El laboratorio de ADN era nuevo, olía a nuevo y el personal era más joven que ella. A esto último tendría que ir acostumbrándose, pensó Starling con una punzada. Y muy pronto sería un año más vieja.
Un» joven cuya tarjeta de identificación decía «A. BENNING» firmó el recibo de las dos flechas.
A. Benning había tenido algún que otro disgusto en la recepción de pruebas, a juzgar por su evidente alivio cuando vio los dos proyectiles fijados con esmero al tablero de pruebas de Starling con alambres forrados de plástico.
—No se imagina lo que me encuentro algunas veces cuando abro estas cosas —le confesó A. Benning—. Supongo que sabe que no podré decirle nada enseguida, esto no es cosa de cinco minutos…
—Claro —la tranquilizó Starling—. No hay referencias sobre el RFLP[7] del doctor Lecter. Se escapó hace mucho tiempo y las muestras antiguas han pasado por un centenar de manos y ya no son fiables.
—El laboratorio tiene demasiado trabajo como para examinar todas las muestras, no podemos comparar catorce cabellos de una habitación de motel, como nos traen a veces. Si pudiera traerme…
—Escúcheme —la interrumpió Starling—, y luego hable. He pedido a la Questura italiana que me manden el cepillo de dientes que creen perteneció al doctor Lecter. Podrá conseguir células epiteliales de él. Haga tanto la prueba del RFLP como la de secuencias recurrentes de genomas. Esta flecha de ballesta ha estado bajo la lluvia, así que dudo que le sirva de mucho. Pero mire esto…
—Lo siento, no imaginaba que usted supiera…
Starling consiguió sonreír.
—No se apure, A. Benning, ya verá como nos entendemos de maravilla. Fíjese, las dos flechas son amarillas. La de ballesta, porque la han pintado a mano; no es un mal trabajo, pero se notan las pinceladas. Mire aquí, ¿qué le parece eso que se ve bajo la pintura?
—¿Un pelo del pincel?
—Puede. Pero fíjese que está curvado hacia un extremo y tiene una especie de bultito al final. ¿Y si fuera una pestaña?
—Y si conserva el folículo…
—Exacto.
—Mire, puedo hacer las polimerasas y las secuencias del genoma, es decir, tres colores a la vez, en la misma línea de gel y aislar tres localizaciones de ADN al mismo tiempo. Harán falta trece para los tribunales, pero bastarán un par de días para saber con toda seguridad si es de él.
—A. Benning, estaba segura de que me ayudarías.
—Eres Starling, ¿verdad? Quiero decir la agente especial Starling. Perdona si he empezado con mal pie. Es que los polis mandan las pruebas en unas condiciones… No tenía nada que ver contigo.
—Ya lo sé.
—Creía que eras mayor. Todas las chicas… las mujeres te conocen, bueno, todo el mundo te conoce; pero para nosotras eres… —A. Benning apartó la mirada— algo especial —luego levantó el rechoncho pulgar y dijo—: Buena suerte con el Otro. No te importa que lo llame así, ¿verdad?