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En otro punto de la ciudad, al llegar Oscar y Clara a la casa de él, ella entró con urgencia al baño. Había bebido demasiado y su vejiga estaba a punto de reventar.

—Vaya, preciosa —rió al oírla—. Meas igual que un elefante.

—¡Capullo! —gritó muerta de risa.

Cuando salió del baño y fue al comedor, Oscar la miró y preguntó.

—¿Qué quieres beber?

—Uf… pues me pones en un aprieto, doctor —sonrió—. Si bebo, corro el peligro de que vuelvas a compararme con un elefante.

—Anda ya, no seas tonta. Eso ha sido una broma.

Divertida y con gesto aniñado, Clara susurró.

—Más te vale, Bon Jovi, si no quieres morir esta noche.

Oscar se volvió y mirándola dijo:

—Si es a polvos, no me importará, siempre y cuando sea contigo.

Clara puso los ojos en blanco y dijo:

—Ron con naranja.

Oscar preparó un par de cubatas y puso música de fondo; luego se sentó su lado y ella, sin pensarlo, se quitó los zapatos.

—Oh, Dios… qué placerrrrrrrrrrrr —suspiró Clara al sentir sus pies liberados.

Pero al volverse hacia Oscar y ver cómo la miraba, preguntó:

—¿Te estás poniendo verraco, doctor?

—¿Qué es eso? —pregunto él sorprendido.

Con una sonrisa pícara, ella se levantó, deslizó su vestido caderas arriba y se sentó a horcajadas sobre él.

—En España tenemos un gran léxico en palabras para decir que estás excitado —susurró moviéndose mientras le miraba a los ojos—. Por ejemplo, estoy caliente, estoy excitado, estoy verraco, me siento engorilao, tengo engrasado el cetme, me tienes que exploto, y así podría seguir horas y horas y horas.

—Nunca había escuchado cosa igual —rió Oscar—. Pero claro, si partimos de la base de que aunque hable un perfecto español, soy inglés, lo entenderás, pero sigue… sigue…

Al ver la sonrisa en sus ojos, Clara le susurró:

—Ahora me gustaría que me dijeras que estás excitado en inglés.

—¿Ahora? —preguntó a punto de explotar.

—Sí, ahora. Háblame en inglés. Me pone.

Sin darle tiempo a pensar, se levantó, se quitó las medias y el tanga y sentándose de nuevo encima de él, le desabrochó el pantalón y con una sonrisa de lo más morbosa, cogió su pene con la mano. Con rapidez él susurró:

I’m excited because you’re a beautiful girl, and because I’m crazy for making love with you.

—No sé lo que me has dicho, Bon Jovi, pero por tu bien espero que sea algo bonito —murmuró mientras se sentaba encima de su pene y este poco a poco se clavaba en ella.

—Te he dicho, MacGyver —dijo agarrándola con posesión de las caderas—, que estoy excitado porque tú eres una chica preciosa y estoy como loco por hacer el amor contigo.

—¡Perfecto! —suspiró ella mientras sentía el poder del morbo y ambos suspiraban de placer.

Una hora después, y tras haber hecho el amor un par de veces más, con una sonrisa Oscar la besó en el cuello mientras ella, desnuda, abría la nevera y cogía una cerveza.

—Eres fantástica, ¿lo sabías?

—Sí. Ya me lo habían dicho otros.

Oscar le dio un cachete en el culo.

—Eh… ¿quieres que te dé yo un patadón?

—No vuelvas a contestar algo así. No me gusta.

—Estaba bromeando, celosón. —Sonrió besándole.

Con gesto hosco, Oscar fue al baño y abrió el grifo. Ella le siguió.

—¿Te vas a duchar?

—Sí.

Y sin decir nada, con el ceño fruncido, abrió la mampara de la ducha y se metió.

Pensar en Clara con otro hombre le ponía mal cuerpo. Solo pensar que ella podría hacer las cosas que hacía con él, le ponía de mal humor.

Dos segundos después, se abrió la mampara y ella se metió.

—¿Qué haces? —preguntó él.

—¿Tú nunca has oído eso de «ahorra agua, no te duches solo»?

Al ver su graciosa cara, Oscar tuvo que sonreír; la acogió entre sus brazos y ella le susurró:

—Es mentira lo que te dije antes. La única persona que me ha dicho que soy fantástica has sido tú, así que sonríe, bésame y echemos el polvo del adiós.

—¿El polvo del adiós?

—Sí, cariño. Estoy agotada y quiero irme a mi casa a dormir.

Oscar pestañeó y dijo:

—Vamos a ver, Clara, ¿por qué no te quedas aquí conmigo? La cama es grande para los dos y no hay ninguna necesidad de salir ahora a la calle.

Pero ella cogió el champú, comenzó a lavarle su largo pelo y dijo:

—Mira, Bon Jovi, lo siento, pero no me puedo quedar.

—¿Por qué siempre haces lo mismo? —preguntó molesto.

—¿A qué te refieres? —murmuró sabiendo perfectamente a qué se refería.

—Ni yo puedo quedarme a dormir en tu casa, ni tú te quedas en la mía. ¡Esto es ridículo!

—Si te prometo que el próximo día me quedo, ¿me besarás y me harás el amor? —dijo tocándole con una mano los testículos.

—Cualquiera te lleva la contraria en este momento, Terminator —suspiró con una sonrisa.

—Pues entonces, bésame y cállate.

Oscar le hizo el amor con todo el erotismo del mundo y una hora después, mientras amanecía, la dejó en el portal de su casa, él arrancó y se marchó. Tenía que hablar con Olga. Quizás ella le desvelara el porqué de aquella fijación de Clara por no pasar la noche entera con él.