[1] Si no tiene cosa mejor que hacer, señor (o príncipe), y si la perspectiva de pasar la tarde con una pobre enferma no lo asusta demasiado, me encantaría verlo en mi casa entre 7 y 10. Annette Scherer. <<
[4] Le confieso que todas estas fiestas y estos fuegos de artificio comienzan a parecerme insípidos. <<
[5] No me atormente. Entonces, ¿qué se ha decidido con respecto al despacho de Novosiltsov? Usted lo sabe todo. <<
[6] ¿Qué se ha decidido? Se ha decidido que Bonaparte ha quemado sus barcos y creo que nosotros estamos a punto de quemar los nuestros. <<
[11] Pero, a propósito de su familia, […] hace las delicias de todos. La encuentran bella como la luz del día. <<
[14] Tienen la manía de los casamientos. […] personita […] una pariente nuestra, una princesa Bolkónskaia. <<
[18] Espere. […] La esposa del joven Bolkonnski […] Haré el aprendizaje de solterona con su familia. <<
[20] He traído mi labor. […] Annette, no me juegue usted una mala pasada. […] Usted me había escrito que se trataba de una velada íntima; vea de qué lacha vengo. <<
[26] El vizconde es conocido personal de monseñor. […] El vizconde es un excelente narrador. […] ¡Ya se nota que es un hombre de sociedad! <<
[38] ¿De la coronación de Milán? ¿Y de la nueva comedia de los pueblos de Génova y de Lucca, que acuden a presentar sus respetos a M. Bonaparte? ¡M. Bonaparte sentado en un trono y satisfaciendo los deseos de las naciones! ¡Encantador! Es para volverse loca. Se diría que el mundo entero ha perdido la cabeza. <<
[39] Dios me la da, ay de quien la toque. […] Se dice que estaba muy bello al pronunciar estas palabras. <<
[40] Yo espero […] que eso haya sido la gota de agua que hará desbordar el vaso. Los soberanos no pueden seguir soportando a este hombre, que lo amenaza todo. <<
[41] ¿Los soberanos? No me refiero a Rusia. […] ¡Los soberanos, madame! ¿Qué hicieron por Luis XVI, por la reina, por madame Elizabeth? Nada […] Y créame, sufren el castigo de su traición a la causa de los Borbones. ¿Los soberanos? Envían embajadores a cumplimentar al usurpador. <<
[44] Les mostré el camino de la gloria […] No lo quisieron; les he abierto mis antecámaras y se precipitaron en masa…” No sé hasta qué punto tenía derecho de decirlo. <<
[46] Aun si ha sido un héroe para algunos […]. desde el asesinato del duque hay un mártir más en el cielo, un héroe menos en la tierra. <<
[51] ¡Ah! Hoy me han contado una encantadora anécdota moscovita: debo divertirles con ella. Usted me perdonará, vizconde, pero he de contarla en ruso. De otro modo se perdería la sal de la historia. <<
[57] ¿Y sabe que es usted terrible con ese aire inocente? Compadezco al pobre marido, ese oficialillo que se da aires de príncipe reinante. <<
[60] ¡Ah! No me hable de esa partida, no me hable de ella. No quiero oír hablar de eso. […] Tengo miedo. <<
[68] Querida condesa, hace tanto tiempo… la pobrecita estuvo delicada… en el baile de los Razumovski… y la condesa Apráksina… he tenido tan gran placer… <<
[78] Jamás pude explicarme cómo Natalia se decidió a casarse con ese maleducado. Es un sujeto completamente estúpido y ridículo. Y jugador, según se dice. <<
[81] Piense que se trata de la salvación de su alma… ¡Oh!, es terrible, los deberes de in cristiano. <<
[82] ¡Ah, querida, no la había reconocido! […] Acabo de llegar y aquí me tienen para ayudarlos a asistir a “mi tío”… Me imagino cuánto habrán sufrido. <<
[86] Inglaterra está acabada. […] M. Pitt, como traidor a la nación y al derecho de gentes, está condenado a… <<
[106] Ah, mi amigo, olvide los perjuicios que se hayan cometido con usted, piense que es su padre… tal vez en la agonía. […] Desde un principio lo amo como a un hijo. Fíese de mí, Pierre, no olvidaré sus intereses. <<
[114] Catiche ha hecho servir el té en el saloncito. […] Vamos, mi buena Anna Mijáilovna… tome algo, porque de otra manera no resistirá. <<
[122] Es penoso, pero son cosas que hacen bien; eleva el alma ver a hombres como el anciano conde y su digno hijo. <<
[123] Ah, está despachando su correspondencia, princesa; yo ya he despachado la mía. He escrito a mi pobre madre. […] Princesa, debo advertirle de que el príncipe ha tenido un altercado, un altercado con Mijaíl Ivánovich. Está de pésimo humor y taciturno. Dese por informada, usted sabe… <<
[124] Amiga, ya le he rogado otras veces que no me informe nunca sobre el humor de mi padre. Yo no me permito juzgarlo y querría que los demás tampoco lo hicieran. <<
[128] No, no, por favor… Usted es Mademoiselle Bourienne, la conozco por la amistad que le profesa mi cuñada. […] ¿No nos espera? <<
[129] ¡Olí, querida!… ¡María!… ¡He soñado esta noche!… No te lo esperabas, ¿verdad? Ah, María, estás más delgada. Y has recobrado… <<
[145] Andréi, si tuvieses fe te habrías dirigido a Dios para que te inspirase ese amor que no sientes; y tu oración habría sido oída. <<
[147] Figúrate a la vieja princesa Zúbov con sus ricitos postizos y la boca llena de dientes postizos, como si tratara de desafiar los años. <<
[151] Cuarenta mil hombres aniquilados, y el ejército de nuestros aliados destrozado, y halláis en eso motivo de risa. […] Bien está para un muchachuelo que nada vale, como ese sujeto a quien has hecho amigo tuyo, pero no para ti, no para ti. <<
[157] Sin embargo, querido, a pesar de la gran estima que me merece el ejército «ortodoxo» ruso, confieso que su victoria no es de las más victoriosas. <<
[172] El gabinete de Berlín no puede expresar un sentimiento de alianza, sin expresar… como en su última nota… usted comprende… usted comprende… Además, si Su Majestad el Emperador no modifica el principio de nuestra alianza… Espere, no he concluido… […] Supongo que la intervención será más fuerte que la no intervención. Y… […] No se podrá imputar a la falta de acuse de recepción nuestro despacho del 28 de octubre. Así es como terminará todo esto. <<
[175] ¡Ah, Excelencia! […] Tenemos que irnos aún más lejos. Ese malvado nos viene de nuevo pisando los talones. <<
[176] No, no, confiese que es una bella historia la del puente de Tabor. Lo han pasado sin un tiro. <<
[178] Es genial. El príncipe Auersperg se jacta de honor y hace arrestar al sargento. En fin, confiese que es una historia simpática toda esta estratagema del puente Tabor. No es ni estupidez ni cobardía… <<
[180] Tampoco. Este asunto pone a la Corte en una situación sumamente embarazosa. No es traición, ni cobardía, ni estupidez; es como lo de Ulm… […] Es… es lo de Mack. Estamos mackados. <<
[183] A ese ejército ruso, al que el oro de Inglaterra ha traído desde el más lejano confín del universo, le haremos probar la misma suerte que al de Ulm. <<
[189] Ya sabes que estoy agobiado de trabajo y que sólo por pura caridad me ocupo de ti; y, además, sabes muy bien que lo que te propongo hacer es lo único factible. <<
[192] Mi buena Elena, debe ser caritativa con mi pobre tía, que siente adoración por usted. Vaya a hacerle compañía diez minutos. <<
[197] Eso está bien, pero no se marche de la casa del príncipe Vasili. Es bueno tener un amigo como el príncipe. Sé algo de eso. ¿Verdad? <<
[203] Nos llegan huéspedes, príncipe. […] Según he oído, es su Excelencia el príncipe Kuraguin con su hijo. <<
[205] ¿Todavía está así, querida princesa? Los recién llegados deben de estar ya en la sala; tendremos que bajar y usted ni se preocupa de arreglarse. <<
[206] No, María, francamente esto no te sienta. Me gustas más con tu vestidito gris de diario. No, por favor, hazlo por mí. <<
[209] Por lo menos, cámbiate el peinado. Ya te lo decía yo. […] María tiene un rostro al que no le va esta clase de peinado. De ninguna manera. Cambiémoslo, por favor. <<
[216] ¡No, no, no!… Cuando su padre me escriba que se comporta bien, le daré mi mano a besar. Antes, no. <<
[219] Pero me desprecia; usted, tan pura, no podrá comprender nunca el extravío de la pasión. ¡Ah! Sólo mi pobre madre… <<
[221] ¡Ah, querida, querida! […] La suerte de mi hijo está en sus manos. Decida, querida y dulce María, a quien siempre he amado como a una hija. <<
[222] Querida, le diré que jamás olvidaré este instante; pero, querida mía, ¿no nos dará usted un poco de esperanza de conmover ese corazón tan bueno, tan generoso? Diga que tal vez… El porvenir es tan grande. Diga quizá. <<
[230] Herr general Wimplin, el conde de Langeron, el príncipe de Licchtenstein, el príncipe de Hohenlohe y Prsch… Prsch… y así sucesivamente, como todos los nombres polacos. <<
[236] Vaya a ver, amigo mío, si la tercera división ha rebasado ya la aldea. Diga que se detengan y esperen mis órdenes. <<
[253] Mi querido conde, usted es uno de mis mejores discípulos, es preciso que baile. […] Mire cuántas muchachas bonitas. <<
[256] Lo más selecto de la verdadera buena sociedad y la flor y nata intelectual de San Petersburgo. <<
[258] El príncipe Hipólito Kuraguin, joven encantador; el señor Krug, encargado de negocios de Copenhague, un espíritu profundo, y el señor Shitov, un hombre de mucho mérito. <<
[260] Hay que saber distinguir entre el gabinete de Viena y el emperador de Austria. El Emperador no ha podido pensar nunca en semejante cosa, eso no lo sostiene más que el gabinete. <<
[265] Nada, no es nada. Sólo quería decir… […] Sólo quería decir que nos equivocamos al hacer la guerra por el rey de Prusia. <<
[266] Es muy malo su juego de palabras, muy espiritual, pero injusto… No hacemos la guerra por el rey de Prusia, sino por los buenos principios. ¡Qué malvado este príncipe Hipólito! <<
[267] Perdone, una tabaquera con el retrato del Emperador es una recompensa pero no una distinción. […] Más bien un regalo. <<
[272] Sólo conozco dos males bien reales en la vida: el remordimiento y la enfermedad. Sólo en la ausencia de esos males está el bien. <<
[279] Pero, querida mía, al contrario, deberías estarme agradecida de que explique a Pierre tu amistad íntima con ese joven. <<
[294] El principio de las monarquías es el honor, me parece irrefutable. Ciertos derechos y privilegios de la nobleza me parecen medios para sostener ese sentimiento. <<
[305] Ya sabe que entre primos la intimidad lleva a veces al amor. Los primos son peligrosos vecinos, ¿verdad? <<
[311] El duque de Oldenburgo lleva su desgracia con una fuerza de ánimo y una resignación admirables. <<
[316] La muerte es consoladora y la muerte es tranquila: / ¡Oh! Contra los dolores no hay otro asilo. <<
[317] Hay algo encantador en la sonrisa de la melancolía. Es como un rayo de luz en la sombra, un matiz entre el dolor y la desesperación, que muestra que el consuelo es posible. <<
[318] Venenoso alimento de una alma demasiado sensible, / tú, sin quien me es imposible la felicidad, / tierna melancolía, ah, ven a consolarme / ven a calmar los tormentos de mi retiro sombrío / y mezcla secreta dulzura / al llanto que siento fluir… <<
[320] Querido, sé de muy buena fuente que el príncipe Vasili envía a su hijo a Moscú para casarlo con Julie. <<
[324] Son las mujeres bonitas. […] Será la más bonita de todas. Venga, querida condesa, y en prenda deme esa flor. <<
[329] ¡Qué deliciosa! Aunque ame a alguien, amiga mía, ésa no es razón para que se recluya en un claustro; y aunque estuviese prometida, creo que su novio desearía que se dejara ver en sociedad durante su ausencia antes de morir de aburrimiento. <<
[340] ¡Esta vez sí que iremos lejos! ¡Oh, cuando él se mezcla en el asunto es que va de veras! ¡Míralo! ¡Viva el Emperador!… Ahí están las estepas de Asia… Un feo país. Hasta la vista, Beauché; te reservaré el mejor palacio de Moscú… Hasta la vista. Buena suerte… ¿Has visto al Emperador? ¡Viva el Emperador!… Si me nombran gobernador de la India, Gérard, te haré ministro de Cachemira. ¡Viva el Emperador! ¡Viva! ¡Cómo huyen esos picaros cosacos! ¡Viva el Emperador! ¿Lo ves? Yo lo he visto dos veces como te veo a ti. El pequeño cabo. Lo vi cuando imponía la cruz a uno de los veteranos. ¡Viva el Emperador! <<
[350] ¡Oh, mi querido general! Deseo de todo corazón que los Emperadores lleguen a un acuerdo y que esta guerra, comenzada a mi pesar, concluya lo antes posible. <<
[355] Todo eso lo habría debido a mi amistad. ¡Qué hermoso reinado! ¡Qué hermoso reinado! […] ¡Qué magnífico reinado habría podido ser el del emperador Alejandro! <<
[357] Le doy mi palabra de honor de que tengo quinientos treinta mil hombres a este lado del Vístula. <<
[364] Adiós, Andréi. Recuerda que el dolor nos lo envía Dios y que los hombres no son nunca culpables. <<
[369] En cuanto al que ha aconsejado este campamento de Drissa. […] En cuanto a éste, Sire, que ha aconsejado el campamento de Drissa, no veo más solución que el manicomio o la horca. <<
[382] Bueno: ¿saben ustedes la gran noticia? ¡El príncipe Kutúzov es mariscal! […] Por fin hay un hombre. <<
[385] Cuentan que se ruborizó como una señorita a quien le leyeran Joconde [de La Fontaine] diciéndole: “el Soberano y la patria te conceden este honor”. <<
[389] Moscú, la capital asiática de este gran imperio, la ciudad sagrada de los pueblos de Alejandro; Moscú, con sus innumerables iglesias en forma de pagodas chinas. <<
[391] Si se da la batalla dentro de tres días, la ganarán los franceses, pero si se da más tarde, sólo Dios sabe qué puede ocurrir. <<
[398] Entren en sí mismos y en esa barca y procuren que no se convierta para ustedes en una barca de Caronte. <<
[406] La guerra debe ser llevada al espacio. No puedo expresarle la alta estima en que tengo esa idea. <<
[407] Sí […] puesto que el objetivo consiste en debilitar al enemigo, no hay que reparar en la pérdida de hombres. <<
[410] ¡Nada de prisioneros! […] Se hacen demoler. Peor para el ejército ruso. Sigue, fuerte. […] Bueno, que entre M. de Beausset, y también Fabvier. <<
[423] ¿Recuerda, Sire, lo que hizo el honor de decirme en Smolensk? […] La suerte está echada y no se puede volver atrás. <<
[424] Este pobre ejército está diezmado después de Smolensk. La fortuna es una verdadera cortesana, Rapp, siempre lo he dicho y ahora comienzo a experimentarlo. Pero, la Guardia, Rapp, la Guardia, ¿está intacta? <<
[445] Todo lo contrario, Alteza; en las situaciones indecisas es siempre el más obstinado quien vence. Y mi opinión… <<
[456] Elena, tengo algo que decirte. […] He tenido noticias de ciertos proyectos referentes a… ya lo sabes. Bueno, querida, tú sabes que mi corazón de padre se alegra de saber que… Has sufrido tanto… Pero, querida mía, no consultes más que tu corazón… ¡No te digo más! <<
[459] ¡Éste es un verdadero amigo! Pero es que yo amo tanto a uno como al otro y no quiero causarles dolor alguno; daría mi vida por la felicidad de ambos. <<
[460] ¡Una verdadera mujer! Eso es plantear claramente un problema. Querría estar casada con los tres a un tiempo. <<
[461] ¡Oh, mamá! ¡No digas tonterías! Tú no entiendes nada. En mi posición, yo tengo ciertos deberes. <<
[462] Pero, mamá, ¿cómo no comprendes que el Santo Padre, que tiene facultad de conceder dispensas?… <<
[465] Y ahora, querido amigo, ruego al Señor que lo tenga bajo su santa y poderosa protección. Su amiga, Elena. <<
[468] Estamos en vísperas de un desastre público y no me queda tiempo de ser amable con cuantos vienen a hablar conmigo. […] Bueno, amigo mío, ¿y qué hace usted personalmente? <<
[469] Un consejo de amigo, querido. Váyase lo antes posible; no le digo más. A buen entendedor… […] de los santos padres de la Compañía de Jesús. <<
[470] ¡He aquí, por fin, la ciudad famosa! ¡Ahí está Moscú la Santa, la urbe asiática de innumerables iglesias! ¡Ya era hora! […] “Una ciudad ocupada por el enemigo es como una doncella que ha perdido su honor.” <<
[479] Ahí está el populacho, la hez de la población, la plebe, a la que han soliviantado con su estupidez. Necesita una víctima. <<
[481] Yo tenía otros deberes. Había que calmar al pueblo. Otras muchas víctimas han muerto y mueren por el bien público. <<
[485] Aquellos miserables habían irrumpido en la sagrada ciudadela, se habían apoderado de los fusiles del arsenal y disparaban (¡miserables!) contra los franceses. Algunos fueron rematados a sablazos y se limpió al Kremlin de su presencia. <<
[488] Hospedaje, hospedaje… alojamiento. […] Los franceses somos buenos chicos, qué diablo. ¡Vaya! ¡No nos enfademos, viejito! <<
[492] ¡Lamento tanto lo que ha sucedido! […] ¡Es un loco, un desventurado que no sabe lo que hace! <<
[493] ¡Canalla, me las pagarás! […] Nosotros somos clementes después de la victoria, pero no perdonamos a los traidores. <<
[495] ¡A otro con eso! […] Ya me contará toda la historia. Encantado de encontrar a un compatriota. Bien, ¿qué hacemos con este hombre? <<
[496] ¡Usted me ha salvado la vida! Usted es francés. ¿Me pide que lo perdone? Se lo concedo. Que se lleven a ese hombre. <<
[500] Le debo la vida y le ofrezco mi amistad. Un francés no olvida nunca un insulto ni un favor. Le ofrezco mi amistad. No le digo más. <<
[501] Capitán Ramballe, del 13.° ligero, condecorado por la acción del día 7. […] ¿Puedo saber con quién tengo el honor de conversar tan agradablemente, en vez de estar en la ambulancia con la bala de aquel loco en el cuerpo? <<
[502] Por favor. Comprendo sus razones, seguramente es usted oficial o jefe… Ha combatido contra nosotros, pero eso no es cosa mía. Le debo la vida y eso me basta. Soy todo suyo. ¿Es usted gentilhombre? […] Dígame su nombre de pila, si no le molesta. No le pido más, ¿Pierre, dice?… Magnífico. No deseo saber más. <<
[503] Sí, mi querido monsieur Pierre, le estoy muy agradecido por haberme salvado… de aquel loco… Ya tengo, sabe usted, bastantes balas en el cuerpo. Aquí una […] es de Wagram y dos de Smolensk. […] Y esta pierna, ya lo ve, no funciona bien. Fue en la gran batalla del día 7, en el Moskova… ¡Dios mío! Era hermoso, merecía la pena de verse, un diluvio de fuego. Nos dieron ustedes bastante que hacer, ya pueden estar orgullosos, ¡al diablo! A fe mía y a pesar de la tos que me gané, volvería a empezar ahora mismo. Compadezco a quienes no lo han visto. <<
[505] ¡Oh! ¿De veras? Tanto mejor. […] Son ustedes unos enemigos de cuidado. El gran reducto se mantuvo firme, ¡caray! Y nos lo hicieron pagar caro. Tuve que ir al ataque tres veces, tal como me ve. Tres veces llegamos a los cañones y las tres nos echaron atrás como monigotes. Era magnífico, monsieur Pierre. Sus granaderos estuvieron soberbios ¡por Dios! Los vi seis veces seguidas cerrar sus filas y marchar como en una parada. ¡Qué hombres! Nuestro rey de Nápoles, que de eso entiende, tuvo que gritar: “¡bravo!”. ¡Oh, oh!… Es un soldado como nosotros […] Tanto mejor, tanto mejor, monsieur Pierre. Terribles en la batalla… galantes… […] con las mujeres así son los franceses, ¿no es verdad, monsieur Pierre? <<
[506] A propósito, dígame: ¿es verdad que todas las mujeres se han ido de Moscú? ¡Qué idea tan extraña! ¿Qué podían temer? <<
[509] Bueno, si no hubiera dicho que era ruso, habría apostado que era parisién. Tiene usted un no sé qué… <<
[511] Ya se ve, ya se ve. ¡París!… Un hombre que no conoce París es un salvaje. Los parisienses notan a dos leguas de distancia. París es Taima, la Duchesnois, Potier, la Sorbona, los bulevares… […] No hay más que un París en el mundo. Usted ha estado en París y sigue siendo ruso; pues bien, no lo estimo menos por eso. <<
[512] Volviendo a sus mujeres, dicen que son muy hermosas. ¡Qué absurda idea esa de ir a sepultarse en las estepas cuando el ejército francés está en Moscú! ¡Qué gran oportunidad se han perdido! Sus mujiks, es otra cosa; pero ustedes, las gentes civilizadas, deberían conocernos mejor. Hemos conquistado Viena, Berlín, Madrid, Nápoles, Roma, Varsovia, todas las capitales del mundo… Nos temen, pero también nos aman. Es un placer conocernos. Y además, el Emperador… <<
[514] ¡El Emperador! Es la generosidad, la clemencia, la justicia, el orden, el genio: eso es el Emperador. Se lo digo yo, Ramballe. Aquí donde me ve, hace ocho años era su enemigo. Mi padre fue un conde emigrado… Pero ese hombre me ha vencido. Me tiene en un puño. No pude resistir el espectáculo de la grandeza y la gloria con que ha cubierto Francia. Cuando comprendí lo que quería, cuando vi que nos preparaba un lecho de laureles, no pude menos que decirme: “Éste es un soberano”, y me entregué a él. Eso es. ¡Sí, amigo mío! Es el hombre más grande de los siglos pasados y venideros. <<
[517] ¡Encantador este coronel de los würtemburgueses! Es alemán, pero buen tipo, si lo hubo. Aunque es alemán. <<
[520] Los alemanes son unas bestias, ¿verdad, monsieur Pierre? Y bien, otra botella de ese burdeos moscovita, ¿eh? Morel, nos calentará otra botella. ¡Morel! <<
[521] Parece que estamos tristes. […] ¿Lo he ofendido tal vez? No, de veras, ¿tiene usted algo contra mí? ¿Tal vez se debe a la situación? <<
[522] Palabra de honor, aun sin hablar de lo que le debo, siento amistad por usted. ¿Puedo serle útil en algo? Disponga de mí para la vida o la muerte. Se lo digo con la mano en el corazón. <<
[523] Sí, amigo mío, caprichos de la fortuna. ¿Quién iba a decirme que sería soldado y capitán de dragones al servicio de Bonaparte, como lo llamábamos en otro tiempo? Y, sin embargo, aquí estoy en Moscú con él. Tiene que saberlo usted, amigo. Mi nombre es uno de los más antiguos de Francia. <<
[524] Pero todo esto no es más que la puesta en escena de la vida; el fondo es el amor… ¡El amor! ¿No es cierto, monsieur Pierre? ¿Otro vaso? <<
[526] Recuerdos de Alemania, donde asilo se dice Unterkunft, los maridos comen coles y las muchachas son demasiado rubias. <<
[532] ¿Un niño? […] He oído gimotear a alguien en el jardín. Puede ser su chaval, de ese tipo. Hay que ser humanos… <<
[534] ¡Ahí tienes a tu chaval! ¡Ah! Es una niña, ¡tanto mejor! ¡Hasta la vista, muchacho! Hay que ser humanos… Todos somos mortales, comprendéis… <<
[546] Según cuentan, el viejo conde es conmovedor. Lloró como un niño cuando el médico le dijo que el caso es peligroso. <<
[548] Hablan ustedes de la pobre condesa […] He enviado por noticias de ella. Me dicen que está un poco mejor… ¡Oh! Sin duda, es la mujer más encantadora del mundo. […] Pertenecemos a dos bandos diferentes, pero eso no impide que la estime como se merece. ¡Es tan desgraciada! <<
[549] Sus informaciones pueden ser mejores que las mías […] pero sé de buena fuente que ese médico es un hombre inteligentísimo y muy hábil. Es el médico de cabecera de la reina de España. <<
[550] El Emperador devuelve las banderas austríacas, banderas amigas y perdidas, que ha encontrado al borde del camino. <<
[560] Veo, coronel, en todo lo que sucede, que la Providencia nos exige grandes sacrificios. Estoy pronto a someterme en todo a su voluntad: pero dígame, Michaux, ¿cómo ha dejado al ejército, visto que abandonaba así mi antigua capital, sin un solo disparo? ¿No ha notado muestras de desaliento? <<
[563] Majestad, Majestad, he dejado a todo el ejército, desde los jefes hasta el último soldado, sin excepción, en un estado de temor espantoso, terrible. <<
[565] Señor, sólo temen que Vuestra Majestad, llevado por la bondad de su corazón, se deje persuadir y llegue a firmar la paz. Arden en deseos de combatir y de probar a Vuestra Majestad, aun con el sacrificio de sus vidas, toda la devoción que os tienen… <<
[566] Bien, vuelva al ejército […] Y diga a nuestros valientes, diga a todos nuestros buenos súbditos, por dondequiera que pase, que, cuando no me queden más soldados, yo mismo me pondré a la cabeza de mis queridos nobles y de mis buenos campesinos y agotaré así hasta los últimos recursos de mi imperio, que me ofrece más de lo que mis enemigos piensan. […] Pero si estuviera decretado en los designios de la divina Providencia que mi dinastía había de dejar de reinar en el trono de mis antepasados, entonces, tras haber agotado todos los medios que hay en mi poder, dejaré crecer mi barba hasta aquí […] y marcharé a comer patatas con el último de mis campesinos, antes que firmar la vergüenza de mi patria y de mi querida nación, cuyo sacrificio sé apreciar… <<
[567] Coronel Michaux, no olvide lo que le digo aquí; puede ser que un día lo recordemos con placer. O Napoleón o yo. Ya no podemos reinar juntos. He aprendido a conocerlo y no me engañará más… <<
[568] Señor, Vuestra Majestad firma en este momento la gloria de su nación y la salvación de Europa. <<
[577] No, Excelencia. No, Excelencia […] usted no ha podido conocerme. Soy un oficial de la milicia y no he salido de Moscú. <<
[591] Además, M. Kiril, ya lo sabe: no tiene más que decir una palabra al capitán. ¡Oh! Es un… que no olvida. Dígaselo al capitán cuando haga la inspección, hará cuanto pueda por usted… <<
[592] ¿Sabes, Saint-Thomas?, me decía el otro día: Kiril es un hombre culto que habla francés; es un señor ruso que ha sufrido desgracias, pero es un hombre. Comprende las cosas… Si necesitara algo, que me lo diga, no le negaré nada. Cuando una persona ha hecho estudios, sabes, le gusta la instrucción y la gente educada. Por usted lo digo, monsieur Kiril. En el asunto del otro día, si no llega a ser por usted, las cosas habrían ido mal. <<
[604] ¡Ah, es usted! […] ¿Quiere comer algo? No tenga miedo… nadie le hará daño. […] Entre, entre. <<
[608] Cuando un oficial hace la ronda, el centinela no le pregunta la contraseña. […] Pregunto si está aquí el coronel. <<
[614] Es un fastidio ir arrastrando esos cadáveres con uno. Sería mucho mejor fusilar a todos esos canallas. <<
[625] Eso sólo es para decirme que no tengo en qué comer… Al contrario, puedo proporcionarle a usted todo lo necesario, hasta para dar banquetes. <<
[637] Tolstói publicó estas páginas en 1888, en la revista Antigüedades Rusas, vol. III. Desde entonces han sido consideradas como “Apéndice” a su obra y así las publican casi todas las ediciones de Guerra y paz. <<
[638] Nota de Tolstói: Tras la publicación de la primera parte de mi novela y la descripción de la batalla de Schoengraben, conocí palabras de Nikolái Nikoláievich Muraviov-Karski a propósito de esa descripción, palabras que me confirman en mi convicción. Nikolái Nikoláievich Muraviov, general en jefe, declaró no haber leído nunca una descripción más exacta de aquella jornada, y añadió que por experiencia propia estaba persuadido de la imposibilidad de cumplir durante una batalla las órdenes del general en jefe. <<
[639] De todos modos, no se puede negar que el mismo Tolstói intentó «desgajar» ese texto final llamándolo Epílogo. Los epílogos suelen ser flecos, generalmente poco relacionados con la obra narrativa misma, bastante parecidos a los prólogos. Su función se asemeja a la de los marcos en las grandes pinturas: sólo sirven para enmarcar. <<