticias como la siguiente: según Shebiit (X, 9), «aquel que pidiera prestado a un ger, cuyos hijos se han convertido con él, no está obligado a devolverlo, en el caso de que el prosélito muera». Dado que el derecho rabínico establecía que la esposa no podía heredar (B.B., VIII, 1), si el ger fallecía sin hijos nacidos después de la conversión, al carecer legalmente de herederos, cualquiera estaba legitimado para tomar dichas propiedades y, por supuesto, a no restituir las posibles deudas. En el colmo del cinismo, sin embargo, la Ley autorizaba a los acreedores a separar de campos, dineros, casas, cosechas, etc., la parte que el prosélito fallecido había dejado pendiente (Gerim, III, 11-12). En otras palabras: el primero que llegaba practicaba lo que se denominaba la «toma de posesión» (Gerim, III, 9-10, 13). (N. del m.) Volver

[45] Amplia información sobre el rechazo de los judíos hacia gentiles y prosélitos en Caballo de Troya 5, pp. 91 y ss. (N. del a.) Volver

[46] Uno de los conflictos que menciona el mayor aparece en el capítulo 15 de los Hechos de los Apóstoles (versículos 1 al 3). Lucas dice textualmente: «Algunos que habían bajado de Jerusalén enseñaban a los hermanos: "Si no os circuncidáis conforme a la Ley de Moisés, no podéis ser salvos." Con esto se produjo una agitación y disputa no pequeña, levantándose Pablo y Bernabé contra ellos. Al cabo determinaron que subieran Pablo y Bernabé, acompañados de algunos otros de aquéllos, a los apóstoles y presbíteros de Jerusalén, para consultarles sobre esto». (N. del a.) Volver

[47] El citado pasaje dice así: «Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz con vosotros." Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: "La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío."

«Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; a quienes se los retengáis, les quedarán retenidos."

«Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor." Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi mano en su costado no creeré." Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: "La paz con vosotros." Luego dice a Tomás: "Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente." Tomás le contestó: "Señor mío y Dios mío." Dícele Jesús: "Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído."» (N. del a.) Volver

[48] Según mis «fuentes», hacia el 101, cuando Juan Zebedeo contaba 99 años de edad, al observar que los textos que circulaban entre los primeros cristianos se hallaban incompletos, decidió escribir su propio evangelio. Para ello, siempre de memoria, dictó sus recuerdos a un tal Natán, un judío natural de Cesárea y convertido al cristianismo. Sólo la llamada Primera Carta de Juan fue escrita por el apóstol de su puño y letra y a manera de presentación o prólogo a lo narrado por Natán. Presumiblemente, como afirma el mayor, dado el largo tiempo transcurrido desde las apariciones (71 años), la memoria de Juan pudo fallar. A esto habría que añadir las múltiples adulteraciones sufridas por el texto primitivo con el paso de los años. (N. del a.) Volver

[49] Es bien conocido por los especialistas que el Epílogo (capítulo 21) del evangelio de Juan pudo ser un añadido posterior. Boismard, en 1947, lo apuntó ya con gran valentía: «el capítulo 21 aparece como una confusa mezcla de estilos, adivinándose otras manos» (Revue Biblique, LTV). El estilo del «intruso» —según Boismard— guarda una sospechosa relación con el de los escritos de Lucas. En 1936, otro prestigioso escriturista —Vaganay— ya había incidido sobre lo mismo, destacando que el versículo 25 de dicho Epílogo, por ejemplo, «no era del mismo molde que el que le precede, pudiendo deberse a un añadido» (Revue Biblique, XLV). Las opiniones de estos eruditos se verían posteriormente ratificadas por las fotografías con rayos infrarrojos y ultravioletas. En la última página del evangelio de Juan (Códice Sinaítico) se comprobó que el texto primitivo concluía en el versículo 24 y no en el 25. Alguien, en efecto, metió la mano… (N. del m.) Volver

[50] Amplia información sobre dicha aparición en Caballo de Troya 3, pp. 370 y ss. (N. del a.) Volver

[51] El texto mencionado por el mayor dice así: «Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a comunicar la noticia a los que habían vivido con él, que estaban tristes y llorosos. Ellos, al oír que vivía y que había sido visto por ella, no creyeron. Después de esto, se apareció, bajo otra figura, a dos de ellos cuando iban de camino a una aldea. Ellos volvieron a comunicárselo a los demás; pero tampoco creyeron a éstos. Por último, estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les echó en cara su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber creído a quienes le habían visto resucitado. Y les dijo: "Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Éstas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien."

«Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban». (N. del a.) Volver

[52] Amplia información sobre el particular en Caballo de Troya 3, pp. 396 y ss. (N. del a.) Volver

[53] Amplia información sobre dichos análisis en Caballo de Troya 5, pp. 173 y ss. (N. del a.) Volver

[54] Aunque no muy claro, el origen de los samaritanos parece estar en algunas tribus del este (Mesopotamia), forzadas por los asirios a ocupar las tierras de los israelitas cuando éstos fueron desterrados en el siglo VIII a. J.C. Al mezclarse con los judíos que continuaban en la zona terminó apareciendo un pueblo mestizo, que a todos los efectos, fue considerado como pagano. Esta situación, a la que se sumaron las notables diferencias en materia religiosa y la construcción en el monte Garizín de un segundo templo (probablemente hacia el siglo V a. J.C.), crearía un abismo entre unos y otros. Para colmo, en el año 128 a. J.C., Juan Hircano destruiría este templo, multiplicando el odio de los samaritanos. Y fue dicho: «A partir de hoy, Siquén será llamada la ciudad de los idiotas, pues nosotros nos hemos mofado de ellos como se hace con un loco» (Levt, VII, 2). (N. del m.) Volver

[55] El nombre de kuteos (así llamaban los judíos a los samaritanos en tiempos de Jesús) procedía del país de Kuta, en Persia, lugar de origen de las tribus que se asentaron en Samaria (Josefo en Ant., IX y XII). Y aunque los samaritanos defendían que sus ancestros eran los patriarcas judíos —José en especial—, lo cierto es que todo el mundo los calificaba como «gentes de Kut» o descendientes de colonos medo-persas. Es decir, «extraños al pueblo» o allogenés, como cita Lucas (17, 18). Los samaritanos reconocían el Pentateuco, pero despreciaban el resto de la Biblia. Esto, lógicamente, no era suficiente para los judíos que, además, los tachaban de idólatras por mantener un culto en el monte Garizín. (Recuérdese la alusión del Resucitado en la aparición a los samaritanos, en Sicar). (N. del m.) Volver

[56] La Misná, en su capítulo diez («Orden segundo: "Shabbat"»), recoge esta normativa con precisión: «Si se transporta a una persona viva en una camilla, está libre de pecado, a pesar de la camilla, ya que ésta es algo secundario. Si es un muerto, es culpable. Asimismo, si transporta (en sábado) una cantidad como una aceituna de un cadáver, o de una carroña, o como una lenteja de un reptil, es culpable». (N. del m.) Volver

[57] En este sentido, el capítulo XXIII de la citada Misná es igualmente tajante: «Se puede hacer todo lo necesario para el muerto: ungirlo y lavarlo, con tal que no se mueva ninguno de sus miembros. Se puede quitar el colchón de debajo de él y se le puede colocar sobre la arena para retardar la descomposición. Se puede sujetar el mentón, no para que se alce, sino para que no continúe hundiéndose, del mismo modo que a una viga rota se la puede sostener con un banco o con los laterales de la cama, no para que se alce (que seria una construcción o trabajo), sino para que no continúe hundiéndose. En sábado no se cierran los ojos al muerto ni tampoco en día ferial en el momento de la agonía. Quien le cierra los ojos en el momento de expirar es como quien derrama sangre». (Entendían los judíos que sería como apurar su muerte). (N. del m.) Volver

[58] Amplia información en Caballo de Troya 5, pp. 401 y ss. (N. del m.) Volver

[59] Como fue dicho, estos exploradores lograron extraer el ácido desoxirribonucleico (ADN) del Maestro, merced a los mechones de la barba y a los múltiples coágulos de sangre recogidos en los dramáticos momentos de su pasión y muerte. Pudimos hacernos igualmente con una muestra de sangre de la Señora pero, para intentar verificar si Jesús de Nazaret había sido concebido de forma natural (es decir, con el esperma de José y el óvulo de María), necesitábamos lo que Eliseo llamaba la «tercera pista genética». En otras palabras: sangre, cabellos con raíz, huesos o cualquier otro elemento, perteneciente a José, que hubiera preservado células vivas en las que, como se sabe, se almacena la «espiral de la vida» (el ADN). Si el Maestro debía su concepción a los padres biológicos, el código genético aparecería, necesariamente, en los de José y la Señora. (N. del m.) Volver

[60] Lo que los judíos denominaban «la frontera del sábado» era el punto más alejado al que se hallaban autorizados a desplazarse. Ese «camino sabático» de Lucas fue establecido en dos mil codos judíos (un kilómetro, aproximadamente; Fr., 4, 3 y 5, 7). La ley dictaba, incluso, las razones por las que se podía alcanzar dicha «frontera»: «se puede esperar al anochecer hasta la frontera del sábado para vigilar los preparativos de una novia o de un muerto, como acarrear el féretro o la mortaja». Naturalmente, los astutos judíos conseguirían burlar la norma, creando lo que llamaban el erub: un punto en el que repostaban algo de comida, simulando así que dicho lugar era una segunda residencia. Esto les permitía sumar otros mil metros. En caso de necesidad o conveniencia, el erub se multiplicaba hasta donde fuera menester… (N. del m.) Volver

[61] Amplia información sobre este dispositivo en Caballo de Troya 5, pp. 199 y ss. (N. del a.) Volver

[62] Periostio: membrana fibrosa, blanca, vascular, más o menos gruesa y resistente (según la edad), que rodea el hueso. (N. del m.) Volver

[63] Esta enfermedad afecta progresivamente a los tejidos-soporte del diente, prosperando desde los más superficiales (encías) hasta los más profundos (hueso). Se trata de una dolencia grave. En las fases más avanzadas conduce a la movilidad y pérdidas de las piezas dentarias. Abarca dos situaciones claras: inflamación de las encías (gingivitis) y la del ligamento periodontal (periodontitis). (N. del m.) Volver

[64] Como es bien sabido por los especialistas, en el origen de la enfermedad periodontal intervienen múltiples factores. Desde las hormonas hasta los medicamentos. Lo más común, sin embargo, es que la dolencia sea producida por un exceso de placa bacteriana y de cálculos (sarro) en la superficie de los dientes. Esta placa la forman unos determinados microorganismos, así como una sustancia pegajosa integrada por residuos de alimentos y saliva. Las bacterias alteran la configuración normal de la encía, debilitándola, penetrando en ella e inflamándola. El sarro, por su parte, además de contribuir al soporte de los microorganismos, colabora en dicha irritación, multiplicando la inflamación. En la primera fase, la encía se presenta enrojecida y sangrante (gingivitis). Si el problema prospera, la gingivitis desemboca generalmente en la llamada periodontitis. En este caso aparece la bolsa periodontal y las toxinas de las bacterias penetran con facilidad, ocasionando la destrucción del hueso alveolar. Con ello surge la movilidad, la migración dentaria y, finalmente, la pérdida de los dientes. A juzgar por la reabsorción alveolar y la reducción de la altura facial en el cráneo, cabe la posibilidad de que José hubiera padecido esta última fase de la enfermedad. (N. del m.) Volver

[65] Mesocéfalo o de cerebro medio. En el caso de José aparecía con bastantes rugosidades, protuberancias superciliares y una pronunciada glabela. El índice medio de altura-longitud craneal era ortocéfalo. Por su parte, los procesos mastoideos eran moderados. Presentaba igualmente un índice fronto-parietal metriometópico. Aunque no disponía del instrumental necesario, calculé que la longitud craneal podía oscilar alrededor de 185 milímetros, con una anchura de 146, aproximadamente. No observé procesos degenerativos en articulaciones y vértebras. (N. del m.) Volver

[66] La osteoporosis provoca la formación de espacios anormales en el hueso o la rarefacción del mismo sin descalcificación, por la ampliación de sus conductos. (N. del m.) Volver

[67] Amplia información en Caballo de Troya 5, pp. 77 y ss. (N. del a.) Volver

[68] Dado que, en esta ocasión, la muestra podía ser macerada o destruida —algo que no fue posible en el análisis de la sangre de Jesús de Nazaret—, mi hermano descartó la prueba de los «cristales de Teichmann», eligiendo la técnica del hemocromógeno, más limpia y eficaz. El reactivo de cristalización se hallaba integrado por una base nitrogenada (piridina), sosa, un agente hematinizante y un reductor. Esta reacción, como saben los especialistas, no precisa calentamiento. Pues bien, una vez verificado lo que era obvio para nosotros, que se trataba de sangre humana, entró de lleno en el estudio del diagnóstico individual, buscando el grupo de la Señora. Para ello se decantó por el método de los aglutinógenos (test de absorción-elución). En dicho test, las aglutininas se fijan sobre la mancha y, tras una incubación de veinticuatro horas, se retiran mediante lavado, calentando posteriormente a 56°. Las aglutininas liberadas, en definitiva, nos proporcionaron el diagnóstico del grupo. Se trataba, en consecuencia, de la identificación de aglutininas, utilizando hematíes testigos, es decir, aglutinógenos conocidos. Y la sorpresa llegó cuando mi hermano añadió hematíes del tipo «B». La sangre, efectivamente, era del grupo «B». No satisfecho con la prueba, Eliseo confirmó los resultados con un segundo diagnóstico, utilizando para ello la técnica mixta de Pereira. Colocó uno de los hilos de la muestra sobre acetato de celulosa, añadiendo suero anti-A. Al mismo tiempo, en un segundo hilo igualmente manchado, adicionó otra gota de suero anti-B. Y tras incubarlos y lavarlos, añadió los hematíes A y B, respectivamente. Cinco minutos después, una vez incubados en la cámara húmeda a 50°, procedió a la «lectura» de la aglutinación. El resultado fue el mismo: grupo «B». (N. del m.) Volver

[69] Este tipo de sangre —grupo «AB»—, con aglutinógenos «A» y «B» no es muy frecuente entre las razas europeas, alcanzando un índice que oscila entre el 3 y el 3,2 por ciento. El «O», en cambio, se sitúa en un 43,4. En el Próximo Oriente, sin embargo, dicho grupo sí es más habitual. En Irán, por ejemplo, las personas con «AB» ascienden a un 12,76 por ciento. En cuanto a la incidencia en la totalidad de la especie humana, el «AB» es el menos representativo, con un 2 por ciento, frente a un 42 y un 45 del «O» y del «A», respectivamente. (N. del m.) Volver

[70] Entiendo que es bueno aclarar que los ensayos con grupos sanguíneos difícilmente demuestran una paternidad. Lo que sí hacen es lo contrario: averiguar que una supuesta paternidad es imposible. La sangre, como es bien sabido, es un equivalente a las huellas dactilares. Es decir, disfruta de un carácter primario inalterable. Lattes lo explicó a la perfección: «El hecho de pertenecer a un grupo sanguíneo definido es un carácter fijo de todo ser humano, que no puede ser alterado ni por el paso del tiempo, ni por ninguna enfermedad inter-currente». La sangre, por tanto, como resultado de que sus células dispongan de ninguno, alguno de los dos, o ambos aglutinógenos, deberá formar parte de uno de estos fenotipos (grupos primarios): «O», «A», «B» o «AB». Con los años han surgido también otros grupos más complejos, directamente relacionados con raza y geografía. Así, por ejemplo, los antígenos «Rh (CDE/cde)» suponen un 85 por ciento de la población. El «M» un 30, el «N» un 20 y el «MN», entre otros, un 50 por ciento. A éstos podríamos añadir el «Hp» y el «Gm» pero, dado que no fueron decisivos en nuestras investigaciones, prescindiré de ellos. (M. del m.) Volver

[71] Una vez terminada la erupción dentaria, expertos como Gustafson, y Miles y Dalitz establecieron una serie de reglas, en función del desgaste, para determinar la edad del individuo. Dichos procesos evolutivos son los siguientes:

Abrasión de la superficie (consecuencia de la masticación). Para-dontosis (cambios en los tejidos de soporte del diente). Dentina secundaria (la cavidad de la pulpa se rellena por un tejido duro que procede de la pared). Aposición de cemento (éste aumenta su densidad con la migración). Reabsorción de la raíz (en determinadas áreas, cemento y dentina son reabsorbidos por células especiales). Transparencia de la raíz (con la edad, los canales que cruzan de la pulpa a la periferia se hacen invisibles, debido al relleno de sustancias minerales). (N. del m.) Volver

[72] Uno de los procedimientos para establecer el sexo aparece en el recuento cromosómico, gracias a los cuerpos cromatínicos sexuales. En el varón, por ejemplo, el cromosoma «Y» resulta fluorescente a la quinacrina. En las células, en cambio, que no están en división, la femenina señala uno o más nodulos de cromatina fijada a la superficie interna de la membrana nuclear. Las masculinas, por el contrario, carecen de este cuerpo de «Barr». Otro rasgo típico femenino aparece también en los leucocitos. Éstos muestran lo que se denomina cuerpo de «Davidson» (una delgada proyección en forma de palillo de tambor). En el caso que nos ocupa —el supuesto padre biológico de Jesús de Nazaret—, la presencia del cromosoma «Y» en el recuento cromosómico fue decisiva. (N. del m.) Volver

[73] Todos los rasgos que identifican a un individuo están ligados a su dotación genética, depositada en clave química en una molécula: el ADN o ácido desoxirribonucleico. La dotación genética de cada persona es la resultante de la contenida en el ADN procedente de sus progenitores. El descubrimiento de la estructura del ADN, en 1954, por Watson y Crick fue lo que permitió saber en qué consistía el soporte del material hereditario y dar el paso hacia el concepto del gen. El ADN es una sustancia dispersa en el núcleo de todas las células. En un determinado momento de la división celular, dicha sustancia se concentra en forma de bastones o cromosomas. La estructura del ADN es similar a la de una doble hilera en forma de escalera de caracol. La banda externa se halla integrada por un azúcar y un radical fosfato. En la interior se concentran cuatro bases «claves» (formando pares): «A» (adenina), «T» (timina), «C» (citosina) y «G» (guanina). Cada vuelta de esa doble hélice mide 3,4 nanómetros (un nanómetro equivale a la milmillonésima parte del metro) y contiene diez pares de bases. Un fragmento concreto de ADN forma lo que se denomina gen o unidad funcional. Cada gen encierra el código necesario para fabricar una proteína. El ser humano dispone de unos cien mil. La casi totalidad de esos genes son idénticos, cumpliendo las mismas funciones en todos los individuos. El uno por ciento, en cambio, es específico y aporta los rasgos y características que diferencian a cada persona. (N. del m.) Volver

[74] A título meramente orientativo, proporcionaré algunas de las más destacadas características de esta primera técnica, utilizada en la obtención de los referidos ADN. Para empezar, conviene aclarar que la aplicación de pruebas científicas en la determinación de la paternidad biológica se realiza en función de polimorfismos genético-bioquímicos, tales como marcadores enzimáticos eritrocitarios, proteínas séricas y antígenos, entre otros. Estos sistemas, en especial los marcadores enzimáticos, proteínas séricas y sistema HLA, presentan la característica de una herencia mendeliana sencilla. De esta manera, el hijo reúne dos alelos —uno heredado del padre y el otro de la madre— que se manifiestan con claridad en los análisis.

Pues bien, dicha técnica perseguía, fundamentalmente, la replicación del ácido desoxirribonucleico. Este ácido, como se sabe, es portador de la información genética, conteniendo cuatro tipos de desoxinucleótidos: «A» (desoxiadenilato), «T» (desoxitimidilato), «G» (desoxiguanilato) y «C» (desoxicitidilato). Es la secuencia de estas bases, justamente, lo que determina la información genética.

Y fue gracias a los hallazgos de los científicos mencionados como Caballo de Troya consiguió la replicación del ADN contenido en las muestras y su posterior identificación. Para ello, Eliseo, en síntesis, llevó a cabo los siguientes procesos:

Primero. Extracción química del ADN, partiendo de las muestras que obraban en nuestro poder (sangre, cabellos con raíz y dientes). Los restos fueron «digeridos», aislando así el ADN. Posteriormente se procedió a la separación, utilizando fenolcloroformo (con 400 microlitos pueden obtenerse, por ejemplo, entre 5 y 40 microgramos de ADN. Por encima de un microgramo, el ADN, en forma de ovillo blanco, aparece a simple vista en el fondo del tubo de ensayo).

Segundo. Mediante el uso de unas «tijeras químicas» (enzimas de restricción), el ovillo fue segmentado en zonas específicas. Las íestrictasas cortan el ADN en pequeñas secciones, permitiendo un manejo más cómodo de las llamadas regiones hipervariables y no codificantes del genoma humano. (Dichas regiones no son genes propiamente dichos, ya que no codifican la síntesis de ninguna proteína y, por tanto, no tienen expresión genética. En otras palabras: el estudio de estas regiones hipervariables no aporta información sobre la estructura fenotípica del sujeto). A continuación, mediante un «primer cebador» y un ciclador térmico, se obtuvieron «copias» ilimitadas. (En horas, por ejemplo, después de 30 ciclos, es posible «fabricar» 1 073 741 824 «copias»). En nuestras pruebas se utilizó una polimerasa especial, extraída de una bacteria cuyo habitat son las fuentes termales (la Thermus aquaticus), que proporciona excelentes resultados a altas temperaturas.

Tercero. Mi hermano «exploró y reconoció» las regiones que interesaban, auxiliado por una sonda especial (marcada con fosfata alcalina). Ésta es más recomendable que el fósforo 32, ya que rompe los enlaces, pudiendo ser recogida, además, en una película.

Cuarto. El patrón (ADN) fue transferido a nylon, preparándose después una sonda radiactiva.

Quinto. Tras la unión de la sonda con las secuencias específicas de ADN se procedió, mediante lavado, a la eliminación del exceso de ADN.

Sexto. La sonda radiactiva fue fijada sobre el patrón (ADN) de la membrana, añadiendo la película de rayos X. Por último, tras el revelado, Eliseo consiguió al fin el patrón de bandas, el ansiado «perfil genético» del individuo. (N. del m.)

Nota del Autor: El mayor, fallecido en 1981, no llegó a conocer lo que fue bautizado como la «reacción en cadena de la polimerasa» (PCR), descubierta dos años más tarde por Kary Mullís. Las técnicas descritas en su diario se ajustan extraordinariamente a los actuales procesos para la obtención del ADN. ¿Casualidad? Volver

[75] Amplia información en Caballo de Troya 2, pp. 410 y ss. (N. del a.) Volver

[76] Mateo, en el capítulo uno, versículos 18 al 25, dice textualmente: «La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados." Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: "Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Em-manuel", que traducido significa: "Dios con nosotros." Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús». (N. del a.) Volver

[77] Amplia información sobre los manzerim en Caballo de Troya 5, pp. 120 y ss. (N. del a.) Volver

[78] Amplia información en el Caballo de Troya 2, pp. 421 y ss. (N. del a.) Volver

[79] El capítulo 1, versículos 26 al 39, dice así: «Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando le dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo." Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Es será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin." María respondió al ángel: "¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?" El ángel le respondió: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios." Dijo María: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra." Y el ángel dejándola se fue». (N. del a.) Volver

[80] Además del tungsteno, Eliseo probó con antorchas de oxiacetileno, ligeramente ricas en combustible. Estas llamas terminan produciendo hidrocarburos de bajo peso molecular, así como el referido hidrógeno atómico, condensándose en diamantes. Junto al sustrato y el filamento fue dispuesto un tubo alimentador que abastecía el hidrógeno y el metano, siempre a una presión de 0,1 atmósferas. El tungsteno calentaba los gases, rompiendo sus enlaces moleculares y provocando que el hidrógeno atómico eliminase los átomos de carbono, autorizando así el desarrollo de los cristales de diamante. Cada una de estas preciosas láminas alcanzó un grosor de 250 micrómetros. (N. del m.) Volver

[81] Aunque creo haberlo explicado, insistiré en ello. A raíz del dramático incidente en la cripta de Nahum, mi hermano efectuó algunas modificaciones en la conexión auditiva. Una de ellas consistió en la reprogramación del ordenador central, de forma que, en ausencia de ambos exploradores, cualquier intruso que penetrara en la zona de seguridad IR pudiera ser detectado por nosotros, siempre y cuando nos encontrásemos dentro de los límites de dicha conexión auditiva (15 000 pies). Para ello, «Santa Claus» «traducía» los impulsos provocados por el target a señales electromagnéticas de 0,0001358 segundos cada una, siendo puntualmente remitidas hasta la «cabeza de cerilla» del explorador. Gracias a esta corrección, estábamos en situación de averiguar si alguien o algo rondaba el torno a la «cuna». Por supuesto, antes de proceder al tercer «salto», el alcance de esta medida de seguridad fue ampliado a casi el doble: 30 000 pies. (N. del m.) Volver

[82] A lo largo de este diario no aparece información alguna sobre la citada Operación Salomón. Sólo en una de las páginas, como veremos más adelante, el mayor ofrece una breve e intrigante «pista». Ignoro, por tanto, en qué consistió esa aventura «más allá de las fronteras de Israel». (N. del a.) Volver

[83] El fundamento de la RMN se basa en la peculiar característica del núcleo de los átomos de hidrógeno. En palabras sencillas: viene a ser como microscópicos imanes, capaces de originar un fenómeno de resonancia magnética. Sometiendo dichos átomos a un campo magnético de alta frecuencia (1,15 teslas), los núcleos de hidrógeno se alinean. Al ser excitados mediante ondas de radio, los núcleos atómicos «giran» sobre sí mismos, perdiendo la energía inicial en forma de radiación. Ésta puede ser captada y procesada con el auxilio de «Santa Claus», siendo «traducida» a imágenes. Nuestros dispositivos RMN, trabajando en un campo de dos teslas, podían explorar la totalidad de las masas cerebrales, interpretando cada órgano y región en tres dimensiones simultáneas y reconstruyendo los «cortes» en forma sagital, axial u oblicua. (N. del m.) Volver

[84] El año 25 correspondía al 778 ab Urbe Candita (desde la fundación de Roma). Por su parte, los judíos —fundamentalmente los ortodoxos— se hallaban en el 3786 (consideraban el 3761 a. J.C. como el momento de la supuesta creación del mundo y desde ahí contaban). En el 50 a. J.C., Julio César modificaría el antiguo calendario romano. Sosígenes, responsable del cambio, se inclinó por el cómputo solar, abandonando el lunar e introduciendo los bisiestos. De esta forma se intentó salvar el grave desajuste provocado por la cronología lunar, fijando el año en 365,25 días. (El equinoccio de primavera, por ejemplo, con el cómputo lunar, llegó a caer en los idus de mayo cuando, en realidad, debía celebrarse en marzo). Este calendario «juliano» estaría en vigor hasta 1582, fecha en que fue reformado por el papa Gregorio XIII. (N. del m.) Volver

[85] Las neuronas especializadas en la secreción de acetilcolina presentaban los axones y cuerpos celulares muy deteriorados, proyectándose desde la parte basal del prosencéfalo hacia el hipocampo. La acetilcolina, como se sabe, constituye uno de los neurotransmisores utilizados por las neuronas para intercomunicarse. (N. del m.) Volver

[86] El estrés oxidativo, con la consiguiente liberación de radicales libres, pudo estar estimulado por la reacción del NO con el anión superóxido, generando peroxinitrito, un implacable agente nitrante de proteínas. Este óxido nítrico, sin duda, podía afectar a los engranajes de la memoria, muy especialmente al sistema límbico, responsable de dicha memoria, así como de las emociones y del aprendizaje en general. Si consideramos que las neuronas no se reproducen después del nacimiento y que, a partir de la segunda mitad de la vida, alrededor de un 5 por ciento de las situadas en el hipocampo se pierde irremisiblemente cada diez años, el panorama de estos exploradores era francamente delicado… (N. del m.) Volver

[87] Este aminoácido, como neurotransmisor, favorece el intercambio sináptico entre las neuronas (en especial sobre el N-metil-D-aspartato), consiguiendo la apertura de los canales iónicos que, a su vez, promueven la migración de los iones de calcio hacia el interior de las neuronas. Con ello se obtiene un benéfico impulso activador. Sin embargo, la administración del glutamato exige cautela. Un exceso en las dosis podría provocar el efecto contrario al deseado: la «lluvia» del neurotransmisor, al abrir los canales, «empapa» las neuronas, «asfixiándolas». Muchos de los accidentes cerebrovasculares así lo ratifican. En suma: si no se acierta con la dosis justa, la nefasta óxido nítrico sintasa termina triplicándose, agudizando el problema. (N. del m.) Volver

[88] Esta vitamina es un buen antioxidante. Gracias a los tocofe-roles —sobre todo, al alfatocoferol— ayuda a la conservación de las membranas, permitiendo la formación de complejos con fosfolípidos poli-insaturados. Parte de nuestro problema —como la aparición de la dermatitis descamativa— se hallaba potenciado por la referida y grave oxidación de los tejidos, que disminuía los valores plasmáticos de dicha vitamina E. Esta caída, a su vez, repercutía en la actividad de la deshidratasa de ácidos 8 —aminolevulínico, vital para la síntesis del hem. (N. del m.) Volver

[89] El suministro de vitamina C estaba garantizado a través de las frutas y hortalizas y el hígado de vaca o de ternera. Las patatas, lógicamente, eran inviables, ya que en el siglo I no eran conocidas en el viejo mundo. Respecto al betacaroteno —de la clase de los pigmentos carotenoides— podíamos ingerirlo merced a algunas hortalizas, especialmente con la zanahoria. (N. del m.) Volver

[90] Si los dos primeros medicamentos eran difíciles de obtener, el tercero —la dimetilglicina— aún lo era más. Eliseo y yo, tras algunas discretas averiguaciones, supimos que Caballo de Troya encargó tales fármacos en el verano de 1972. Es decir, seis meses antes del primer lanzamiento. Esto, como decía, confirmó nuestras sospechas. La MN-Dimetilglicina pura fue adquirida a los prestigiosos laboratorios Da Vinci que, posteriormente, la comercializaría como Glucónico DMG. (N. del m.) Volver

[91] Amplia información en Caballo de Troya 1, pp. 114 y ss. (N. del a.) Volver

[92] Target: en el argot aeronáutico, un objeto localizado en el radar. (N. del m.) Volver

[93] La poderosa emisión de ondas gravitatorias, como fue explicado en su momento, partiendo de la membrana exterior de la «cuna», era proyectada a voluntad, envolviendo la nave en una invisible y gigantesca cúpula. La «barrera» actuaba como un muro de contención, impidiendo el paso de cualquier ser vivo. Si alguien trataba de franquearlo se encontraba con una especie de silencioso «viento huracanado» que lo despedía violentamente. (N. del m.) Volver

[94] La tetrarquía en la que ahora entrábamos ocupaba un amplísimo territorio, al norte y este del Jordán. En realidad, aquellas divisiones de la provincia romana de la Judea eran casi papel mojado. Todo se hallaba bajo el control de Roma. Por conveniencias políticas, Augusto aceptó el testamento de Herodes el Grande, fallecido en marzo del año «menos cuatro», y el reino quedó dividido de la siguiente manera: Arquelao, hijo del tirano edomita y de Maltaké, una samaritana, gobernaría Judea, la Idumea (al sur de Jerusalén) y la Samaria. Antipas, hermano menor de Arquelao, recibió la Galilea y la Perca (al este del Jordán), ambas separadas por la Decápolis. En cuanto a Filipo, hijo de Cleopatra, la quinta esposa «oficial» de Heredes el Grande, fue nombrado tetrarca de la Gaulanitis, un inmenso y montañoso territorio poblado casi en su totalidad por gentiles. Por último, la hermana de Herodes —Salomé— obtuvo un pequeño paño de tierra en la costa (lamnia), así como las ciudades de Azoto, Fasaelis y el palacio herodiano en Askalón, también en la orilla del Mediterráneo. (N. del m.) Volver

[95] Entre las múltiples deidades fenicias, el trío formado por «Él», «Asherat del Mar» y «Baal» constituía el pilar de todas las creencias. «Él», algo así como un «dios-padre», identificado por los griegos como Cronos, era un ser lejano, casi sin forma y todopoderoso. Los fenicios apenas lo invocaban. No sucedía lo mismo con su esposa, también conocida como Astarté o Baalat («nuestra querida esposa»). Simbolizaba la fertilidad, las buenas cosechas, los hijos y la larga vida. Y aunque tampoco debía ser invocada directamente o por su nombre, sino a través de dioses de segundo rango, el pueblo la respetaba, considerándola más próxima y «humana» que el misterioso y abstracto «Él». Por supuesto, según todos los indicios, Astarté no era una creación fenicia. Probablemente fue copiada y modificada, basándose en otros dioses asirios, egipcios y babilónicos. El parecido con la Isis de Egipto, por ejemplo, es notable. Y también con el Inniu sumerio o el Ishtar de Asiría y Babilonia. (En el siglo XII a. J.C. las relaciones entre Egipto y Biblos eran tan intensas que Astarté y Hator se confunden prácticamente). En cuanto a Baal, el tercero de los dioses importantes de Fenicia, era, quizá, el más popular y socorrido. En realidad había innumerables Baal. Cada región, cada ciudad o cada aldea tenía el suyo propio: Baal Tsafon («señor del Norte»), Baal Shamim («señor de los cielos»), Baal Lebanon («señor del Líbano») y un largo etcétera. Otros pueblos, por su parte, lo conocían con nombres distintos. Para los de Sidón era Asmún. Para los giblitas, Adon o Adoni («señor»). (Más tarde, los griegos lo denominarían Adonis). Para los habitantes de Tiro, en cambio, era conocido como Melqart. Baal, curiosamente, como predicaría más tarde el cristianismo, moría cada año para redimir a los hombres. Una vez recogidas las cosechas, se autoinmolaba, reapareciendo con la primavera. Esta leyenda, sin duda, preparó el terreno para la futura y errónea creencia de los cristianos respecto a la misión de Jesús de Nazaret. (N. del m.) Volver

[96] Aunque no es un dato seguro, la medición de la circunferencia del medio del brazo puede proporcionar una pista importante. Con los centímetros exactos, previa consulta a las tablas para percentiles (Hanes, II), es posible una aproximación al índice de desnutrición. En este caso la estimé como preocupante. Con dicha medida es fácil obtener el área muscular. Basta con aplicar la fórmula de Gurney-Jelliffe (área muscular = circunferencia, en centímetros, menos «pi» pliegue, todo ello elevado al cuadrado y dividido por 4 «pi», considerando como «pliegue» el grosor del tricipital en centímetros). (N. del m.) Volver

[97] La depresión del Jordán forma parte del gran valle denominado «falla sirio-africana», extendiéndose desde el norte de Siria hasta el río Zambeze. Aunque los expertos no coinciden, todo parece apuntar a que el gran valle se dividió en dos tramos en el Neógeno, que finalizaría hace unos dos millones de años. En ese periodo apareció la falla del norte (desde Bet Shean hasta el Hermón) y la del sur, hasta la Aravá. A finales del Pleistoceno, al parecer, el mar penetró por el oeste, inundando estas depresiones. Poco a poco, caliza, yeso y sal común fueron hundiéndose, explicando así el alto contenido salino de estas tierras cercanas al actual Jordán. Movimientos tectónicos terminaron cortando la comunicación con el océano y «apareció» un enorme lago salado: el «mar del Jordán» o «mar de Lisán». Hace unos 25 000 años, este mar llegó a su punto álgido, con 180 metros por debajo del nivel del océano. Y tras algunos cambios —hace 17 000 o 15 000 años— se contrajo, formando, básicamente, lo que hoy conocemos: los lagos residuales de Tiberíades y Hule y el profundo mar Muerto, al sur. (N. del m.) Volver

[98] En el capítulo 27, versículos 9 al 25, Ezequiel habla de las relaciones comerciales entre algunas ciudades fenicias y el resto del mundo. Entre otras cosas dice: «En ti estaban los ancianos de Guebal (Biblos) y sus artesanos para reparar tus averías. Todas las naves del mar y sus marineros estaban contigo para asegurar tu comercio. Los de Persia, y de Lidia, y de Punt servían en tu ejército como hombres de guerra… Tarsis era cliente tuya, por la abundancia de toda riqueza: plata, hierro, estaño y plomo daban por tus mercancías. Yaván (Jonía), Túbal y Mések (probablemente Anatolia) traficaban contigo: te daban a cambio hombres y utensilios de bronce. Los de Bet Togarmá (Armenia) daban por tus mercancías caballos de tiro y de silla, y mulos. Los hijos de Rodán (Rodas) traficaban contigo; numerosas islas (¿océano índico?) eran clientes tuyas; te pagaban con colmillos de marfil y madera de ébano. Edom (Siria) era cliente tuyo por la abundancia de tus productos; daba por tus mercancías malaquita, púrpura, recamados, batista, coral y rubíes. Judá y la tierra de Israel traficaban también contigo: te daban a cambio trigo de Minnit (país de Amrnón: la Decápolis o la Perca), pannag (posiblemente bálsamo), miel, aceite y resina. Damasco era cliente tuya por la abundancia de tus productos; gracias a la abundancia de toda riqueza, te proveía de vino de Jelbón (al norte de Damasco) y lana de Sajar. Dan y Yaván, desde Uzal (beduinos), daban por tus mercancías hierro forjado, canela y caña. Dedán traficaba contigo sillas de montar. Arabia y todos los príncipes de Quedar eran también tus clientes: pagaban con corderos, carneros y machos cabríos. Los mercaderes de Saba y de Rama (Yemen) traficaban contigo: aromas de primera calidad y toda clase de piedras preciosas y oro daban por tus mercancías. Jarán, Kannéy, Edén (alto y medio Eufrates), los mercaderes de Saba, de Asur y de Kilmad (también Mesopotamia) traficaban contigo. Traían a tu mercado vestidos de lujo, mantos de púrpura y brocado, tapices multicolores y maromas trenzadas. Las naves de Tarsis formaban tu flota comercial». (N. del m.) Volver

[99] Unos 4 000 años a. J.C., los egipcios, al parecer, conocían ya el arte de la fabricación del vidrio. Utilizaban para ello arena, cenizas vegetales, creta y salitre, produciendo una pasta opalina que alcanzó mucho éxito. Está claro que los astutos fenicios se hicieron con el secreto de dichas fabricación, mejorándolo. Y surgió toda una floreciente industria. Pero los habitantes de Tiro y Sidón se las ingeniaron para lograr un vidrio transparente que causó el lógico furor. No contentos con ello idearon una producción «en serie», inundando los mercados y abaratando los precios. Al poco, los artesanos descubrieron la técnica del soplado, y el negocio, sencillamente, los hizo inmensamente ricos. Las caravanas transportaban el vidrio, bien fundido, en bruto o delicadamente tallado y perfilado. (N. del m.) Volver

[100] El molusco —del género Murex brandaris o Murex truncuíus— era entonces muy abundante en las costas de Fenicia. El colorante era obtenido a través de la segregación de las glándulas de dicho gasterópodo. Para conseguir un solo gramo de púrpura, los fenicios tenían que sacrificar alrededor de 10000 Murex. De ahí que el preciado producto fuera siempre bien guardado y custodiado. (N. del m.) Volver

[101] Esta sustancia, originaria, al parecer, de la India, se extraía de las hojas del añil (Indigofera tinctoria). Los egipcios, una vez más, fueron los grandes exportadores del tinte ya elaborado. Para ello maceraban las hojas con cañas, obteniendo un líquido que, al contacto con el oxígeno del aire, cambiaba a una hermosa tonalidad azul. El índigo era una mezcla que contenía hasta un 90 por ciento de indigonita (índigo azul) y un 10 de otros elementos residuales (fundamentalmente indirrubina o rojo de índigo). Posteriormente se cocía, impidiendo la fermentación y desactivando así las enzimas. Otros pueblos, como el romano, lo utilizaban como cicatrizante y elemento base para la preparación de cosméticos. Las romanas, por ejemplo, lo tenían en gran aprecio para sombrear los ojos. Debido a su naturaleza molecular, y a la gran estabilidad, admite enérgicos lavados. Algo que no ignoraban en aquellos tiempos. En Europa no sería introducido hasta el siglo XVI. (N. del m.) Volver

[102] Este codiciado «vino», consumido habitualmente por gentiles y judíos, era extraído del fruto del Juniperus phoenicia o communis, del que existían grandes plantaciones al norte del Sinaí, en los rojos pedregales de Edom, al sur del mar Muerto, y en el desierto del Neguev. Una vez, maduro era triturado, añadiéndose agua previamente calentada a 30°. Al fermentar se obtenía el citado licor. Algunos lo destilaban, logrando así un jugo borrascoso y peleón. También era adquirido para aromatizar la carne y como aceite medicinal. (N. del m.) Volver

[103] El término keratia (griego) dio lugar al nombre científico de esta semilla (Ceratonia). Y fueron precisamente los griegos quienes descubrieron que los granos del algarrobo mantenían siempre el mismo peso (200 miligramos), siendo aprovechados como eficaz medida para pesar el oro (carat). En un principio, la onza tenía 140 carates. De ahí la denominación «quilate». (N. del m.) Volver

[104] Esta normativa, recopilada en el siglo II en la Misná (Julin), reunía antiquísimas leyes y tradiciones, en especial sobre la inmolación de animales no destinados a los sacrificios religiosos. Las alambicadas reglas, conocidas también como kashruth, procedían, al parecer, del propio Yavé. Y establecía, por ejemplo, cómo proceder al degüello. En el ganado, el corte era obligatorio por la tráquea y el esófago. Con las aves bastaba en uno de los conductos. El golpe tenía que ser sin dilación, con un movimiento hacia adelante y atrás. La Ley fijaba igualmente las carnes y pescados autorizados o prohibidos. Sólo podían comer los cuadrúpedos que rumiaban y que tenían la pezuña hendida. El cerdo, en cambio, era tabú. En cuanto al pescado, Yavé prohibía los que carecieran de escamas y aletas. El marisco, por ejemplo, no era kosher. Otra de las reglas determinaba que los judíos no debían cocer la carne del cabrito en la leche de la madre. (La costumbre era habitual entre muchos pueblos paganos). Esto obligaba a que los productos lácteos no apareciesen sobre la mesa al mismo tiempo que las carnes. Servir leche o mantequilla junto al cordero, por ejemplo, era un sacrilegio. La increíble Ley disponía, incluso, que todas las familias hebreas tuvieran varios juegos de vajillas. En el sabbath, una era destinada a la carne y otra a los citados productos lácteos. (N. del m.) Volver

[105] Según el tratado Qiddushim, ésta era la designación que se daba a cuantos eran recogidos en la calle y cuyos progenitores eran desconocidos. (N. del m.) Volver

[106] Amplia información en Caballo de Troya 3, pp. 288 y ss. (N. del a.) Volver

[107] Amplia información sobre las principales corrientes filosóficas existentes en aquel tiempo en Caballo de Troya 3, pp. 361 y ss. (N. del a.) Volver

[108] Platón y los estoicos influyeron poderosamente en las creencias judías. El cuarto libro de los Macabeos es un claro ejemplo. Estas circunstancias provocaron una inevitable catástrofe, con la consiguiente confusión. Fue el célebre Filón de Alejandría quien, finalmente, trató de poner orden, armonizando la filosofía griega y la teología hebrea. Más tarde, Pablo de Tarso haría suyo este «híbrido», construyendo el cristianismo. (N. del m.) Volver

[109] Hillel, el Viejo o el Babilonio, llegó a Jerusalén en el reinado de Herodes el Grande. Procedía de Babilonia, de la diáspora. Era un iajamin (los que desarrollaban, interpretaban y difundían la Ley). Muy pronto adquirió prestigio y respeto, convirtiéndose, junto al también rabino Sammay, en la máxima autoridad en la halajá (la tradición oral o la «senda por la que transita Israel»). De hecho, formaron uno de los famosos «pares» de la sabiduría rabínica en los tiempos del joven Jesús. Es muy probable que el Hijo del Hombre, siendo niño, llegara a conocerlos durante la célebre estancia en el Templo, cuando contaba casi trece años de edad. Al contario que el pedante fariseo Sammay, Hillel destacaría por su humildad y gran talla moral. Para aquél, la esencia de la Torá se hallaba en el detalle. Para su oponente, la clave de la Ley era su espíritu. Si uno acertaba en la interpretación de dicho espíritu, el detalle era secundario. Años después, el Maestro haría suyas algunas de las sentencias de Hillel, «puliéndolas» y «perfeccionándolas». (N. del m.) Volver

[110] En términos simples, las sorderas se dividen en leves (hipoacusias de transmisión), en las que aparece lastimado el sistema mecánico de conducción del sonido (oídos externo y medio) y profundas (hipoacusias de percepción), en las que el daño afecta al interior del caracol o a las vías nerviosas que «conducen el sonido» hasta el cerebro (oídos interno). Si la sordera de «Denario» se hallaba provocada por una deformación o destrucción del órgano de Corti o de las vías neurales poco podía hacerse (N. del m.) Volver

[111] La embriopatía rubeólica afecta al «calendario embriológico» entre la séptima y la décima semanas. El oído interno del feto queda alterado, produciéndose una hipoacusia perceptiva bilateral profunda, con destrucción de las células ciliadas y la membrana tectoria del órgano de Corti. (N. del m.) Volver

[112] La meningitis cerebroespinal es una de las primeras causas de sordera después del alumbramiento. A ésta hay que sumar las otitis agudas necrosantes originadas por el sarampión, gripe, escarlatina, paludismo, fiebre de Malta, viruela y fiebre tifoidea, entre otras enfermedades. Todas pueden propagarse al interior del laberinto, destruyéndolo. Las paperas, por su parte, alcanzan con frecuencia la zona nerviosa, siendo responsable de la parotiditis y de las consiguientes sorderas unilaterales. También el herpes zóster puede asentarse en el ganglio de Corti, causando lesiones parecidas. (N. del m.) Volver

[113] A.M. (ante merídiem o antes del mediodía). P.M. (post merídiem o después del mediodía). Se trata de voces latinas, utilizadas por los países anglosajones, donde la cuenta de las horas del día, de 0 a 24, no es habitual (N. del a.) Volver

[114] El libro de Josué (20, 1-9) dice textualmente: «Yavé dijo a Josué: "Habla a los israelitas y diles: Señalaos las ciudades de asilo de las que os hablé por medio de Moisés, a las que pueda huir el homicida que haya matado a alguien por inadvertencia (sin querer), y que le sirvan de asilo contra el vengador de la sangre. (El homicida huirá a una de estas ciudades: se detendrá a la entrada de la puerta de la ciudad y expondrá su caso a los ancianos de la ciudad. Éstos lo admitirán en su ciudad y le señalarán una casa para que habite con ellos. Si el vengador de la sangre le persigue, no le entregarán al homicida en sus manos, pues ha herido a su prójimo sin querer, y no le tenía odio anteriormente. El homicida habrá de permanecer en la ciudad, hasta que comparezca en juicio ante la comunidad, hasta la muerte del sumo sacerdote que esté en funciones en aquel tiempo. Entonces el homicida podrá volver a su ciudad y a su casa, a la ciudad de la que huyó)." «Consagraron: Quedes (Cades) de Galilea, en la montaña de Neftali, Siquem en la montaña de Efraím, Quiryat Arbá, o sea Hebrón, en la montaña de Judá. En TransJordania, al oriente de Jericó, se designó Béser, de la tribu de Rubén, en el desierto, en el llano; Ramot en Galaad, de la tribu de Gad, y Golán en Basan, de la tribu de Manases. Éstas son las ciudades designadas para todos los israelitas, así como para el forastero residente entre ellos, para que pueda refugiarse en ellas cualquiera que haya matado a alguien por inadvertencia, y no muera a manos del vengador de la sangre, hasta que comparezca ante la comunidad». (N. del m.) Volver

[115] En su capítulo 35, Números establece: «Habló Yavé a Moisés y le dijo: "Habla a los israelitas y diles: Cuando paséis el Jordán hacia la tierra de Canaán, encontraréis ciudades de las que haréis ciudades de asilo: en ellas se refugiará el homicida, el que ha herido a un hombre por inadvertencia. Esas ciudades os servirán de asilo contra el vengador; no debe morir el homicida hasta que comparezca ante la comunidad para ser juzgado. De las ciudades que les cedáis, seis ciudades serán de asilo: tres ciudades les cederéis al otro lado del Jordán y tres ciudades en el país de Canaán; serán ciudades de asilo. Las seis ciudades serán de asilo tanto para los israelitas como para el forastero y para el huésped que viven en medio de vosotros, para que se pueda refugiar en ellas todo aquel que haya matado a un hombre por inadvertencia…"». (N. del m.) Volver

[116] Amok, en malayo, significa «lanzarse furiosamente a la batalla». El trastorno, registrado fundamentalmente en varones, ha sido detectado entre los nativos de Malaysia y también en tribus del África tropical. Los malayos definen los violentos ataques de locura como mala gelap («ojo oscurecido»). Pasada la crisis, el enfermo queda aniquilado física y psíquicamente, sin recuerdo alguno de lo ocurrido. (N. del m.) Volver

[117] Esta enfermedad, descrita por el neurocirujano de Boston, Harvey Cushing, es el resultado, generalmente, de un adenoma independiente de la corteza suprarrenal o de un adenocarcinoma, responsable de un exceso de cortisol que inhibe la hormona adreno-corticotrópica (ACT-H). Ello lleva, inexorablemente, a una atrofia de la glándula suprarrenal contralateral. El cortisol propicia, a su vez, entre otros problemas, una anormal distribución de la grasa. (N. del m.) Volver

[118] El exceso de cortisol afecta también al sistema nervioso, produciendo excitabilidad, estados confusionales, alteración de conciencia, depresiones, alucinaciones visuales y auditivas o ideas delirantes. También altera los centros de la «saciedad y del apetito», ubicados en la región ventromedial y ventrolateral, respectivamente. La destrucción del primero ocasiona un aumento del apetito, con la lógica sensación de hambre permanente e insaciable. (N. del m.) Volver

[119] En la siguiente visita lo confirmaría. La anciana sufría de hipotiroidismo. Su corazón trabajaba en precario, con una reducción del volumen sistólico, así como de la frecuencia. La extrema frialdad de la piel y la hipersensibilidad al frío se hallaban igualmente justificadas por la vasoconstricción periférica. También el sistema nervioso central aparecía dañado, dando lugar a una lentitud en todas las funciones intelectuales. La mujer, en definitiva, estaba a las puertas de la demencia. (N. del m.) Volver

[120] Amplia información complementaria sobre dicho tema en Caballo de Troya 3 y 4, pp. 450 y ss. y 389 y ss., respectivamente. (N. del a.) Volver

[121] Al contrario de las enfermedades somáticas, para las que empleaban el paradigma pa'élet o pa'álat, con las funcionales utilizaban una terminología ambigua, amparándose en el modelo pi'alón: deavón era el difuso «pesar», el «atolondramiento» lo definían como hipazón, kilayón equivalía a «sensación de aniquilamiento», 'isavón correspondía al «nerviosismo», 'ivarón a «ceguera espiritual», simamón al «estupor», sigayón a la «alucinación» yíiga'ón, por ejemplo, a la «enajenación». (N. del m.) Volver

[122] En las solemnes fiestas de la Pascua, Pentecostés y Tabernáculos, como señalan Éxodo (23, 14-17) y Deuteronomio (16, 16), los judíos mayores de doce años y medio (edad legal) tenían la obligación de comparecer en el atrio del Templo, en Jerusalén, y ofrecer un holocausto o sacrificio de comparecencia (tv 'iyya). La sangre era derramada, la piel quedaba para los sacerdotes y la carne, con la grasa, se quemaba sobre el altar. En otro pasaje del Éxodo (23, 14) se dice también que Yavé debería recibir, tres veces al año, lo que denominaban «sacrificio festivo» (hagigá). En muchas ocasiones, por tanto, la ofrenda era doble. La hagigá era un sacrificio pacífico, en el que la sangre y la grasa se ofrendaban en el altar y la carne era comida por los peregrinos, siempre y cuando se hallaran en estado de pureza o no fueran individuos marginados por la Ley. Si la hagigá no era suficiente para satisfacer las necesidades de los comensales se añadía un tercer holocausto: el sacrificio llamado de la «alegría». «Alegría» —decían— por estar cerca de Dios y poder degustar la carne sagrada. Los dos primeros rituales, en suma, eran obligatorios. El de la «alegría», en cambio, voluntario. Naturalmente, los «pecadores» (lisiados, enfermos, locos, etc.) no podían disfrutar de tales sacrificios… (N. del m.) Volver

[123] Según la Ley de Moisés (Lev. 22, 10-14 y Núm. 18, 8-11-12-26-30), los judíos estaban obligados a entregar una ofrenda a los sacerdotes. La disposición de Yavé abarcaba todos los frutos de la tierra. De éstos, según los rabinos, debía separarse el uno por cincuenta. Se trataba de la «ofrenda grande» (tenuna gedola), diferente de la que el levita hacía de su propio diezmo (lerumat ma 'aser). La ley prohibía que dichos frutos fueran consumidos si antes no se producía a la separación del referido diezmo. (N. del m.) Volver

[124] Entre los babilonios del siglo VI a. de C. aparecían perfectamente diferenciadas la profesión de mago y exorcista (ashipíl) y la de médico (asü). Este último término, curiosa y sospechosamente, se halla muy cercano al arameo assia, sinónimo del hebreo rofé (médico para los judíos). Los demonios que, según la Biblia, atormentaron al rey Saúl —Shedim, Maziqiñ y Ruah Ra'a— eran viejos «conocidos» de los exorcistas babilónicos. (N. del m.) Volver

[125] Ver las obras de Diodoro de Sicilia. (N. del m.) Volver

[126] Curiosamente, el humilde papiro terminaría dando nombre a la Biblia. El término byblos servía para designar la médula blanca de la planta. Pues bien, con el paso del tiempo, biblion se aplicó a todos los rollos o libros y, posteriormente, a la propia Biblia. (N. del m.) Volver

[127] En aquel tiempo, los judíos distinguían tres tipos de rutas: nathiv, del término nathav u hollar; tnessillah (carretera trazada), de salal o trazar y los «caminos reales». Los primeros eran pistas detestables, de un metro o metro y medio. Tenían un carácter privado y, lógicamente, reparación y adecentamiento corrían por cuenta de los lugareños. Los caminos públicos, según la legislación, debían tener una anchura de siete metros. Pero muy pocos cumplían con lo reglamentado. La Ley exigía igualmente que las carreteras públicas fueran reparadas en primavera, antes de las grandes peregrinaciones a la Ciudad Santa. El cumplimiento, por supuesto, era muy irregular. Dicha legislación, escrupulosa y exhaustiva, prohibía cualquier tipo de túnel o estructura subterránea que pusieran en peligro la integridad del pavimento. También las ramas de los árboles tenían que ser podadas, de manera que no entorpecieran el paso de hombres y caballerías. Si alguien arrojaba basura o escombros a la calzada se responsabilizaba de los daños que sufrieran viajeros o caravanas. Árboles podridos o muros peligrosos tenían que ser retirados o demolidos en un plazo de treinta días. La Ley, incluso, prohibía que se lanzaran agua, vidrios o cualquier otro material peligroso sobre la senda. («Baba Kama» y «Baba Bathra). (N. del m.) Volver

[128] La dioptra, de 1,26 metros de alzada, ancestro de los actuales teodolitos, disponía, en la parte superior, de una pequeña plataforma circular con un punto de mira. Por debajo aparecían un tornillo nivelador del disco y otro que lo hacía girar. El bastón, por su parte, de hasta 2,4 metros de altura, presentaba la correspondiente escala y un disco móvil, con un punto o señal para marcar dicha escala. Por último, la grama consistía en una lanceta, armada con un aspa en el extremo superior, de la que colgaban cuatro pesas de plomo. El topógrafo la clavaba en el suelo y, tras verificar la horizontalidad de los brazos, trazaba las líneas rectas o los ángulos. (N. del m.) Volver

[129] La mayor parte de esta espléndida red de vías romanas —de las que 1 500 km se hallaban en la provincia de la Judea— fue planificada y construida por y para las legiones. Con el tiempo, sin embargo, resultarían de gran utilidad para el comercio, correo y las relaciones internacionales en general. Por supuesto, antes que los romanos, otros pueblos ya se habían destacado por sus excelentes calzadas. Herodoto, cinco siglos antes de Cristo, menciona una verdaderamente espectacular obra de los persas: «A todo lo largo de la calzada hay puestos reales con excelentes posadas. Todos los parajes que cruza están habitados, con lo que se puede viajar por ella con toda seguridad. Si es correcta la medida de esta Calzada Real en parasangas (medida que equivalía a unos cinco kilómetros), entonces la distancia desde Sardes (hoy Turquía) hasta el palacio de Memmón (actual Irán) es de 450 parasangas (alrededor de 2 400 km)… y el viaje no dura más de 90 días».

Pero lo más intrigante de las calzadas romanas eran los trazados. Los expertos actuales no se explican cómo podían conseguir unas alineaciones tan perfectas. Veamos una elocuente muestra. En la primera vía construida en Gran Bretaña —desde Dover (Dubris) a Thorney Island, pasando por Canterbury (Durovernum) y Rochester (Durobrivae)— no existía una sola curva. Y la calzada en cuestión suma 90 kilómetros, salvando inifinidad de puntos elevados. Está claro, pues, que, antes de iniciar la construcción, los «ingenieros» romanos tuvieron que trazar una línea recta entre los extremos de la misma. Cómo lo hicieron sigue siendo un misterio. (N. del m.) Volver

[130] Para cimentar ladrillos o piedra, los romanos disponían de un «invento» que les proporcionó gran fama: la pozzolana, una ceniza volcánica que endurecía la tradicional argamasa, a base de arena, cal y agua. El nombre procede de la ciudad romana de Puteoli (hoy Pozzuoli). En general, dependiendo de las necesidades, utilizaban dos o tres partes de pozzolana por una de cal. La mezcla era especialmente útil en zonas muy lluviosas. Con ella, la calzada —según los constructores— «se convertía en hierro». Y el paso de los siglos les dio la razón. (N. del m.) Volver

[131] La lagoquilia o labio leporino (semejante a la liebre) es una malformación congénita del labio superior, que aparece abierto o hendido como consecuencia de una mala soldadura de los arcos maxilares y del brote medio intermaxilar. (N. del m.) Volver

[132] La «infantil venganza» fue bien meditada. Como es sabido, el hebreo era habitualmente utilizado en los «asuntos sagrados». En especial en la lectura y estudio de la Ley. De haber empleado el término en arameo (Ai), la «broma» no habría sido tan mordaz. (N. del m.) Volver

[133] En el capítulo 22, versículo 30, Yavé dice: «Hombres santos seréis para mí. No comáis la carne despedazada por una fiera en el campo: echádsela a los perros». (N. del m.) Volver

[134] Los inteligentes Tiglat, además de a las costas de la vecina Tiro, sabían sacar provecho de la propia tierra del Hermón, rica en cuarzo. De ella obtenían el ácido silícico, clave para la fabricación del vidrio. Este subproducto, mezclado con cenizas de plantas marinas (bicarbonato sódico) y caliza o creta, era calentado hasta 800 o 900 grados, consiguiéndose así el cotizado y codiciado vidrio fenicio. (N. del m.) Volver

[135] A la hora de talar los bosques, aquella gente, con una envidiable sabiduría, solía ajustarse a las fases de la luna. Sabían que, en menguante, la savia permanece en las raíces. Ésos eran los momentos propicios para el corte. El mejor era el de enero. La madera cortada en esas fechas es más duradera. Le seguían los menguantes de agosto e invierno. En cuanto a la creciente y luna llena, los leñadores las aprovechaban, únicamente, para la madera destinada al fuego. Con la savia en «ascenso», algunos poblados se limitaban a descortezar los árboles, preparándolos para la tala de invierno. (N. del m.) Volver

[136] En un interesante estudio (1965), el citado científico —cuyos informes figuraban también en el banco de datos del módulo— aseguraba que, en el pasado, los cedros sólo cubrían las laderas norte y oeste del Hermón, entre los 1 400 y 1 800 metros de altitud. (N. del m.) Volver

[137] En dichos textos sagrados se hace alusión, efectivamente, a la intensa tala de cedros (los afamados erez) desde los tiempos del rey Salomón. Jiram, rey de Tiro, firmó un acuerdo con Salomón, suministrándole madera del Líbano. Con estos cargamentos, enviados probablemente por mar hasta el puerto de Joppe, el hijo de David edificaría el primer Templo a Yavé. La madera de cedro, liviana, amarillenta, olorosa y de excelente calidad, era muy buscada y cotizada. También los asirios, egipcios y persas la demandaban desde tiempos remotos. Cuando escaseó, el rey Sargon II (en el 720 a. J.C.) la buscó en los montes de Amanus y Zagros. También el llamado Segundo Templo de Jerusalén sería edificado con los cedros del Hermón, símbolo de «fuerza, dignidad y grandeza» entre judíos y gentiles. (N. del m.) Volver

[138] El mayor hace referencia a la última aparición del Hijo del Hombre, en la llamada «ascensión». Ver Caballo de Troya 5, p. 438. (N. del a.) Volver

[139] El mayor hace alusión a estos temas en su diario (Caballo de Troya 3 y 4, pp. 341 y ss. y 337 y ss., respectivamente). (N. del a.) Volver

[140] El damán de las rocas —hoy conocido como damán del Cabo— pertenece a la familia de los precavidos y el orden de los hiracoideos. Tres son arborícolas y las dos restantes, esteparias. Se trata de unos mamíferos de dimensiones parecidas a las del gato, de cabeza grande, sin cuello perceptible, ojos y orejas pequeños, boca hendida, patas cortas y sin cola. Puede pesar entre tres y cuatro kilos, Alcanzando el medio metro de longitud en el caso de los adultos. Dispone de dos incisivos superiores enormes y los testículos, como en el caso del elefante, permanecen siempre ocultos. (N. del m.) Volver

[141] Durante siglos, los judíos asociaron el nombre safan con el conejo y la liebre, confundiendo a los damanes con aquellos. El error, al parecer, se debió a los navegantes fenicios, quienes, al desembarcar en la actual España, quedaron asombrados por la abundancia de conejos. Y llamaron a dicho país «I-ha-sefanim» (tierra de damanes). De ahí nacería «Hispania». Como es sabido, en los tiempo de Jesús, el conejo no existía en Palestina. (N. del m.) Volver

[142] Información sobre el particular en Caballo de Troya 3, pp. 458 y ss. (N. del a.) Volver

[143] Amplia información sobre el «cuerpo glorioso» en Caballo de Troya 3, dd. 375 y ss. (N. del a.) Volver

[144] La compleja historia de Luzbel es analizada y recreada por J. J. Benítez en su obra La rebelión de Lucifer. (N. del a.) Volver