No podría haber escrito este libro sin la infinita generosidad y la sabiduría de las siguientes personas: Brian L. Weiss, doctor en Medicina, y Christina Gikas, quienes me mostraron un pasado que jamás podría haber imaginado; James Van Praagh, que me enseñó a observar el mundo desde una perspectiva completamente nueva; mi agente, Kate Schafer, que con tanta destreza me ha conducido hacia delante; mi editora, Rose Hilliard, quien ha tratado mis historias con suma delicadeza; NaNá V. Stoelzle, mi editora de mesa desde hace ya varios libros, que me libera de todo tipo de bochornos gramaticales; y, como siempre, Sandy, ¡el último hombre del Renacimiento!