Entran Hamlet, Horacio y Marcelo
HAMLET
El aire corta como una navaja:
Hace un gran frío.
HORACIO
Es un aire que pincha.
Que muerde.
HAMLET
¿Qué hora es ya?
HORACIO
Creo que cerca de las doce.
MARCELO
No, dieron ya.
HORACIO
Pues yo no las oí.
Entonces ya es casi la hora
En que el espectro ha demostrado
Que acostumbra salir.
Un sonar de trompetas y dos cañones disparan
¿Qué significa eso, mi señor?
HAMLET
El rey trasnocha hoy, y vacía sus copas,
El rey está de juerga,
Y los escandalosos arribistas[2]
Andan haciendo eses; y cada vez que él
Se echa al goleto un trago de su vino del Rin,
Cornetas y timbales rebuznan de este modo
El triunfo de su brindis.
HORACIO
¿Es eso una costumbre?
HAMLET
Y vaya si lo es.
Pero a mi juicio, aunque yo sea
Natural de estas tierras, y nacido
En medio de estos hábitos,
Es costumbre que se honra más
Rompiéndola que respetándola.
[Este obtuso festejo a Oriente y a Poniente
Nos hace ser juzgados
Y censurados por otras naciones:
Nos tildan de borrachos, y con grosera frase
Manchan nuestro buen nombre; y en verdad esto quita
A nuestros méritos, por muy altos que sean,
La médula y la miga de nuestra nombradía:
Así sucede muchas veces
Con ciertos individuos, que por algún lunar
De su naturaleza, como de nacimiento,
Del cual no son culpables (pues la naturaleza
No podría escoger su origen),
Por el exceso de un temperamento
Que suele derribarle a la razón
Sus fuertes y baluartes, o bien por algún hábito
Que es como demasiada levadura
Para la forma de la buena educación;
Que esos hombres, marcados, como digo,
Con un solo defecto, que es librea
De la naturaleza, o astro de la fortuna,
Aun siendo sus virtudes de otra parte
Más puras que la gracia,
Tan infinitas como le es posible a un hombre,
En la censura general quedarán corrompidos
Por esa falta única: el adarme de mal
Hace dudar de toda la sustancia noble
Para su propio escándalo.][3]
Entra el espectro
HORACIO
Mirad, señor, ahí viene.
HAMLET
Que los ángeles
Y los ministros de la gracia nos defiendan.
Ya seas un espíritu benéfico,
O un trasgo maldecido,
Ya nos traigas los aires celestiales
O bien los miasmas del infierno,
Ya sea tu intención malvada o bondadosa,
Vienes de modo tan afable
Que te hablaré. He de llamarte Hamlet,
Rey mío, padre mío, soberano de Dinamarca.
Ah, contesta, no dejes que me abrase la duda,
Sino dime por qué tus huesos sacrosantos,
Sepultos en la muerte, han rasgado el sudario,
Y el sepulcro, en el cual te vimos
Tan tranquilo en tu urna,
Ha abierto sus pesadas mandíbulas de mármol
Para arrojarte aquí arriba de nuevo.
¿Qué significa esto?
¿Que tú, cadáver muerto, recubierto otra vez
De acero todo tú, vuelvas a visitar
De este modo el reflejo de la luna,
Haciendo así a la noche repulsiva?
Y a nosotros, bufones de la naturaleza,
Sacudir tan horrendamente nuestro ser
Con pensamientos fuera del alcance
De nuestras almas. Di, ¿por qué tal cosa?
¿A qué obedece? ¿Qué tenemos que hacer?
El espectro hace una seña a Hamlet
HORACIO
Os hace seña de partir con él.
Como si deseara tener un conciliábulo
Con vos a solas.
MARCELO
Ved con qué fineza
Os conduce a un lugar más apartado.
Mas no vayáis con él.
HORACIO
De ninguna manera.
HAMLET
No quiere hablar. He de seguirle pues.
HORACIO
No le sigáis, señor.
HAMLET
¿Y por qué no? ¿Qué tengo que temer?
Yo no doy una higa por mi vida;
En cuanto al alma, ¿qué podría hacerle a ella,
Que es una cosa de por sí inmortal?
Otra vez me hace seña de que avance;
Voy a seguirle.
HORACIO
¿Y si os atrae, señor,
Hacia las ondas? ¿O a la cima horrible
De los acantilados que se ciernen
Encima de su base sobre el mar,
Y asume allí una forma horrible,
Diferente, y que os prive
De la soberanía de la razón
Y que os arroje en la locura?
Pensad en ello: [el solo sitio
Sugiere fantasías de desesperación
Sin más motivo, ante cualquier cerebro
Que mire tantas brazas hasta el mar
Y lo escuche rugir abajo].
HAMLET
Sigue llamándome. Adelante,
Te seguiré.
MARCELO
No debéis ir, señor.
HAMLET
Quita tus manos.
HORACIO
Haced caso, no debéis ir.
HAMLET
Mi destino me llama
Y hace a cada pequeña arteria de este cuerpo
Más audaz que los nervios del león de Nemea.
¿Todavía me llama? Soltadme ya, señores,
Por Dios santo, he de hacer un fantasma
De quien me estorbe.
Digo, adelante, vamos,
He de seguirte.
Salen el espectro y Hamlet
HORACIO
Se pone desesperado
Con la imaginación.
MARCELO
Sigámosle.
No es adecuado obedecerle ahora.
HORACIO
Vamos tras él. ¿En qué acabará esto?
MARCELO
Algo podrido hay en el reino de Dinamarca.
HORACIO
Los cielos lo guiarán.
MARCELO
No, no, sigámosle.
Salen