Entran el rey, la reina, Polonio, Ofelia, Rosencrantz, Guildenstern y caballeros
REY
¿Y no podéis, mediante algún arreglo
De circunstancias, sonsacarle
Por qué organiza semejante confusión,
Resquebrajando tan violentamente
Todos sus días de quietud
Con una peligrosa y agitada demencia?
ROSENCRANTZ
Confiesa, sí, sentirse trastornado,
Pero se niega en firme a discutir las causas.
GUILDENSTERN
Ni encontramos el modo de sondearlo más,
Sino que con astutas chifladuras
Se nos escurre si queremos
Llevarle a alguna confesión de su estado real.
REY
¿Pero os recibió bien?
ROSENCRANTZ
Exactamente como un caballero.
GUILDENSTERN
Pero forzando mucho su disposición.
ROSENCRANTZ
Avaro de preguntas, pero ante las nuestras
Muy liberal en sus contestaciones.
REINA
¿No le habéis inducido a alguna distracción?
ROSENCRANTZ
Señora, sucedió que a ciertos cómicos
Adelantamos de camino:
Le hablamos de ellos y aparentemente
Despertó en él cierta alegría escuchar eso.
Andan ahora por la corte y, según creo,
Tienen ya órdenes de presentarse
Ante él esta noche.
POLONIO
Verdad es,
Y me pidió que invite a Vuestras Majestades
A oír y presenciar la obra.
REY
De todo corazón, y me da mucho gusto
Saber que muestra esas inclinaciones.
Gentiles caballeros, azuzadlo aún más
Y llevad su propósito hacia deleites tales.
ROSENCRANTZ
Así lo haremos, señor mío.
Salen Rosencrantz y Guildenstern
REY
Dulce Gertrudis, vos también dejadnos,
Pues hemos convocado subrepticiamente
A Hamlet a que venga aquí,
Para que, como por casualidad,
Pueda encontrarse con Ofelia.
Su padre, así como yo mismo
(Legítimos espías) nos pondremos
Demanera que, viendo sin ser vistos,
Podamos valorar francamente ese encuentro
Y concluïr de él, según cómo se porte,
Si es o no es por la aflicción de amor
Por lo que sufre así.
REINA
Os obedeceré.
Y en cuanto a ti, Ofelia,
Ojalá tu magnífica belleza
Sea la feliz causa del delirio de Hamlet.
Podré esperar así que tus virtudes
Lo traigan otra vez a su humor usüal
Para honor de ambos dos.
OFELIA
Ojalá, sí, señora.
Sale la reina
POLONIO
Ofelia, ven acá. Majestad, si os complace
Iremos a escondernos. Tú lee en este libro,
Para que la apariencia de esa práctica
Explique el que estés sola. En esto muchas veces
Se nos puede juzgar, pues está bien probado
Que bajo el rostro de la Devoción
Y de acciones piadosas, endulzamos
Al Demonio en persona.
REY
¡Ay, qué verdad es eso!
¡Qué vivo latigazo ese discurso
Ha dado a mi conciencia!
No es la mejilla de la prostituta
Embellecida con afeite artificioso
Más fea entre sus trucos
Que mis acciones entre mis palabras
Tan pintadas. ¡Oh fardo insoportable!
POLONIO
Le oigo acercarse, señor; retirémonos.
Salen
Entra Hamlet
HAMLET
Ser o no ser, de eso se trata:
Si para nuestro espíritu es más noble sufrir
Las pedradas y dardos de la atroz Fortuna
O levantarse en armas contra un mar de aflicciones
Y oponiéndose a ellas darles fin.
Morir para dormir; no más; ¿y con dormirnos
Decir que damos fin a la congoja
Y a los mil choques naturales
De que la carne es heredera?
Es la consumación
Que habría que anhelar devotamente:
Morir para dormir. Dormir, soñar acaso;
Sí, ahí está el tropiezo: que en ese sueño de la muerte
Qué sueños puedan visitarnos
Cuando ya hayamos desechado
El tráfago mortal,
Tiene que darnos que pensar.
Esta es la reflexión que hace
Que la calamidad tenga tan larga vida:
Pues ¿quién soportaría los azotes
Y escarnios de los tiempos, el daño del tirano,
El desprecio del fatuo, las angustias
Del amor despechado, las largas de la Ley,
La insolencia de aquel que posee el poder
Y las pullas que el mérito paciente
Recibe del indigno, cuando él mismo podría
Dirimir ese pleito con un simple punzón?
¿Quién querría cargar con fardos,
Rezongar y sudar en una vida fatigosa,
Si no es porque algo teme tras la muerte?
Esa región no descubierta
De cuyos límites ningún viajero
Retorna nunca, desconcierta
Nuestro albedrío, y nos inclina
A soportar los males que tenemos
Antes que abalanzarnos a otros que no sabemos.
De esta manera la conciencia
Hace de todos nosotros cobardes,
Y así el matiz nativo de la resolución
Se opaca con el pálido reflejo del pensar,
Y empresas de gran miga y de mucho momento
Por tal motivo tuercen sus caudales
Y dejan de llamarse acciones.
Pero calla. ¿La bella Ofelia?
Ninfa, en tus oraciones, recuerda todos mis pecados.
OFELIA
Mi buen señor, ¿qué tal ha estado
Vuestra Alteza todo este tiempo?
HAMLET
Te lo agradezco humildemente: bien, bien, bien.
OFELIA
Señor, tengo recuerdos vuestros
Que hace mucho que quiero devolveros.
Recibidlos ahora, os lo suplico.
HAMLET
No, no, nunca os he dado nada.
OFELIA
Mi honorable señor, sabéis muy bien que sí,
Y con ellos, palabras compuestas con tan dulce aliento
Que daban a las cosas mayor precio.
Ya que han dejado su perfume,
Volvedlas a tomar, pues para un noble espíritu
Los ricos dones menguan y se vuelven pobres
Cuando quienes los dan se muestran poco amables.
Aquí están, señor mío.
HAMLET
Ha, ha, ¿sois honesta?
OFELIA
¡Mi señor…!
HAMLET
¿Sois hermosa?
OFELIA
¿Qué quiere decir Vuestra Señoría?
HAMLET
Que si sois honesta y hermosa, vuestra honestidad no debería aceptar ningún trato con vuestra hermosura.
OFELIA
¿Podría la hermosura, señor, tener mejor comercio que con la honestidad?
HAMLET
Sí, cierto: pues el poder de la belleza transformará a la honestidad, de lo que es, en una alcahueta, antes que la fuerza de la honestidad pueda transformar a la belleza a semejanza suya. Esto era en otro tiempo una paradoja, pero ahora los tiempos lo han probado. Una vez os amé.
OFELIA
Ciertamente, señor, así me lo hicisteis creer.
HAMLET
No debisteis creerme. Pues la virtud no puede contagiar nuestra vieja cepa sin que nos quede algún regusto. No os amé.
OFELIA
Tanto más me dejé engañar.
HAMLET
Métete a un convento. ¿Por qué querrías ser procreadora de pecadores? Yo mismo soy bastante honesto, y sin embargo podría acusarme de cosas tales, que más valdría que mi madre no me hubiera parido. Soy muy orgulloso, vengativo, ambicioso, con más delitos a mi cuenta que pensamientos en que ponerlos, imaginación para darles forma o tiempo para llevarlos a efecto. ¿Qué tienen que hacer sujetos como yo arrastrándose entre el cielo y la tierra? Somos todos astutos bribones, no creas a ninguno de nosotros. Vete a un convento, anda. ¿Dónde está tu padre?
OFELIA
En casa, señor.
HAMLET
Que estén cerradas las puertas a su alrededor, para que sólo pueda hacer el tonto en su propia casa. Adiós.
OFELIA
Oh, ayudadle, dulces cielos.
HAMLET
Si llegas a casarte, te doy como dote esta maldición: aunque seas tan casta como el hielo, tan pura como la nieve, no escaparás a la calumnia. Vete a un convento. Anda, adiós. O, si quieres necesariamente casarte, cásate con un tonto: pues los hombres inteligentes saben muy bien qué monstruos hacéis de ellos. A un convento, vamos, y aprisa además. Adiós.
OFELIA
Oh poderes celestiales, restauradle.
HAMLET
Muy claro tengo oído también sobre vuestras pinturas. Dios os ha dado una cara, y os hacéis otra. Brincáis, os contoneáis y bisbiseáis, ponéis apodos a las criaturas de Dios y hacéis de vuestro capricho vuestra ignorancia. Vete, ya no me interesa, eso me ha vuelto loco. Digo que no tendremos más matrimonios. Los que ya están casados, todos menos uno vivirán, los demás tendrán que seguir como están. A un convento, anda.
Sale Hamlet
OFELIA
¡Ay, qué espíritu este tan noble destruido!
El ojo, lengua, espada
Del cortesano, del soldado, del sapiente;
La esperanza y la flor del justo Estado;
Espejo de la moda y molde de la forma,
Observado por todos los observadores
—Por los suelos, del todo por los suelos—.
Y yo, de entre las damas todas
La más hundida y desdichada,
Que he sorbido la miel
De sus promesas melodiosas,
Veo ahora a esa noble, soberana razón,
Como dulces campanas
Tañendo destempladamente y roncas;
Esa forma y figura incomparables
De una florida juventud, marchitas
Gracias a la demencia.
Pobre de mí;
Ay, haber visto lo que vi
Y ver ahora lo que veo.
Entran el rey y Polonio
REY
¿Amor? Sus sentimientos a tal cosa no tienden,
Ni lo que habló, aunque carecía
De forma un tanto, se parecía
A la locura. Hay algo en su alma
Que su melancolía incuba, y me sospecho
Que su eclosión y su desnudamiento
Será de algún peligro, en vista de lo cual,
Con brusca decisión, dispongo
Lo siguiente: saldrá sin dilación
Hacia Inglaterra, a demandar
Nuestro tributo demorado.
Con suerte, los distintos mares y países,
Sus variados objetos,
Expulsarán ese algo que se asienta
Sobre su corazón, con lo cual,
Apaleando sin cesar sus sesos,
Lo pone hasta tal punto fuera
De su ser usüal. ¿Qué pensáis vos?
POLONIO
Es buena idea. Pero creo
Que el origen e inicio de su mal
Vino de amor no respondido. Bueno, Ofelia,
No tienes que contarnos lo que Su Alteza Hamlet dijo,
Lo hemos oído todo. Mi señor,
Haced lo que gustéis, mas si os parece bien,
Después de la función,
Que la reina su madre, a solas,
Le conmine a mostrarle su aflicción:
Que hable con él sin tapujos,
Y yo me situaré, con vuestra venia,
Donde pueda escuchar su conferencia entera.
Si ella no logra desenmascararlo,
Enviadlo a Inglaterra,
O confinadlo donde vuestro juicio
Decida que es mejor.
REY
Así se hará:
La locura en los grandes es una circunstancia
Que no debe pasar sin vigilancia.