Entran Hamlet y dos o tres de los actores
HAMLET
Recita el parlamento, te lo ruego, como te lo pronuncié yo con agilidad de la lengua; pero si lo vociferas, me parecería como si hubiese pronunciado las líneas el pregonero. Tampoco cortes demasiado el aire con las manos así, sino hazlo todo con suavidad; pues en el mismísimo torrente, tempestad y (podría yo decir) torbellino de la pasión, debes conseguir y tener una templanza que les dé suavidad. Ay, me duele hasta el alma oír a un robusto individuo con peluca hacer pedazos una pasión, dejarla en verdaderos jirones para romperle los oídos al vulgo del corral que (en su mayor parte) no atiende a nada salvo a las pantomimas inexplicables y al ruido. Podría mandar azotar a ese individuo por superar a Tergamante: es más Herodes que Herodes. Te ruego que evites eso.
PRIMER ACTOR
Se lo garantizo a Vuestra Señoría.
HAMLET
No seas tampoco demasiado manso; sino que tu propia discreción sea tu tutor. Adapta la acción a la palabra, la palabra a la acción, con esta observación especial: que no atropelle la moderación de la Naturaleza: pues todo lo que así se exagera se aleja del propósito de la actuación, cuyo fin, lo mismo al principio que ahora, fue y es presentarle como quien dice un espejo a la Naturaleza; mostrar a la Virtud sus propios rasgos, al Desdén su propia imagen, y a la edad y al cuerpo mismo del tiempo su forma y su sello. Ahora bien, si esto se exagera, o se hace con torpeza, aunque haga reír al ignorante, no puede sino disgustar al juicioso; cuya censura debe en tu apreciación pesar más que todo un teatro de los otros. Oh, hay actores que he visto actuar, y otros a quienes he oído alabar y de manera altisonante, que (para no decirlo a lo profano), no teniendo ni acento de cristianos, ni porte de cristianos, paganos o humanos, se pavoneaban y berreaban de tal manera que me hacían pensar que los había hecho algún jornalero de la Naturaleza, y no los había hecho bien, de tan abominablemente que imitaban la humanidad.
PRIMER ACTOR
Espero que en nuestro caso hemos corregido eso un poco.
HAMLET
Oh, corregidlo del todo. Y que los que hacen el papel de vuestros payasos no hablen más que lo que les está asignado. Porque los hay que se reirán ellos mismos para hacer que cierto número de zafios se rían también, aunque durante ese tiempo tenga que considerarse algún asunto necesario de la obra: eso es infame y manifiesta una muy lamentable ambición en el payaso que lo acostumbra. Id a prepararos.
Salen los actores
Entran Polonio, Rosencrantz y Guildenstern
¿Qué hay de nuevo, señor? ¿Asistirá el rey a esta obra de teatro?
POLONIO
Y la reina también, y de inmediato.
HAMLET
Pedid a los actores que se den prisa.
Sale Polonio
¿Queréis ayudar a apresurarlos?
ROSENCRANTZ Y GUILDENSTERN
Sí, mi señor.
Salen
Entra Horacio
HAMLET
¿Qué tal, Horacio?
HORACIO
Aquí, dulce señor,
A vuestras órdenes.
HAMLET
Horacio,
Eres un hombre tan cabal
Como pudo jamás hallar mi trato.
HORACIO
Oh querido señor.
HAMLET
No, no imagines
Que te adulo; pues ¿qué ventajas podría yo esperar de ti,
Que no tienes más rentas que tu buen talante
Para hallar tu alimento y tu vestido?
¿A qué adular al pobre?
No: que la lengua almibarada
Lama la pompa absurda, y que los goznes
De las rodillas serviciales
Se doblen donde un don
Pueda seguir a las genuflexiones.
Escucha bien: desde que mi alma amada
Pudo ser dueña de mis preferencias
Y distinguir entre los hombres,
Su elección te marcó para sí misma.
Pues tú has sido, sufriendo todo
Como quien nada sufre; un hombre
Que toma los reveses de Fortuna
Y sus favores con la misma gratitud.
Y benditos aquellos cuya sangre
Y cuyo juicio tan bien se entrelazan,
Que no son flauta para que los dedos
De la Fortuna toquen el registro
Que se le antoje. Dadme un hombre tal
Que no sea esclavo de pasión alguna,
Y yo lo llevaré
En lo profundo de mi corazón,
Sí, en el corazón del corazón,
Como te llevo a ti. Pero ya basta de eso.
Hay una obra de teatro esta noche ante el rey.
Una de sus escenas se acerca a aquella circunstancia
De que te he hablado de la muerte de mi padre.
Te suplico que, al ver acercarse el momento,
Con el criterio todo de tu alma
Observes a mi tío: si su culpa escondida
No asoma las orejas frente a ese discurso,
Fue un fantasma maldito lo que vimos,
Y tan turbias están mis imaginaciones
Como la fragua de Vulcano.
Ponle mucha atención,
Que yo tendré los ojos bien clavados
En su rostro; y después
Reüniremos nuestros juicios
Para dictaminar sobre su disimulo.
HORACIO
Está bien, señor mío.
Y si logra hurtar algo,
Mientras se está representando el drama,
Que escape a la atención, yo pago el robo.
Entran trompetas y timbales
HAMLET
Vienen ya a ver la obra.
Yo tengo que mostrarme disponible,
Tú búscate un lugar.
Entran el rey, la reina, Polonio, Ofelia, Rosencrantz, Guildenstern y otros caballeros del séquito, con su guardia llevando antorchas. Marcha danesa. Suena una fanfarria
REY
¿Cómo va nuestro primo Hamlet?
HAMLET
Magníficamente, a fe mía: con la dieta del camaleón: como aire, embutido de promesas; no puede cebarse mejor un capón.
REY
Yo no tengo qué hacer con esa respuesta, Hamlet. Esas palabras no son cosa mía.
HAMLET
No, ni mía. Bien, señor, alguna vez actuasteis en la Universidad, según decís.
POLONIO
Así es, milord, y se me consideraba buen actor.
HAMLET
¿Qué papel hacíais?
POLONIO
Hice el papel de Julio César, y fui asesinado en el Capitolio. Bruto me mató.
HAMLET
Fue una brutalidad de su parte, matar allí un ternero tan principal. ¿Están listos los actores?
ROSENCRANTZ
Sí, milord, esperan vuestra orden.
REINA
Ven aquí, mi buen Hamlet, siéntate a mi lado.
HAMLET
No, mi buena madre, aquí hay un metal más atractivo.
POLONIO
Ah-ha, ¿notasteis eso?
HAMLET
Señora, ¿puedo echarme en vuestro regazo?
OFELIA
No, señor.
HAMLET
Quiero decir: mi cabeza en vuestro regazo.
OFELIA
Sí, mi señor.
HAMLET
¿Pensáis que me refería a cosas bajas?
OFELIA
No pienso nada, señor.
HAMLET
Vaya lindo pensamiento, echarse entre las piernas de una doncella.
OFELIA
¿Cuál, señor?
HAMLET
Ninguno.
OFELIA
¿Estáis alegre, señor?
HAMLET
¿Quién? ¿yo?
OFELIA
Sí, mi señor.
HAMLET
Ay Dios, soy vuestro único hacedor de chascarrillos. ¿Qué puede hacer uno sino estar alegre? Pues fijaos qué contenta parece mi madre, y mi padre murió hace dos horas.
OFELIA
No, hace dos veces dos meses, señor.
HAMLET
¿Tanto tiempo? Ah, entonces que se vista de negro el Diablo, que yo llevaré un traje de martas. ¡Oh cielos! ¿Muerto hace dos meses, y no olvidado aún? Entonces hay esperanza, la memoria de un gran hombre puede sobrevivir a su muerte medio año: pero, por la Virgen, entonces tiene que construir iglesias: si no, no hará que piensen en él, como el caballito de madera cuyo epitafio dice: «Porque oh Dios, porque oh Dios, el caballito se olvidó.»
Música de oboes. Entra la Pantomima
Entran el rey y la reina, muy amorosos; la reina abrazándolo a él, y él a ella. Ella se arrodilla y hace gestos de solemne promesa hacia él. Él la hace levantar y reclina su cabeza contra el cuello de ella, que le hace recostarse sobre un lecho de flores. Viéndolo dormido, se aleja de él. En seguida llega un individuo, le quita la corona, la besa, y vierte veneno en el oído del rey, y se va. Regresa la reina, encuentra muerto al rey y actúa apasionadamente. El envenenador, con dos o tres mudos, vuelve a entrar y parece lamentarse con ella. Se llevan el cadáver. El envenenador corteja a la reina con regalos, ella parece despectiva y desinteresada durante un rato, pero al final acepta el amor de él
Salen
OFELIA
¿Qué significa eso, señor?
HAMLET
Hombre, es una fechoría solapada, lo cual significa maldad.
OFELIA
Tal vez esta escena contiene el argumento de la obra.
HAMLET
Lo sabremos por estos amigos. Los cómicos no saben guardar secretos: todo lo cuentan.
OFELIA
¿Nos dirá este lo que significa este espectáculo?
HAMLET
Sí, o cualquier espectáculo que le mostréis. No os avergoncéis de mostrar, y él no se avergonzará de deciros lo que significa.
OFELIA
Sois malo, sois malo; voy a mirar la obra.
Entra el Prólogo
PRÓLOGO
Con gran respeto a esta noble asistencia
Nuestro drama y nosotros le pedimos clemencia
Para que nos escuchen con paciencia.
HAMLET
¿Es esto un prólogo, o la inscripción de una sortija?
OFELIA
Es breve, milord.
HAMLET
Como el amor de la mujer.
Entran dos actores: el rey y la reina
ACTOR REY
Son treinta veces ya las que de nuevo
El carruaje de Febo
Ha circundado la salobre onda
De Neptuno, y la circunferencia
De Telus ha seguido a la redonda,
Y ya treinta docenas
De veces, con prestado
Fulgor, doce treintenas
De lunas sobre el mundo han transitado,
Desde que mutuamente Amor uniera
Nuestros dos corazones,
Y nuestras manos Himeneo hiciera,
Prodigando sus dones,
Con santo lazo unirse ambas a una.
ACTOR REINA
Pues el Sol y la Luna
Permitan que contemos todavía
Otras tantas jornadas
Antes que llegue el día
Que se acabe el amor. Mas malhadadas
Mis horas, pues os veo últimamente
Enfermo, y alejado
De los placeres, y tan diferente
Del que solíais ser, que vuestro estado
Me tiene preocupada; mas si yo
Me preocupo, señor, no estéis vos, no,
En ninguna medida incomodado,
Porque miedo y amor en la mujer
Siempre tienen que ser
O nimios, o de un monto exagerado.
Mas de cuánto es mi amor, habéis tenido
Prueba de sobra, y por ese amor mido
Cuán grande es mi temor, pues acontece
Que si el amor es grande, da temor
La más pequeña duda, y el amor
Cuando el temor es grande, también crece.
ACTOR REY
Es cierto, amor, que tengo que dejarte,
Y bien pronto además,
Mientras que por tu parte
Tú sobrevivirás
En esta tierra hermosa,
Y habrás de ser en ella celebrada
Y querida y dichosa,
Y un buen marido habrás…
ACTOR REINA
Ay, el Demonio
Se lleve lo que sigue de esa frase.
Sería menester que traicionase
Para hacer tal, y si otro matrimonio
Pudiera yo tener, maldita sea:
La que un segundo esposo haya tomado,
Será que antes al otro habrá matado.
HAMLET
Acíbar, acíbar.
ACTOR REINA
Todos los galardones que desea
Una segunda boda en su impudor
Son sólo de codicia, no de amor.
A mi marido muerto nuevamente,
Cada vez que el segundo, complaciente,
Me da en la cama un beso,
Vuelvo a matar con eso.
ACTOR REY
Que crees lo que dices, no lo dudo,
Mas sé que quebrantamos a menudo
Las más firmes de nuestras decisiones.
Un propósito nuestro, al fin y al cabo,
Es de nuestra memoria un simple esclavo,
Fuerte al nacer, mas cuyas pretensiones
Pronto decaen, y su virtud se pierde
Igual que un fruto verde
Que por un tiempo, duro,
A la rama se aferra, mas maduro,
Sin que haga falta sacudirlo, cae.
Necesario es que demos al olvido
Lo que a nosotros mismos
De nuestra parte nos quedó debido:
Esos fines que en nuestros paroxismos
Nos propusimos, terminados estos,
Dejaremos pospuestos.
Lo mismo la violencia del pesar
Que la de la alegría,
Los destruye a uno y otra, y a la par,
Lo que el uno o la otra pretendía,
Que donde la alegría más se alegra,
Más lamenta el pesar su suerte negra,
Y la pena festeja
Y la dicha se queja
So pretexto del más leve accidente.
No es eterno este mundo, y no es sorpresa
Que nuestro mismo amor se nos presente
De la Fortuna presa,
Pues nadie ha averiguado todavía
Si es la Fortuna la que al amor guía,
O es el amor quien guía a la Fortuna,
Porque hasta al noble de más alta cuna,
Si está en desgracia, el cortesano le huye,
Y cuando el pobre avanza,
Su enemigo anterior se constituye
En su mejor amigo sin tardanza:
El amor a tal grado
Persigue a la Fortuna,
Que al hombre que no está necesitado
No le falta un amigo,
Mas cuando le va mal, sin duda alguna,
Si a un amigo fingido pone a prueba,
Hace de él sin remedio un enemigo.
Mas comoquiera que el buen orden deba
Llevar siempre al final nuestro discurso
Al mismo punto que inició su curso,
Nuestro albedrío y nuestro sino, tan
A contrapelo uno del otro van,
Que si vamos a usar un expediente,
Se nos derrumbará infaliblemente,
Pues si son nuestros nuestros pensamientos,
Sus fines no lo son.
Así que, en conclusión,
Piensa hoy que jamás
Un segundo marido tomarás:
Tendrá tu pensamiento otro color
Una vez que haya muerto tu señor.
ACTOR REINA
Que ni la tierra me dé ya alimento,
Ni luz el firmamento;
Que día y noche todo esparcimiento,
Todo reposo me sean vedados;
Que hundida en un estrecho calabozo,
No aspire yo a más gozo
Que el que pueda tener un ermitaño;
Que los inconvenientes malhadados
Que oscurecen el rostro de la dicha
Impidan y destruyan por mi daño
Todo lo que yo quiera,
Y que sea el destino que me espera,
Lo mismo aquí que allá, mi vida entera,
La adversidad celosa,
Si siendo viuda, vuelvo a ser esposa.
HAMLET
Si lo rompiera ahora.
ACTOR REY
Es sin duda un profundo juramento.
Ahora, mi amor, déjame aquí un momento;
Estoy amodorrado, y bien querría
Disimular el tedio de este día
Durmiendo un poco.
Duerme
ACTOR REINA
Duérmete en calma,
Y el sueño meza tu alma,
Y que jamás la desgracia destruya
El lazo que ata mi alma con la tuya.
Sale
HAMLET
Señora, ¿qué os parece esta obra?
REINA
La señora protesta demasiado, me parece.
HAMLET
Ah, pero mantendrá su palabra.
REY
¿Habéis oído el argumento? ¿No hay ninguna ofensa en él?
HAMLET
No, no, no hacen más que bromear, envenenan en broma, ninguna ofensa en absoluto.
REY
¿Cómo llamáis a la obra?
HAMLET
La ratonera: ¿que cómo? En sentido figurado: esta obra es imagen de un asesinato cometido en Viena. Gonzago es el nombre del duque, su esposa Baptista. En seguida veréis: es una acción repugnante, pero ¿qué importa? A Vuestra Majestad, y a los que tenemos el alma en paz, no nos toca: que se encoja el jamelgo escocido, nuestros pescuezos están limpios.
Entra Luciano
Este es un tal Luciano, sobrino del rey.
OFELIA
Sois un buen coro, milord.
HAMLET
Podría hacer de intérprete entre vos y vuestro amor —si pudiera ver a las marionetas retozando—.
OFELIA
Sois agudo, milord, sois agudo.
HAMLET
Os costaría un gemido quitarme el filo.
OFELIA
Sería para bien y para mal.
HAMLET
Así debéis juzgar a los maridos. Empieza, asesino. Maldita sea, deja tus condenadas muecas y empieza. Vamos, el cuervo graznador está clamando venganza.
LUCIANO
Negros los pensamientos, la mano emprendedora,
Adecuadas las drogas, conveniente la hora,
Favorable además la circunstancia,
A salvo de cualquiera vigilancia:
Oh virulenta mezcla de hierbas homicidas,
A medianoche recogidas,
Que por Hécate han sido maldecidas,
Tres veces machacadas,
Tres veces infectadas,
Tu magia natural y espantosa virtud
La vida ahora usurpen en su mayor salud.
HAMLET
Lo envenena en su jardín para arrebatarle sus estados. Su nombre es Gonzago: la historia pervive aún y está escrita en un italiano elegante. En seguida verás cómo el asesino gana el amor de la esposa de Gonzago.
OFELIA
El rey se levanta.
HAMLET
¿Qué? ¿Asustado de un falso fuego?
REINA
¿Cómo está mi señor?
POLONIO
Que se suspenda la función.
REY
Dadme luz. Vámonos.
TODOS
Luz, luz, luz.
Salen todos menos Horacio y Hamlet
HAMLET
Pues bien, que el ciervo herido se dedique a gemir
Y a retozar la corza ilesa,
Que unos deben velar y otros deben dormir,
Y es así como el mundo progresa.
¿No bastaría esto, señor mío, y un bosque de plumas, si el resto de mis fortunas me hiciera una judiada, con dos rosas de Provenza en mis zapatos calados, para asegurarme una participación en una jauría de cómicos?
HORACIO
Media ración.
HAMLET
Para mí una entera,
Pues sabes bien, Damón querido,
Que hemos llegado a que este reino pierda
Al mismísimo Jove, y le ha seguido
En este trono una auténtica… urraca.
HORACIO
Podríais haber rimado.
HAMLET
Ah, mi buen Horacio, considero que la palabra del espectro vale mil libras. ¿Te diste cuenta?
HORACIO
Perfectamente, milord.
HAMLET
¿Cuando se habló del envenenamiento?
HORACIO
Lo noté muy bien en él.
Entran Rosencrantz y Guildenstern
HAMLET
¿Ah? ¿Eh? Venga una música. Vengan las flautas:
Que si al rey no le gusta nuestra obra,
Es que tal es su gusto, y basta y sobra.
Venga un poco de música.
GUILDENSTERN
Mi buen señor, permitidme una palabra.
HAMLET
Señor, toda una historia.
GUILDENSTERN
El rey, señor…
HAMLET
Sí, señor, ¿qué hay con él?
GUILDENSTERN
Está en sus aposentos, enormemente alterado.
HAMLET
¿Por el vino, señor?
GUILDENSTERN
No, milord, más bien por la cólera.
HAMLET
Vuestra prudencia debería mostrarse lo bastante segura para que le contéis eso a su doctor: porque si le doy yo la purga tal vez le hundiría más en la cólera.
GUILDENSTERN
Mi buen señor, poned algún orden en vuestro discurso, y no os salgáis de mi asunto de esa manera tan desbocada.
HAMLET
Estoy domesticado, señor. Hablad.
GUILDENSTERN
La reina vuestra madre, en la mayor aflicción de espíritu, me ha enviado ante vos.
HAMLET
Sois bienvenido.
GUILDENSTERN
No, milord, esa cortesía no es de buena cepa. Si os ha de complacer darme una respuesta cuerda, cumpliré el encargo de vuestra madre; si no, pido vuestro perdón y mi regreso será el final de mi negocio.
HAMLET
Señor, no puedo.
GUILDENSTERN
¿Qué, milord?
HAMLET
Daros una respuesta cuerda: mi juicio está desquiciado. Pero, señor, la respuesta que pueda yo dar, está a vuestras órdenes. O más bien, como decís, a las de mi madre. Por consiguiente, atengámonos únicamente a la cuestión: mi madre, decís…
ROSENCRANTZ
Entonces, ella dice así: vuestro comportamiento la ha dejado asombrada y admirada.
HAMLET
Oh hijo maravilloso, que puede asombrar así a una madre. Pero ¿no hay alguna secuela pisándole los talones a la admiración de esa madre?
ROSENCRANTZ
Desea hablar con vos en su alcoba, antes de que os acostéis.
HAMLET
Obedeceremos, aunque fuera diez veces nuestra madre. ¿Tenéis algo más que tratar con nos?
ROSENCRANTZ
Milord, en otro tiempo me teníais afecto.
HAMLET
Y todavía os lo tengo, lo juro por estas manos pecadoras.
ROSENCRANTZ
Mi buen señor, ¿qué motivo tenéis para vuestra destemplanza? Es claro que cerráis la puerta a vuestra propia libertad si negáis vuestras penas a vuestros amigos.
HAMLET
Señor, me falta adelanto.
ROSENCRANTZ
¿Cómo puede ser eso, cuando tenéis la palabra del rey mismo para su sucesión en el trono de Dinamarca?
HAMLET
Sí, pero del plato a la boca… el refrán enmohece.[12]
Entra uno con una flauta
Ah, la flauta. Veamos, aquí entre nos, ¿por qué andáis husmeándome el viento, como si quisierais llevarme a una trampa?
GUILDENSTERN
Oh, milord, si mi deber resulta demasiado atrevido, es que mi afecto no guarda mucho las formas.
HAMLET
No entiendo bien eso. ¿Queréis tocar esta flauta?
GUILDENSTERN
Milord, no puedo.
HAMLET
Os lo ruego.
GUILDENSTERN
Creedme, no puedo.
HAMLET
Os lo imploro.
GUILDENSTERN
No sé ni cómo tomarla, milord.
HAMLET
Es tan fácil como mentir. Gobernad estos orificios con el dedo y el pulgar, dad un soplido con la boca, y producirá la música más elocuente. Mirad, estos son los registros.
GUILDENSTERN
Pero no los puedo dominar para producir ninguna armonía, no tengo la destreza.
HAMLET
Pues mirad entonces la indignidad que hacéis conmigo: queréis sacarme música como si conocieseis mis registros; queréis arrancar el corazón de mi misterio; queréis sondearme desde mi nota más baja hasta el tope de mi escala. Hay mucha música, una voz excelente, en este pequeño órgano, pero no podéis hacerle hablar. ¿Por qué pensáis que es más fácil hacerme sonar a mí que a una flauta? Llamadme con el nombre del instrumento que queráis: aunque podéis estirarme las cuerdas, no podéis tocar conmigo. Dios os bendiga, señor.
Entra Polonio
POLONIO
Milord, la reina quiere hablar con vos, y de inmediato.
HAMLET
¿Veis esa nube? Tiene casi la forma de un camello.
POLONIO
Por los clavos de Cristo, de veras que es como un camello.
HAMLET
Creo que es como una comadreja.
POLONIO
Tiene la espalda como una comadreja.
HAMLET
¿O como una ballena?
POLONIO
Muy parecida a una ballena.
HAMLET
Entonces iré a ver a mi madre más tarde. Se burlan de mí a más no poder. Iré más tarde.
POLONIO
Se lo diré.
Sale
HAMLET
Más tarde se dice pronto. Dejadme, amigos.
Salen todos menos Hamlet
Este momento de la noche
Es más que ningún otro el de las brujas,
Cuando los camposantos dan bostezos
Y el propio infierno echa su vaho contagioso hacia el
[mundo.
En este instante yo podría
Beber sangre caliente, y hacer cosas
Tan amargas, que el día temblaría de verlas.
Pero ahora ya basta, voy a ver a mi madre:
Corazón mío, no flaquees;
No dejes que entre nunca el alma de Nerón
En este pecho firme: pueda yo ser crüel,
Mas no antinatural. Que mis palabras
Sean cual dagas para ella,
Pero yo no usaré ninguna.
Que mi lengua y mi alma sean en esto hipócritas.
Por más que mis palabras lluevan oprobio en ella,
Mi alma no aceptará el acto que las sella.
Sale