Para mi familia, por haberme apoyado siempre.

Para Gloria, por creer en mí.

Para mis amigos: el GALBA,

los miembros de la revista Náyade

y el resto de compañeros de filología.

También, especialmente, para Nuria,

Stela, Arancha, Juanma y David. Porque,

de una forma u otra, siempre habéis estado ahí.

Gracias a todos por haber hecho posible Finis mundi.