Entra Fortinbrás con su ejército al escenario
FORTINBRÁS
Id, capitán, y de mi parte
Saludaréis al rey danés,
Y le diréis que con licencia suya,
Fortinbrás pide el prometido paso franco
Para su marcha por esta región.
Ya conocéis el sitio de la cita,
Y si Su Majestad quiere algo de nos,
En su presencia manifestaremos
Nuestro deber, y así debéis decírselo.
CAPITÁN
Así lo haré, milord.
FORTINBRÁS
Id adelante.
Salen Fortinbrás y los soldados
[Entran Hamlet, Rosencrantz y otros
HAMLET
Mi buen señor, ¿qué fuerzas son estas?
CAPITÁN
Son de Noruega, señor.
HAMLET
¿Qué se proponen, señor, por favor?
CAPITÁN
Van contra alguna parte de Polonia.
HAMLET
¿Quién las manda, señor?
CAPITÁN
El sobrino del anciano rey de Noruega, Fortinbrás.
HAMLET
¿Van contra el centro de Polonia,
o contra una frontera?
CAPITÁN
Hablando con verdad, y no añadiendo nada,
Vamos a conquistar un pedazo de tierra
Sin más provecho que su nombre:
Yo por cinco ducados,
Por cinco, no lo arrendaría,
Ni rendirá al noruego ni al polaco
Una renta mayor si se vende en arriendo.
HAMLET
Bueno, entonces, jamás
Habrán de defenderlo los polacos.
CAPITÁN
Sí, tiene ya su guarnición.
HAMLET
Dos mil almas y veinte mil ducados
No deciden el pleito de esta bagatela.
Esta es la pústula de todo exceso
De riqueza y de paz, que revienta por dentro
Pero no muestra afuera por qué el hombre se muere.
Os doy las gracias muy humildemente.
CAPITÁN
Quedad con Dios, señor.
Sale
ROSENCRANTZ
¿Tenéis a bien partir, milord?
HAMLET
Estaré con vosotros en seguida,
Id un poco adelante.
Salen todos menos Hamlet
Cómo las ocasiones hablan todas
En contra mía y son un acicate
A la morosidad de mi venganza.
¿Qué es pues un hombre si su bien más importante
Y el negocio más grande de su tiempo
Es dormir y comer? No más que un animal.
Sin duda quien nos hizo con tanta discreción,
Que mira al antes y al después,
No nos dotó de esa capacidad
Ni nos dio esa razón de apariencia divina
Para que la dejemos sin uso enmohecerse.
Ahora bien, ya sea por olvido bestial,
O por algún cobarde escrúpulo
De meditar con demasiada precisión
Sobre el asunto, pensamiento
Que, de partirlo en cuatro, mostraría
Sólo una parte de prudencia
Por tres de cobardía, yo no sé
Por qué sigo viviendo
Para decir: la cosa está aún por hacerse,
Puesto que tengo causa, y voluntad, y fuerza,
Y medios para hacerlo.
Hallo para exhortarme ejemplos
Del tamaño del mundo.
Testigo de ello es este ejército
Tan masivo y costoso
Mandado por un príncipe tan tierno y delicado,
Cuyo espíritu, de ambición divina henchido,
Saca la lengua al invisible azar,
Y expone aquello que es mortal e incierto
A todo lo que la fortuna,
La muerte y el peligro osan,
Sólo por una cáscara de huevo.
Ciertamente ser grande
No es agitarse sin un buen motivo,
Sino buscar querella con grandeza
Por un quítame allá esas pajas si está en juego el honor.
¿Qué suelo piso entonces yo
Que tengo un padre asesinado,
Una madre manchada,
Y que me acicatean la razón y la sangre,
Y todo eso lo dejo dormir,
Mientras para vergüenza mía
Presencio la inminente muerte de estos veinte mil hombres
Que en aras de una fantasía y de un engaño de la gloria
Van a la tumba como ir a la cama,
Luchan por un pedazo de terreno
Donde no pueden tantos hombres
Dirimir su contienda,
Que no es bastante sepultura y continente
Para ocultar los muertos?
Oh, desde ahora, si no son sangrientos,
No valgan nada ya mis pensamientos.]
Sale